La espada de la rosa (4)

Christian... ¿acaso tendrás razón?

Hacía mucho calor cuando me desperté esa mañana. El verano estaba llegando y la luz entraba de plena en mi habitación a través de la ventana. Ya hacía tres semanas que llevaba viviendo en casa de Marcus y la cosa no mejoraba. Hablábamos a menudo pero yo siempre le respondía de manera borde a irónica dejándole claro que no quería saber nada de él. Pero sin darme cuenta me lo pasaba muy bien cada vez que discutía con él. Supongo que de manera inconsciente al discutir y gritarle notaba que me hacía más caso y eso me hacía sentir más cerca de él. Aunque claro, yo de eso no me daba cuenta.

Me había apuntado a tenis en el club, y como el curso estaba muy avanzado cuando llegué a casa de Marcus, él decidió que no iría al colegio ese curso y ya repetiría al año siguiente. Yo estaba de acuerdo con su decisión así que no objeté nada. Me pregunté a que tipo de colegio me llevaría. A uno de pijos supongo. Chris me había contado que al colegio que su padre lo llevaba estaba todo lleno de niños ricos que se peleaban por sacar las mejores notas, y que él no pintaba nada allí había decidido marcharse y empezar a trabajar.

Como no tenía otra cosa que hacer me pasaba las tardes en el campus jugando a tenis o nadando en la piscina, lo que hizo que en pocos días mi cuerpo adquiriese cierta forma física. Era obvio que en tres semana mucho no se podía hacer pero yo noté que había engordado y adquirido músculo. Aún y todo cuando miraba a Marcus no podía dejar de sentirme poca cosa.

Con Christian la cosa había mejorado mucho y me pasaba las tardes con él en el bar cuando no estaba entrenando. A veces también venía a casa con nosotros y jugábamos al ordenador o cosas así, pero no pude sacarle más información sobre la vida de Marcus porque no sabía gran cosa. Que nunca lo había visto con novia aunque muchas chicas del club lo ambicionaban y que su vida la hacía o en casa o en el club. Yo sabía, porque le veía, que cuando trabajaba en casa se metía en el estudio y de ahí no salía. Algunas mañanas iba a su empresa a hacer o llevar proyectos pero generalmente lo hacía todo en el estudio. Christian me dijo que en su casa había oído algo de que Marcus había tenido problemas en Argentina con su familia y que el motivo era una prometida suya y que por eso se volvió a casa. Pero Chris no sabía muy bien qué es lo que pasó. Así que decidí que cuando Marcus no estuviera en casa investigaría entre sus cosas para averiguar que es lo que pasó. La verdad es que quería saber porque a pesar de estar siempre sonriendo tenía esa mirada tan triste.

El caso es que esa mañana cuando me levanté Marcus no estaba ni en su habitación ni en el estudio así que pensé que estaría en la empresa. Eran las ocho, y cuando se marchaba para llevar algo a su empresa regresaba hacia las once o las doce, así que tenía tiempo. Fui a la cocina y una vez más encontré un gran desayuno preparado expresamente para mi con una nota. Lo hacía siempre que se iba a ir por las mañanas. Esta vez la nota decía: "come bien, que con tanto mal genio se te van las energías y luego en el tenis no rindes. Marcus". ¿Qué es eso de que no rindo? ¡Pues por listo ahora no como! Pero el hambre venció esta vez a mi vena infantiloide y me comí todo lo que había dejado para mí, y decidí que esa tarde le iba a demostrar a lo bueno que soy en el tenis. Quería ser el mejor para él, es decir, para mostrarle que de mi no se va a burlar.

Cuando acabé el almuerzo me aseé, me vestí y fui a mi misión "en busca del pasado perdido". Entré en la habitación de Marcus. Recogida y muy bien iluminada. En medio una cama de matrimonio con dos mesillas a los lados hechas en madera de cerezo. Cualquiera que viera la habitación pensaría que Marcus duerme con alguien. A cada lado de la cama dos lámparas altas se elevaban desde el suelo, muy modernas y elegantes a la vez. Eran de esas lámparas que puedes regular la cantidad de luz que quieres poner. A la izquierda un ropero con grandes espejos en las puertas. Enfrente de la cama, otro armario con más espejos. Al lado de éste una tele más o menos grande con vídeo y dvd como en la sala. A la derecha de la habitación, al lado de la tele y debajo de la ventana una larga mesa cubría toda pared. Era una mesa de estudio, con cajones y una banqueta para sentarse. Sobre ella no había muchas cosas. Una caja parecida a un joyero, un aparato de música, una planta… y ni una sola foto. No había encontrado ninguna foto en todo la casa. Nada. Al fondo de la habitación, donde acababa la mesa una puerta daba al baño de Marcus. Sólo había estado una vez en los primeros días de mi estancia allí. Eso si que era un baño. Grande con dos paredes de cristal que dejaban ver toda la ciudad. En medio una pequeña piscina metida en el suelo. Era una piscina de éstas tipo jacuzzi con hidromasaje y esas cosas. Alguna planta adornaba la estancia y al lado de la piscina varios botes con sales de baño, champús con distintos olores, geles y lociones me invitaban a darme un baño de espuma. Pero no. Estaba ahí por una misión. Averiguar porqué Marcus estaba triste. No es que me importase, era pura curiosidad. Pero aunque no lo demostrase, no se porqué yo podía notar que algo le estaba royendo por dentro. Recordé mi primera noche en casa de Marcus cuando le grité que era un amargado y que nadie lo iba a querer nunca. Me arrepentí mucho de habérselo dicho, porque no tenía derecho a decirle nada así. No lo conocía aún y no sabía que repercusiones podían tener esas palabras sobre él. Pero lo hecho, hecho está. Volví a la habitación y miré en los cajones, pero sólo había folios, plumas, bolis, disketes, Cds….

Miré en el ropero y sólo encontré ropa. Rebusqué en los cajones de la ropa interior y no había nada, pero no pude dejar de fijarme en que eran todo unos boxers enormes, al menos en comparación con los míos que soy un niño. Empecé a notar cierta excitación al pensar en los boxers de Marcus y preguntarme si él se acostaría con mujeres alguna vez. Era un niño, pero veía la tele y ya sabía ciertas cosas (aunque no muchas, por ejemplo, nunca me había masturbado aún). Dejé todo como estaba y pasé al otro armario. En él había cajas de cartón con muchas cosas y pensé que ahí podría encontrar lo que buscaba. Había ropa vieja, más ropa vieja, algún peluche como recuerdo de su infancia y…. ¿películas? ¿En una caja de cartón debajo de un montón de ropa vieja metidas en un armario? Leí los títulos: "Blancanieves quiere las siete", " Día nuevo, coño nuevo", " Más adentro", "Mujeres desesperadas X"…. Genial, acababa de descubrir que mi padre adoptivo era un salido que el daba al porno. La idea me excitó y sentí la tentación de poner una de las pelis (por simple curiosidad claro), pero dejé la idea y seguí buscando. Mientras lo hacía oí un pequeño ruido de algo que golpeaba contra el suelo. Miré y no supe que se había caído. No le di más importancia y seguí buscando. Entonces, entre las estanterías interiores del armario por fin encontré algo. Una pequeña cajita azul con un anillo de oro dentro. En el anillo dos ramas doradas engarzaban una pequeña piedra blanca brillante y no me cabía duda de que fuera de compromiso. Como me imaginaba que un anillo así abandonado en el fondo del armario no iba a ser usado es que ya lo habían usado antes. Así que era verdad que Marcus estuvo a punto de casarse… Recordé los Cds sin nombre que encontré el primer día en la salita pequeña, así que recogí lo mejor que pude la habitación de Marcus y me dispuse a coger esos CDs. Encontré tres o cuatro que me llamaron la atención porque parecían aparentemente vacíos, pero me los llevé a mi habitación y los metí en el ordenador. Esperé unos segundos y… ¡Bingo! el ordenador me mostró lo que quería ver. Estuve algo más de media hora mirando toda la información que esos Cds me mostraban cuando hoy que Marcus llegaba a casa. Rápido como nadie escondí los CDs en un cajón y esperé a que Marcus entrara por la puerta para saludarme.

Ya estoy en casa.- dijo.

Por mí te puedes volver a ir.- contesté. (¿No aprenderé nunca?)

Él, como de costumbre, no dijo nada ante mi grosería. Realmente le importaba una mierda todo lo que le dijera. Parecía que le daba igual que yo me mostrase reacio a estar con él y que le daba igual que yo fuese un borde. No le preocupaba lo más mínimo que no me cayese bien. Esos pensamientos no hacían otra cosa que ponerme más furioso. Deseaba que se molestase conmigo, que se enfadase por una vez, que dejara de sonreírme con esa mirada triste, que me dijera de una vez lo que sentía de verdad.

Esa tarde, en el bar del Club, mientras Christian limpiaba y atendía la barra le conté lo que había descubierto.

Sí que tiene.

¿Quién tiene qué?

Marcus, Marcus tiene fotos.

Es normal, alguna tendría que tener.

Pero en casa no tiene ninguna. Ni un solo álbum, ni siquiera en su habitación. Y eso es porque las tiene todas guardadas en Cds.

Bueno… al fin y al cabo es informático.

Ya, pero no se trata de eso. Creo que no tiene fotos porque le hacen daño, y por eso las guarda donde no las puede ver.

¿Qué le hacen daño?

Sí. En los Cds que encontré no había sólo fotos, sino emails antiguos guardados y hasta un viejo diario que parecía olvidado. Y ahora ya sé qué es lo que le ocurrió y porque vino a España.

A ver, cuenta.

Se iba a casar, y estaba muy enamorado a juzgar por los emails que se enviaba con ella. Parece que ella también era informática y no le iba lo de las cartas en papel. La cosa es que planearon la boda y todo parecía ir viento en popa. Había muchas fotos de él con su prometida, e incluso vi a sus padres y a otra gente que supongo que serían sus amigos. Además, ella estaba embarazada de casi tres meses y Marcus estaba muy feliz de tener un hijo.

Todo eso parece muy bonito. ¿Y qué pasó?

Que todo se fue a la mierda. El pobre Marcus vivió una pesadilla… y yo aquí llamándole amargado.

¿Qué?

Qué ella tenía un amante. Un abogado muy prestigioso también que debía de ser un gilipollas. Marcus los descubrió un mes antes de la boda y decidió no casarse. A ella no le importó, porque debía de ser una golfa que sólo buscaba el dinero, y la familia del abogado tenía más. Los padres de Marcus le insistieron para que la perdonara y se casase con ella, porque venía de una buena familia con mucho dinero y que eso le convenía.

¿Y él que hizo?

Pues obviamente se negó. Después de eso sus padres empezaron a torturarlo psicológicamente. Le decían que era un idiota por haber desaprovechado esa oportunidad de tener una mejor reputación gracias a la familia de la novia, que era un calzonazos y realmente les parecía lógico que ella lo hubiera dejado por otro, que aún estaba por ver si el hijo que iban a tener era suyo, que nadie jamás lo iba a volver a querer… todo eso estaba escrito en el diario.

Vaya, no me imaginaba que alguien como Marcus tuviera ese pasado.

Yo tampoco. Siempre lo he visto tan seguro de sí mismo… No pudo aguantar más de una semana y cogió sus cosas y se vino a España. La guarra de su prometida se casó con el abogado y su hijo, al que no conoce, vive con ellos.

Le vas a decir que lo sabes, ¿No?

¡¿Qué?! ¿Estás loco? No se lo voy a decir, no quiero que piense que soy un cotilla ni que me importa lo más mínimo lo que le haya pasado.

Pero sí que te importa.

Sí bueno… me da pena… pero como persona nada más. Como Marcus lo aborrezco.

Jajajaja, no es cierto y te lo dije. Te cae bien y seguro que no podrías vivir sin él.

En ese momento agarré a Chris de su camiseta de camarero y con toda mi furia lo lleve contra la pared y le dije:

Ni se te ocurra pensar algo así.

Vale, pero más te vale que me sueltes, Iván.- entonces volví a la realidad y le solté. Me di cuenta de que Christian había leido lo que había dentro de mí y no podía permitirlo. No quería que nadie pensara que dependo de otra persona. No quería aceptar que poco a poco había ido quedando atado a Marcus. Y sin embargo

Lo siento, no sé que me ha pasado.

Tranquilo, te entiendo.

Nos fuimos a dar un baño y descubrí que Marcus también estaba en la piscina bañándose sólo. Muy a mi pesar le hicimos compañía y después nos fuimos a los vestuarios. Una vez dentro me quede muy cortado. No es que me diera corte ver hombres desnudos, pues iba todos los días a ese vestuario, incluso había visto muchas veces a Christian desnudo, pero nunca había llegado a ver a Marcus en bolas. Ni siquiera cuando en casa se bañaba porque lo hacía en su propio baño. Lentamente empecé a desvestirme, pero me quede pasmado al contemplar como Marcus se iba quedando la ropa delante mía (y de Chris) dejando ver ese cuerpo bien musculado con una fina capa de pelo castaño claro que recubría parte de su pecho y piernas. De espaldas a mi se quitó la camiseta y después el bañador y pude apreciar por primera vez su trasero. Tenía unas nalgas de campeonato. Sin apenas marca del bañador a causa del sol. Me pregunté si acaso Marcus tomaba el sol desnudo. Se puso una toalla alrededor de la cintura y

¡Eh! Iván, despierta. Te has quedado anonadado. ¡Venga! Vamos a la ducha.-me decía Chris mientras salía de mi ensimismamiento. Esperé que no pensara que me sentía atraído por el cuerpo de Marcus, porque no era así. Era simplemente… curiosidad.

Marcus entro a una de las duchas individuales y se quitó la toalla. Entonces de refilón, antes de que corriese la cortina pude ver entre sus piernas como le colgaba bajo una tenue mata de pelos. ¿Sería un plátano? ¿Tal vez una serpiente? ¿Quizás una de esas porras que usan los polis para pegar a los renegados? ¡No! ¡Era el cipote de mi padre adoptivo! Cuando el primer día me pregunté si todo lo que Marcus tiene es grande… ya sé la respuesta. Todavía más anonadado me metí en mi ducha sin dejar de sentirme algo excitado. Pude ver como mi falo se había levantado un poco, cosa que ocurría muchas veces mientras dormía, pero por falta de costumbre en mi educación en el orfanato, no hice por tocarme.

Una vez vestidos, limpios y preparados para irnos, el padre de Chris, Marcus, Chris y yo nos dispusimos a salir del Club. Entonces Marcus se dirigió a mi como para contarme algo que le hacía mucha ilusión y que esperaba que a mi también me la hiciese, y con una de sus sonrisas me dijo.

Esta noche no vamos a casa.

¿Qué?

He reservado mesa en un restaurante para los dos, para celebrar el día de hoy.

¿Celebrar qué? No creo que hoy sea tu cumpleaños.

No lo es, jeje. Hoy hace un mes que vivimos juntos.

Yo no voy a celebrar eso. Mi religión no me lo permite. Yo sólo celebro las cosas buenas.

Bueno, pues yo sí lo quiero celebrar, así que vamos.

Me metí en el coche enfurruñado y me dirigí hacia mi primera… ¿cita? Con mi padre adoptivo. Una cita en la que por primera vez iba a ver los sentimientos de Marcus e iba a comprender que iba a tener que decidir sobre mi propio destino.

Fin del capítulo cuatro. Continuará.

Por fin Iván ha descubierto el pasado de su padre y gracias a Chris está empezando a comprender que aunque lo intente no puede odiar a Marcus. Sin embargo, como él dice, nadie se va a interponer entre él y su sueño de vivir sólo e independiente y viajar libre por el mundo. ¿Será ésta la última cena de Marcus e Iván?. El próximo capítulo será más corto pero intentaré que se muestren mejor los sentimientos de ambos. Espero que os guste. Kyoru3@hotmail.com