La espada de la rosa (3)

El éstupido de Marcus no hace más que darme muestras de su prepotencia y jamás lo aceptaré como padre, y sin embargo...

Quiero presentarte a alguien del campus. Te caerá bien.

Sí, seguro.- le contesté yo con sarcasmo dejándole bien claro que nada de lo que el me pudiera dar me iba a gustar. Es más, había otra cosa que le quería aclarar.

Oye, una cosa. Cuando entremos ahí preséntame a tus amigos si es que los tienes como te dé la gana, pero ni se te ocurra decirles que soy tu hijo, porque no lo soy y nunca me voy a sentir como tal.

Una vez más me dedicó una de sus miradas impenetrables. Una de esas que no sabes que está pensando, y sonriendo me contestó:

Claro, no quiero que te sientas aún más incómodo.

Sencillamente me sacaba de quicio. Nada de lo que hacía parecía molestarle. Yo, completamente inconformista y él que lo aceptaba todo. Si realmente había pretendido en algún momento ser mi padre se supone que debería pensar más en mi educación y dejar de concederme caprichos. Eso me hizo pensar que era porque realmente yo para él no tenía tanta importancia. No la que un hijo debería tener. Pues que le den, tampoco pensaba quedarme mucho tiempo con él.

Llegamos a las zonas de las piscinas. Todo lleno de gente que no debía de tener menos de siete baños en sus casas. ¿Y se supone que esa era el tipo de personas que debía de conocer? ¿Pijos millonarios?

¡Ey Marcus!

Me giré para ver quien llamaba y vi a un chaval de unos 18 años con pintas de ser muy animado. Tenía el pelo corto y castaño, pero tenía unas mechas rubias por aquí y por allá que le daban un aire muy moderno que me gustó bastante. Tenía las orejas completamente perforadas de pendientes y una estrella tatuada en cada bíceps. Una era de hielo mientras que la otra representaba el fuego. Tan solo vestía un bañador de pantaloneta amarillo lo que dejaba ver un cuerpo bien formado bronceado por el sol. Me miró con sus ojos verdes y después se dirigió a Marcus.

¿Qué hay viejo? ¿Cómo te va?

Oye que no soy tan viejo, que aún no has conseguido ganarme en ninguna carrera ¿eh?.- dijo Marcus riendo. Parecía alegre de ver a este chico. Más alegre que de verme a mi al menos.

Tú ríete, ríete, que en cualquier momento… ¡Zas! Te ganaré, y lo sabes.

Sí sí… algún día…. Mira, Christian, éste es Iván.

Encantado.-me dijo dándome la mano. Yo se la estreché.

Iván está viviendo en mi casa desde ahora.- Y no por mucho tiempo, pensé yo.- Vivía en un orfanato y yo le he acogido.

¿En serio? ¿Has adoptado al chaval? Entonces… es tu hijo, ¿no?

No exactamente… creo que él prefiere que lo considere algo así como… mi mantenido.- Dijo el muy idiota mirándome con una sonrisa de "¿así está mejor?". Mientras él se burlaba de mí dejándome en ridículo delante de Christian, éste me miraba con las cejas levantadas.

Bueno chicos, yo os dejo para que os conozcáis. Por favor Chris, enséñale un poco el campus. Yo voy a buscara tu padre.

De acuerdo. A mi padre lo encontrarás en las hamacas del fondo.

Y así Marcus me dejó a cargo de un tío al que ni conocía librándose de mí por las buenas. Se podría haber molestado el mismo en enseñarme el campus, que no le costaba tanto. ¿Pero qué estoy diciendo? Cuanto más lejos esté de mí mejor, no lo soporto.

Christian me enseñó todo lo que había que ver. Las piscinas, el gimnasio, la sauna, el jacuzzi, los campos de fútbol, de tenis, baloncesto, el pequeño bosque donde había un bonito paseo…. Era increíble. Descubrí que Marcus me había hecho socio y pagaba mi cuota anual como usuario del Club y que gracias a eso podía usar cualquier instalación y apuntarme a cualquier deporte. Me dio pena que pagase tanto dinero por algo que yo no iba a utilizar. Al fin y al cabo yo no me iba a quedar con él un año ni loco. Antes me mato, no mejor, lo mato a él y me quedo con su dinero (sí, se que a veces soy un poco diabólico, ya me lo decían las monjas).

Christian me contó que como estaba harto de usar el dinero de su padre había decidido dejar de estudiar cuando se sacó el título escolar a los dieciséis años y se puso a currar. A pesar de las muchas amenazas e insistencias de su padre él no cedió y pilló un trabajo en una tienda de piercings y estética dónde un colega suyo le enseñó el oficio. Además trabaja en el bar del Club por las tardes. Definitivamente este chico me caía bien. Su espíritu de rebelión contra lo que su padre le imponía para hacer lo que el quería y el haberse buscado la vida el solito era algo que no podía dejar de admirar.

Y tu padre y Marcus de qué se conocen.- me había dado cuenta de que Christian me podía dar mucha información sobre el imbécil que me alojaba en su casa tan "generosamente".

Mi padre trabaja con el tuyo.

No vuelvas a decir que Marcus es mi padre porque no lo es.

Vale, perdona.

¿Y de que trabaja tu padre?

Es empresario. Lleva un conjunto de empresas bastante importantes y eso. Gana bastante dinero y espera que yo lleve esas empresas después, pero lo lleva claro.

Ah…. Así que Marcus es también empresario, ¿eh? Me lo imaginaba.

¿Marcus empresario? ¡Que va! Esas cosas lo aburren. Él es informático. Trabaja en una de las empresas que mi padre lleva. Es uno de los informáticos más prestigiosos del país. Vivía en Argentina pero regresó hace tres años.- Eso me sorprendió. No le había notado ningún acento y parecía completamente español. Además, el hecho de que fuese informático tampoco me cuadraba mucho con lo que yo había visto de él. Una hombre tan serio no me cuadraba con una profesión tan moderna.

Oye, ¿has pensado en hacerte algún piercing?

¿qué?

Eso, que te quedaría muy bien hacerte alguno. Al menos en la oreja. Si quieres yo te los hago completamente gratis.

No sé… nunca me lo había planteado.

Venga hombre, di que sí.

Y… ¿Cuándo? ¿Ahora?

Si, mismamente, tengo el material necesario. Tampoco te vendría mal un corte de pelo, jeje.

Cuando a las nueve de la tarde Chris me llevó a buscara a Marcus, éste me encontró con cuatro agujeros en las orejas y un nuevo corte de pelo. Aún lo llevaba largo, a lo cazo. Pero ahora lo tenía arreglado y liso y me sentía muy bien. Mi pelo siempre me ha dado muchos problemas. Pero cuando Marcus me vio me miró y son una sonrisa se limitó a decir:

Te queda bien.- y siguió hablando con un hombre que supuse que sería el padre de Chris. ¿"Te queda bien"? ¿Sólo eso? ¿Nada más?. No le importaba lo más mínimo que me hubiera agujereado la oreja, cosa que a cualquier padre le cabrearía un montón, ni le importaba que ahora estuviese más guapo. Aunque a mi eso realmente no me importaba que pensase que estoy guapo o que estoy feo. Porque… no me importaba, ¿no?.

Bueno Iván, va siendo hora de irnos a casa.

Haz lo que te de la gana.- contesté yo secamente.

Fuimos a casa y Marcus puso una cena riquísima en el comedor. Obviamente que no le dije que me gustaba como cocinaba. Sólo me faltaba eso, que Don Perfecto cocinase bien. Para que se le suba aún más la prepotencia a la cabeza. No se por qué le ayude a recoger la mesa y cuando acabamos, en la cocina me invito a sentarme con él a ver la tele. Me pilló por sorpresa y muy rápidamente le dije que no y me fui corriendo a mi cuarto sin darle las buenas noches. Y además en la cena no había sido mucho más amable.

Flashback de la cena:

¿Te ha gustado el club?

Sin más, lleno de pijos.

¿Y Chris?

Él me ha caído bien, es el único que se salva.

Apúntate a un deporte. YO y Chris hacemos natación.

No me da la gana de hacer nada contigo.

Jajaja, vaya es una pena. A mi se me ocurren un par de cosas, jajaja.

¿Qué dices?

Nada era una broma. Había olvidado que eres un niño.

Cállate ya pesado, que estas todo el día dándome por culo.

Jajajajajaja, ¿ves? Si es que me lo pones a huevo.

¿Qué?

Nada, nada, que ya crecerás.

Eso lo dices tu que intentas hacerte el gracioso y no tienes a nadie, o ¿te crees que no me he fijado que no tenías amigos en el club?- lo cual es mentira porque la gente no paraba de saludarlo como si fuera el rey del Club, lo que me ponía aún más furioso.

Ya claro. Entonces prefieres que no nos hablemos ¿no?

Muy listo.- y entre dientes agregué- engreído….

Sin embargo, ya a solas en mi cuarto me arrepentí una vez más de ser tan cruel con aquel hombre que en el fondo no me había hecho nada. Pero no se por qué me sacaba de mis casillas todo lo que hacía y no quería otra cosa que averiguar más y más cosas sobre él para poder regocijarme en los defectos que le encontrase. Necesitaba descubrirlo todo sobre ese nombre. Me di cuenta de que me estaba obsesionando de mala manera con él. Observé que "La espada de la rosa" estaba sobre mi mesilla de noche. No lo había vuelto a leer desde mi primera discusión con Marcus. Cogí el libro y sin saber porque tuve ganas de ir al salón a sentarme a su lado.

Me imaginé como sería una vida aceptando a Marcus como padre. Me imaginé lo que sería llegar a casa después de estar en el colegio y que el me recibiese. Viendo como es él se preocuparía por mí y me aconsejaría y me cuidaría como nunca nadie lo había hecho antes. Sé que antes muchas familias habían intentado acogerme pero… era diferente. Ellos en mi veían un niño. Marcus me eligió por ser mayor. No intentaba controlarme ni educarme. Tan sólo intentaba…. ¿En que pienso? Intenta comprarme e impresionarme con todo su dinero y sus lujos. Jamás le aceptaría como padre, pero sin embargo, por un momento me sentí muy bien imaginándonos a los dos en el sofá, yo recostado sobre él quedándome dormido mientras veíamos una peli. Me sentía tan bien… tan cálido y protegido…. Y con esos pensamientos me quede dormido, una vez más con "la espada de la rosa" entre las manos.

Fin del tercer capítulo. Continuará.

Como veis Iván empieza a dejarse invadir por la presencia de Marcus que le está marcando. A partir de ahora vamos a conocer a un Iván más auténtico, como un niño de catorce años, que aunque rebelde, es un niño. La relación entre él y su padre adoptivo va a empezar a llegar a un punto crítico en la que Iván va a tener que tomar una decisión. Pero para eso… va a tener que descubrir lo que siente. Por favor, escribidme si queréis comentar algo a kyoru3@hotmail.com