La espada de la rosa (2)

Iván sigue descubriendo qué es lo que realmente siente por su padre adoptivo.

Me desperté al notar que los rayos del sol llegaban a mi cara. Abrí los ojos y note "la espada de la rosa" a mi lado. Miré el despertador que marcaba las once menos cuarto. Recordé lo que había ocurrido la noche pasada con Marcus y me pregunté como estaría hoy. Supuse que estaría enfadado y no querría ni hablarme. Me levante y como el día anterior no hoy ruidos en la casa. Pensé que Marcus estaría trabajando en el estudio. Me asomé a él pero tampoco estaba. Decidí ir a desayunar algo a la cocina y… ¡sorpresa! Me encontré en la mesa una bandeja con un zumo, un tazón de leche, bollos, magdalenas, mermelada y mantequilla, pan, fruta… y una nota. Decía así: "Iván, he salido a hacer unas cosas del trabajo. Volveré hacia las once. Te dejo el desayuno aquí para cuando te despiertes. Marcus". Impresionante. No sólo no mostraba enfado por las burradas que le dije sino que encima me presenta su prepotencia en forma de un estupendo desayuno. ¡Dios! Nunca en mi vida había visto un desayuno tan fabuloso como aquel… iba a empezar a zampar cuando oí las llaves y la puerta que se cerraba. Marcus había vuelto a casa. Miré con pena mi desayuno y decidí que comenzaba la misión "vuelta al orfanato".

Buenos días. Veo que te acabas de levantar. ¿Te gusta el desayuno?.- Me preguntó serio y autoritario. Parecía que encima no le había importado lo que le dije la otra noche.

No me gusta desayunar por las mañanas. Tus esfuerzos por darme un buen desayuno me sobran.- Y diciendo esto me tome de un trago el zumo y deje de lado todo lo demás. Adiós a mi desayuno….

Ah… vaya… -¡Chúpate esa! Menudo corte le había dado. Pero el recupero pronto su aire de seguridad y casi molesto por mi comportamiento me dijo.- Esta tarde vamos a ir al club deportivo.

¿Ha dicho club deportivo? ¿Con piscina? ¡Mola! Espera no, nada de lo que él me ofrezca mola. Es hora de poner en marcha el plan "caprichos". Marcus se dio la vuelta para salir de la cocina cuando dije:

Quiero ropa.- el se dio la vuelta y me miro serio. No sabría decir si le sorprendió, le alegró, le pareció bien o mal. Tan sólo se quedo mirando como esperando a que continuase y eso me descolocó.- Quiero ropa. La mía esta vieja y no me gusta. Quiero ropa y ahora

Y para descolocarme más me contestó:

Vístete entonces y vamos. Te espero en 10 minutos en el salón.- Tal cual cogió y se fue de la cocina.

Fui a mi habitación. Me puse unos pantalones vaqueros que me quedaban bastante prietos (y eso que soy de complexión atlética tirando a delgado), una camiseta blanca y una camisa. Mi pelo rubio estaba algo enmarañado, así que intenté peinarme. Me puse unos calcetines ya bastante viejos y unas zapatillas más viejas aún. Salí al salón donde me esperaba Marcus de pie, mirándome. Lo vi a él, tan fuerte, aseado y atractivo y me acordé de mi imagen en el espejo totalmente desaliñado y me dio vergüenza de estar así ante él. Marcus debió de notarlo porque me miró, sonrió por un momento y dijo:

Vamos.

Me metí en el Ferrari y esta vez me senté en la parte de adelante junto a él. Me quedé mirándolo mientras conducía y noté que era realmente guapo. Me extrañó que no tuviese una mujer a su lado. Quizás por eso tiene siempre una expresión tan triste. Ahora que lo pienso… ¿Qué me puedo comprar yo? Si no tengo ni idea de la ropa que llevan los chicos de mi edad (es lo que tiene vivir en un orfanato). Además, éste con lo pijo que es fijo que me viste peor de lo que ya estoy. Pero una vez más Marcus me volvió a sorprender y me llevo a unas tiendas llenas de ropa para chicos de mi edad. Marcus me compró varios pantalones, camisetas, jerséis, zapatillas… No tenía mal gusto y como se trataba de lo que yo me iba a poner no podía elegir lo más feo para fastidiarle, y aunque intentaba elegir siempre lo más caro él no ponía pegas. Sinceramente me sacaba de quicio. Salimos de una tienda y cuando pensé que ya habíamos terminado dijo:

Creo que tu ropa interior también la tendrías que renovar. Cuando te has cambiado me e fijado que la tienes vieja y rota, y además te queda algo pequeña.- El comentario me dejó fuera de sitio. Estaba tan cortado que no dije nada. Me llevó a otra tienda de lencería y ropa interior y ahí entramos.

Buenos días Clarissa.- saludó Marcus a la dependienta.

Buenos días señor Aguirre. ¿Qué desea?

Verás, quiero presentarte a Iván. Necesita algo de ropa interior. Viene de un orfanato y la suya ya esta muy usada. La señora se me quedó mirando extrañada sin saber muy bien que pintaba yo en la vida de "el señor Aguirre" y respondió.

Claro, pasen por aquí. ¿De que tipo lo prefiere? ¿Boxers como los que se suele llevar usted?

Si, un poco de todo Clarissa. Lo único… verás… tenemos un problema.

Usted dirá.

Como ya le dije los que lleva están viejos y… no sabría decirle que talla usa ahora y

Ya señor Aguirre pero sabe usted que la ropa interior no se puede probar.

Tranquila, yo compraré toda la que se pruebe.

Está bien.

Marcus eligió varios modelos, en su mayoría slips y la dependienta nos llevo hasta un probador. Yo estaba muy cortado y no sabía que decir. ¿Dónde estaba mi vena descarada en aquel momento?

¡Iván! ¡Eh! ¡Venga! ¡Pasa!.- las llamadas de Marcus me sacaron de mi ensimismamiento.- Venga entra y pruébatelos.

Había varios. Me puse el primero y me fije en mi y en mi cuerpo. Estaba flaco, pero no estaba mal. Vi como mi culo quedaba bien marcadito por el slip. Je, tenía un buen culo. Me dio mucho apuro abrir el probador para que Marcus me viera porque tenía miedo de no parecer lo suficientemente "hombre" (es decir, no tener suficiente paquete y que se pensara que él es mejor que yo. Es que la tele es muy mala). Sin embargo, Marcus miro sin mucha atención cada uno de los calzoncillos que me probé y no dijo nada al respecto.

Nos montamos en el coche lleno de bolsas con ropa y nos fuimos a casa.

¿Te gusta tu ropa nueva? – me preguntó. Y el muy prepotente seguía intentando comprarme.

Psss… pensé que me ibas a llevar a sitios mejores.

¡Venga! ¡Entérate de una vez hada madrina de tres al cuarto! No me importa todo lo que me puedas dar ni lo que puedas hacer por mi. No te necesito, ¿entiendes? Vivo muy bien sin ti. No me gustas. No me caes bien y en cuanto pueda me iré de tu casa. – otra vez mi vena infantiloide.

Ya bueno… no serías la primera persona.- lo dijo bajo, pero lo suficiente como para que lo oyese.- Esta tarde me acompañarás al club deportivo. Tienes tiempo hasta las cinco.- Y dicho esto se fue al estudio.

Me pregunté si le herían mis palabras. Aunque, a pesar de ese comentario que le hacía ir de víctima yo sé que en el fondo era un prepotente que me quería tener bajo su control. Y yo no iba a estar bajo el control de nadie. De nadie.

Dieron las cinco y oí como Marcus me llamaba desde el salón. Salí en pijama y mirándome con su expresión impenetrable me dijo:

¿Por qué no estás vestido?

No voy.

¿No vienes?

No.- ahora venía la bronca, fijo.

Vale.

¿Qué?

Que no vengas. Pensé que te gustaría y que podrías conocer gente. Además ayer me dijiste que no te gustaba esta casa, pero si te quieres quedar quédate. Ya eres mayorcito. Pero vete acostumbrándote a estar sólo en casa porque a mi me gusta bajar al club y lo hago a menudo. No me gusta quedarme en esta casa tan grande.

Bueno… dicho así. ¡Un momento! Si baja a menudo al club entonces debe haber mucha gente que lo conozca y me diga cosas sobre él. Así podría saber con qué andarme. Marcus estaba cruzando el umbral de la puerta cuando dije:

Me lo he pensado mejor. Voy a ir a ese estúpido Club. Como te dije no me gusta tu casa. Huele como tú.

Date prisa.- me dijo sonriendo.

Llegamos al club deportivo. ¡Pedazo Club! Estaba lleno de tíos pijos con pinta de ser niños de papá, lo que una vez más me hizo preguntarme en que trabajaría Marcus. Obviamente no se lo iba a preguntar a él, pues no quería que se enterase. Pero me iba a enterar, aunque tuviera que remover todo el Club para averiguar cosas sobre él. No quería abandonar su casa sin saber cual es el motivo de su prepotencia. Eso es. Primero averiguaré quien es, y después lo dejaré ahí.

Fin del segundo Capítulo. Continuará.

Espero que os haya gustado. Sé que no hay sexo y que como relato erótico deja mucho que desear. Pero eso ya llegará. Tan sólo pretendo crear una historia en la que Iván descubra que es lo que realmente siente y cual es el motivo de la atracción que siente hacia su padre adoptivo. ¡Nos vemos! Por favor, comentarios y sugerencias a Kyoru3@hotmail.com