La espada capítulo 2: noche en el camino

La noche en el camino demuestra ser aún más peligrosa que el día, sino fuera porque mi padre tenia experiencia en esto; quizá no llegaría a ver un siguiente día, no me queda más opción que agradecerselo si lo vuelvo a ver.

Capítulo 2: noche en el camino.

No hago más que pensar que fui un necio por blandir la espada contra mi padre, si se me hubiera ido como con ese ladrón de caminos un centímetro...hubiera acabado con la vida de mi padre.

Una vez que he estado seguro que esos rateros no me seguían, eh mirado sus mochilas; no es que tengan gran cosa, pero comparado conmigo que salvo la espada no tengo nada...

Mochila 1:

  • odre

  • ración de comida

  • 9 monedas de plata

  • 8 monedas de cobre

  • collar de joyas

Mochila 2:

  • antorcha

  • yesca y pedernal

  • hojarasca

  • 2 monedas de plata

  • 12 monedas de cobre

  • brazaletes dorados

Obviamente los brazaletes y el collar son robados, preguntare en el pueblo por ellos; por si hay recompensa y puedo empezar a hacerme el nombre de "Heroe", lo demás lo he unido a mi limitada colección.

No he tirado sus mochilas para no facilitar que me sigan el rastro, el sol empieza a ponerse; los árboles escasos se tiñen de rojo, las rocas aumentan su sombra.

  • es hora de buscar refugio, no creo sea buena idea acampar en el camino. - pienso en voz alta.

Miro a mi alrededor mientras camino, hasta que hacía delante yendo a una elevación; veo rastros de una hoguera, suficientemente alto para ver si se acerca alguien y para estar relativamente tranquilo.

Con la leña que sobró de los otros, lo que tienen los rateros; puedo hacer fuego para calentarme la comida, aunque debo empezar a mentalizarme de que no todos los días comeré caliente.

Hago fuego, luego la comida; y sin darme cuenta la noche ya ha caído, preparo el terreno para dormir junto al fuego y ahora que me paro me doy cuenta de lo aterrador que es estar aquí afuera yo solo. Escucho ruidos de aves, fieras; monstruos de varios tipos que no identifico, afortunadamente la mayoría esta lejos...aunque no me satisface escuchar ruido de hienas acercarse.

Imagino que mientras el fuego este encendido, no se acercaran; pero este fuego no durará toda la noche, pero recuerdo que en mi mochila llevo leña y la echo al fuego. No pego ojo en toda la noche, pero al amanecer; sonrió viendo consumirse mi último tronco de leña, salvado porque mi padre se empeño en que la leña era importante.

Algún día se lo agradeceré.

De camino al pueblo, veo comerciantes que entran y salen; algunos guardias que hacen patrulla, unos pocos grupos de aventureros que llegan y otros que se van. Lo observó todo atentamente, ya que intentare estar por esta zona un poco; ahora me siento a salvo, ya que esta zona está habitada y no es terreno inhabitado.

Llego a la muralla del pueblo, los dos guardias me saludan.

  • ¡Hey, Bradley! ¿cómo esta tu padre?

  • bien, ¿y tu como te va?

  • bien, ya sabes en Besolla; casi nunca pasa nada.

  • ¿casi nunca?

  • tu sabes, a veces un par de ladrones asaltan un camino o algo de eso he oído.

  • entiendo. - digo sonriendo - ya me encargue de eso, ¡soy genial! - pienso sin decir nada.

  • ¿y a que vienes hoy? ¿un encargo de tu padre?

  • no, vengo a hacerme aventurero.

El guardia que me conoce se queda patidifuso.

  • ¿tu aventurero?

  • si, me encontré la espada del abuelo; y quiero cumplir mi sueño. - miento, aprovechando la teoría de los ladrones.

  • ¿pero sabes manejarla?

Pregunta el otro guardia que me conoce menos.

  • no mucho, pero ya iré aprendiendo.

  • bueno, pasa; ten cuidado, tu padre no me perdonará si te pasa algo.

  • lo tendré, gracias. - asiento y me despido de ellos con un gesto de la mano.

Mientras me marcho los escucho hablar.

  • ¿crees que durará mucho como aventurero? - pregunta el guardia que me conoce.

  • depende, si lo hieren volverá a casa llorando; sino lo hieren, en una caja de madera.

Suspiro al oír eso, pero no puedo culparles; sino tuviera la espada, seguramente ese sería mi destino.