La espada 21. Guerra de nobles

Toda guerra es peligrosa, cruenta y sangrienta; toda guerra requiere de una experiencia previa y una estrategia actual, toda guerra necesita de hombres que luchen por ti o para ti y la diferencia de estas cosas una vez allí se vuelve nimia...pero tan necesaria para volcar tu suerte a tu favor o no.

La espada

Capítulo 21. Guerra de nobles

Por la mañana me encuentro en mi tienda en el campamento reunido con el jefe salvaje, Albert; Fin y los dos sargentos…

-      ¿Cómo creen que actuaran, sargentos? – les pregunto, siendo mi primera batalla y careciendo de experiencia previa.

-      Los nobles estarán en la retaguardia, pondrán delante a la leva; detrás la guardia protegiendo a los nobles, la mandaran fraccionada y solo en última instancia cargaran ellos. – comenta uno de ellos.

-      Quizá el padre sea un poco más osado. – contesta el segundo sargento.

-      Yo y todos los mandos formaremos delante, nuestra leva será dividida en dos; que cubrirá los laterales y el centro la guardia, delante mi guardia principal y los oficiales. – organizo, todos asienten.

-      Eso les hará creer que nuestra fuerza principal es la guardia. – comenta Albert.

-      Si, buen plan; nuestra leva tiene un entrenamiento básico y los puede sorprender, asi que serán un digno refuerzo. – aprecio y el asiente.

-      Los hombres salvajes pueden rodearles mientras los distraemos y atacar su retaguardia, una vez acabado con ese punto; podrían reforzarnos por detrás de sus filas, ya que aguantaremos difícilmente la posición. – organizo y el hombre salvaje, asiente.

-      Trasmitiré sus órdenes. – dice, marchándose.

-      ¿no dependemos demasiado de sus aliados? – pregunta Fin

-      ¿ves otra opción mejor? – le pregunto.

-      Un doble ataque, el primero un ataque señuelo; el segundo el ataque verdadero. – suelta Fin.

-      ¿explícate? – le pregunto y el asiente.

-      Nos estamos enfrentando a un ejército superior, ¿cierto? – pregunta y todos asentimos.

-      Entonces un ataque directo es una auténtica locura. – sentencia y todos asentimos de nuevo.

-      ¿y que propones? – le pregunto.

-      Coge a tu guardia personal y ataca la villa, mientras nosotros los distraemos en el frente; para cuando quieran retirarse a recuperar la villa, los hombres salvajes les cortaran la retirada. – propone Fin.

-      Eres un genio, pero lo harás tú.

-      ¿yo? – pregunta, inquieto.

-      Yo debo estar al frente y sin embargo, tu puedes faltar; te llevaras a los 10 hombres salvajes, a los 6 de mi guardia personal y conquistaras la villa…mientras yo me encargo de mantener nuestro ejército en batalla. – planeo y todos estamos de acuerdo con ese plan.

Una vez en el campo de batalla, me encuentro al frente del ejército; junto a Albert, los 3 capitanes que siguen vivos entre ellos mi nuevo leal y los 2 sargentos. La leva se dividió en dos, 30 hombres a la izquierda y 30 a la derecha; la guardia forma en el centro con los 40 hombres, todos ven llegar delante la formación enemiga.

Como los sargentos me dijeron, la leva forma delante; 100 hombres, detrás a la izquierda 40 guardias con un noble delante; detrás a la derecha 60 guardias y el noble detrás, son unos 200 hombres…el doble que nosotros.

Por la mañana Fin tomo sus 16 hombres y se quitó de en medio sin que lo vieran.

Los 2 nobles, con su general se adelantan; hago lo mismo con los dos sargentos y Albert, ellos miran a mis hombres.

-      Saludos falso marido – me increpa.

-      Saludos marido gallina – le increpo.

El otro, su padre; nos observa en silencio.

-      Llévate a ese mini ejercito de mis tierras o atente a las consecuencias. – me amenaza.

-      Os aviso, tu serás vendido como esclavo y tu moriras hoy. – les amenazo.

-      El código noble, prohíbe ambas cosas; salvo accidente o desconocimiento de los títulos. – explica su padre.

-      ¿hace falta que te diga por donde me paso ese código? – le respondo y el padre casi se atraganta.

-      Padre, no trates como caballero a la basura. – le contesta su hijo.

-      Al menos la basura rescato a su mujer, no como el noble gallina; que se esconde entre sus tropas, atrás del todo. – digo, provocándoles al máximo.

-      Tú y tus tropas seréis masacrados. – responde su padre fuera de sí.

-      Me gustaría verlo. – le apremio a que lo haga.

Mientras ellos se retiran les grito a sus tropas, mostrando el anillo.

-      Soy el heredero real de las tierras que protegéis, todo aquel que luche en esta contienda será aniquilado al ser derrotados; el que huya o deserte, será perdonado. – grito, teniendo que moverme rápido; ya que el padre mando por sorpresa avanzar a sus tropas, mientras las tropas de su hijo y la leva se mostraban confusas.

El hijo y padre intentan aplacarlas.

-      Ahora es el momento, mi señor. – dice Albert.

-      Guardias, conmigo; la leva, apóyennos por detrás. – ordeno al volver a la posición, desenfundo la espada y me preparo para entrar en acción.

La guardia cargo detrás mío, perseguida por la primera leva andando a paso lento; dirigida por un sargento, la otra leva esperaría mi señal comandada por Albert y el resto de oficiales cargaron conmigo.

Las tropas del feudo del padre y las del feudo de mi mujer chocan entre si, la primera línea de ambos bandos mueren en el acto; la segunda sale mal parada, es la tercera la que casi no sufre daño y la cuarta la que tiene oportunidad de luchar intacta.

Por mi parte, abro camino por el centro; evitando cualquier defensa enemiga, rajo los escudos y armaduras como mantequilla y ataco con conjuros a algunos…sin contar mi rapidez y espectacular manejo de la espada, que nos da la primera victoria en la batalla.

Soldados: 17

Heridos: 8

Muertos: 15

-      Los heridos que se puedan mover, que se lleven a otro herido hacia detrás; los que puedan que aguanten conmigo. – ordeno, dando la señal a la leva; de que formen con nosotros y la otra leva, comienza a avanzar a paso lento.

Veo la cara de los soldados, sienten confianza; ya que me han visto en acción, los enemigos han visto algo raro, pero desde la distancia no han sabido diferenciarlo.

Cuando pongo la vista en el campo de batalla, veo que en su lado hay hombres en el suelo; han tenido que matar a algunos para mantener las filas, ya la leva no son 100 hombres…más bien 80 y su guardia de 60, con suerte llega a 50; como supuse esto es una ventaja, casi no necesitamos a los hombres salvajes.

Su leva empujada por sus guardias por detrás, carga contra nosotros; aguantamos el primer empuje, perdiendo a la mitad de los hombres y pronto abro un hueco en medio de su formación.

Los oficiales y soldados me siguen, separando la leva; pronto mis hechizos, hacen cundir el pánico y podemos hacerlos huir.

Mi leva envalentonada por mis palabras y mis acciones, comandada por oficiales; ha aguantado el tipo, aunque ha salido bastante perjudicada.

-      ¡Aguantad firmes! Casi los tenemos. – digo, mirando el horizonte; buscando alguna señal de Fin, de los hombres salvajes o algo y mientras hago que la segunda leva acuda a nosotros.

Guardias:

Soldados: 8

Heridos: 12

Muertos: 20

Leva:

En pie: 38

Heridos: 7

Muertos: 15

-      ¡Aplastadlos! Están acabados. – ordena Erick.

-      Señor, mire la villa; han cambiado la bandera. – replica su general.

-      ¿Qué diantres? – pregunta el.

Y en ese momento, llegan los hombres salvajes por detrás…unos 50 hombres.

-      ¡Ahora! ¡¡Atacad!! – grito, cargando hacia delante.

No soy ningún entendido en materia de guerra y de echo por fortuna, es la primera guerra en la que participo; pero que la leva del populacho cargue persiguiendo al tipo que sirven, contra un ejército profesional superior en número es poco probable y el ejército de salvajes al ver que cargamos ellos también cargaron.

El noble ordeno a sus tropas que se pusieran en círculo y fueron aplastados por ambas partes.

Prácticamente todo el ejército profesional de mi mujer fue aniquilado hoy, tardaría mucho en formar otro; una vez que la batalla acabo, hice recuento de tropas…aunque más o menos ya estuve echando un vistazo por encima antes.

Soldados: 6

Leve: 24

Heridos soldados: 13

Heridos leva: 12

Muertos soldados: 21

Muertos leva: 22

Oficiales caídos:

2 capitanes

1 sargento

Los enemigos fueron aniquilados, ellos mismos pisotearon a sus propios heridos; nosotros tuvimos la consideración de dejarlos retroceder, ellos no.

Los hombres salvajes perdieron a la mitad de sus hombres, ya que los soldados les tenían más miedo a ellos; nos permitieron cebarnos a nosotros y no tener muchas más víctimas.

Lo primero que hago es entregarle al líder salvaje a Erick, su padre está atado junto a él; agarro mi espada y lo suelto, le devuelvo su espada.

-      Mátame y salvaras a tu hijo, sino morirás tú. – le propongo.

-      ¿estás seguro? Un plebeyo como tú, no tiene ni una oportunidad contra mí. – escupe al suelo, chulesco.

-      Veámoslo pues. – digo, caminando en círculo a su alrededor.

El me ataca con una táctica perfecta, mientras mi ejército y el de los salvajes; se arremolinan a nuestro alrededor, me dedico a defender con una sola mano. Hasta que me canso de jugar y en un solo movimiento, lo desarmo y le doy un puñetazo; que lo derriba.

-      ¿Qué cojones? – pregunta, dolorido.

-      Podría haberte matado en un solo movimiento. - le cuento. - levanta y muere como un hombre, demuéstrame de que esta echo un noble.

El lloriquea y suplica por su vida, delante de su hijo.

-      Quédatelo también. – le ofrezco al líder de los salvajes.

-      ¿más mujeres? – me pregunta.

-      Seguramente. – asiento y él sonríe. – aunque no muchas – murmuro y se descojona.

La espada Hearling que portaba el hijo ahora está en mi poder, es una bonita espada noble; pero no parece una espada mágica, tengo la negra y la Hearling en el cinto…la espada magna arriba.

-      Las cinco mujeres te las enviare cuando llegue al pueblo.

-      Perfecto. – asiente comprendiendo el líder salvaje.

-      Albert, que traten a los heridos y entierren a los muertos; cuando acaben, que recojan cualquier equipo valioso y lo lleven a la villa.

-      Sí, señor. – dice este firme.

-      Sargento, es usted el nuevo general; ayuden a la leva, usted también capitán. – ordeno.

-      Sí, señor. – dicen todos

Llego a la villa, donde estan Fin y los hombres controlándola; la gente me vitorea, a pesar de estar tristes por su perdida.

-      Ahora habéis vuelto a servir a doña Annah o en su defecto a mí, su marido; volvéis a estar bajo el control de la familia Hearling, ahora llorareis a vuestros muertos. – digo y la gente me aclama.

-      Fin, necesito 5 mujeres; huérfanas, guapas y que no te vean para entregárselas al hombre salvaje.

-      Confía en mí. – me pide y asiento.

Entro en la villa y me veo a un mayordomo, mucho más joven.

-      ¿tú eres el mayordomo? – le pregunto.

-      Vos debéis ser Sir Bradley Hearling de la espada magna. – recita, con una carta en sus manos.

-      Si, organiza un festín; para honrar a los caídos y a los héroes que han sobrevivido, yo tengo que lavarme…para quitarme esto.

-      Si, Don Bradley asi lo hare. – dice y hace una reverencia.

Tras eso me meto a lavar, atrancando la habitación principal; dejo mis tres espadas cerca, no quisiera perder ninguna.