La espada 15.La espada ha cambiado

La espada ha cambiado y el problema es que salta a la vista, en un mundo donde conseguir equipo decente se torna difícil; tener un equipo mágico único, te vuelve el objetivo de mucha gente poderosa y eso es un gran problema.

La espada

Capítulo 15. La espada ha cambiado

Gracias al caramelo, poco a poco las heridas de Apolo van desapareciendo como si nunca hubieran estado ahí; Spike está de pie dándole espadazos al aire sin poder calmarse, Norman se ha dejado caer para poder respirar y recuperarse un poco. Por mi parte, me asomo a la cueva lleva de cristales tanto en el techo en forma de estalactitas cristalinas; a las paredes que a través de la roca se notan los cristales y estalagmitas del suelo, incluso hay agua dentro con gemas y cristales. Luego clavo mi espada en el suelo, me dejo resbalar en la pared hasta que quedo más o menos sentado; observando mi espada de cerca, sin perder de vista del todo el horizonte.

-      Gracias por el caramelo – agradece Apolo.

-      De nada. – digo, sin mirarlo.

-      ¿Cambiaste de espada? – me pregunta Norman

-      No, es la misma. – contesto, sin apartar la vista de la espada.

-      ¿la misma? – pregunta este, atónito. - ¿la adornaste o algo asi? – interroga, ya que no puede creer que sea la misma.

-      Seguramente, esa espada no se parece en nada. – ríe Spike.

-      Sí que es la misma, pero parece distinta. – aprecia Apolo.

-      … - no respondo, no sé qué responder.

Al fin sale Ricki, se deja caer a nuestro lado; lleva el mulo a rebosar de cristales de los 4 colores, rojos…azules, verdes y marrones; alguna gema que no me pasa inadvertida, incluso lleno su mochila y bolsillos.

-      Ya hemos concluido la primera parte de la misión, dejadme descansar un poco; montad un perímetro, comamos algo y luego nos vamos. – ordena, no tarda mucho en observar mi espada. - ¿Qué cojones? – pregunta, observándola; intenta tocarla, pero le aparto la mano. - ¿tu espada siempre fue asi? – me pregunta, dudando.

-      … - mi respuesta es la misma.

Si le digo que sí, no me van a creer; si le digo que no, se va a convertir en una espada demasiado deseada y eso será un problema para mí.

-      Su espada ha cambiado – garantiza Norman

-      Eso estábamos hablando – suelta Spike

-      Sí que parece distinta. – aprecia Apolo.

-      ¿Cuándo ha cambiado? – me pregunta Ricki

-      Al matar al oso mutado. – respondo, viendo que no tengo más remedio.

-      ¿a qué te has enfrentado diferente últimamente? – interroga, pensativo.

-      A un pies grandes, a hombres salvajes… - empiezo a enumerar.

-      Dragónoides – rememora Spike.

-      El señor del bosque. – recuerda Norman.

-      ¿Mataste un antiguo, con esa espada? – me pregunta Ricki

-      Si, bueno entre todos; solo le di el tajo final, con esa espada. – recuerdo.

-      Entonces, seguramente; absorbió el núcleo antiguo, consiguiendo la capacidad de mimetizarse con las criaturas que mata. – la observa como si fuera un tesoro incalculable esa espada. – te doy 1 de platino por ella.

-      No está en venta.

-      Te doy 1 gema de estas. – me dice, enseñándome una de las más grandes.

-      No, esta; en, venta. – contesto, molesto.

-      Lástima, una espada digna de estudiarse; en manos de un simple bárbaro, que solo va a blandirla.

-      No soy un bárbaro, soy un labrador. – le contesto, haciéndole sonreír.

-      ¿sabes que cuando el rumor de la espada se extienda, muchos van a querer quitártela por las buenas o las malas? – me pregunta, intentando amenazarme.

-      No me importa, la espada seguirá conmigo; venga quien venga y será mejor que tu no digas nada, sino el primero en morir serás tu…lo juro. – lo amenazo.

-      Calma, yo estoy de tu parte chico. – dice, sonriendo; de una forma que no me gusta nada, a decir verdad.

Spike, Norman y Apolo; han escuchado la conversación sin decir nada, sacando sus propias conclusiones.

Una vez la conversación acaba, enfundo mi espada; me levanto y todos nos ponemos a montar un campamento improvisado, Ricki contempla y estudia los cristales.

-      ¿para qué sirven los cristales? – le pregunto, interesado; ya que algunos se han adherido a mi espada, y parecen haberme dado capacidades mágicas, me interesa saber sobre ellos.

-      Los cristales son lo que le da vida a la tierra o eso dicen las legendas antiguas, por otro lado; hay rumores de que, portar cristales puede concederte poderes mágicos. – escupe Ricki, sin perder de vista los cristales.

-      ¿y porque se formaría un manantial aquí? – le pregunto.

-      No lo sé, supongo que el calor del lago; el frio de la cueva, la humedad de esta y la arena que la cubre son las condiciones óptimas para que se forme. – suelta su teoría, aunque parece no estar seguro.

-      En serio te digo chico, ten mucho cuidado; la gente es muy avariciosa, no todo el que te sonríe es tu amigo…recuérdalo. – me advierte.

-      Lo tendré en cuenta. – digo, tajante.

Una vez comemos, nos ponemos en marcha; el silencio ha llenado el grupo, todos miran mi espada y yo los miro con desconfianza.

En camino Norman se me acerca.

-      Hey Brad, realmente tienes una espada fuera de lo normal. – aprecia el.

-      Lo sé, Norman. – le digo, sin perderlo de vista.

-      Es posible que Ricki tenga razón, cuando corra la voz; muchos querrán matarte o robártela. – me explica.

-      ¿y que propones? – le pregunto, arqueando una ceja.

-      Simplemente, que tengas cuidado; puedes confiar en mí; te ayudare. – me cuenta, aunque no termino de fiarme.

-      Gracias, me alegra poder confiar en ti. – miento, aunque agradezco sus palabras; ignoro su verdadera intención.

Al poco Norman se va y viene Apolo.

-      Tío, siempre me gusto tu espada; ahora sí que esta increíble. – admira Apolo.

-      Si, la verdad tengo una buena espada. – me sincero.

-      ¿crees que Ricki tiene razón? – me pregunta.

-      Es posible, si se sabe; puede llegar a ser una espada muy codiciada. – respondo, sin apartar la mano de la espada negra.

-      Pase lo que pase, te ayudaremos. – responde Apolo.

-      Gracias, tío. – estrecho mi mano a la suya y noto que me la estrecha con fuerza.

Por último, se me acerca Spike.

-      Tío, ¿me enseñas tu espada ahora? – me pide, casi suplicante.

-      Una espada solo se desenfunda para usarla. – parafraseo a Norman.

-      Venga tío, es la espada más alucinante que he visto en mi vida. – insiste.

-      No, ya la viste antes. – me niego argumentándolo.

-      Está bien, no te insisto más; pero es bien bonita y cuidado con Norman, él codicia tener el mejor equipo ya lo sabes. – dice este, sin mirarlo.

-      Lo tendré en cuenta Spike. – digo, sin perderlo de vista.

Poco después Spike se va a su puesto, veo que Ricki tiene una extraña sonrisita; una vez llegamos al gremio, Ricki nos da la carta sellada para que hablemos con Curny y nos pague.

-      Buen trabajo chicos, si todo sale bien; volveremos a trabajar y tú, cuida esa espada. – se despide Ricki.

-      Adiós, lo hare. – me despido.

-      Si pagas bien, volveremos a trabajar. – rechista Norman.

-      Eso, que el anterior no nos pagó muy bien. – protesta Spike.

-      Si vas tú, iré. – me anima Apolo.

Llegamos en tropel hasta Curny, la gente del gremio nos felicita por volver todos sanos y salvos; cuando llegamos hasta ella nos recibe con una sonrisa y al coger la carta sellada nos cuenta.

-      Buen trabajo chicos, habéis terminado una misión bastante bien pagada; cobráis cada uno 150 monedas de cobre y el gremio se queda 30 de estas monedas. – nos comunica y nos paga.

-      Esto sí que es un buen trabajo – suspira Spike

-      No está mal – sonríe Norman

-      Me parece bien. – suelta Apolo.

-      Además, el dueño dice que tenéis pagada una chica en el prostíbulo de Besolla. – añade al final Curny.

-      ¡Ole! – vitorea Spike

-      Yo no voy a esos sitios. – rechaza Norman

-      Lo acepto – acepta Apolo.

-      Por mí, dale la chica a Apolo. – digo, Curny asiente y Apolo me lo agradece.

-      ¿y tú chica? – pregunta Curny a Norman.

-      Por mi dásela a Spike. – ofrece Norman

-      Te quiero tío – agradece Spike.

-      Pasadlo bien. – digo, sentándome a comer y beber algo; Norman se queda conmigo, el resto se van.

Norman me mira y me sonríe, hago lo mismo.

-      ¿No te van las putas? – me pregunta al cabo de un rato de silencio.

-      Te parecerá estúpido, pero el héroe no puede ser putero. – digo muy serio, provocando sus carcajadas.

-      ¿en serio es por eso? – pregunta, al cabo de un rato.

-      En parte. – confieso. – digamos que busco el amor de verdad o una relación con alguien más importante. – añado al poco.

-      ¿algo asi como una noble? – interroga Norman, sorprendido.

-      Si. – sentencio con sinceridad.

-      No te ofendas, pero heroico o no; la basura, siempre será basura. – me explica Norman.

-      ¿y con eso que quieres decir? – le pregunto, para intentar entenderle.

-      Por muy legendario que seas, ninguna noble; va a querer casarse contigo. – juzga el.

-      No es lo que mi madre me leía o lo que he oído. – le contesto, lo que pienso de verdad.

El silencio se queda hasta que hago el amago de levantarme.

-      ¿Cuál es el plan mañana? – me pregunta, al fin.

-      Voy a seguir entrenando, estaré tres días ocupado; díselo a los muchachos, ¿vale? – le pregunto, mientras me levanto.

-      Vale. – responde, sin mucho ánimo.

Al llegar al cuarto, atranco la puerta; cierro bien las ventanas, prefiero pasar calor que llevarme alguna sorpresa de mal gusto.

Duermo agarrado a la espada, no tengo sueño alguno; ni nadie me molesta, al despertarme con los primeros rayos de sol. Me dirijo sin desayunar a la academia para practicar, escuchando los consejos del maestro de espada: “de la rose” pago un intensivo de espada de tres días con él. Pero antes paso por el mercado vendo la carne de lobo, la de oso; la de mono y la carne del gran oso de cristal.

Como está mal recogida, no me darán mucho por ellas; pero algo es algo, asi que me conformo con lo que me dan:

2 de cobre por la de lobo, tengo 10; asi que 20.

3 de cobre por la de oso, tengo 1; asi que 3.

1 de cobre por la de mono, tengo 20; asi que 20.

1 de plata por la del gran oso de cristal

Me cobran por las clases 4 de plata y 8 de cobre

Me quedan en total:

Monedas:

Oro: 1

Plata: 17

Cobre: 169

Puedo decir que tres días practicando con de la rose fue la muerte en vida, no me dejo dormir bien en ningún momento; me atacaba de todas las maneras a todas horas, sin dejarme apenas tiempo de reacción y cada vez que me recuperaba de la paliza anterior volvía a darme otra mayor.

Un entrenamiento asi expande tus sentidos, ya que te hace sentirte alerta en todo momento; no te deja relajarte ni durmiendo, además mejora para tu supervivencia tu manejo de espada y es que fue intenso de verdad. Una vez termino el entrenamiento, voy más muerto que vivo hasta el gremio; pero antes de llegar, en un cruce de calles.

Frente a mi cae un encapuchado, a mi derecha otro; a mi izquierda otro, detrás mío otro.

Desenfundo mis dos espadas.

-      Volvemos a vernos, señor bronce. – dice el de delante, todos los demás están inmóviles; él es el único que se mueve y se va acercando, los tengo vigilados a todos.

-      ¿Qué quieres? – le pregunto.

-      Me han pagado, por matarte y quitarte esa espada. – me lanza una flecha a los pies con un papel enrollado.

-      ¿Quién? – le pregunto.

-      Podría decírtelo, total vas a morir…Alguien rico y poderoso. – ríe divertido.

-      Ya te vencí una vez, ¿seguro que quieres enfrentarte a mí? – le pregunto.

-      ¡¿Qué me venciste?! – grita y luego se ríe a carcajadas. – primero no eras mi objetivo, segundo erais 2 contra 1; ahora somos 4 contra 1, estas jodido. – enumera.

-      Ahora tengo 2 espadas. – digo, haciéndolos reír a todos.

-      ¿sabéis que? No os metáis en esto, yo mismo lo matare y le quitare esa espada tan bonita. – dice abriendo su capucha y dejándola caer, desenfunda un cuchillo envenenado y una espada; sale corriendo hacia mí, pero por el camino me lanza cuchillos sin parar.

Desvío todos casi sin esfuerzo, a pesar de que son lanzados muy precisamente y siempre a puntos vitales; una vez llega hasta mí, ataca primero con su espada, pero esta viene sin fuerza y está claro que su verdadero ataque es con un cuchillo. Esquivo su espada, pateo su mano del cuchillo; pongo mi espada en su cuello y la otra, en su espalda.

-      Quietos todos o lo mato. – digo, al ver que se sorprenden; no solo él se sorprende, lo veo en su cara.

Veo que uno de ellos desobedece y mueve una mano, ocultándose por la gabardina; mas por instinto, que racionalmente…

-      ¡Arde! – grito, señalándole con mi espada y este sale ardiendo como por una combustión instantánea; entre gritos, sale huyendo y la gente del gremio empieza a salir.

Los otros dos, lanzan una bomba de humo y desaparecen; pero cuando este lo intenta, le pego un puñetazo aturdidor y lo dejo inconsciente.

Tras explicar lo que ocurrió en el gremio y observar la carta sellada, es cierto que alguien rico y poderoso le pago; pero en la carta no viene ningún nombre, lo hemos llevado a la sala de interrogatorios y lo hemos desnudado entero para evitar que porte arma alguna.

Se me ha dado la oportunidad de estar presente en el interrogatorio y he elegido estarlo.

-      ¿Quién te ha contratado? – le pregunta el interrogador.

-      Nadie, simplemente le debía una a este bronce y vine a pagárselo. – ríe, este mientras es acribillado a puñetazos en respuesta.

-      ¿Quién te pago? – insiste el interrogador

-      Algún hombre, digo yo. – se mofa este y vuelve a recibir un castigo.

Al cabo de un rato asi y llevarse una paliza brutal…

-      Deseo hablar con el bronce. – pide.

-      ¡¿estas, loco?! – le grita el interrogador.

-      Es lo que hay, no diré nada y lo sabes; solo obedece, si quieres saber algo. – Dice, este.

Mientras sigue siendo brutalmente apalizado, este no se queja; simplemente recibe los golpes y se ríe, el interrogador viene hasta la sala con el líder del gremio y yo.

-      Quiere hablar con el muchacho. – dice el interrogador.

-      ¿tú quieres? – me pregunta Zack, el líder del gremio.

-      Sí, quiero saber algo.

-      Está bien, ve; pero no deberías ir con armas. – me recomienda.

-      Tranquilo, solo llevare mi espada. – digo, señalando mi arma principal; dejo la otra ahí.

Entro en la sala y en presencia de todos, este se arrodilla ante mí.

-      ¡¿Qué coño haces?! – le pregunto, sorprendido con su actitud.

-      No he visto ni oído de nadie que hiciera magia y la he visto con mis propios ojos, si me aceptas; te serviré.

-      Estás loco, si crees que me voy a fiar de ti. – le respondo de brazos cruzados.

-      Pero señor, ya me has vencido; y si te quisiera muerto, ya lo estarías. – dice, en un pestañeo; las cadenas caen al suelo y me muestra que está libre, dos guardias se acercan a él y los paro.

-      Quietos. – le pido a los guardias, que me obedecen al Zack asentir. - ¿y qué pasa con el que te pago o con tus compañeros? – le pregunto.

-      El seguirá pagando y ellos seguirán volviendo, pero esta vez seremos 2; contra ellos, si me aceptáis a vuestro servicio. – me ofrece, de nuevo.

-      ¿Qué garantías tengo? – le pregunto a Zack, que nos observa en la distancia.

-      Ninguna, estos asesinos carecen de honor. – responde este.

-      Ya me habéis vencido, si os fallo; solo tendréis que matarme. – responde el asesino.

-      Dime tu nombre. – le exijo.

-      Soy asesino dorado, no nos ponen nombre; nos cogen de huérfanos y nos entrenan para matar, os dejo a voz el elegirme un nombre. – me pide.

-      ¿y que te hace diferente a ti? – le pregunto

-      Llevo toda mi vida soñando con un mago, un mago que cambiaría el mundo; no sé si sois vos o no, pero lo parecéis. – me confiesa.

-      Deberíamos ejecutarlo y no arriesgarnos. – dice Zack ya a mi lado.

-      Si ese es su deseo, dadme un cuchillo y yo mismo lo hare. – me pide el asesino.

Zack nos mira perplejo.

-      Si os pido que lo aceptéis en el gremio, ¿lo aceptareis por mí? – le pregunto.

-      Bueno…has hecho buenos trabajos desde que llegaste, tienes un buen grupo; le daré una oportunidad, pero a la primera muerte sin explicación… - avisa Zack, el único oro del gremio.

-      Está bien, vámonos; Fin oscuro, a partir de ahora te llamaras asi.

-      Comprendido, me devolvéis mi equipo. – le pide a Zack, con su gesto frio.

-      No. – responde este.

-      Al menos su ropa. – le pido.

-      Está bien, pero registrarla bien. – exige este a sus hombres.

Tras todo esto, me reúno con todo el grupo; cenando en el gremio, en el cual hay un silencio aterrador y todos observan a Fin oscuro. Fin oscuro por su parte está comiendo y bebiendo en silencio, ignorando a todos; Norman, Spike y Apolo se mantienen a distancia a pesar de estar en la misma mesa.

-      Cuando dije que necesitaríamos de un barbero, herbologo o un druida; no me refería a un asesino dorado, ¿sabes? – pregunta Apolo, al ver que Fin lo mira; se estremece.

-      Ya – respondo, escuetamente.

-      ¿y ahora cuál es tu plan? – pregunta Norman.

-      El mismo de siempre. – contesto sin dar mucho detalle.

-      ¿mañana misión? – pregunta Spike, tremendamente asustado.

-      Esa es la idea. – digo, pensando que esto es problemático.

-      ¿tienes alguna misión atrasada más? – pregunta Apolo.

-      No, pero seguramente algo más encontraremos o quizá Carl; vuelva con alguna nueva. – respondo.

-      ¿Carl? – se alegra Fin oscuro.

-      No lo mataras, es mi amigo.

-      Entendido. – responde sin perder su sonrisita.

-      ¿en serio tiene que acompañarnos? – responde, Norman; a esta escena.

-      No queda otra. – suspiro.

Poco después de eso, cada uno se fue a su habitación; creo que esta vez no fui el único de todo el gremio que busco dormir con seguridad, nadie volvería a dormir tranquilo hasta que Fin oscuro se fuera o demostrara su nuevo camino.