La Eskombrera
Una noche valenciana cualquiera, en un espacio muy particular.
Las 3, y los últimos garitos de Benimaclet ya estaban chapando. Ni siquiera ibas borracho y la verdad es que te apetecía seguir de fiesta. Así que seguiste la riada de gente, todos iban hacia el mismo lugar. El único lugar realmente abierto hasta el amanecer, La Eskombrera.
Pillas una birra a un euro para el camino.
— Fresqueta, fresqueta.— aseguraba el latero. Mas bien del tiempo pensaste tu.
Cruzando la ronda norte y a través de campos llegas a tu destino. Son las 3:30 así que todavía no esta abierta y la gente espera fuera ¿A donde más podríais ir?
Al rato la música empieza a sonar, un batiburrillo de rock, punk nacional sin orden ni concierto como no podría ser de otra forma.
Las puertas se abren, un punkarra asoma la cabeza y grita con voz ronca.
—A ver los que estéis en lista, por aquí.—Señala la puerta.—Los que tengan flyer por aquí—señala la misma puerta—y los que no tengáis nada por aquí—vuelve a señalar la única puerta del local. Siempre la misma broma, siempre te ríes.
El local es una autentica escombrera, una casa de dos pisos sujeta por puntales y decorada con pintadas de diversas. En la barra pides un ron-cola.
—Lo siento compañero pero no encuentro el ron.— No es que no haya, es que no lo encuentra. Sin estos detalles no sería lo mismo.
—Una birra entonces.— Cuantas cervezas te habrás bebido ya esta noche?
Y entonces la ves. En la otra punta de la barra, ella también te ve, hacéis un gesto de reconocimiento. Os conocéis de vista, de otras noches que quieren alargarse hasta que no signifiquen nada. Llega la cerveza, no tan fría como te gustaría pero mejor que la anterior. Alguien te saluda y la pierdes de vista. Es lo bueno de La Eskombrera siempre hay alguien que conoces. Te invitan a un chupito de cazalla y salís al patio interior, alguien ha encendido una hoguera con los restos de un sofá viejo y apesta. Aquí empiezas a perderte, estás con un grupo habláis, os reís, otra cerveza, discutís de política, otra cerveza, os reís, un chupito, un poquito de cristal, más cerveza y el cielo deja de ser tan oscuro.
La vuelves a ver, esta vez la saludas, dos besos ¿Que tal va todo? Te fijas en las mallas desgarradas que cubren sus piernas, la falda vaquera que tan buen culo le hace. La camiseta corta y ancha que no deja de resbalarle desde su hombro izquierdo, por muchas veces que se la recoloque, imposible no fijarse en que no lleva sujetador. Mientras habláis no deja de morderse el piercing de la lengua, a ti la polla no deja de presionarte dentro de los vaqueros.
—…que si me acompañas a mear— te repite, ya que te habías quedado empanado mirando sus ojos verdes y sus pupilas químicamente dilatadas.
Y la acompañas, claro.
Por baños, en La Eskombrera se entiende el campo de calabacines que hay detrás del patio.
Ella se acuclilla y tu te das la vuelta como un caballero, ella ríe sacando un clínex de los que siempre una dama debe llevar encima, se limpia y se pone en pie. Te giras a tiempo de ver el hilo del tanga entre sus prietas nalgas y como se recoloca mallas y falda. A pesar del alcohol tu polla responde al 100%.
Te acercas a ella, se gira, os miráis desde cerca y arremetes contra su boca, ella responde, húmeda y activamente. Aprieta su pelvis contra tu erección y te abraza con fuerza. Agarras su pelo para besarla mas profundamente, tiras para inclinar su cabeza y alcanzar su cuello, que muerdes con hambre. Ella gime. Tu otra mano busca entre sus piernas y notas la humedad que atraviesa las mallas, encuentras un pequeño desgarro y tiras con fuerza.
—Argh cabrón! Que luego duermo en casa mis padres.
—Te jodes.—Le susurras al oído mientras tus dedos apartan la fina tela del tanga y se introducen en ella. Ahora notas como ella se retuerce por fuera y por dentro.
—Joder…fóllame ya
—Chúpamela un poco primero, quiero ver que sabes hacer con ese piercing.
Te mira directamente a los ojos y te empuja hasta que te apoyas contra el muro. Con una expresión de perra en celo se arrodilla ante ti.
—Ahora verás— desabrocha tu cinturón, baja tu cremallera, pega un tirón y el botón de tu pantalón sale volando.—Te jodes—dice guiñándote un ojo, sin dar tiempo a replica saca tu polla de su encierro, que después de tanto magreo salta ya preparada, y se la mete en la boca de golpe.
—Hostia que bueno…—no puedes evitar gemir. Ella sonríe todavía con tu polla en la boca e inicia un suave movimiento de subida y bajada, mientras con el piercing recorre en círculos el glande. Se la saca y mientras te pajea con una mano te pregunta—Te gusta como la chupo?—No respondes, simplemente agarras su melena y empujas su cabeza hacia tu polla, ella abre la boca y se deja hacer, ahora tu marcas el ritmo de la mamada llegando más profundo, produciéndole alguna arcada y que alguna lagrima escape de sus ojos corriendo su sombra de ojos.
Deja que notes sus dientes, demostrando quien manda realmente. Sueltas su cabellera poniendo las manos en alto como si te estuvieran apuntando con un Magnum 44. Saca tu polla de su boca y la recorre con su lengua, dando unas pasadas por tu huevos.
—Tienes una buena polla no me obligues a arrancártela. Y ahora fóllame.— La ayudas a ponerse en pie. La besas apasionadamente, ahora es su espalda la que esta contra el muro. Levantas su pierna, guías tu polla hasta la entrada de su coño y de un solo golpe de riñones la penetras, ella gime mordiendo tu hombro. Agarrándola fuerte por el culo levantas su otra pierna, haciendo fuerza contra la pared buscas clavarla mas profundamente.
—Si joder!!! Dame!!!Dame!!
Tapas su boca con una mano para intentar que al otro lado del muro no se enteren, pero no es fácil mantener esa postura solo con un brazo, encima ella no para de morder tu mano.
—Venga joder no pares, sigue, dame fuerte.
—Ahora veras perra.—Te sales de su interior con un lamento, suyo y tuyo, agarrándola del pelo la giras para que apoye sus manos en el muro, le subes la falda hasta la cintura, agrandas el agujero en sus mallas y conduces tu polla hasta su interior. Ahora el ritmo puede ser más frenético.
—Esto es lo que querías perra?
—Si joder! Móntame fuerte!
Desde detrás agarras fuerte sus tetas, pellizcas suavemente sus pezones, notas las contracciones en su coño, y como sus brazos y piernas cada vez la sujetan menos, hasta que lo único que la mantiene en pie es tu cuerpo aprisionando el suyo contra el muro. Bajas el ritmo, pero no paras.
—Joder que bien…No te habrás corrido? Que no llevas condón.
—No tía, todavía no, pero estoy a punto.
—Córrete fuera, que no tomo nada.
—Donde?—Preguntas no sin malicia.
—Donde quieras…
—Donde quiera?
Con la cabeza vuelta hacia ti, el cabello revuelto, el rostro rojizo de excitación y esfuerzo, relamiéndose sensualmente dice —Donde quieras…
Ante esas palabras no aguantas mas. Sales nuevamente de ella, la arrodillas empujando sus hombros, aunque no haga falta, con su cabeza recostada contra el muro y su boca dispuesta a recibirte, te espera. Entras y sales follando su boca, sus manos acarician tus huevos, su lengua estimula bajo tu rabo. Sales un momento para darle aire y ella aprovecha para soltarte un—Córrete en mi boca.—Esas palabras desencadenan el placer, que baja por tu espalda hasta tus huevos. Sujetando su cabeza, entierras tu polla una ultima vez para descargar todo tu semen en lo mas profundo de su garganta—Toma, trágatelo todo!
Y traga lo que puede, lo que no, lo escupe.
La levantas y os besáis, arregláis vuestras ropas mientras apuráis una cerveza ya caliente. El Sol ya se ve claramente. Os despedís hasta la próxima. En La Eskombrera la música no para.
Mirando el amanecer te preguntas ¿Cómo puede ser que haya gente a la que no le guste la Eskombrera?