La Escuela de Jóvenes Talentos (4)

Una universidad misteriosa donde los estudiantes ponen a prueba sus mágicos y esotéricos poderes, se enfrentan a clanes rivales y luchan por encontrar tiempo para estudiar y aprobar.

CAPÍTULO IV

Milton se escurrió furtivamente por los corredores, con un claro objetivo en su mente. Cuando el resto de sus compañeros habían consultado la lista de los estudiantes que ocupaban cada habitación, él había buscado, a su vez, un nombre concreto. Su objetivo era claro, pero su mente estaba envuelta en un mar de dudas. Lo cierto es que Milton no podía sacarse a Sash de la cabeza pero ¿le amaba el muchacho magenta o le aborrecía por ser un enemigo de su clan? ¿Habían hecho el amor la otra noche sólo por el poder de las feromonas de su adversario o había habido algo más? Necesitaba una respuesta para todas esas preguntas.

Abrió sigilosamente la puerta del cuarto ante él, pero pronto descubrió que no habría sido necesaria tanta precaución. Sash se hallaba tumbado en su cama, con un pijama morado y escuchando música con los cascos a un volumen atronador. Tenía los ojos cerrados y vocalizaba en silencio algún fragmento ocasional. Estaba adorable; el musculoso chico tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no arrancarle la ropa y poseerle ahí mismo. Milton se acercó lentamente y sin pensárselo mucho, plantó un beso en los labios de Sash. Éste pegó un brinco y abrió los ojos desmesuradamente.

-¡Mmpphh! ¿Pero qué…? -Entonces distinguió a Milton y éste pudo comprobar cómo su rostro se iluminaba, antes de responder al beso apasionadamente. Las lenguas se entrelazaron durante mucho tiempo y Milton se encontró aprisionando a Sash contra el camastro. Se ruborizó cuando notó la evidente erección del otro.

-Mmm… Perdona… Te estoy aplastando

Milton se tumbó junto a Sash, que tenía la mirada perdida y una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

-Uaaauuu… Vaya beso… Pero… ¡qué estás haciendo aquí! ¿Estás loco? ¡Si te ven los demás te…!

Milton volvió a besarle. -Quería verte… y hacerte una pregunta.

-¿Una pregunta?

-Sí, pero ya me la has contestado. Al besarme.

Sash sonrió, aunque no parecía haberlo entendido. Milton acercó su boca entreabierta y ambos volvieron a besarse, mientras Sash pasaba las manos bajo la ropa de Milton, acariciando sus músculos. De pronto, resonaron unos golpes en la puerta y una desagradable voz sonó a través de ella.

-Ey, Sash, hemos capturado a unos chicos del Clan Arco Iris, pero nos falta uno. ¿Te vienes a buscarlo y atraparlo?

Ambos quedaron paralizados. Milton contuvo la respiración. Sus compañeros habían sido descubiertos y atrapados, y ahora Sash le delataría y entonces

-Vete a la mierda, imbécil. Estaba durmiendo. Déjame en paz.

Tras la puerta, se escucharon unos gruñidos e insultos y al poco, el silencio. Milton miró a Sash.

-Yo… Gracias, no sé qué decir

Sash le puso un dedo en los labios. -No digas nada. -El rostro del chico magenta se ensombreció. -Vas a liberar a tus compañeros, ¿verdad?

-Sí, son mis amigos. Debo hacerlo.

El muchacho pelirrojo le dijo dónde estaban las mazmorras a las que habrían sido llevados los prisioneros. Luego sonrió forzadamente. -Yo… ¿podría pedirte un favor? ¿Podrías rescatarles, digamos… dentro de diez minutos?

Sash se quitó su ropa por encima de la cabeza, revelando su lampiño torso y, tumbando a Milton, se colocó a horcajadas encima de éste, presto a montarle. De un ligero empujón, éste le penetró. Milton pudo escuchar los gemidos lastimeros de Sash, literalmente empalado por su grueso mango. El muchacho magenta se arqueó hacia atrás como si fuera a romperse. Los fuertes brazos de Milton evitaron que cayera hacia atrás, aunque le costó sujetarle debido a las convulsiones. Tras una alocada cabalgada, Sash apenas tuvo que masturbarse para eyacular sobre los sudados abdominales de Milton. La esencia del chico arco iris no tardó en inundarle por dentro.

Ambos quedaron abrazados, sudados y jadeantes, sobre el empapado camastro. Sash apoyó la cabeza sobre el fornido pecho de Milton.

-No debes retrasarte. Vete ya. -Su voz era dura, aunque a Milton le pareció que temblaba. El musculoso chico le acarició la mejilla. Los ojos de ambos chicos estaban húmedos.

-¿Volveremos a vernos?

-Pues claro que sí. No te librarás de mí tan fácilmente. Si es necesario volveré a asaltar vuestro Cuartel General para volver a hacerte el amor. –Ahora que Milton sabía que Sash correspondía a su amor, se prometió a sí mismo que nada les separaría.

Sash sonrió mientras los labios de ambos volvían a unirse.

-Te quiero.

-Te quiero.

------------O------------

Los tres muchachos se sentaron en el frío suelo. Jay había permanecido en un silencio sepulcral desde la traición de Aylen. Ni Sandro ni Liam le habían visto nunca así de abatido. Sandro pensó en intentar animarle, pero lo cierto es que todos tenían bastantes problemas en ese momento. Sandro miró las paredes a su alrededor: Unas rejas les separaban del resto de la habitación y de la preciada libertad y varios grilletes colgaban del muro. No goteaban limo ni humedad, pero no eran muy distintos de los de un decorado de película de terror. Volvió a sujetar las rejas y las empujó.

-Yo que tú no me cansaría. No vas a poder abrirlas.

Un siniestro muchacho del clan Magenta les observaba divertido tras los barrotes, con los brazos cruzados. Liam se puso de pie.

-Tú eres Sanguijuela, ¿no? Anda, sé bueno y dinos qué va a ser de nosotros.

-No lo sé, Manfred es muy secretista con sus planes pero conociéndole seguro que nada bueno. No me gustaría estar en vuestro lugar. -La funesta sonrisa se acentuó.

Liam cambió de idea. –Me he fijado en cómo me miras. ¿No te apetecería que me desnudara?

Sanguijuela gruñó. Era evidente que el chico rubio le resultaba atractivo y le apetecía pasárselo bien, pero sin duda temía más la furia de Manfred.

-Venga, vamos, tu jefe no tiene por qué enterarse. –Liam se desnudó lentamente, de la forma más provocadora posible, revelando su apetecible cuerpo y se acercó hasta la reja completamente desnudo. –Déjame salir y haré lo que quieras.

Sanguijuela contuvo la respiración. Torció la boca con un gesto hosco, como si librara una lucha interior.

-He visto muchas películas, chico arco iris, en las que el prisionero se camela al carcelero, le golpea y logra huir. No voy a picar en un truco tan viejo.

Liam sonrió con malicia.

-Me parece que no has visto las suficientes. Hay otras en las que el prisionero distrae al carcelero hasta que un amigo suyo se desliza por detrás y le deja KO de un golpe.

Sanguijuela frunció el ceño, abrió violentamente los ojos y quiso darse la vuelta, pero fue tarde. Un golpe de Milton le dejó inconsciente y se desplomó cuan largo era. Milton rebuscó en su túnica rojiza hasta hallar unas llaves con las que liberó a sus amigos.

-Debemos largarnos de aquí cuanto antes. Nos están buscando.

Jay se sobrepuso a su apatía. –Vosotros id a por los grimorios. No deben quedar en manos del Clan Magenta. Yo debo ir a por Aylen. Manfred es un redomado traidor, seguro que Aylen corre peligro.

Sandro y Liam se opusieron. –Él hizo su elección. Nos traicionó. Deberíamos dejarlo aquí a su suerte.

-No puedo. Haced lo que os he dicho. Nos veremos en nuestro colegio mayor.

A regañadientes, los chicos partieron.