La Escuela de Jóvenes Talentos (3)

Una universidad misteriosa donde los estudiantes ponen a prueba sus mágicos y esotéricos poderes, se enfrentan a clanes rivales y luchan por encontrar tiempo para estudiar y aprobar.

CAPÍTULO III

Milton se despertó lentamente. Movió su brazo para abrazar a su amante nocturno pero el camastro estaba vacío. Por un momento se preguntó si todo habría sido un sueño. Enfrente de él, preparándose para ir a clase, Sandro, su compañero de habitación, otro estudiante del Clan Arco Iris algo entrado en kilos –se decía que su supervelocidad le permitía llegar el primero a la cantina-, le miraba con expresión divertida.

-Ya era hora de que despertaras, bello durmiente. Parece que has pasado una noche genial, ¿no?

Sandro le sujetó el grueso pene y lo movió alegremente como si fuera un badajo.

-Ohhh

-Una herramienta excelente. Tu chico debió quedar profundamente satisfecho.

-¿Mi chico?

-Si, hombre. Cuando llegué estabais entrelazados como dos tortolitos.

El rostro de Milton se iluminó. ¡Había sido real! Sandro siguió moviendo el pene de Milton arriba y abajo.

-Le debiste follar muy bien, porque cuando se levantó de tu cama por la madrugada –y parecía muy escocido-, te estuvo observando embelesado y te estampó antes de irse un beso en los labios, aunque parece que no te diste ni cuenta.

-¿De verda… Uoooohhh!

El movimiento de Sandro dio sus frutos y Milton eyaculó sobre su estómago y la mano de Sandro. El musculoso chico cayó rendido sobre la cama. Había algo que le intrigaba. A esas horas, el hechizo de reflejo debía haberse disipado. Pero entonces, ¿por qué Sash le había besado antes de irse? Milton quedó tendido sobre la cama sonriendo con una expresión tontorrona. Sandro le guiñó un ojo antes de irse a la ducha.

-Vaya cara se te ha quedado. Si ya lo digo yo: Nada como empezar el día con una buena paja.

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Tras unas interminables clases, varios de los chicos del Clan Arco Iris -Jay, Aylen, Sandro, Milton y un chico rubio llamado Liam -pudieron reunirse y hablar sobre los siniestros planes del Clan Magenta, aunque Milton obvió la contienda amorosa con Sash. Jay habló muy serio.

-El asunto es peliagudo. He oído rumores sobre otros grimorios robados por el Clan Magenta. Apostaría que pretenden juntar los libros de conjuros para convocar a algún maligno demonio u otro terrible propósito por el estilo. Debemos adentrarnos en la morada del Clan y descubrir qué traman. Pero puede ser peligroso y no quiero obligar a nadie a seguirme.

El resto de chicos, a pesar de tratarse de una arriesgada misión –se contaban historias estremecedoras del inquietante Clan Magenta y de los ignominiosos hechizos que se conjuraban en su cubil-, asintieron con gravedad. Tras los preparativos oportunos, los muchachos del Clan Arco Iris se internaron en la lóbrega mansión del Clan Magenta. Parecía, como el resto de clanes, un colegio mayor dentro del enorme campus de la Escuela que albergaba a sus alumnos, pero su aspecto era más ominoso. Amenazadoras gárgolas parecían observar a los intrusos desde negros pedestales. Incluso la temperatura parecía bajar varios grados al acercarse al edificio.

Usando sus sobrenaturales habilidades y mucho sigilo, lograron penetrar hasta una de los cuartuchos del recibidor, donde se hallaba una lista de las habitaciones de los moradores del clan. No hizo falta releer mucho. El dedo de Jay pronto se posó sobre uno de los nombres.

-Danae. He oído hablar de él. Creo que le apasiona la Nigromancia y es uno de los que saca notas más altas en Artes Oscuras. Es probable que él tenga los grimorios.

Los chicos se pusieron en marcha.

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En su habitación, Danae leía y releía uno de los libros de conjuros. Debía tener cuidado con esas cosas. Conocía el caso de uno de sus profesores que se había vuelto loco al leer un libro prohibido. Se atuso su largo pelo violáceo mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente.

- Hola, Danae, ¿qué haces?

La susurrante y gélida voz surgió de la nada, a su izquierda, a escasos palmos. Cuando se dio la vuelta, el corazón estuvo a punto de escapársele por la boca. A su lado, se hallaba el cadáver de una chica que parecía haber empezado ya el proceso de descomposición. Su largo pelo mustio era completamente negro y su piel más blanca que la nieve. Sus ojos eran turbios, delimitados por unas grandes ojeras negras, y le observaban con curiosidad mal disimulada.

-¡Joder, Mireia! ¡Me has pegado un susto de muerte! ¡Te tengo dicho que no aparezcas tan de improviso!

- Perdona. Siempre se me olvida. ¿Qué estabas haciendo?

Danae intentó que su respiración volviese a normalizarse y que su corazón dejase de latir como un potro desbocado. El cadáver se mordisqueaba las quebradas uñas de sus dedos ajados, aguardando la respuesta. Mireia era un espíritu incorpóreo que había aparecido en uno de sus experimentos de Nigromancia hacía ya casi un año y que, sin saber cómo, había quedado atada a él. Desde entonces, el fantasma nunca le había abandonado. Danae no sabía si el conjuro había sido un éxito o un fracaso. En Nigromancia es difícil saber la diferencia. Al principio le había aterrorizado. Luego, se había acostumbrado a su presencia. El mayor engorro era que nadie podía ver al espíritu salvo él y que, por tanto, muchas veces le tomaban por chalado cuando parecía hablar al aire.

-Manfred me ha ordenado que estudie estos grimorios.

- Manfred, Manfred… Manfred es un soplapollas, eso es lo que es .

Danae miró asustado a su alrededor por si alguien había oído el insulto. Luego cayó en la cuenta de que nadie podía escuchar ni ver al fantasma.

-No hables así de nuestro jefe. Es muy inteligente y nosotros

-…no sois más que borregos que seguís al líder sin cuestionaros nada. Le seguís a que os suelte sus Dos Minutos de Odio cada día y os coma la cabeza con sus idioteces nazis sobre la supremacía del Clan Magenta.

-¿Qué es eso de los dos minutos de odio?

-¿No has leído a Orwell, inculto?

-La verdad es que no.

-Pues más te valdría empezar ya. Te sería de bastante más utilidad que esos estúpidos grimorios

De repente, el rostro de Mireia se ensombreció. Cerró los ojos y su susurrante voz le puso al muchacho la piel de gallina.

-Espera, Danae, siento peligro… Cinco chicos del Clan Arco Iris… Cerca, en el pasillo… Están a punto de entrar en tu habitación… ¡Cuidado!

Acto seguido, la puerta se abrió y Danae quedó boquiabierto mientras los muchachos arco iris entraron. No tuvo tiempo de reaccionar mientras Jay, Sandro, Liam, Aylen y Milton entraban en su habitación. Antes de que fuera capaz de vocalizar un solo hechizo, sus enemigos le desnudaron de su túnica morada y le maniataron en su cama.

-¡Pobres locos del Clan Arco Iris, cómo os atrevéis a entrar! ¡Cuando Manfred se entere de que estáis aquí os va a…!

-Ahórranos tu cháchara. Dinos para qué queréis los libros de conjuros que habéis robado.

La voz de Danae, aunque intentaba sonar firme, temblaba ligeramente. -No diré nada.

Jay habló gravemente. -Nosotros no somos como vosotros. No te vamos a torturar, pero te aseguro que dentro de poco nos dirás todo lo que queremos saber. Vamos, chicos, desnudaos, vamos a enseñarle cómo funciona el Clan Arco Iris.

Jay, Sandro y Liam se desnudaron mientras Aylen y Milton salían de la habitación para vigilar que no llegaran intrusos. Danae se quedó más sorprendido todavía, contemplando los fabulosos cuerpos desnudos de sus enemigos. En un rincón de la habitación, la chica fantasma observaba compungida toda la escena sin poder intervenir. Después de todo, era insustancial y nadie salvo Danae podía verla u oírla.

-Comencemos, chicos.

Liam pellizcó suavemente los pezones del muchacho mientras Sandro comenzó a lamer los muslos del chico magenta subiendo lentamente hasta acercarse a la base de los testículos del muchacho. Danae, a su pesar, comenzó a gemir, y su pene comenzó a crecer lentamente hasta erguirse en toda su plenitud. Las manos de los chicos recorrieron el cuerpo de Danae, acariciándolo con suavidad. Los chicos arco iris estaban ya muy excitados y se besaron entre ellos. La celeridad de los envites aumentó, y Liam continuó castigando dulcemente los pezones del muchacho, mientras Sandro chupaba la verga de Danae a la vez que un dedo de Jay se deslizaba por el ano del chico magenta, comenzando un movimiento circular.

-Ahhh, malditos, ¡qué placer! ¡No puedo más! ¡Me corroooo!

Sandro chupó la descarga de Danae, tragándola con avidez y relamiéndose los labios. La firme voz de Jay sonó en la habitación.

-¿Nos dirás lo que queremos saber?

-¿Estáis locos? ¿Y éstos son vuestros métodos de interrogatorio?

Jay sonrió con picardía. -Otra vez chicos. Proseguid.

Al principio, Danae no pareció reaccionar, pero su húmeda verga volvió a moverse ante las expertas lamidas de Liam, mientras los masajes del resto de chicos daban sus frutos. Dos dedos de Jay seguían franqueando el culito de Danae, penetrándolo sin descanso. Al cabo de unos minutos, Danae gimió y una nueva rociada de puré regó, esta vez, su estómago. Jay sacó sus dedos y los remplazó con su potente verga, que penetró al gimoteante muchacho magenta.

-¿Hablarás?

-Al infiern… unggg

-Proseguid.

Danae se arqueaba, próximo a un nuevo orgasmo. Las vergas de los muchachos se turnaron, penetrando y destruyendo el ano del chico. Jay introdujo dos dedos en el ojete empapado por el sudor de Sandro, quien gimió de gusto ante la repentina intrusión, y luego los llevó a la boca de Danae, metiéndolos en su interior y obligándole a degustar el fuerte sabor a ano del corpulento chico. No se sabe si por ese motivo o por los contundentes golpes chapoteantes de carne contra carne, Danae volvió a derramarse. Jadeando, torció la vista hacia su izquierda. Mireia se había despojado de sus espectrales ropajes y se masturbaba de pie mientras observaba toda la escena sin perder detalle. A la humillación de ser sometido por sus enemigos se sumó el ser observado por aquel fantasma mirón.

-Podemos proseguir de nuevo, si quieres.

-No puedo más… por favor… hablaré.

Jay continuó enculándole con un ritmo algo más lento. -No dejéis de chuparle hasta que hable.

Liam prosiguió la experta mamada arriba y abajo. La voz de Danae era débil.

-No lo sé. Manfred nos dijo que los robáramos, pero no sé para… ufff… para qué los quiere… unggghhh… Debéis creerme, por favor… No puedo más

-Parece que dices la verdad, pero eso no evitará que te lleves un buen castigo. ¡Nadie se mete con el Clan Arco Iris!

El ritmo se aceleró y el titánico falo de Jay entró con furia en el perjudicado cuerpo de Danae. -Nooo… no… ouuuhhhooo!!! -Danae se retorció mientras eyaculaba sin poder tocar su pene. Su cabeza cayó hacia atrás mientras rugía sordamente y su cuerpo se convulsionaba para después quedar inerte como un muñeco roto. Jay salió lentamente del encharcado ano del jadeante chico magenta y se masturbó delante de él. Varios chorros del espeso semen de Jay golpearon el pálido rostro del chico, casi cubriéndolo entero. Liam y Sandro le imitaron e igualmente descargaron su esencia sobre él, restregándola luego con sus vergas por su rostro para extenderla por toda su cara, como si fuera una cara crema de belleza.

-Debemos recoger los grimorios y largarnos cuanto ant

-Bravo, bravo, bravo, mis queridos amiguitos del patético Clan Arco Iris. Acabáis de morder el anzuelo hasta el fondo. -Unos sordos aplausos resonaron en la habitación. Ante ellos se encontraba Manfred, el siniestro líder del Clan Magenta, junto con otros acólitos y Aylen.

-¿Pero qué…?

-Deberías elegir mejor a tus amistades, Jay. Gracias por avisarnos, Aylen.

Jay quedó atónito. Sintió como si un puño de hielo se abriera por sus entrañas y le estrujase el corazón -No puede ser

-Lo siento, Jay -Aylen apartó la mirada, con rostro apesadumbrado.

-¡Nos has traicionado! -gritaron Liam y Sandro. Jay todavía seguía demasiado estupefacto como para poder reaccionar.

-Mi padre está enfermo, y Manfred me ofreció la posibilidad de usar la magia para curarle. –La voz de Aylen era temblorosa.

La voz de Manfred sonó triunfante -Basta de emotivas discusiones fraternales, amarradles y llevadles a la Mazmorra. -Sandro se sorprendió de que dentro de un mero colegio mayor hubiera una sala así, pero con el siniestro Clan Magenta todo era posible. –Y no se os ocurra intentar usar vuestros frágiles poderes. Os presento a un amigo mío –Un pálido estudiante encapuchado saludó siniestramente –Le llamamos Sanguijuela porque es capaz de anular los poderes de los demás. El plan ha salido a la perfección. Los grimorios no fueron sino una excusa para atraeros hasta aquí y que quedaseis a mi merced en cuanto me avisase vuestro amiguito. –La sonrisa en el rostro de Manfred se ensanchó hasta dar la impresión de que se saldría de su rostro. -Como digo, todo ha salido redondo.

Danae respiraba jadeante, todavía atado sobre la cama, completamente embadurnado de sus propios efluvios y del semen y sudor de los chicos Arco Iris.

-Joder, pues podríais… haber llegado antes… me han dejado hecho polvo