La Escuela de Jóvenes Talentos (1)

Una universidad misteriosa donde los estudiantes ponen a prueba sus mágicos y esotéricos poderes, se enfrentan a clanes rivales y luchan por encontrar tiempo para estudiar y aprobar.

La Escuela de Jóvenes Talentos. Un lugar misterioso. Unos dicen que no es sino una elitista universidad más, en la que formar a los futuros científicos, profesionales y dirigentes del mañana, mientras que otros cuchichean que tras sus muros ocurren extraños sucesos para los que no existen explicaciones científicas. La mayoría no se atreven a pronunciar la palabra que les señalaría como locos… Magia.

Lo cierto es que las extrañas y herméticas prácticas de dicha universidad no ayudan a acallar los rumores. Se dice que los directores de la academia aparecen de la nada cuando un joven demuestra ingenio, capacidad y poderes… digamos… sobrenaturales. El nuevo recluta es ingresado en la Escuela donde, se dice, se le enseña a dominar sus asombrosas aptitudes y donde se le enseña, junto con la ciencia y la filosofía, el poder de fuerzas que escapan del entendimiento. ¿Magia? Bueno, lo cierto es que algunos así lo llaman.

CAPÍTULO I

-Bufff, hola, Aylen, vengo destrozado del entrenamiento. –Jay, un espléndido estudiante mulato del Clan Arco Iris de la Escuela, entró en la estrecha estancia y saludó a su compañero de habitación.

-Mmm. –Aylen, un muchacho castaño de ojos claros, no levantó la cabeza del libro. Estaba estudiando. Y completamente desnudo, por lo que Jay pudo observar. Se acercó y comenzó a masajearle su pálida espalda.

-¿Qué haces así, completamente desnudo? ¿Es que quieres ponerme cachondo?

Aylen gimió de placer, mientras las expertas manos de Jay recorrían su cuello, espalda y caderas.

-Ya sabes que me gusta estudiar así.

-Eres bastante cochino, cualquiera podría entrar y verte… y besarte… y follarte. -Susurró Jay al oído de Aylen mientras su mano bajaba hasta las nalgas de su chico. Uno de los dedos del musculoso Jay se posó en el ano de Aylen y con un movimiento fluido se deslizó dentro. Éste emitió un gemido y buscó la boca del muchacho mulato con la suya. El dedo permaneció en su interior, entrando y saliendo.

-Uooohhh... Glabs… -Jay devoraba la boca de Aylen, ahogando sus gemidos de placer y penetrándole con su lengua como su dedo penetraba su recto. De pronto, el oscuro muchacho se deshizo de sus pantalones y restregó su erecta verga por el rostro de su amigo. Pronto, la cara del chico quedó húmeda y brillante, embadurnada del líquido preseminal de Jay. El mango era enorme, hasta el punto de que Jay hubiera podido ahogar a Aylen si le hubiera hecho tragar entero su estoque.

-Mmm… Debería estudiar… Mañana tengo un examen de… glubs… poesía alemana y pasado otro de telequinesis y no... Glup

Jay sonrió, sin dejar de refrotar su verga por rostro y boca del muchacho. -Si quieres me detengo.

-No, no, por favor… -Susurró Aylen con voz lastimera. Jay, sabiéndose ganador, con la pícara sonrisa de quien siempre se sale con la suya, tumbó bocabajo a Aylen, mientras con dos dedos le abría el ano y posaba delicadamente su glande en aquel dulce orificio rosa, antes de empujarlo lentamente.

-Ummphhh -Aylen se mordió el labio para no gritar mientras el grueso mango de carne se abría paso lentamente por sus entrañas. Se sintió literalmente empalado. Era como si una oscura deidad le ensartara con unas poderosas manos gruesas y rugosas. La lengua de Jay, como si estuviera celosa, penetraba por su oreja, llenándola de saliva al igual que la verga del mulato llenaba de efluvios sus entrañas. La lúbrica danza continuó durante mucho tiempo, volviendo loco a Aylen. Cuando creía acostumbrarse a los sudorosos envites del chico en sus nalgas, Jay aceleraba el ritmo perturbándole, para luego frenar el ritmo y obligar a Aylen a mover sus caderas adelante y atrás, implorando silenciosamente que Jay le penetrara, que entrara dentro de él. La mano del muchacho mulato atenazó el miembro del pálido joven y la movió rápidamente.

-Ahhh… ahhh… ahhh… -Aylen no pudo sino gemir continuamente, sin poder concentrarse en nada salvo en el placer que le abrasaba y consumía, mientras la saliva le caía por la comisura de los labios. Pronto su cuerpo se convulsionó.

Jay le mordisqueaba la oreja mientras le susurraba -Así, así, muy bien, vamos, córrete, mi amor, córrete, eso es.

Aylen, presa de fuertes espasmos, se derramó en la mano de Jay mientras su cuerpo desmadejado tenía que ser sujeto por el musculoso mulato, que no dejaba de encularle hasta que descargó su puré en su interior, regando sus intestinos y escapando parte por su esfínter, resbalando por su muslo. Aylen buscó su boca, pero Jay no estaba dispuesto a darle tregua todavía. Su erecta verga continuó penetrando su enrojecido ano, restregándose por sus paredes en tórrida comunión.

-Ufff… me vas a matar -gimió lastimeramente, preso en el férreo abrazo del muchacho mulato. El chico continuó la cabalgada, como un vigoroso jinete que sometía firmemente hasta la extenuación a una montura que debe ser domada. La ruda mano del mulato le retorció los pezones y sujetó su pecho hasta que con un ruido húmedo Jay salió de su ano. Aylen se tuvo que sentar porque estaba totalmente desfallecido mientras Jay acercaba su erecta verga al rostro.

-Prueba tu sabor -le ordenó Jay al pálido chico mientras refrotaba la viscosa verga por su rostro. Aylen notó el gusto de su propio ano en ella, antes de que potentes chorros de puré brotaran del mango, regando rostro, gafas y pelo. Parecían inacabables, inundándole. Uno tras otro, chocando contra mejilla, nariz y labios. Por un segundo, temió que la habitación se inundaría y moriría ahogado en la esencia de su amigo. El pensamiento, curiosamente, no le disgustó. Ambos jadeaban mientras Aylen lamía el mango de Jay, como un gatito goloso que relame la dulce leche del plato. Después se besaron, recuperando poco a poco la respiración. Aylen se quitó las gafas. Gruesos goterones resbalaron de ellas, al igual que por su rostro, barbilla y pecho.

-Bufff… Me has puesto perdido pero creo que no tengo fuerzas ni para llegar al cuarto de baño a ducharme.

-Yo te ayudo, y me ducharé contigo para ahorrar agua. –Le respondió Jay entusiasmado. Aylen observó la gruesa verga de Jay que volvía a latir y moverse con vida propia.

-Oh, oh… Eres insaciable. -Y Aylen tuvo la certeza de que su dolorido y enrojecido ano, que notaba tres veces más grande de lo normal y que pulsaba y latía como si tuviera vida propia, no iba a tener descanso durante toda esa noche. Para corroborarlo, un dedo de Jay se posó sobre el escocido ano de Aylen, que, como si hubiera reconocido a su dueño y señor, se abrió como una flor, franqueándole la entrada. Inconscientemente, las caderas de Aylen se movieron arriba y abajo, invitando a ese dedo a entrar más a fondo. El dedo continuó un movimiento rotatorio en sus entrañas, mientras el pálido muchacho se sujetaba a su amigo, incapaz de sostenerse. No tardó mucho en venirse, sin apenas tocarse. Su esencia se derramó por su ya mojado estómago, mezclándose con anteriores venidas y con su transpiración. El dedo de Jay fue remplazado por su vigoroso falo enhiesto que comenzó de nuevo a entrar dentro de él.

-Mi pobre culito… -Gimoteó Aylen. Una imagen cruzó su cabeza: Una deidad oscura le poseía una y otra vez hasta consumirle, extenuándole de placer hasta derretirle. La imagen le excitó mientras los envites de Jay le hacían retorcerse de placer.

La noche fue larga. Muy larga.