La escuela (2) el primer dia
Se anima la historia con caña y sexo
Me desperté con sensación de humedad. Me estaban mojando con una manguera de grueso chorro y agua fría. Mire y al resto de alumnas, las estaban bañado de la misma manera.
Después de la ducha, repusieron la “comida”. La verdad no tenía ganas y las pocas que tenía se me quitaron al ver la bazofia que nos habían puesto.
-Come -oí que me decía mi vecina de jaula, la numero veintiséis- El día será largo y no comerás nada hasta que te traigan de nuevo a la jaula.
Pensado en lo que podía deparar la jornada, me comí todo el cuenco.
Luego nos sacaron de las jaulas y formamos una fila por orden de números, conté hasta 17 mujeres. Algunas muy jóvenes, otras de mi edad y unas pocas se veía que eran mayores que yo.
Nos llevaron al exterior frente a una pared que tenía el suelo con baldosas. Debía ser muy temprano ya que el día solo clareaba. Vi como mis compañeras se arrodillaban poniéndose a cuatro patas, yo hice lo mismo. Todas orinaron y yo también. Desde la noche tenía ganas de hacerlo, pero el temor a un castigo hizo que aguantara, Era increíble lo que el cuerpo puede aguantar.
Luego varios de los instructores-guardianes empezaron a ponernos un edema. Cuando me toco a mí, me informaron:
-Aguanta todo lo que puedas y no lo expulses sin pedir permiso.
Rápidamente sentí el efecto en mis entrañas. Asombrada vi como el resto de chicas aguantaba.
Me contuve todo lo que puede pero al final pedí el permiso.
Me fue concedido. No vi bien todo lo que salió de mi cuerpo pero oí un comentario que me asqueo.
-Pues si que estaba llena la nueva.
-Ponle otro por si acaso, dado que es su primer día –dijo uno de los instructores-
Me pusieron el nuevo edema. Aguante mejor ya que estaba más vacía. Me entretuve viendo a mis compañeras. Una a una fueron evacuando, yo también lo hice y como limpieza nos volvieron a regar con varias mangueras.
-Comencemos con la rutina –oí que decía alguien-
Las chicas se pusieron a correr y yo con ellas. No sé cuánto tiempo duro la carrera pero estaba agotada. Corríamos despacio ya que me explicaron después que era para mantener la buena forma. Luego hicimos una tabla de ejercicios aeróbicos y de flexibilidad y terminamos con otro rato de carrera.
Tras unos minutos de descanso nos separaron por grupos. A mí me toco con otras tres mujeres. Fuimos entrando al edificio de la escuela siguiendo a uno de los instructores.
Entramos en una habitación. Había otro hombre. Vi varias anillas en las paredes, cuerdas que colgaban del techo y dos cruces en X.
Por nuestros collares nos ataron a las anillas de las paredes. La verdad era muy incomodo.
Uno de los tipos desengancho a una de las chicas La llevo a una de las cruces y la ató apoyando la espalda. Mientras tanto el otro hombre colgó a una de las chicas de las cuerdas quedando los brazos por encima de su cabeza y de puntillas en el suelo.
Con una fusta las fueron dando golpes, en los brazos, piernas, vientre, tetas, sexo, es decir por todo el cuerpo. Pude apreciar que no eran muy fuertes pero si seguidos y persistentes. Las sumisas comenzaron a gritar. A cada golpe gritaban más fuerte. Pero no pidieron clemencia.
Yo miraba horrorizada. No entendía como no pedían que parasen. Vi sus cuerpos enrojecidos.
El hombre que se ocupaba de la chica que estaba colgada, manipulo las cuerdas, supongo que tenía un sistema de poleas y la dejo doblada hacia delante. El tipo se acerco y agarrándole del pelo levanto la cabeza.
-Ahora te voy a usar, puta –dijo-
-Si amo –respondió la mujer-
Saco su polla y la acerco a boca de la chica, esta comenzó a lamer y chupar. Cuando la tuvo dura rodeo el cuerpo y sin preparación se la inserto en la vagina. La follaba con violencia.
Mientras tanto la chica de la cruz seguía siendo fusteada sin descanso.
Mi compañera y yo no dejábamos de mirar a una y otra. Estaba excitada, aunque lo sabia quise comprobarlo y de forma disimulada me toque los mojados labios vaginales, Además de loca, caliente.
Al rato desato a la chica de la cruz y le dijo que se pusiera en posición que la iba a dar por el culo.
Al escuchar esto toda mi atención se fijo en ellos. Desde que ingrese parecía que me perseguía la sodomizarían, cosa que temía pero no podía negar que me ponía como una moto.
La chica obedeció y se puso a cuatro patas sobre la base de la cruz. Con las manos se abrió las nalgas. El tipo se puso en posición y empezó a empujar.
Parecía que esta hipnotizada sin poder dejar de mirarles. La mujer daba un grito cada vez que el hombre daba un golpe de riñones para entrar en ella. Los gritos aumentaron.
-Me duele mucho –dijo la joven-
El hombre le dio varias cachetadas en las nalgas al tiempo que le ordenaba silencio y prosiguió penetrándola.
Comenzó a follarle el culo. Seguían los gritos aunque se fueron espaciando y al cabo de un rato comenzaron a oírse gemidos.
La otra pareja seguía con lo suyo. La joven pidió permiso para correrse, se lo negó. Entonces el instructor se fue a la cara de la chica he izo que se la comiera. Sacó la polla justo antes de correrse, cosa que hizo en la cara. Cuando termino, la joven de forma automática, se metió la verga en la boca.
La enculada ya solo gemía. El hombre se corrió en su culo y también le puso la polla en la boca. Se la metió.
Cuando terminaron, estuvieron hablando en voz baja. El tipo se llevo a las dos mujeres Una vez que salieron me dijo:
-No sé quién eres ni el por qué-me dijo- pero el director quiere algunas cosas para ti.
Sin más se puso a darme palmadas en las nalgas. Joder como dolían al cabo de un ratito. Luego me desato de la anilla y me ordeno que me pusiera de rodillas en el centro de la habitación. Mientras que mi compañera miraba la escena.
Se acerco y agarrándome del cuello me agacho poniéndome a cuatro patas. Fue a por una vara, lo supe cuando me la enseño y me dijo:
-Te voy a dar 10 azotes en el culo, tienes que contarlos, si te equivocas o se te olvida alguno, empezamos desde el primero.
El primero no me dolió mucho, el segundo algo más y con el tercero grite. Con los demás creí volverme loca de dolor. Lloraba, me caí al suelo varias veces. Después de que volviera a coger la posición el hombre seguía con su tarea, pero no hable, no suplique, sabía que eso aumentaría el castigo. Confieso que tenia los pezones duros aunque mi vagina estaba seca.
Terminado el vareamiento de mis nalgas me hizo subir a una mesa, boca arriba, me ato las manos a las patas. Puso el coño en el borde con las piernas colgado, muy abiertas y me ato por los tobillos a las otras patas de la mesa.
De una barra que colgaba del techo, cogió un par de cuerdas finas que en su punta tenían pinzas, de las que llaman de cocodrilo, me las puso en los pezones. La presión era asumible, más que dolor era molestias. Luego tiro de los extremos del cordel que colgaban. Me estiro los pechos todo lo que pudo y eso si que dolió. Creí que me los iba a arrancar. Me dejo así.
Vi como cogía un látigo de unos 3 o 4 metros, calcule. Temí lo peor. Pero no, comenzó a azotar a la otra chica. Sorprendentemente aguanto los latigazos sin gritar. Al ver las marcas rojizas en la espalda de mi compañera no sentí pena, en su lugar mi vagina comenzó a humedecerse, ya he dicho que la tenía bastante seca. Debo ser un monstruo, pensé, me excitaba ver cómo le daban de latigazos.
Cuando termino el tratamiento, la desengancho. La joven se desplomo al suelo. El castigo había sido mucho. La agarro del pelo y la arrastro hasta donde yo estaba.
-Cómele el coño –oí que la ordenaba-
Inmediatamente empezó la pobre desdichada. El hombre siguió castigándola en la espalda con una fusta. Horrorizada me di cuenta que no había pensado en el lesbianismo. Nunca me lo había planteado. A mí me gustaban las vergas. Evidentemente no podía hacer nada por evitarlo, allí atada y expuesta como estaba.
Al cabo de un rato comencé a sentir cosas. Se me olvido que tenía las tetas pinzadas y estiradas. Fui consciente que me iba a correr, mi primer orgasmo con una mujer. Deje de pensar y concentrarme en mi placer. Cuando note que faltaba poco me acorde de una cosa.
-Permiso para correrme –grite, como había escuchado a las otras jóvenes-
-No, aguanta –fue la respuesta-
La chica seguía lamiéndome el clítoris, no sé cómo podría aguantar pero era la orden que tenia y por la parte que me interesaba debía cumplirla.
Al poco dejo de comerme, mire y vi como el instructor la había retirado. Me sentí decepcionada. Estaba muy a puntito de correrme.
El tipo se vino hacia mí. Me beso en la boca. Yo entre abrí los labios y me metió la lengua hasta el fondo. Respondí al beso.
-Eres una puta zorra –me dijo-
Debió hacer alguna seña que no vi, porque mi compañera volvió a la carga sobre mi vagina y clítoris.
La verdad era que la chica se esforzaba, nunca me habían comido el coño así. No tarde en estar a punto otra vez.
-Permiso para correrme –volví a gritar-
Esta vez sí fue autorizada. Fue magnífico, no tengo palabras. Quede como un guiñapo con cara de placer.
Cuando me recupere, el hombre me habló:
-¿Tu primera experiencia con una mujer?
-Sí, amo.
-Bien, ahora la segunda, puta.
Hizo que la chica se pusiera a horcajadas sobre mi cuerpo, con el coño en mi boca.
-¿Sabes lo que tienes que hacer? –me pregunto-
-No, amo –dije- pero creo que deseas que la coma.
-A que esperas –fue su respuesta-
Inmediatamente comencé con mi labor. Tenía la vagina empapada. No me gusto el sabor del flujo pero seguí. No tenía otra.
Poco a poco me costumbre al flujo, hoy puedo decir que no solo me gusta, si no que me apasiona.
Estaba ensimismada en mi tarea cuando de repente recibí un golpe en la vagina. No sé si fue con una fusta o pala, qué más da. Ante el dolor, mordí a mi compañera que gritó.
Seguí comiéndole, los labios y el clítoris. Aumento su flujo y recibí mas azotes en mis labios vaginales. Pensé que lo hacía mal, por lo que cada vez me esforzaba mucho más.
Se corrió en mi boca. Fue un placer oír como lo hacía. Me sentía bien por el placer que acababa de darle.
El hombre me desató. Estaba cansada, dolorida pero creo que feliz, no estoy muy segura.
Se apoyo en el borde de la mesa. Se saco el pene, el más grande y rotundo que yo había visto, claro que no había visto muchos. Nos arrodillo y nos dijo que le hiciéramos una mamada. Era un poco complicado ya que nuestras cabezas chocaban entre sí. Nos íbamos turnando, una lamia la polla y la otra los testículos.
Cuando le pareció dijo a mi compañera que la iba a penetrar, está se apoyó en la mesa, ofreciéndole su vagina y ano para que la cogiera desde atrás.
De un solo golpe le metió la verga en el coño y comenzó a bombear. A mí me dijo que le lamiera el culo. Joder yo limpiando el ano a un tío, lo que se hacía por un reportaje.
Oía a la chica como gemía, casi gritaba de placer. Antes de que pidiera el permiso, el hombre, se la saco y la apunto a su esfínter. Le costó algo de trabajo meterla pero lo consiguió entre gritos de dolor de mi compañera.
No sé si con la nueva penetración la chica llego a estar a punto de caramelo otra vez, pero el tipo la saco, se giro y se corrió en mi cara. Me lleno toda, incluso me entro algo de semen en ojo, aun no sabía que debía cerrarlos.
Luego me ordeno que le limpiara la polla. Me aplique, no quería mas castigos, aunque sabría que los tendría, pero no quería provocarlos. Se la limpie bien limpia y por primera vez trague semen, bueno los restos.
Cuando termine, ordeno a la chica que me limpiara la cara de su corrida. Se tragó todos los pegotes de semen.
Nos saco de la sala de castigo y nos llevo a los jardines. Supe que era tiempo de descanso, mientras que los instructores comían.
Hable con alguna chica, pero me cuide muy mucho de hacerles preguntas, tal como me había comprometido.
Cuando regresaron los dominantes tuvimos otra sesión de deporte con carrera y ejercicios gimnásticos, pero más corta que la de la mañana.
Las practicas de la tarde, en mi caso, fueron solo de azotes. Me llevaron a una sala donde ataron mis tobillos a una barra, separando mis piernas todo lo que daban. Las manos me las ataron por la espalda y en mi larga melena ataron una cuerda que colgaba del techo, es decir, quede doblada por la cintura, los pies en el suelo, los brazos hacia atrás y mi cabeza erguida al tenerla sujeta por el pelo.
Fui azotada con varios instrumentos y por todas partes, no sé si quedo algún centímetro de mi cuerpo sin ser azotado. Según me dijo la instructora era para que se acostumbraran tanto mi mente como mi cuerpo al castigo y que lo aguantara cada vez mejor.
Cuando nos llevaron a las jaulas entre rápidamente, casi sentí placer al estar encerrada, sola. Comí y bebí dejando los cuencos vacios y me dormí antes de que apagaran las luces.