La esclava de Lord Alby (05)

La antes ingenua Minu se convierte poco a poco en una maestra del placer. En este capitulo tendra un baño muy especial...

Este es el capitulo mas largo hasta ahora y ya podemos apreciar claramente la conversion de Minu. Espero que os agrade.


La asistenta entro y con diligencia desato al enmascarado, este se alzo en toda su estatura y con exquisito cuidado tomo en brazos a la joven que había sido untada de cremas y juntos abandonaron la habitación. Tras ellos entro una nueva sirvienta, pero como Ángela sus ropas estaban hechas con mimo y la argolla de su collar era dorada.

  • Dama Ángela me ha dejado a su atención, Si necesitas cualquier cosa solo debes pedirlo, Por favor llámeme Gloria – Dijo la mujer- ¿desea que se le prepare el baño? -

-si, por favor...-contesto Minu sin decir todo lo que pensaba-

La sirvienta se dio cuenta por su mirada de que deseaba algo mas que no se atrevía a preguntar.

-¿desea algo en especial?- pregunto con una traviesa mirada Gloria- Lord Alby nos ha ordenado satisfacer todos sus deseos...sean cuales sean…-

Minu bajo la mirada ruborizada. En su mente bullían toda clase de deseos y recuerdos. Le apetecían muchas cosas, pero había algo en especial...

-Me gustaría que me acompañase la joven de antes… en el baño-dijo en un susurro sin atreverse a mirar directamente a los ojos de Gloria-

-Así será- contesto ella con una picara sonrisa- volveré a buscarla en cuanto este preparado el baño- Dicho esto se retiro.

Minu tomo de un estante una bata blanca con la que se cubrió. Mientras esperaba nerviosa a Glroia. El deseo de volver a disfrutar de la compañía de la joven había surgido del húmedo recuerdo del sabor de sus ardientes labios contra los suyos.

La sirviente regreso a buscarla pasado unos minutos, en silencio recorrieron los pasillos tetricamente alumbrados, que apenas dejaba entrever los dibujos de los abundantes tapices que cubrían grandes extensiones de piedra.

Las dos mujeres llegaron a la zona de baños, Minu pudo apreciar el olor de jabones y perfumes a distancia. Esta era una gran sala con dos hileras de tinajas de madera con refuerzos de metal. En ellas se podía contemplar los cuerpos de docenas de sirvientas que llevaban como única vestimenta los collares con sus argollas, sus ropajes descansaban en grandes armarios a los lados, mujeres de todas las edades que se entregaban al amor carnal dándole insospechados usos a los cepillos y esponjas. Minu contempló asombrada la gran variedad de razas y morfologías. Pieles oscuras, ambarinas o de blancura deslumbrante. La variedad de formas y tamaños era arrolladora, desde pequeños y estilizados cuerpos y glotones y exuberantes formas, pasando por pechos cuyos erguidos pezones desafiaban la gravedad, pero sin duda destacaban los de descomunal talla, cuyos pezones parecían actuar de imán para las sedientas bocas de sus compañeras.

Minu busco con la mirada una tinaja desocupada, pero Gloria le indico que continuasen a la siguiente sala, presidida por dos grandes tinajas, en una de ellas dos hombres armados de respetables penes fornicaban a una mujer que sin ser joven no había dejado atrás la belleza de la juventud.

Minu se acerco curiosa para descubrir sorprendida que los dos penes entraban y salían frenéticamente del dilatado ano de la mujer, que con el rostro desencajado por el placer se introducía el puño en su dilatada vagina, entrándole completamente.

-Se llama Erika- dijo gloria al oído de Minu- Sus orificios se dilatan de forma prodigiosa, vamos...- comenzó a irse hacia la siguiente puerta-

-Gloria… ¿podríamos quedarnos un poquito mas?, por favor –pidió Minu sin apartar la mirada del erótico espectáculo- Si no les importa

-Erika, lady Minu desea ver como te corres –Grito Gloria ante la ruborizada mirada de Minu-

Erika aparto de su rostro los grandes mechones rubios que lo cubrían y le mando un beso a Minu antes de pedir por señas a sus amantes que aceleraran el ritmo. Los enormes penes entraban y salían del enrojecido ano, Erika era sostenida en el aire por los dos hombres, parcialmente sumergidos en el agua. Sus generosos pechos saltaban con cada embestida hasta que su mano comenzó a temblar dentro de su sexo.

Los hombres, conocedores de lo que significaba este gesto, aprisionaron a Erika entre sus cuerpos introduciendo hasta el límite toda la extensión de sus miembros. La mirada de Erika se perdió en las sendas del placer cuando sus amantes inundaron su interior del ardiente néctar de la pasión.

Gloria y Minu abandonaron la sala dejando a Erika degustando ávidamente las ultimas gotas.

La siguiente sala servia como guardarropa con varias puertas. Minu sospecho que Gloria la había llevado a propósito a través de aquellos eróticos baños.

Junto a una sólida puerta de madera, una joven vestida solo con una ligera túnica azul y el habitual collar les esperaba en una actitud de completa sumisión. Minu la reconoció como la joven cuya compañía había pedido.

-Faustine, atiende a Lady Minu con todas las atenciones- Dijo con voz severa Gloria- Volveré a buscarla cuando terminéis el baño-

La Joven realizo una precisa inclinación tras la cual Gloria se retiro. Minu contempló a la joven, su bello rostro, de suaves y delicadas líneas estaba enmarcado en abundantes rizos de bronce. Su cuerpo, que tan bien podía recordar estaba ahora temblando levemente.

-¿Te llamas Faustine?- Le pregunto Minu con un sonrisa mientras se acercaba a ella lentamente, la aludida solo afirmo con la con la cabeza mientras el rubor invadía sus mejillas- Por favor, no soy como Gloria, puedes hablarme con naturalidad-

Faustine la miro extrañada un instante para sonreír después.

-Si, Lady Minu, por favor, acompáñeme- Dijo antes de abrir la puerta a su espalda y entrar en ella-

Minu la siguió para pedirle que dejase de llamarla Lady, pero lo que se encontró dentro le quito el habla. Estaban en una habitación alargada, mitad de ella estaba cubierta por piezas de porcelana y su otra mitad excavada directamente en la roca como el pequeño estanque que ahí se encontraba, pero la poca luz poco dejaba ver.

-¿Qué es esto?-Pregunto Minu tocando el Mosaico de la pared-

-Es un arte de una región del sur Lady Minu, creo que se llama “mosaito”, Lord Alby ha viajado mucho -Faustine se acerco a una cuerda que prendía del techo y tiro levemente de ella- Así podrá verlo mejor-

De unas claraboyas del techo entro una suave luz que ilumino hasta el último rincón de la habitación. Minu casi tropezó con Faustine cuando retrocedió al poder contemplar en su esplendor el enorme mosaico que se le mostraba. Un Joven fornido, provisto de un enorme pene hacia el amor con cuatro mujeres desnudas, rodeado de árboles y flores. En sus manos se podía ver una copa de vino.

-Es un dios pagano- Susurro Faustine- Lord Alby siente admiración hacia el- Faustine se acerco a Minu y con suavidad le quito su vestido- Debe bañarse, el baile comenzara pronto-

Minu asintió, mientras aun miraba las bellas formas del dios Baco. Una vez desnuda, introdujo una mano en el agua, dando un respingo.

-¡Esta caliente!- Dijo Minu volviendo a meter la mano y apreciar que el agua estaba casi tan caliente como su cuerpo- ¿Cómo puede estar caliente un manantial?

-El calor surge de la tierra –Contesto Faustine con una sonrisa- Este castillo se construyo sobre unas antiguas fuentes termales.

Minu sorprendida se introdujo en el agua, era la primera vez que se bañaba con agua caliente. La sensación del calor por todo su cuerpo la dejo parcialmente adormilada. Pero tras unos momentos sintió como unas hábiles manos frotaban su cabello con aceites aromáticos, y con delicadeza desentrañaba los abundantes nudos. En una paz absoluta se dejo llevar por Faustine que la lavo y limpio hasta el último rincón. Cuando su mano llego a su ombligo Minu dio un leve respingo.

-Perdóneme- Dijo Faustine mientras retiraba la mano- he actuado sin que me lo pidiese-

Sorprendida Minu dio la vuelta y encaro la mirada de Faustine, se acerco a ella y la beso. Sus labios se rozaron delicadamente al principio, para fundirse en un apasionado beso, donde sus lenguas surgieron para abrazar a la otra.

  • Faustine… deseo que… - El rubor invadía las mejillas de Minu- que me acaricies…-

-Lo que ordene mi señora- Contesto Faustine acercando sus manos al pecho y al sexo de Minu-

Las manos de Faustine se movían diestramente, sus dedos pellizcaban sus pezones haciéndolos crecer como nunca. Su mano derecha bajo hasta el húmedo sexo de Minu y bajo el agua comenzó a acariciarlo. Sus dedos lo recorrían en toda su extensión. Cada dedo parecía moverse con independencia de sus semejantes, dos dedos frotaban el clítoris mientras otros presentaban sus respetos a su gruta.

Minu grito de placer, la temperatura del agua había aumentado su sensibilidad y ahora las manos de Faustine la estaban llevando al paraíso. Con lujuria acerco su boca sus pequeños pezones y los devoro con gula. Faustine comenzó a acariciar el culo de Minu, con exquisito cuidado su dedo índice comenzó a introducirse en su flor de loto. Minu se estremeció cuando sintió esta invasión.

-Eres completamente virgen…-Susurro admirada Faustine- Como envidio a quien te desflore-

Minu la abrazo con fuerza, sus pechos chocaban y sus duros pezones se sentían ardientes. Con lentitud acerco su mano al sexo de Faustine y comenzó a acariciarlo con fuerza. Faustine hizo lo propio y las dos se masturbaban mutuamente mientras devoraban sus bocas. Sus gemidos aumentaban en igual grado que su excitación y placer. Sus dedos eran arietes que atacaban sus sexos.

Sus pieles erizadas trasmitían multiplicada cada sensación. Faustine sonrió mientras se sumergía en el agua. Minu sintió al instante como su lengua entraba ferozmente en su sexo. Durante un interminable minuto Minu se tuvo que agarrar del borde del estanque, pues todo su cuerpo vibraba del placer. Su orgasmo llego arrastrándola a una locura de placer y arrancándola un profundo grito de pasión.

Faustine emergió sonriente, abrazo a Minu y compartió con ella sus propios jugos. Minu saboreo su sabor por primera vez. Continuaron besándose durante largos minutos, semisumergidas en el caliente manantial

Unos largos gemidos sacaron del letargo a Minu, se percato que Faustine tenía su cabeza apoyada en su pecho, besando ligeramente su pezón.

-¿Qué son esos Gemidos?- Pregunto Minu, que aunque exhausta por el placer y el baño aun mantenía su curiosidad-

-Debe ser la sala de al lado- Contesto Faustine poniéndose en pie y tomando dos toallas, una se la ofreció a Minu- Hay una sala mas como esta-

Minu salio del estanque y se cubrió con la toalla. Faustine se acerco a una pared y tiro de una roca que parecía bien sujeta. Minu se acerco a ayudarla pero la roca se deslizo con facilidad. A través del hueco que dejaba se podía contemplar una sala muy similar a la que se encontraban.

En el estanque de esta sala cuatro figuras se dedicaban al placer carnal. Los profundos gemidos provenían de tres mujeres que recostadas sobre el borde del estanque recibían placer de la cuarta figura. El corazón de Minu se contrajo al verle aunque le daba la espalda podía verle bien, era un hombre alto y corpulento, de cabello cortos y negros, Minu no pudo apreciar ni un solo cabello mas en su cuerpo, en su espalda se apreciaban antiguas cicatrices y el tono de su piel era el de la miel de primavera. Pero lo que atrajo la atención de Minu fueron sus manos, proporcionales a su cuerpo era de una gran talla, de dedos gráciles y hábiles.

El desconocido penetraba rítmica y profundamente a una mujer, mientras con cada mano penetraba los orificios de sus dos compañeras. Sus dedos se movían a gran velocidad, con los pulgares completamente introducidos en sus anos, y el resto de dedos penetrando y friccionando las húmedas vaginas.

Era tal su destreza que las mujeres encajaban orgasmo tras orgasmo. Pero el hombre, no las dejaba descansar y tras unos segundos comenzaba de nuevo con sus movimientos. Desde donde estaban poco podían apreciar de su miembro Minu y Faustine, pero este era sin duda de un tamaño considerable por los gritos que le arrancaba a la mujer que era taladrada con el.

El hombre se retiro del caliente sexo y ofreció su pene a las mujeres, estas sabían que deseaba y abrieron sus bocas para recibir un torrencial de semen. Sus bocas lo tragaron todo para acabar besándose entre ellas y compartir así el sabor que las enloquecía.

El hombre alzo los hombros y miro hacia atrás, exactamente hacia los ojos de Minu. Esta pudo ver su rostro de perfil, de una hermosura intachable, una nariz digna de una obra de Miguel Angel que cubría unos labios varoniles pero perfilados y sus ojos… Minu se quedo en trance con esa mirada, unos ojos cuyo color era indescriptible, de tonalidades azules y verdes y una pupila de un negro tan intenso que parecía atraer toda la luz de la sala.

Una sirvienta cubrió con una amplia toalla al hombre, mientras este abandonaba la estancia, dejando atrás a las tres mujeres que abrazadas se relamían los labios y se sonreían mutuamente.

Faustine coloco la piedra una vez más en su lugar y se volvió hacia Minu cuya mirada parecía perdida en el reino de los pensamientos.

-Que hermoso es…- musito Minu con el recuerdo aun latente de sus ojos-

-El es nuestro señor- Dijo Faustine mientras comenzaba a secar el cabello de Minu con la toalla-

-¿Ese era Lord Alby?-Dijo Minu sorprendida-

-Así es, Lady Minu–Contesto Faustine con un gesto de respeto- El es el amo de este castillo y de cuantas llevamos su regalo- Dijo acariciando la argolla de su cuello-

-¿Qué significa esa argolla Faustine?- Pregunto Minu intrigada, pensó que por fin podría descubrir uno de los misterios de aquel extraño castillo-

-Esta argolla es el símbolo de que le pertenecemos, en alma, pensamiento y deseo… -Contesto Faustine con los ojos brillantes- No puedo contarle mas, pero todo lo sabrás a su debido tiempo Lady Minu-

De la puerta llegaron unos golpes y la voz de Gloria que las apremiaba, pues debía prepararse para el baile. Minu aun cegada por haber visto por fin a Lord Alby se dejo llevar sin más a su habitación donde debería prepararse para un baile que nunca

olvidaría.

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