La esclava de Lord Alby (02)

Minu no sabe lo que le espera cuando despierta atada a una cama. ¿Conocera a Lord Alby?.

Verde, allá donde miraba, veía el verde los prados, la niña con dos coletas y un simple traje de lana corría locamente entre las matas. Corría buscando la silueta de su padre trabajando en el campo y cuando le encontrase, el soltaría la azada y la levantaría en brazos dándole la impresión de que podía volar, remontar los cielos como una ave. La niña gritaba de alegría y el rostro de su padre, marcado por el sol y los eternos días de labranza, también sonreía.

Una mano comenzaba a acariciarla, subiendo por los pies. Minu se despertó del sueño para darse cuenta que nuevamente le habían tapado los ojos y recordar que estaba atada por las muñecas y tobillos. Concentro todos sus sentidos en quien estaba ahora acariciando sus pechos al descubierto.

Eran unas manos enormes, y sabían lo que hacían, pues sus pezones ya estaban erectos y una humedad incipiente comenzaba a invadirla. Ahora sentía su aliento sobre su vientre, unos labios comenzaron a besar su piel.

Los labios, comenzaron a subir por su piel hasta llegar a uno de sus pezones. Minu se estremeció al sentir como esos labios tomaban su pezón y una lujurienta boca lo succionaba.

Las manos bajaron por su vientre y de un furioso tiron le arranco la única prenda que llevaba. Minu gimió cuando aquellas enormes manos comenzaron a acercarse a su pubis. Los besos continuaron por su cuello hasta llegar a sus labios.

Minu respiro el aroma del hombre, cuando su aliento llego a su rostro, olía a almizcle mezclado con olor de excitación animal. Sus labios intentaron resistir, pero era tal la suavidad del hombre que Minu se dejo llevar por la pasión y acepto calurosamente el beso.

Sus bocas se abrieron y la lengua de el, la invadió con ferocidad. Minu nunca había sentido nada igual. La lengua era enorme y casi no podía albergarla en su boca. Durante unos instantes pensó que la lengua seguiría entrando hasta asfixiarla pero se detuvo para saborear su paladar.

Las manos separaron los labios del sexo de Minu, y comenzaron a palpar su interior. Minu comenzó a temblar por el calor que crecía en su interior. La boca del hombre se alejo de su rostro y se dirigió a su a donde nacia su monte de venus.

Todo su cuerpo se estremeció cuando esa lengua comenzó a lamer su centro del placer. Los labios atraparon su clítoris y su boca comenzó a succionarlo ruidosamente. Minu se dejaba llevar por el placer.

Volvió a sentir las manos del hombre en la entrada de su sexo. Dos dedos humedecidos por sus abundantes efluvios entraron en ella hasta toparse con su himen. La otra mano se dirigió a su culo donde tras unos instantes de búsqueda comenzó a acariciar su flor de loto y a introducir lentamente un dedo en el.

Hombre inicio un lento vaivén, introduciendo y sacando sus dedos de forma que Minu siempre tenía alguno en su interior. Minu comenzó a gemir cada vez más fuerte. En las puertas de un orgasmo. El hombre aumento el ritmo cada vez más, como si siente la proximidad de su orgasmo. Tragando todo lo que emanaba cada vez mas el coño de Minu.

Minu comenzó a llorar de placer, cuando los músculos de su vagina apresaron los dedos del hombre. Minu sintió locamente su segundo orgasmo, con más plenitud que el anterior. La sensación de aquellas manos, tan grandes y fuertes era muy diferente de las manos de las cortesanas que la habían lavado. Además su propio olor la excitaba y sus labios le parecían el mejor manjar que había probado nunca.

Una vez que las convulsiones cesaron. El hombre se retiro, no sin antes lamer las lágrimas que había derramado Minu y cubrirla con una gran manta. Ella escucho como el hombre recogía sus ropas y con fuertes pisadas abandonaba la habitación. Minu comenzó a pensar en lo que había pasado, en las mujeres que la habían lavado y este desconocido que le había propinado tanto placer y ternura. No, este no podía ser Lord Alby. Razono Minu al recordar las historias tan horribles que se contaban de el, encerrada en estas cavilaciones se durmió, sin tener la menor idea de lo que le esperaba en el día de mañana.