La esclava de Lord Alby (01)

Este es el comienzo de la odisea de minu, que la llevará a conocer las mas altas costas del placer.

El carruaje avanzaba pesadamente, las enormes ruedas de madera se habrían paso entre el lodo y las piedras que cubrían el camino, que no era mas que un sendero sinuoso que se adentraba en el oscuro bosque lleno de maldiciones y leyendas.

Los truenos retumban a su alrededor, la joven levanta la vista y contempla los rayos a través de los gruesos barrotes del carruaje. Esta maniatada, tumbada sobre varias lonas pestilentes. La joven había llorado desconsoladamente durante horas, pero sus lágrimas ya se habían secado. En su mente aun sonaban los gritos de impotencia de su madre, que observaba como unos hombres la agarraban, maniataban y encerraban en el carruaje, mientras un uniformado soldado de la corte, leía en alto el edicto por el cual el rey tomaba posesión de la joven “Minu Aldeen”, como pago de los tributos atrasados de su padre.

Minu, contemplo asustada como se formaba una silueta en el horizonte, sobre una escarpada loma se alzaba un imponente castillo, ribeteado de numerosas torres, aterrada cerró los ojos y se dejo caer en la inconciencia.

Unas manos recorrían su cuerpo, una esponja húmeda se restregaba contra todos los pliegues de su cuerpo, Minu abrió lentamente los ojos y contemplo a las mujeres que la estaban bañando. Parecían cortesanas de palacio, pero cada una de ellas llevaba un collar con una arandela. Minu intento hablar pero las palabras no salían de su boca, la esponja fue bajando por su vientre, derramando un agua perfumada, hasta llegar a un lugar que le produjo estremecimientos que recorrieron todo su ser, Minu cerro las piernas por la vergüenza, poco a poco se daba cuenta de su situación, estaba completamente desnuda, dentro de una gran cuba de madera, llena de agua que olía a rosas, rodeada de desconocidas. Las mujeres sonrieron entre ellas, una venda cubrió sus ojos y numerosas manos se sumaron a las que ya la acariciaban. No podía creerlo, un calor creció dentro de ella, mientras aquellas manos recorrían todo su cuerpo. Unos labios suaves como los pétalos de una flor, comenzaron a besar su piel.

Minu sintió como sus pezones se endurecían por el efecto de las caricias , que eran cada vez mas osadas, antes de darse cuenta dos bocas lamían sus pezones, succionándolos. Una tercera boca beso su cuello y comenzó a subir beso a beso, hasta que las dos bocas se tocaron. Minu intento resistirse pero los temblores que la sacudían anulaban su voluntad, sintió como una lengua luchaba por entrar en su boca, consiguiéndolo poco a poco hasta estar completamente en su interior, la lengua comenzó a lamer su paladar.

Sus piernas ya estaban abiertas y la esponja dejo escapar un reguero de agua sobre el sexo de Minu. La esponja volvió húmeda a restregarse contra su sexo. Sentía que se desvanecía en la negrura, no podía soportar tanto placer. Unas manos expertas comenzaron a acariciar su sexo, palpando sus labios, reconociendo centímetro a centímetro su sexo. Los expertos dedos recorrieron los labios exteriores hasta llegar al nacimiento de su clítoris, que ya había cobrado turgencia y un vivo color rosaceo, los dedos pasaron al interior y comenzaron poco a poco abrir sus labios, dejando a la luz su pequeño orificio, un dedo se introdujo lentamente por su vagina lo suficiente para comprobar la resistencia que oponía el himen.

La negrura se convirtió en luz, cuando su cuerpo se convulsiono, todo su ser temblaba del placer, su interior se convirtió en fuego y volvió a la inconciencia con el placer de lo que era un orgasmo que le pareció eterno.

Minu recupero la conciencia lentamente, estaba atada por las muñecas, pero las ataduras eran suaves al tacto, parecía estar atada con terciopelo, sus piernas estaban también inmovilizadas abiertas. Sentía frió por todo su cuerpo, pero no estaba completamente desnuda, sentía una suave prenda ocultando sus intimidades. Sintió la presencia de otras personas en la habitación, continuo con los ojos cerrados.

-Es muy hermosa –dijo una mujer, seguramente una de las que la había limpiado y proporcionado tanto placer- Tiene un cuerpo inmaculado.

-Virgen…-contesto otra mujer, su voz denotaba respeto- el amo disfrutara mucho con ella, solo espero que no estropee su bello cuerpo-

-Lord Alby hará lo que le apetezca, como siempre ha hecho –contesto una tercera voz, de tono mucho mas sereno y añoso- aunque es verdad que esta chiquilla casi parece un ángel- dijo con un pequeño temblor en la voz, como si tuviese remordimientos- Vámonos, Lord Alby llegara en cualquier momento.

Minu escucho pasos rápidos y el crujir de una gran puerta al cerrarse. Cuando tomo suficiente valor abrió los ojos y contemplo la estancia, solo dos velas iluminaban lo que parecía una gran habitación, de una pared colgaban látigos de todas las formas y tamaños y numerosos objetos de los que Minu desconocía completamente su uso. Minu sintió como un gran peso tiraba de sus parpados. El cansancio se apoderaba de ella. Antes de perder la conciencia susurro el nombre del que seria su amo a partir de ese día… “Lord Alby”.