La esclava de Gor 2. Cedida a los Amos del Sur.

La visita de unos Amos extranjeros hace que la esclava deje de ser de usada en exclusivo por su Amo.

Mi Amo ya lleva varias lunas llenas en la aldea. Yo soy feliz. Como él es un casta roja, un guerrero que necesita acción, sustituye el ejercicio de la lucha por el sexo. Al menos tres veces al día busca cualquier excusa para azotarme y acto seguido usarme con su energía desbordante. En cuanto recibo los azotes mi fuego se inunda y mi único deseo es sentir su kiva dentro de mi. De día me usa en cualquier lugar de la casa, en la cocina, frente al hogar o en el corral. Como la mayoría de los goreanos, a mi Amo no le da reparo usarme en público, ante la mirada de los transeúntes. De hecho, usar a la kajira en público es una reafirmación de la virilidad y el poder del Amo sobre su esclava. Durante el día generalmente no me permite entregarle mi placer. Es por eso que ando todo el día con mi fuego ardiendo, deseando que vuelva a azotarme y que me posea con su kiva. De día me usa relativamente rápido tratándose de un goreano. En media hora acaba descargando su placer dentro de mí. Pero por la noche, me usa sobre las pieles de su dormitorio y entonces se toma su tiempo. Y me permite entregarle mi placer tantas veces como se lo ruego. Y entonces es cuando más feliz soy y más kajira me siento.

Hoy las kajiras en el mercado me han dicho que van a venir Amos de visita. Amos del Sur y del Norte que vienen a pactar una tregua en la guerra que hace tiempo que los enfrenta. Las kajiras andaban revueltas porque la cortesía goreana supone ceder el uso de las esclavas de los huéspedes a los visitantes. No creo que me afecte, mi Amo siempre me ha usado en exclusiva. Cuando le he acompañado a la taberna siempre se ha negado a cederme a otros Amos que le pidieron usarme. Hoy  él también estaba nervioso. Esta mañana me ha usado pero apresuradamente y luego me ha advertido que por la tarde vendría un Amo extranjero a visitarle y que me esmerara en el servicio.

El Amo que ha venido de visita es extraño, viste una especie de túnica  y pantalones de tela en vez de los de piel que usan los Amos de aquí. Mi Amo y él no han parado de hablar mientras yo preparaba el café goreano en la cocina. Pero cuando me he arrodillado en posición nadu frente a él para ofrecerle la humeante infusión, él se ha parado a contemplar el servicio. Yo estaba nerviosa, sé que para los goreanos el rito del servicio es muy importante y los azotes que recibí del esclavista durante mi adiestramiento cuando practicaba la ceremonia del servicio a un Amo me lo dejaron bien claro. Como siempre en casa de mi Amo, he servido desnuda. Arrodillada frente al Amo extranjero con mis piernas bien separadas como corresponde a una kajira de seda roja, mostrando mi fuego abierto y tras dar un leve sorbo a la bebida para comprobar que no estaba envenenada, se la he ofrecido con los brazos extendidos y la mirada humillada. El Amo ha tomado la copa en sus manos y tras beber de ella le ha dicho a mi Amo:

  • Tienes una kajira hermosa y veo que está muy bien adiestrada.
  • Bueno, para ser una salvaje de la Tierra no está mal. Aunque a menudo tengo que usar el látigo para corregirla. -  respondió mi Amo, siguiendo la costumbre de los goreanos de menospreciar a sus kajiras, aunque yo sabía que él estaba orgulloso de mi.
  • Sí, desde luego el látigo es el único lenguaje que entienden estas bestias, especialmente las salvajes. Me gustaría usarla, su fuego luce ardiente y apetecible.

Me estremezco al oír las últimas palabras del extranjero. Mi Amo me desvirgó tras comprarme y sólo él me ha usado desde entonces. En cierta forma el ser de su uso exclusivo me hace sentir como una kajira especial, apreciada por su Amo. Y más desde que he aprendido a entregarle mi placer. Veo que mi Amo duda por un instante pero finalmente responde al Amo extranjero:

  • Desde luego, puedes usarla, para eso están las kajiras, para reconfortar a los Amos.

El Amo extranjero asiente con un leve cabeceo y después me da la orden de colocarme en posición de uso. Yo me apresuro a obedecer y ofrezco mi fuego abierto arrodillada a 4 patas y el culo alzado en pompa. Nunca he entendido que los Amos usen a las kajiras delante de otros, supongo que algo de pudor me queda de mi vida en la Tierra, pero a los goreanos les parece de lo más normal. Mientras mi Amo se acomoda sobre las pieles de la sala a contemplar el espectáculo, el Amo extranjero me sujeta de las caderas y sin ningún preámbulo clava su kiva en mi fuego. La penetración me resulta dolorosa puesto que mi fuego no está inundado como cuando mi Amo me da unos azotes previos para prepararme. El Amo extranjero me usa con furia, despiadadamente, como les gusta a los Amos goreanos usar a las kajiras en público, para demostrar su ferocidad. Yo contraigo mi fuego y agito mis caderas. Sé que de esta forma le doy más placer y es la forma de acortar el suplicio. Tras 20 interminables minutos de brutales embestidas descarga su placer dentro de mi. El Amo extranjero gruñe satisfecho y me azota con fuerza las nalgas con la palma de la mano.

  • Excelente kajira, su fuego es realmente ardiente. Me gustaría que mañana por la tarde me la enviaras a mi habitación en la taberna. Para poder usarla con más tranquilidad.

Lo que le pide el extranjero a mi Amo ya no es tan habitual, pero mi Amo sabe que conviene tenerle contento para favorecer  las negociaciones.

  • Bien, te la enviaré cuando el sol empiece a bajar.

Cuando el Amo extranjero se marcha, mi Amo me ordena la posición de uso. Parece que contemplar cómo el visitante me usaba le ha excitado y sin mediar azotes previos me usa con la misma furia que el extranjero. Por suerte mi fuego está lubricado con la simiente del otro Amo y ya no resulta tan doloroso.

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Al día siguiente, cuando el sol empieza a bajar, mi Amo me ordena vestir mi camisk e ir a la taberna. Cuando llego a la taberna, el tabernero me contempla con  el desdén habitual con el que los libres contemplan a las esclavas:

  • ¿Qué haces por aquí sola, kajira?
  • Mi Amo me ha enviado a servir al Amo extranjero del Sur, Amo Tabernero - respondí arrodillada y mirando al suelo.
  • Bien, entonces sube al piso. Está en la segunda puerta a la derecha.

Cuando entro en la habitación el Amo extranjero aguarda tendido sobre las pieles y vestido únicamente con sus pantalones de tela.

  • Desnúdate y acércate a las pieles kajira.

Me quito el camisk y gateo hasta donde el Amo está tendido. Tras contemplar con mirada lujuriosa mi cuerpo desnudo y mi fuego abierto, el Amo me dice:

  • Dame placer con tu boca, kajira.
  • ¿Con la boca Amo?
  • ¿Qué te sorprende esclava? ¿No sabes que la principal finalidad de las kajiras es dar placer a los Amos? Imagino que tu Amo sólo ha usado tu fuego para conseguir  su placer, son las costumbres de los libres del Norte. Pero en el Sur nos gusta usar todos los agujeros de placer de las kajiras. Descubre mi kiva y lámela. Ya te dirá como hacerlo.

Nerviosa, bajo su pantalón para descubrir su miembro. En la Tierra, aunque nunca estuve con un hombre,  ya había visto los penes humanos, relajados o en erección, pero aquí en Gor no, sólo había sentido dentro de mí la kiva de mi Amo, sin llegar a verla. Al descubrir la del Amo extranjero, compruebo  que es parecida a la de los humanos, pero mucho más grande, aunque esta no parece tener la dureza que noto en la de mi Amo cuando me usa. Empiezo a lamer avergonzada el gran trozo de carne cubierto de piel oscura. El Amo extranjero acaricia mi pelo mientras lo hago.

  • Bien, ahora toma la punta entre tus labios y trágate mi kiva. Aprietala con tus labios y frotala con la lengua

Obedezco tímidamente. El Amo extranjero se impacienta me sujetas la cabeza entre las manos y empieza a marcar el ritmo y la profundidad de las chupadas. Su miembro acaba por penetrar en mi garganta provocandome fuertes arcadas. Noto que ahora está mucho más dura y que ha crecido aun más.Mi saliva chorrea por la comisura de mis labios y siento que me ahogo pero no me atrevo a apartarme o protestar. Cuando siento que estoy a punto de perder el conocimiento por falta de aire, el Amo extranjero saca su kiva de mi boca y me ordena la posición de uso. Yo le ofrezco mi fuego abierto arrodillada frente a él. Antes de usarme, me azota las nalgas con fuertes palmadas:

  • Debes aprender a dar placer a los Amos con tu boca, kajira. Te perdono por ser la primera vez que lo hacías, pero la próxima vez deberás esmerarte.

Dicho esto, clava su kiva en mi fuego de una estocada. Por suerte los azotes me han excitado y la kiva resbala dentro de mi lubricado fuego sin dolor. Las violentas embestidas del Amo extranjero me producen el mismo placer que las de mi Amo. Al cabo de 15 minutos le imploro que me deje darle mi placer:

  • Correte todas las veces que quieras kajira, no hace falta que me lo pidas.

Sorprendida por esta nueva diferencia en las costumbres de los Amos del Sur al usar a las esclavas, al poco tiempo me corro descontroladamente. El Amo sigue embistiendo mi fuego durante 10 o 15 minutos más y yo vuelvo a correrme, esta vez sin pedir permiso. Entonces saca su kiva y empieza a frotarla entre mis nalgas. Gimoteo asustada y mi esfinter se contrae al notar la presión del endurecido miembro sobre mi ojete. El Amo me sujeta con fuerza de las caderas y arremete sin ninguna contemplación. Aullo de dolor cuando finalmente consigue penetrar mi culo. La mezcla de los flujos de mis dos corridas y la sangre de mi culo desgarrado que cubren su kiva  facilita la penetración pero no alivia en absoluto el dolor. Mis gritos de dolor parecen excitar aún más al Amo que acelera las embestidas. Dejo de gemir y sollozar cuando finalmente descarga dentro de mi ano.

Cuando vuelvo a casa, encuentro a mi Amo tenso y malhumorado. Supongo que no le complace en absoluto haber tenido que ceder a su esclava. Sin razón alguna, en cuanto entro en la casa, me ordena la posición de castigo y recibo tres fuertes azotes en mis nalgas ya enrojecidas. Después, como ya es su costumbre en estos casos, me usa con furia. A pesar del dolor en mi culo y mi ano, yo vuelvo a excitarme y pronto noto que me aproximo al orgasmo, pero mi Amo no me da permiso para entregarle mi placer.

Durante los días siguientes van llegando nuevos Amos del Sur y del Norte para participar en las negociaciones. Por las mañanas los Amos se reunen en la sala del consejo a negociar los términos del acuerdo de paz. Cuando acaban, las kajiras acudimos a servirles comida y bebida y después quedamos a su disposición para que nos usen si lo desean. Todas las tardes me han usado dos  o tres Amos. Si me elige un Amo del Sur normalmente usa todos mis agujeros,  de la misma forma que lo hizo el primer Amo. Si es un Amo del norte, se conforma con usar mi fuego. Cuando un  Amo usa mi culo ya no me duele tanto como la primera vez. Algo me dice que estas visitas van a suponer un cambio en mi vida, pero trato de no pensar en ello y obedecer y complacer en todo a los Amos.

Continuará. El Amo de la kajira vuelve a partir, pero esta vez no deja a su esclava sola en casa.