La esclava de Esther (2)

Carmen llorosa se abalanzo a besar los pies de Esther con devoción y jurándole fidelidad eterna. Esther se sintió mas orgullosa que nunca, después de todo lo que le había hecho pasar a su esclava, esta permanecía fiel a Ella.

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LA ESCLAVA DE ESTHER (2)

A la mañana siguiente, Carmen, se sentía feliz de servir a Esther, no deseaba otra cosa, jamás había tenido una experiencia como la de la noche anterior.

Preparo el desayuno a su Diosa y se lo sirvió en la cama. Esther haciendo gala de su crueldad, la tubo de rodillas aguantando la bandeja con las manaos y una vez hubo ella terminado de desayunar le permitió comer las sobras.

Luego dijo a Carmen que irían de compras. Esther se hizo vestir por su esclava, se puso una camisa blanca con el cuello alzado. No se puso sostenes, de modo que sus pezones transparentaban por debajo de la camisa.

Se embutió en unos ajustados pantalones de cuero negro que remarcaban su voluptuosa figura y unas sandalias de taco extremadamente alto y fino que de dejaban sus bellos pies casi al descubierto.

Complemento su vestuario con unos largos collares de perlas, unos pendientes a juego y en sus manos gustaba adornarse con unos gruesos y lujosos anillos de brillantes.

Como en el día anterior, Esther, no quiso llevar a Carmen en su vehículo y le dio la orden de ir al centro de la ciudad en transporte público y de esperarse en la dirección que le indico.

Ya en el centro, Esther llevo a Carmen a un establecimiento especializado en artículos para criadas y asistentas. Allí pidió un par de clásicos uniformes de doncella, negros con delantal blanco, cofia y guantes del mismo color.

Esther dispuso que los zapatos fueran de color negro, totalmente tapados y planos, pues dijo a la encargada de atenderla que los tacones están reservados para la señora y no para chachas, tras este comentario hizo una pequeña sonrisa.

Carmen se sentía ridícula con la cabeza rapada y vestida de doncella, siguiendo los pasos de aquella despampánate mujer, como una perra sigue a su dueña. Eran el centro de las miradas de numerosos transeúntes que por allí circulaban, esto agradaba enormemente a Esther que caminaba orgullosa y segura de si misma, en el fondo era una exhibicionista y encontraba mucho morbo provocando situaciones escandalosas.

Pasaron por delante de una tienda de venta de accesorios para montar a caballo, Esther decidió entrar en ella, no había nadie, solo el dependiente.

Miró algunos de los objetos que allí estaban expuestos, se detuvo en las fustas que se utilizan para montar, cogió una, y la izo rezumbar en el aire, el dependiente seguía los movimientos de Esther con atenta mirada, mientras Carmen permanecía en un rincón con la cabeza bajada mirando al suelo.

-El dependiente se dirigió a ella. Le puedo ayudar en algo señorita?

A lo que ella con tono arrogante contesto.

-No, estoy probando las fustas para ver cual me ira bien para azotar a mi esclava, acto seguido lanzo una carcajada ante el asombro de un ruborizado dependiente que no sabia que cara poner y de la avergonzada Carmen.

Los erectos pezones que se marcaban por debajo de la fina y ajustada camisa blanca ponían de manifiesto la enorme excitación en que se encontraba Esther.

Compro entonces una fusta medianamente larga y muy fina.

Luego llevo a Carmen a un gabinete donde hacían tatuajes y ponían pircings.

Dirigiéndose al dueño del establecimiento le dijo.

-Quiero que ponga unas pequeñas anillas de oro a cada lado del clítoris de mi esclava. En un principio aquel hombre se negó, pero ante la insistencia de Esther y el dinero que esta le ofreció termino por ponérselos.

Tan solo llegar a casa, cuando ya Carmen estaba completamente desnuda, como se le había ordenado, Esther le coloco un pequeño candado que ajustaba las anillas, el clítoris de Carmen quedo a su merced. Luego la izo poner de rodillas ante ella y le tiro la llave del candado al suelo, le ordeno que se la pusiera en una pequeña cadena de oro que adornaba su hermoso tobillo.

Esther azoto con crueldad y sadismo a Carmen, mientras ella le lamía los pies enfundados en las hermosas sandalias de taco alto. Era la primera vez que Esther azotaba a alguien, los latigazos caían sobre la espalda de su esclava una y otra vez, cada vez más fuerte. Carmen des del suelo alzaba la mirada hacia su Diosa para ver la cara de placer que esta ponía mientras la castigaba sin motivo aparente, tan solo por el placer de hacerlo.

Las dos se volvieron a correr al unísono.

A pesar de que Carmen se esmeraba en atender a su dueña a la perfección, los castigos no cesaron, Carmen era azotada con frecuencia por una cada vez más cruel Esther que encontraba un enorme placer en castigar a su esclava y esta, a la vez, en ver a su Reina gozar con ello.

Pero Carmen no había olvidado a su madre. Aunque Esther se había convertido por completo en el centro de su vida, en su único motivo de existencia y creía que su vida cobraba sentido cuando veía a Esther feliz, sintiéndose como una Diosa, aun que fuera a costa de los castigos y humillaciones que ella recibía.

Por las noches en la soledad de su pequeña y austera habitación su mente era un sin fin de dudas y de sentimientos de culpabilidad por haber abandonado a su anciana madre, pero por las mañanas se sentía dichosa y gozaba de contemplar la espléndida belleza de su Ama.

Un día en la que Esther andaba con un hermoso batín de seda blanco, largo hasta el suelo, que favorecía enormemente su bronceado, Carmen arrodillada ante ella calzándole las zapatillas decidió pegar la frente al suelo pidiendo permiso para hablar. Esther la ignoro por completo y le ordeno preparar el desayuno.

  • Espero a unas amigas, pero yo misma abriré el portero, tú te vas a la cocina y esperas a que te llame con la campanilla para servirnos el desayuno en la terraza, no hace falta que te pongas el uniforme.

Las amigas no tardaron en llegar, eran dos bellas modelos como ella. Judit, rubia y ojos azules y Sandra morena con el pelo a media melena.

Pasaron a la terraza al lado de la piscina y se acomodaron en unos sillones. Entonces Esther hizo sonar la campanilla y al momento apareció Carmen con una bandeja de plata llena de pastas y zumos de fruta.

Judit y Sandra se miraron y se pusieron a dar grandes carcajadas.

  • Pero que es esto tan feo, dijo la hermosa Judit riéndose aun más con ganas.
  • Es mi esclava, contesto Esther.
  • Pero si parece un sapo, agrego Sandra jajaja.

Carmen oía los comentarios de las bellas modelos con la cabeza agachada.

  • A que esperas imbécil! deja la bandeja encima de la mesa! Y arrodíllate ante mi presencia, que has perdido el respeto a tu Diosa?.

Al momento Carmen estuvo postrada en el suelo besando los hermosos pies de Esther, ante el asombro de sus amigas que no daban crédito a lo que estaban viendo.

Bien estúpida, ahora mientras desayunamos quiero que nos lamas los pies a las tres.

Esther contó a sus amigas lo fácil que fue tener a Carmen como esclava. De vez en cuando tiraba un pequeño trozo de pasta al suelo y Carmen lo devoraba al instante, mientras las tres bellezas se divertían en humillar a la pobre Carmen riéndose de su físico.

Esther movió el pie y con el impulso hizo que una de sus zapatillas fuera a caer a la piscina.

  • A que esperas perra para ir a buscar mi zapatilla!.
  • Pero yo no se nadar, Alteza!
  • Alteza?, rieron Judit y Sandra.
  • Y a mí que me importa que no sepas nadar! le contesto Esther a Carmen. Y de una fuerte patada la tiro dentro del agua.

Esther, Judit y Sandra contemplaban divertidas como Carmen hacia todo lo posible para no ahogarse mientras la cruel Esther le exigía que le trajera la zapatilla.

Finalmente y después de un buen rato de diversión y viendo que Carmen no podría salir de la piscina sin su ayuda, decidieron lanzarle una cuerda para que saliera del agua, pero Esther le ordeno que cogiera la zapatilla con la boca.

Ya una vez fuera Carmen respiraba profundamente debido al gran esfuerzo que tubo que hacer para no morir ahogada y a que entre sus dientes sujetaba la zapatilla de su Ama.

Con una amplia sonrisa Esther le acerco su divino pie para que se lo calzase al momento que dirigiéndose a sus amigas dijo.

  • Que asco, ahora tendré que hacer cambiar el agua de mi piscina. A lo que Judit añadió, por supuesto Esther yo no me bañaría después de haber estado dentro este asqueroso sapo, jajaja.

A Carmen le dolían profundamente estos crueles comentarios pero los aceptaba con resignación ya que su Diosa se divertía con ellos.

Acto seguido Esther ordeno a Carmen.

  • Coge la bandeja de plata y ponte de rodillas sujetándola con las dos manos.

Esther se puso de espaldas a ella y aparto su lujoso batín de seda, se agacho un poco y comenzó a defecar en la bandeja que sujetaba Carmen.

Judit y Sandra contemplaban la escena entre asombradas y divertidas.

Una vez Esther hubo terminado ordeno a su esclava que le limpiara el culo a lo que Carmen se negaba y hacia muecas de asco.

Sandra deseosa de participar en la humillación se acerco y agarrando la cabeza de Carmen la forzó a pegar su lengua en el divino trasero de Esther mientras le taponaba la nariz para obligarle a abrir la boca y lamerle el culo.

Judit viendo a Esther que gozaba de ello también se acerco y la morreo mientras le masajeaba los pechos al tiempo que Esther se acariciaba le clítoris hasta alcanzar un maravilloso orgasmo.

  • Bien, dijo Esther, aquí tienes tu desayuno. Comete mis heces son las sobras de hoy jajajaja…..Las crueles carcajadas de Esther fueron acompañadas por las de sus dos compañeras.
  • No esto no! se lo suplico Divina Majestad, esto no, que me da mucho asco!
  • Te dan asco mis sobras estúpida esclava? Esther cogio una rebanada de pan y se la tiro dentro de la bandeja.
  • Ten, acompáñalo con pan, quizás te baje mejor jajaja.
  • No por favor Ama, continúo suplicando Carmen.
  • Pero quien te a dado permiso para hablar perra? Y le dio una patada en la cara.

Entonces Esther se ausento un momento y volvió blandiendo el látigo. Carmen se puso a temblar temerosa de ser azotada con saña y crueldad, su espalda aun se distinguían las marcas de anteriores azotes.

  • Sandra intervino. La vas a azotar?, que divertido!
  • Vamos esclava te ordeno que te comas mis heces y no me hagas enojar mas de lo que estoy.

Ante la reiterada negativa de Carmen, Esther empezó a darle unos fuertes azotes hasta que Carmen si mas remedio comió la rebanada de pan untada en la heces de Esther y luego fue obligada por Judit a lamer los restos que quedaba en la bandeja, mientras Esther contemplaba complacida como su esclava había cumplido con su cruel capricho.

Las tres modelos se marcharon a terminar de pasar el día en la ciudad. Antes de salir, Esther ato el collar de Carmen con una cadena de acero en una barandilla de la terraza.

Esther volvió a su duplex a altas horas de la noche. Durante el día hacia calor, pero por las noches refrescaba, Carmen estaba helada. Esther salio a la terraza y la encontró acurrucada resguardándose del frió.

  • OH pobrecita hoy me he portado muy cruelmente contigo verdad?
  • Carmen no podía ni hablar debido al frió que había pasado.
  • Anda desnúdame que me quiero ir a dormir, estoy muy cansada. Mientras Carmen hacia lo que podía para desnudar a su dueña, esta le pregunto.
  • Esta mañana te has postrado ante mi con la frente pegada al suelo en señal de querer hablar, verdad esclava?
  • Sí Alteza.
  • Que querías decirme?
  • Vera Divina Diosa, quería suplicarle permiso para visitar a mi anciana madre.
  • Puedes ir a visitar a tu vieja siempre que quieras, pero si te vas no vuelvas a mis pies. Te deje muy claro que era yo y solo yo el centro de tu vida verdad?
  • Sí Majestad!
  • Entonces decide, o te vas a ver a tu pobrecita madre, dijo Esther con un tono de burla. O te quedas a mis pies sabiendo todo lo que te espera.

Carmen llorosa se abalanzo a besar los pies de Esther con devoción y jurándole fidelidad eterna.

Esther se sintió mas orgullosa que nunca, después de todo lo que le había hecho pasar a su esclava, esta permanecía fiel a Ella.

CONTINUARÁ