La esclava de Esther (1)

Aquel día, Esther, como si ya considerase que Carmen tenia una obligación hacia a ella, le acerco el pie, esperando que Carmen le calzase las sandalias. Y Carmen lo hizo con ilusión y devoción, entonces Esther le ordeno. -Bésame los pies, Chacha!

LA ESCLAVA DE ESTHER (1)

Carmen era una mujer poco agraciada físicamente, regordeta y más bien feúcha. Vivía con su madre, una mujer ya mayor, el padre había muerto hacia unos años.

Todo y sobrepasar los cuarenta, no había mantenido relación sentimental con ningún hombre. Carmen sentía una especial atracción hacia las mujeres, pero nunca se había atrevido a manifestar sus sentimientos a nadie, llevaba muy íntimamente su condición de lesbiana. A sus años aun permanecía virgen.

A pesar de ello, Carmen se sentía afortunada, trabajaba en un complejo estético-deportivo dedicado al culto al cuerpo, donde acudían famosas y pijas adineradas para mantenerse en forma y conservar su belleza. Allí había podido ver a algunas de las protagonistas de las revistas del corazón de las que Carmen era una asidua devoradora.

Las admiraba y soñaba con ellas, se deleitaba viendo su bellaza, de la cual ella nunca podría ni asemejarse.

El complejo constaba de gimnasio, piscina climatizada, pista de tenis, mini-golf, sala de masajes, peluquería y salón de belleza. Había unos camerinos particulares donde las señoras se podían cambiar de ropa para practicar su deporte favorito. Luego una vez terminada la sesión podían tomar un baño en un jacuzzi y volverse ha vestir con sus ropas de calle.

Carmen asistía a las señoras en el camerino, su misión era recoger y guardar la vestimenta, prepararles el baño y maquillarlas una vez hubiera terminado.

Una mañana entro en el camerino donde ella prestaba sus servicios una joven de unos veinte cuatro años, alta y bien proporcionada, pelo rubio cortado de forma asimétrica. Llevaba unas grandes gafas de sol que cubrían unos ojos felinos de color miel y hacían resaltar unos carnosos labios pintados de un granate brillante.

Vestía una blusa blanca y una falda de cuero negro muy corta que dejaba al descubierto sus bien torneadas y bronceadas piernas. En el ombligo, también al descubierto, lucia un gran pircing. Calzaba unas sandalias blancas de alto y fino tacón sin coreas que las sujetasen al pie por la parte trasera.

Carmen se dirigió a ella con unos "buenos días señorita", saludo que no le fue correspondido por parte de la joven que la ignoro totalmente. Se comportaba de una forma totalmente arrogante y altiva. Casi ordenándoselo le dijo que le preparara el baño para cuando terminase en el gimnasio.

Se cambio y se puso un Chándal. Una vez sola, Carmen se dispuso a recoger la ropa de la señorita, guardo la blusa y la falda en un armario, entonces vio que la joven también se había quitado un diminuto tanga de color negro, Carmen lo cogió y no pudo contenerse en olerlo, el aroma que desprendía la excito y asegurándose que no la veía nadie lo lamió con deleite hasta correrse.

Nunca antes había experimentado aquella agradable sensación.

La joven termino su sesión de gimnasio y se dirigió al camerino para relajarse en el jacuzzi que Carmen ya tenia preparada.

Estuvo unos veinte minutos en el baño, al salir, Carmen la estaba esperando con el albornoz para ayudarla a secarse y a maquillarse. Cuando estuvo a punto le trajo las alhajas que se había sacado para la gimnasia: pendientes largos, anillos y un gran collar de perlas.

Se vistió, cuando iba a calzarse, Carmen estaba postrada en el suelo para ponerle las sandalias. Sin mediar palabra ni agradecerle su servitud la señorita salió del camerino dejando en el suelo un billete de veinte Euros de propina.

Pasaron unos días, Carmen permanecía atenta para ver si tenía la suerte de poder atender otra vez a la joven, la cual le había hecho sentir una especial sensación que nunca jamás había sentido anteriormente con nadie.

Estaría enamorada?, este pensamiento le venia constantemente a la cabeza. Si era así, era un amor imposible, ella una simple asistenta ya mayor, enamorada de una joven pija adinerada, no era posible.

Al cabo de unos días la volvió a ver, pero esta vez no acudió al camerino donde ella estaba, Carmen hizo lo posible para observarla, la espió en el gimnasio y en la piscina donde un minúsculo bikini resaltaba su espléndido cuerpo.

Carmen sufría en secreto el amor imposible hacia aquella joven, se conformaba con poderla atender, en oler otra vez su tanga, en poder calzarle las sandalias, no pedía ni aspiraba a nada mas.

Hizo lo posible para volver a coincidir con ella en el camerino. Otra vez el mismo ritual, la señorita se mostraba altiva y arrogante con ella y ella sumisa con la joven que supo entonces que se llamaba Esther.

Aquel día, Esther, como si ya considerase que Carmen tenia una obligación hacia a ella, le acerco el pie, esperando que Carmen le calzase las sandalias. Y Carmen lo hizo con ilusión y devoción, entonces Esther le ordeno.

-Bésame los pies, Chacha!

Carmen, dudosa y aturdida besó con deleite y adoración aquellos perfectos pies de piel sedosa y uñas pintadas de rojo oscuro.

Entonces Esther soltando una carcajada le dijo.

-Te va el rollo masoca verdad perra?

A lo que Carmen no supo que contestar, ella solo quería adorarla como una Diosa, estaba profundamente enamorada de Esther y haría lo que fuese para estar en su presencia y así se lo hizo saber.

Esther le dijo que estaba pensando en tomar a una esclava y había observado su carácter sumiso por lo que estaba dispuesta a aceptarla como tal.

Aquella propuesta retumbo en la mente de Carmen, se le presentaba la oportunidad de su vida, estar cerca de la persona de la que se había enamorado profundamente como nunca antes lo había hecho y serle útil, sirviéndola en todos sus caprichos, esta sensación la excitaba, no podía rehusarla; pero, por otra parte estaba su madre, mayor, sola, que hacer?.

Esther le exigió que tomara una decisión en aquel mismo momento, no iba ella ha estar esperando la decisión de una simple asistenta.

Y mientras Carmen seguía besando y lamiendo los pies a Esther, le contesto afirmativamente con un.

  • Sí acepto.

-Bien, dijo Esther, pero detrás de cada respuesta deberás añadir la palabra Alteza o Majestad.

Antes de aceptarte definitivamente debo exponerte las condiciones que tendrás que aceptar si de verdad quieres ser mi esclava.

-Estarás 24 horas a mi servicio durante 7 días a la semana.

-En casa iras siempre y completamente desnuda.

-Te cuidaras de todo lo que se refiera a los quehaceres de la casa: limpieza, comida, lavar, planchar la ropa, lustrar zapatos etc.

-Cuidaras de mi cuerpo, preparándome el baño, dándome masajes, asistiéndome en el maquillaje, vistiéndome y sirviendo las comidas.

-Nunca comerás antes que yo, comerás las sobras, si quedan.

-Yo mantendré relaciones sexuales cuando y con quien me plazca, por el contrario, tú, permanecerás virgen, tu sexualidad me pertenece y solo yo decidiré si puedes o no tener placer.

-Recibirás, por mi parte, castigos y humillaciones, ya sea por faltas que cometas o por que a mi me venga a gusto castigarte.

-Ante mi permanecerás postrada de rodillas, y en privado, cuando tengas que decirme alguna cosa esperaras arrodillada con la frente pegada en el suelo a que yo te autorice ha hablar.

-Por supuesto no percibirás ninguna remuneración económica.

Estas de acuerdo?

Antes de contestar Carmen, que en aquellos momentos estaba enormemente excitada, le dijo ha Esther.

-Pero y mi madre? depende del dinero que yo le paso, ella cobra muy poco.

Esther enormemente enojada le contesto.

  • Y a mi que me importa tu madre, idiota!, crees que soy de una entidad benéfica?. Si aceptas las condiciones que te he propuesto seré yo, y solo yo, la que ocupe el centro de tu aburrida y monótona vida entiendes estúpida!.

Y con el sexo ya mojado, Carmen hincó la cabeza en el suelo y dijo.

-Acepto sin condiciones su propuesta Alteza!.

Entonces fue Esther la que noto su sexo mojado por el morbo que le producía ver a Carmen postrada ante ella convertida en su esclava y rió enormemente complacida.

-Muy bien perra, ahora pedirás el despido y te vendrás conmigo.

Antes de marchar definitivamente Esther dijo a Carmen.

-He pensado que una esclava debe ir con la cabeza rapada, así que vamos a la peluquería.

Dirigiéndose a la peluquera en un tono imperativo, Esther le dijo que le rapara la cabeza al cero a su chacha. Carmen agacho la cabeza, callaba y no decía ni una palabra, sentía una extraña sensación entre vergüenza y excitación.

La peluquera no salía del asombro, conocía a Carmen desde hacia tiempo y no entendía que pasaba.

Era la primera de las muchas humillaciones que Esther sometería a Carmen en público.

Ya en la calle, Esther pidió que le trajeran su coche. Un portero le acerco su lujoso deportivo descapotable de color negro.

Entonces dirigiéndose a Carmen le dio una tarjeta con su dirección.

-Te presentas cuanto antes en mi domicilio, si no estoy esperas en la calle, no pretenderás que te monte en mi coche!. jajaja

Antes de subir al vehículo, Esther le ofreció un pie a Carmen que ante los incrédulos ojos del portero se arrodillo y beso.

Carmen se apresuro para llegar a la dirección indicada, era un edificio muy alto de aspecto lujoso situado en uno de los barrios mas adinerados de la ciudad. El conserje le dijo que no había visto llegar a la señorita Esther.

Pasaron unas horas y Esther no llegaba, Carmen empezaba a pensar que todo era un juego. Anochecía cuando vio el descapotable que entraba en el aparcamiento. Carmen sintió entonces un cosquilleo de excitación, se preguntaba como seria su primer día al servicio de Esther.

Durante aquellas largas horas de espera no había podido dejar de pensar que seria de su madre sola, pero estaba profundamente enamorada de Esther y ya era hora que ella pudiera hacer su vida aun que fuese de esclava de la mujer a la que amaba.

El ruido de los tacones indico a Carmen que su Diosa se estaba acercando, al llegar a donde ella se encontraba, le soltó.

-Hace mucho que esperas, perra?.

-Sí alteza, contesto Carmen

Señalándole el ascensor de servicio le ordeno que subiera al ático.

Mientras Esther hacia lo mismo por el ascensor de señoras y señores. Al llegar arriba Carmen estaba esperando, Esther abrió la puerta y solo entrar le propino una tremenda bofetada a Carmen, a la vez que le decía.

-No te dije que ante mi debes postrarte de rodillas?

Carmen hincó las rodillas en el suelo y con una voz tímida pidió perdón, lo que complació enormemente a Esther.

Luego le ordeno que se desnudara completamente, Esther se carcajeo del cuerpo de Carmen y de sus defectos.

-Pareces una cerda en vez de una perra, jajaja…!

Saco de su bolso un collar de perro con una cadena y le dijo.

-Este collar lo tienes que llevar siempre, y le recalco la palabra, siempre, entiendes?.

-Sí Alteza.

-Muy bien yo ya he cenado, por lo tanto no hay sobras para ti, jajaja.

Esther cogió de la cadena y la llevo como una perra a cuatro patas enseñándole las dependencias del lujoso apartamento.

El piso era un espacioso duplex en el ático de aquel edificio, se lo había comprado y regalado su millonario papá cuando termino la carrera de económicas. Pero Esther no ejercía de economista si no que trabajaba de modelo para una prestigiosa firma.

Primero le enseño la cocina, al lado había un pequeño cuarto con un colchón en el suelo, un inodoro y una ducha, Esther le dijo que aquel era el sitio adecuado para una esclava como ella.

Al otro lado de la cocina había un espacioso comedor que daba a una amplia terraza. En el piso superior se encontraban las habitaciones, la de la señorita llevaba incluido un gran baño con los grifos chapados en oro.

También había otra terraza con piscina incluida. El ático tenia unas magnificas panorámicas de la ciudad.

Después de la visita al apartamento, Esther ordeno a Carmen que le preparara el baño. Una vez Esther se hubo relajado le dijo.

-Veamos, perra, como haces sexo oral, Carmen se puso a lamer el rasurado coño de Esther. Las dos, Reina y esclava alcanzaron sendos fabulosos orgasmos. Aquel día, Esther permitió a Carmen que se corriese, era la primera vez en su vida que lo hacia en presencia de otra persona, para ella fue maravilloso, inolvidable.

CONTINUARA