La epidemia (y 3)

Donde se acaba la plaga, y se hacen profundas reflexiones melancólicas al respecto.

La epidemia (y 3)

Donde se acaba la plaga, y se hacen profundas reflexiones melancólicas al respecto.

Han pasado varios días desde que se extendió la enfermedad, una afección que hacía que nuestros deseos sexuales se exteriorizasen de forma impúdica. No nos sucedía a todos, había gente que por su especial talante era incapaz de verse afectada, pero a los que habíamos caído en esta patología llevábamos unos días agotadores. Nuevas experiencias, nuevas gentes o incluso las mismas historias de siempre pero tomadas con un especial ardor o simplemente un cariño distinto.

El pánico había sido grande, las escuelas habían cerrado, los pequeños comercios estaban vacíos, nadie quería acabar yaciendo con el tendero del barrio y luego recordarlo cuando todo pasará. Los informativos se transmitían ahora desde fuera de la ciudad, desde Barcelona, ciudad siempre más europea, civilizada, moderna y asexuada que la capital. El gobierno guardaba un hermetismo culpable, no sabía, no entendía y aun que quería, no podía hacer nada. Vete a saber lo que estaban haciendo, no habían huido de la ciudad.

Las organizaciones internacionales de salud mandaron sus expertos, bloquearon los trayectos aéreos desde la ciudad. Los mismos americanos, potencia amiga, nos mandaron unos hombrecillos emplasticados cual preservativos, desde su Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (el CDC famoso de las peliculillas de virus letales). Todo fue inútil, varios de los científicos, según iban llegando a la zona de riesgo fueron cayendo en el mal que habían pretendido clasificar. Les podías encontrar por las escasas tascas sin corromper, que quedaban por el centro de Madrid, intentando que las aguerridas nativas les hicieran caso. Pobres hombres, fueron repatriados por sicarios mormones de inquietante sexualidad, arrastrándolos por suelos llenos de servilletas de papel y cáscaras de gambas, seguro que ahora están haciendo de extras en Alaska, para alguna serie televisiva pseudo científica.

No se ha sabido como, ni el porque, pero todo ha ido pasando, demasiado rápidamente. La vecina nos rehuye, le hemos visto con un individuo trajeado, en plan parejita formal, seguro que lo pilló en uno de sus escarceos orgiásticos y se han reciclado ahora para el bien, ya son gente de orden. Mi mujer entre el mosqueo que se trae por este hecho y que ya le ha venido la regla, pues no me quiere ni ver.

En la oficia, todo ha vuelto a la normalidad, trabajo rutinario, horarios absurdos, y la chica del piercing que ahora solo me sonríe, le he intentado convencer de que nos hiciéramos un pequeño homenaje, un viajecillo a un bonito hotel con discreto encanto, para pasar la convalecencia, pero solo me sonríe, algo es algo.

Es una pena, mientras follábamos o simplemente retozábamos las guerras que nos rodeaban se nos olvidaban, los males físicos se nos atenuaban y se hacían bastantes amistades curiosas. Daba un poco de vergüenza cuando nos daba el apretón y nos metíamos en cualquier portal a meterle mano a esa señora que a su vez se derretía con ojos lánguidos ante nuestra hábil mano, pesaban mucho los tiempos de represión y moralina, además enseñar el culo con el frío otoñal que hace en la calle tenía su mérito, podías agarrar un resfriado adicional.

Los políticos han empezado a valorar las perdidas producidas, las calculan cuantiosas, realmente deberían intentar cuantificar el daño que nos producen ellos todos los días, con lo majos e inofensivos que estarían retozando en sus sillones de cuero practicando sexo bizarro, en vez de ocuparse de la cosa publica. Perdidas personales importantes no parece haber habido, la enfermedad afecto a bastante población pero la mortalidad ha sido escasa, algunos infartos así como algunos decesos al componer posturas arriesgadas o en lugares inverosímiles. Los puentes de la M-30 tuvieron una extraña atracción para exhibicionistas irredentos.

Algunas esferas de opinión indicaron que las violaciones y abusos habrían aumentado, pero en esa época no se han registrado mayor número de denuncias, de hecho y sorprendentemente en entrevistas médicas posteriores algunos violadores confesos y convictos declararon que esos días habían sufrido una fuerte inhibición del deseo sexual, paradojas de la naturaleza….

La Sanidad se esta preparando para el problema que se avecina dentro de nueve meses, pues aunque la mayoría de la población se protegió, o realizo practicas de poco riesgo, sexo oral o similares, los profilácticos se agotaron, y el colectivo juvenil sigue sin emplear medidas de control. Ventajas de la educación y la influencia religiosa.

Es una pena que todo haya sido una fantasía, una quimera, una utopía ucrónica, y una sandez. Al final no existía tóxico, ni virus ni bacteria ni agente contaminante. Eso han dicho las autoridades sanitarias. Tal vez solo fuera el hartazgo que tenían los habitantes de esta ciudad de explotar, de salir por algún lado, de tocarse, de rozarse, chuparse e incluso besarse. Todo el día para arriba, para abajo, de casa al trabajo, del trabajo al fútbol, o mejor aún del trabajo a la alienación televisiva. Por cierto en la ciudad los índices de audiencia de algunos programas cayeron bajo mínimos ¿Sospecháis cuales?

No se si algún día volverá a suceder, si el terrible jinete de esta peste caerá sobre nosotros, pero yo, y espero que alguno, y algunas más, muchas más, hayamos quedado mal curados, llevemos la desconocida infección de forma latente y el día menos pensado cuando nos crucemos en la calle, nuestras miradas se reflejen en los ojos febriles del otro, de la otra, nos reconozcamos como poseedores del mismo estigma y nos juntemos para darnos consuelo mutuo en nuestra enfermedad. Vale.

Este tercer capítulo ha quedado un poco pretencioso y no tan erótico festivo como de habitual, pero no os preocupéis, ya se me esta ocurriendo otra batallita jovial.