La entrevista del tren. Parte 4

Hoy conocemos a Fernando un nuevo amante de Celia.

12 / 05 / 2015

“Ti ti ti, ti ti ti” – Sonó el despertador.

Comencé a sentir el gélido frío del amanecer, eran las 7:30 de la mañana, y ya comenzaba mi mente a disipar tal dulce sueño, ya casi no recordaba de que iba, pero tuvo que ser algo bastante divertido, ya que me desperté con la vela en alza y con cierto remojo en el barco.

Se me había hecho tarde, la noche anterior había llegado del trabajo a altas horas de la noche, y no había dormido muy bien por la tensión del trabajo. Cuándo quise darme cuenta, me había levantado ya media hora tarde, por lo que no me daba tiempo a hacer la caminata de todas las mañanas. Miré a mi derecha, veía a Carolina, la mujer con la que ya llevaba ya alrededor de los dos años, quién me cambió la vida, pasando de unas relaciones puramente nómadas y efímeras, a una relación longeva y apasionada.

Pero ya la cosa estaba cambiando, llevábamos desde que empezó el año con una reducción de la vida sexual más allá de lo que cabría imaginar, cada día tengo menos tiempo por el trabajo, y cada día a ella, la veo más alejada y entretenida con otras cosas.

El problema residía, en que ya era la cuarta noche seguida que soñaba con la misma mujer, pero sólo recordaba una cosa, unos claros ojos color miel, que parecían brillar en la oscuridad mientras sentía cierto cosquilleo desde las partes más bajas, hasta la mismísima punta del pene. Esa era la única imagen que me conquistaba cada mañana, que había que admitir, que me alegraba el día.

Así que con no poca prisa, cogí el primer tren que iba dirección centro, el cual ya estaba poco acostumbrado a tomar, los paseos con un gélido viento en la cara te ayudaban a despertarte, e incluso podría ayudar a despejarte en las primeras horas del trabajo, pero ese día no tocó.

Pero para mi sorpresa, aquel día algo ocurrió, entre toda la muchedumbre del tren, hubo una mujer bajita, con el pelo corto y alisado, mirando preocupada una carpeta que parecía llena de curriculum, el documento que más se tira dentro de una empresa. Los ojos de aquella niña que parecía que estaba comenzado su vida laboral, me parecieron fascinantes, y al mismo tiempo, nostálgicos. ¿Por qué sería? Y como obra de un capricho del destino, vi una imagen clara, esa mujer tenía aquellos ojos, esa mirada que parecía grabada en mi mente más por el morbo de aprisionarla contra mis partes, que por la dulzura de aquella niña. No pude parar de pensar ¿Cuántas posibilidades había que viera a una mujer semejante a ese sueño? Pocas, pero no por ello me amilané una sangre que ya recordaba muerta surgió, unas ganas atroces de dominar y poseer a aquella niña comenzaron a nacer desde lo más profundo de su ser, ensalivado, y al mismo tiempo, imaginando cómo iba a aprisionar a aquella presa contra su pene, y cómo quería que aquella dama descubriera su vida laboral, desde una perspectiva más exótica. Me paré en mi para, y comencé a darle vueltas de qué y cómo podía a hacerlo.

14/5/2017

Vuelvo a verla, en aquel sitio e inhóspito vagón, apartado de la gente cómo si de su belleza tuvieran miedo. Ayer Carolina se tenía que ir a Francia por razones laborales, motivo que sólo incitó a mi cabeza a pensar en cómo atraer a aquella mujer.

Ya llevaba varios días viéndola, y parecía que no tenía mucha suerte con encontrar trabajo, cosa que me hizo recordar de la necesidad de una mano derecha para mis reuniones y eventos con otras empresas, y no quería llevar a su secretaria, no le solía caer bien a la gente y tampoco es que fuera muy agradable a la vista, aunque a nivel laboral no tenía ninguna queja de ella.

Así que con un poco de planificación, pensó que Andrew podía esconderle un secreto más, total, si ese hombre dijera todo lo que ve, creo que nadie lo creería.

Me he propuesto que hoy será el día en que esa chica acabe entre mis piernas y sometida a todos mis deseos, que pronto se convertirán también en los suyos. Lo primero que tengo que hacer es ganarme su confianza entablando una pequeña conversación con ella en el tren, después tengo que hacer que se derrita entre mis brazos y que todo su cuerpo quiera venirse conmigo al apartamento, sé que será difícil porque parece una chica buena y las buenas chicas no se van con desconocidos que han conocido en el tren. Una vez que la tenga a mi merced solo queda que disfrute de su cuerpo y busque mi placer, soy consciente de que finalmente mi placer será el suyo.

Me subo en el vagón y la veo al fondo del mismo de pie mirando su montón de papeles y me acerco a ella.

-Menudo día llevo… he mandado el curriculum ya a un montón de empresas y ninguna me llama.

Ella me mira con desconfianza, pero al ver mi carpeta con curriculums en ella me sonríe y se arrima un poco más a mi, le agrada lo que ve.

-No hace falta que me lo digas, yo estoy igual. Parece que las personas que salen de la carrera con poca experiencia profesional no consiguen un buen puesto de trabajo. Todos los trabajos que me han ofrecido son de becaria, haciendo fotocopias y con un sueldo insultante.

-La última vez que me llamaron de una empresa era tal cual lo has descrito, tuve que decir que no… no he estudiado una carrera y varios masters para trabajar de becario. Oye porque no haces una parada y nos tomamos un café.

-Vale, conozco una cafetería cerca de la próxima parada y además hay una empresa de publicidad en la que estoy interesada en dejar el curriculum.

Bajamos del tren y nos dirigimos a la cafetería, allí hay varios ejecutivos trajeados que no le quitan el ojo a mi chica de ojos marrones, eso me pone en alerta y sin saber por qué rodeo su cintura con mi brazo para indicarle donde sentar.

Tras un largo, pero ameno rato de charla, le propongo ir a mi apartamento a tomar una copa y posiblemente a enseñarle diferentes páginas de trabajo temporal. Esa es la excusa que le doy, realmente no puedo dejar de imaginarme sus labios alrededor de mi glande y tenerla atada de pies y manos en la cama para satisfacer mis deseos. Debería dejar de pensar esas cosas ya que mi erección comienza a ser incipiente y no quiero que se me note. Sorprendiéndome mucho acepta mi invitación de ir al apartamento, igual no es tan buena chica como yo pienso.

Subimos al apartamento de soltero, a pesar de que me he ido a “vivir” con Carolina y que le dije que este apartamento lo tenía alquilado no es así, necesito mi espacio y en este apartamento tengo muchos recuerdos de mis antiguas conquistas y una serie de juegos que me ponen cardíaco.

Le ofrezco una copa y le digo que si quiere puede ponerse más cómoda, le indico la página web de mi empresa y dónde mandar el curriculum, para asegurarme de que me llega y así saber más de ella le doy mi dirección de correo personal.

Una cosa lleva a la otra y en menos de lo que pensaba estamos besándonos y con su camisa por los suelos. Yo realmente no soy mucho de besos, pero los labios de esa morena me atraen de una manera que ni yo me explico.

La llevo a la habitación y poco a poco le quito el sujetador, ella coge sus pechos, los junta y me mete los pezones en la boca, a pesar de que me sorprende esta iniciativa, no me hago de rogar y devoro un pecho le paso la lengua por el pezón y cuando ya está duro tiro de él con mis dientes, eso hace que de su boca salga un gemido. Repito la misma operación con el otro pecho y consigo el propósito de que de su boca salga otro gemido. Le enseño unas pinzas para los pezones, voy a empezar por algo suave para que no se asuste. Se las enseño y ella hace un gesto afirmativo con la cabeza. Hago que sus pezones se pongan duros, primero le pongo una pinza en el pezón derecho y otra en el pezón izquierdo. Tienen una pequeña cuerda para poder tirar de ellos y así estimular los pezones.

La tumbo en la cama y con una cuerda le ato las manos por encima de la cabeza y paso la cuerda por el cabecero de la cama, cuando ya la tengo atada de manos, la voy besando bajando por su cuello, por sus pechos tiro de las cuerdecillas y consigo arrancarle un gemido más. Voy bajando por su abdomen, mi lengua recorre todo su cuerpo, sigo bajando le doy un pequeño beso en su depilado monte de venus, me quedaría todo el día chupando sus jugos, pero sigo bajando por su muslo interior, llego a su pie y se lo ato a un lado de la cama, repito lo mismo con el otro pie dejando a abierta para mi.

Paso mi lengua por la cara interna de sus muslos, poco a poco voy pasando mi lengua por su centro de placer, ella no para de gritar y cuanto más grita más me afano en chuparla, paso la lengua por su clítoris, cuando está hinchado y apunto tiro de él y lo succiono, ella no puede más y se viene en mi boca, que bien sabe.

En la misma posición en la que se encuentra me subo sobre ella y le meto mi erección en la boca, me follo su boca, ella da un par de arcadas pero en ningún momento se retira, sigo el mete saca en su boca si sigo así voy a correrme.

Me bajo de ella y rasgo el preservativo con los dientes, sin más dilación la ensarto y comienzo un vaivén rítmico y acompasado. Ella busca mis besos y la correspondo, me pasa la lengua por el labio superior y luego por el labio inferior para acabar metiéndome la lengua dentro de la boca y entrelazándola con la mía.

Yo estoy buscando mi placer pero noto que ella se mueve para conseguir también el suyo, por lo que la desato de los pies y le doy la vuelta en la cama, las manos no se las desato para seguir dominando la situación. Le levanto las caderas y se queda con la cabeza apoyada en la cama y el culo apuntando a mi erección. Algún día la tomaré por su precioso culo, pero hoy no es el momento.

Apunto mi erección a la entrada de su vagina y la penetro fuertemente, ella por la sorpresa levanta la cabeza y suelta un gemido que retumba por toda la casa.

-Así… dame más… me encanta. ¡Por dios!

En dos embestidas noto como ella se va a correr y la sigo gimo como hasta ahora no lo había hecho. Me dejo caer sobre ella, acompasamos nuestra respiración, al mirarla la veo mojada por las gotas de sudor de ambos, está realmente atractiva.

-Si quieres puedes usar la ducha.

-Gracias.

Que tiene esta mujer que no puedo dejar de mirarla, hacía tiempo que no me sentía así con nadie. No quiero que se vaya, pero sobre todo quiero repetir lo que acaba de pasar.

La veo vestirse y le propongo que se quede a cenar, acepta mi oferta. Cuando ya hemos terminado de cenar y después de otra sesión de sexo, la llevo a casa y le dejo mi número de teléfono por si quiere volver a quedar conmigo.

Vuelta a la realidad

Voy de camino al trabajo después de haber comido con mi amiga, no he vuelto a ver a Fernando y si era él tampoco ha dado señales de vida, sé que tiene mi número de teléfono. Cuando me voy a bajar del vagón recibo un mensaje.

Enrique: Hola preciosa, he ido a comer contigo,

pero me han dicho que te habías ido.

Celia: He salido a comer con una amiga,

enseguida llego.

Enrique: Vale preciosa, tengo algo que proponerte.

¡Nos vamos de viaje!