La entrevista del tren

Primera parte de las experiencias de Celia, de como pasa de un sexo monótono a vivir una vida de lujuría y de descubrir cosas nuevas.

14/05/2015

Es la cuarta entrevista de la semana y siempre la misma respuesta “ya te llamaremos”, desde hace un año todo ha ido cuesta abajo y sin frenos, perdí mi antiguo trabajo, me fui de casa de mi exnovio y los encuentros sexuales con el vecino del quinto, han dejado de ser lo que eran.

Estoy en el metro y no puedo evitar fijarme en el chico del fondo del vagón, lo llevo viendo varios días, siempre está con su móvil tan perdido en sus cosas que no se da cuenta de como no paro de mirar sus verdes ojos, de fijarme en como el jersey se le pega al cuerpo de tal manera que se le marca cada curva de su fibrado brazo, unos pectorales bien desarrollados y puedo imaginar debajo de ese jersey unos abdominales que te quitan el hipo. Sigo observándolo y como siempre se baja en la misma parada que yo mis ojos se pierden en su culo, no hago más que pensar como me gustaría agarrarme a él mientras me penetra fuertemente.

Cuando nos dirigimos a la boca del metro algo cambia, normalmente sigue su camino y se pierde en la primera calle que hay a la izquierda, hoy se ha parado justo en la puerta se ha girado hacia a mi, me ha guiñado un ojo y ha seguido su camino. Solo eso me ha servido para que moje mis braguitas y para que me tire todo el día pensando en que mañana voy a coger el metro solo para verlo. Esta noche no puedo evitar tocarme pensando en esos brazos agarrándome contra la pared del metro y penetrándome fuertemente desde atrás.

15/05/2015

Al subirme al vagón miro rápidamente hacia el fondo para ver si me encuentro al hombre que anoche me hizo disfrutar tanto de mi misma. La verdad que siento un poco de pena ya que no está donde siempre, por lo que me dispongo a disfrutar del viaje en solitario. Cuando estoy perdida en mis fantasías noto un bulto en mi culo y una mano que me roza el brazo hasta llegar al cuello, apartándome el pelo noto unos labios que me dan un leve beso, se acerca a mi oreja y dándome un mordisquito me dijo:

-Me he dado cuenta de que llevas tiempo observándome, si quieres hoy todos tus deseos se harán realidad.

En ese momento no podía hablar solo pude asentir con la cabeza, fue bajando lentamente la mano desde el cuello hasta que llegó a un pecho, con esa simple caricia el pezón respondió poniéndose muy duro, siguió bajando por el abdomen y pasó su mano por mi monte de venus sin llegar a rozarlo, yo ya no sabía como ocultar mis gemidos, solo quería sentirlo dentro de mi y explotar de placer juntos. Me apretó más contra su erección y comenzó un leve movimiento por debajo de la falda, en ese momento yo moría de placer y tenía unas ganas enormes de besarlo pero lo que más deseaba en ese momento era ser penetrada y me daba igual que el vagón estuviera lleno de gente y que pudieran darse cuenta de lo que allí sucedía.

Justo paró cuando yo estaba a punto de llegar al clímax, cuando fui a protestar, me di cuenta de que ya estábamos en nuestra parada y me dio el tiempo justo a reponerme un poco antes de bajar hacia la estación. Me  siguió muy de cerca sin decir nada, yo estaba dispuesta a decirle que viniese a mi piso y que termináramos lo que habíamos empezado, quería recompensarlo por tanto placer.

Cuando pasábamos por un portal, tiró de mi y me metió en un ascensor, al pasar por delante del portero este le dijo:

-Buenas tardes Sr. Martínez, doy aviso para que no lo molesten.

-Gracias Andrew.

Yo no abrí la boca mientras subíamos a su ático, recordaba haber oído ese apellido en algún sitio pero no conseguía recordar donde.

Cuando llegamos a la habitación no me dio tiempo a decir nada cuando ya me estaba besando. Cuando me quería apartar para coger aire me mordía el labio inferior atrayéndome más hacia él, me quitó la camiseta y muy lentamente fue pasando su lengua por mis pechos hasta coger los pezones entre los labios y succionarlos muy fuertemente, mi cuerpo reaccionó a sus caricias como si lo conociera de toda la vida, no podía estar más mojada y sobre todo tenía los pezones a punto de explotar.

Fue bajando su lengua por mi abdomen, de un tirón me quitó la falda y me dejo con mi minúsculo tanga pasó su lengua por la tela varias veces, me arrancó lo que quedaba de ropa interior y comenzó a pasar la lengua por la cara interna de mis muslos, sin llegar a rozar mi sexo, mientras iba subiendo un dedo iba jugando con mis labios inferiores y lo único que yo más deseaba en ese momento era sentirlo dentro, le empujé la cabeza y obedientemente comenzó un frenético movimiento de su lengua sobre mi clítoris, mientras me penetraba con dos de sus dedos, no pude contenerme más y exploté en un gran gemido, me pasó los dedos por mi boca para que saboreara mis propios jugos. Era la primera vez que probaba aquello y me volvió loca de placer por lo que tomé las riendas de la situación.

Lo senté en un sillón y pasé mi lengua por sus pectorales, bajé por el abdomen hasta llegar a su erección, bajo ese pantalón se notaba un miembro más que ansioso por recibir placer y en mis ganas por saborearlo le quité los pantalones y los bóxers, pasé mi lengua por la parte más alta de su pene y fui succionando cerca de su ingle volviéndolo loco, él solo podía gemir y cogerme el pelo para ver así mi cara. Abracé su miembro con las manos y pasé la lengua muy lentamente por el glande probando así su semilla, muy lentamente fui bajando con mi boca por todo su miembro, subía y bajaba con la boca a la vez que lo hacía con mi mano, de vez en cuando me la sacaba entera de la boca y le daba unos mordisquitos en la punta.

Estaba ya a punto de venirse, quería que parara, pero yo seguí bajando y subiendo, dándome golpes con su miembro en la lengua, metiéndomela entera en la boca pasados unos minutos noté como sus músculos se contraían y como descargaba en mi boca. Me cogió en brazos y me dio un beso probando así su propio néctar.

Sin saber como estaba en su cama y lo tenía encima de mí, se fue enterrando entre mis piernas muy poco a poco, notaba cada centímetro de su miembro entrando en mí, solo pude pedirle que por favor me penetrara ya hasta lo más hondo, él me dijo:

-Sus deseos son órdenes para mí.

Me envistió de tal manera que un gemido salió de mi boca e inundó toda la habitación, empezó con un ritmo lento y suave pero yo quería más no estaba dispuesta a que fuese un polvo bonito yo quería sexo salvaje, por ello tome las riendas de la situación y me puse encima suya, quería volverlo loco por lo que me sacaba todo el miembro, dejaba que solo entrara la puntita levemente y muy despacio para después bajar hasta quedar totalmente penetrada, ese movimiento lo volvió loco por lo que me levantó de la cama me puso contra la pared y empezaron por fin una serie de envestidas seguidas y fuertes.

Yo quería llegar al clímax juntos y así se lo hice saber, me puso de nuevo sobre la cama y me subió las piernas a sus hombros, en esa posición con cada envestida suya salía un gemido mío. Me hizo saber por medio de unos gruñidos que su final estaba cerca, apresuró el ritmo, consiguió que llegara al clímax una vez más y él en dos envestidas se vació entero dentro de mi gritando.

Los dos caímos rendidos en la cama y sin poder evitarlo yo tenía una gran sonrisa en mi cara. Decidí vestirme e irme a mi casa para pensar en todo lo que había pasado. Antes de Salir dejé en una nota mi número de teléfono por si le apetecía volver a quedar conmigo. Aunque estaba segura que lo del vagón del metro se volvería a repetir.