La entrevista del tren 5º parte

Lo suyo es que leais las partes anteriores para que vayais conociendo los personajes.

Mientras subo en el ascensor, no dejo de pensar en como ha cambiado mi vida en tan poco tiempo, lo primero he conseguido un nuevo trabajo que me gusta y con el que puedo adquirir nuevas experiencias y después he cambiado mucho en el terreno sexual ya que he practicado sexo con personas casi desconocidas para mi, en otra etapa de mi vida pensaría que estoy haciendo mal, pero la verdad me gusta esta nueva parte de mi vida.

Llego al despacho de Enrique, al entrar lo encuentro en una actitud más que cariñosa con una morena de larga melena y muy alta, ella está sentada en la silla mientras el apoyado en la mesa pasa su mano por el brazo de ella. No puedo evitar sentir ciertos celos, pero en ese mismo instante borro ese pensamiento porque no somos nada, tanto él como yo somos personas libres… pero en mi mente me apunto que tengo que llamar a Fernando.

-Toc, toc… siento molestar

-Hola, Celia te presento a Cristina, directora de nuestra sucursal en Barcelona ha venido para que la ayudemos a elegir un candidato de nuestra empresa para que se vaya allí a trabajar, será un ascenso y hay mucha gente interesada.

-Sí y también para que vengáis a nuestras instalaciones de Barcelona para conocerlas y nosotros conocerte a ti, por lo que me ha contado Enrique eres una persona muy eficiente que ha conseguido unos grandes avances en tan poco tiempo.

-Gracias por el cumplido, únicamente hago mi trabajo. Y si me lo permiten, seguiré haciéndolo. Cuando tenga un hueco Señor Martínez pásese por mi despacho para ultimar los detalles de la campaña.

Me voy a mi despacho, pero sigo con la mosca detrás de la oreja, que hacían esos dos tan juntos y porque tenemos que ir a Barcelona con ella. Me pongo con mi trabajo, estoy haciendo varias llamadas y veo que Enrique entra a mi despacho, lo hace por la puerta del baño y no por la de la entrada por lo que intuyo lo que quiere. Para que vea mi molestia, le digo que se vaya y que cuando pueda me pasaré a verlo yo. En su cara se ve la sorpresa, supongo que no está muy acostumbrado a que lo rechacen de esa manera. ¡Mini punto para mi!

Fernando: Hola pequeña, te he visto esta mañana

pero has pasado de mi.

Celia: No he pasado de ti, es que te he visto

cuando las puertas se cerraban.

Fernando: Por lo que veo has encontrado trabajo.

Celia: Sí, estoy trabajando, la verdad me va muy bien.

¿Y tú has encontrado algo?

Fernando: Bueno sigo buscando, te apetece que nos

veamos cuando salgas.

Celia: Vale, te doy un toque y quedamos en la cafetería

de la última vez.

Con más seguridad en mi misma después de haber hablado con Fernando me dirijo al despacho de Enrique, yo también voy por el baño.

Abro la puerta, y se sorprende al verme, con paso seguro me dirijo hacia donde está sentado, me pongo a horcajadas sobre él acercando mi boca a la suya, le digo:

-Nos vamos a tu ático.

-Vámonos.

-Tienes ganas de poseerme, y de hacerme gritar.

-Sí, levántate y vámonos.

-Tienes ganas de chuparme y de ver como me corro en tu boca.

Ya voy notando su erección pegada a mi cuerpo y mis ganas no hacen más que aumentar, pero como castigo por haberlo visto con esa mujer, me levanto y con una mirada cargada de sensualidad y ganas le susurro:

-Vamos que antes tenemos que comer.

Nos vamos a un restaurante cercano a la oficina y de su apartamento, no quiero perder el tiempo.

Nos sentamos uno al lado de otro, mientras pedimos los entrantes la conversación es muy amena y en ningún momento se va por el tema de Cristina, pero sin poderlo remediar, porque así soy yo tengo que preguntarle.

-Bueno, Enrique, vas a decirme que te traes con esa tal Cristina.

-Es una simple compañera de trabajo, muy profesional y eficaz en su labor.

-No es lo que parecía desde la distancia, estabais demasiado juntos para ser una simple compañera de trabajo.

-Está usted celosa señorita Álvarez.

-Para nada, lo único que quiero es saber que me encontraré en nuestro viaje a Barcelona.

-Me encanta cuando te pones así de guerrera. Ahora abre un poco las piernas y déjate llevar.

Obedientemente hago lo que me pide, me encanta esta posesión que consigue en mi y sin saber porque yo como una tonta le hago caso.

Pone una mano en mi rodilla, va acariciando mi pierna a la vez que va subiendo por la cara interna de mis piernas, cuando se acerca a mi entrepierna y comienza a rozarme con un dedo en mi clítoris, después dos. Saca la mano de mi entrepierna para llevármela a la boca, hace que le chupe dos dedos y vuelve a mi entrepierna, me aparta la tela del tanga y me penetra con uno de sus dedos.

-Madre mía, Enrique que haces por Dios.

-Shh, amor te van a escuchar.

-Vamos a tu apartamento, pero por favor para. -Aun no entiendo como puede entenderme entre jadeos-.

Viene el camarero y yo con mi mejor sonrisa e intentando que no note lo que está pasando debajo de la mesa, le doy las gracias y pedimos el siguiente plato. Enrique en ningún momento para de mover su dedo dentro de mi. Menos mal que el camarero no se entera de nada sino me muero en ese mismo momento.

-Amor hasta que no te lo termines todo no nos vamos a ir al apartamento, antes en el despacho tú me has dejado con la miel en los labios y ahora me toca a mi.

Dicho esto, saca su dedo de mi interior, me da a probar mi propio sabor y se pone a comer.

Pues si esas tenemos, tengo dos opciones o lo mando a tomar viento y termino mi plato con toda la tranquilidad del mundo o como si no hubiera un mañana y nos vamos al apartamento, definitivamente elijo la segunda opción.

Cuando ya he terminado, pago la cuenta y de la mano me lo llevo al apartamento, sé que él tiene tantas ganas como yo de llegar y hacerme suya de una vez por todas.

Ya en el ascensor, una vez pulsado el botón del ático y sabiendo que no se parará en ninguna planta me coge en volandas y empieza a besarme de esa manera que solo él sabe y que me pone cardíaca.

Mete su mano por debajo de mi falda buscando mi humedad, cuando la encuentra comienza un masaje por mi clítoris que me hace gritar de placer, desprendemos pasión por cada poro de nuestro cuerpo.

Al llegar a su habitación directamente me tira sobre la cama, me desabrocha los botones de la blusa con tranquilidad y paciencia cosa que en ese momento no necesito, quiero pasión, quiero desenfreno, quiero que me folle allí mismo.

-Tranquila amor, no tienes otra blusa para salir después.

Aunque sé que tiene razón, lo ayudo a quitarme los botones y a sacarme la blusa, cuando me la ha quitado, va hacia mis pechos y los devora, no me quita el sujetador lo que hace es sacármelos por encima y los devora con ansia.

Va bajando por mi abdomen y me quita la falda, cuando llega al tanga en lugar de bajármelo lo rompe con los dientes y devora mi sexo, me penetra con su lengua y la mueve en círculos, pasa al clítoris y le da pequeños mordisquitos que hacen que me vuelva loca.

Cuando se separa de mi, lo tumbo sobre la cama y pongo mi sexo en su boca en la posición del 69 y mientras me chupa con ganas y sin dejar ningún hueco por probar, yo voy chupando esa gran erección que me tiene loca de ganas, poco a poco voy pasando la lengua por su glande, me la meto en la boca y abrazándola con mis labios voy bajando por todo el tronco. Nunca he intentado meterme una entera en la boca, y esta vez lo voy a intentar, voy bajando por el tronco, a pesar de que me dan algunas arcadas, cojo aire y vuelvo a intentarlo, en un par de veces más consigo meterme la entera en la boca. De la garganta de Enrique sale un gemido, que hace que vuelva a intentarlo.

Cuando ya estamos los dos bien lubricados, se pone entre mis piernas, levantándomelas por encima de los hombros me penetra fuertemente, empieza un ritmo frenético, uno, dos tres embestidas y de mi boca solo pueden salir gemidos de placer, cuatro, cinco, seis.

-Enrique no pares, dame más.

-Dime que te gusta, dime que más quieres.

-Me encanta, ¡por Dios!, quiero que folles, no pares.

Me baja las piernas de los hombros, me da la vuelta y a cuatro me penetra sin miramientos, se que nuestro orgasmo está cerca.

-Amor no te corras, espérame.

-Como si fuera tan fácil.

-Si no me esperas, pararé ahora mismo.

Hace un amago de parar, y mi respuesta es automática me penetro yo misma con su miembro. Estando en esa posición echo el culo hacia atrás arrancando así un grito por parte de los dos, repito la operación y él se queda quieto. Me penetro yo misma una, dos y tres veces, con ese movimiento lo vuelvo loco por lo que me penetra fuertemente, me avisa de que su orgasmo está cerca con su ruido gutural de garganta, por lo que toma las riendas de la situación.

-Ahora amor córrete para mi.

Yo me dejo ir y me dejo hacer, me embiste con una fuerza bruta como a mi me gusta, una, dos y tres veces hasta que se corre dentro de mi, yo con un largo gemido me dejo caer en la cama y con los ojos cerrados intento tomar el control de la respiración y de mi cuerpo.

-Vamos a la ducha, tenemos que volver a la oficina.

Nos metemos juntos en la ducha, el agua corre por nuestros cuerpos, relajándolos y a la vez dejándolos limpios.

Coge una esponja, le pone un poco de jabón y la va pasando por mi cuerpo, la pasa por mis pechos haciendo que mis pezones se pongan erectos, de mi boca sale un pequeño gemido, sigue bajando por mi estómago y pasa la esponja por mi sonrosado monte de venus, siento que me voy a morir.

Ahora soy yo la que lo enjabona a él, haciendo que su miembro se ponga erecto de nuevo.

En la ducha volvemos a hacer el amor, con el agua cayendo por nuestros cuerpos.

Cuando terminamos, pienso que debo decirle a Fernando que quedamos otro día ya he tenido suficiente sexo por hoy.

Celia: Fer, principeso, quedamos mañana,

hoy tengo mucho trabajo en la oficina.