La entrevista del tren 2º parte

Segunda entrega de la entrevista del tren. Cada día nuestra protagonista vive cosas nuevas.

16/05/2015

Al despertarme no tenía ninguna llamada suya, la verdad me decepcioné un poco ya que yo cuando llegué no paraba de recordar como su miembro se enterraba en mi ser y comencé a masturbarme pensando en el Sr. Martínez.

El resto del día paso sin más ya que no tenía ninguna entrevista ni nadie con quien salir, todas mis amigas están casadas y tienen hijos.

A eso de las ocho de la tarde recibí una llamada de una empresa, estaban buscando una codirectora para la empresa de marketing, la función era trabajar mano a mano con el director, conseguir campañas publicitarias… Era una gran oportunidad que no podía desaprovechar.

Lo primero que pensé al recibir la llamada fue que volvería a coger el metro y volvería a verlo, ya después me centré en elegir la ropa que iba a ponerme para la entrevista, normalmente hubiera elegido un traje de pantalón y chaqueta, pero como tenía la esperanza de encontrármelo elegí una falda con una camisa y una chaqueta, arreglada pero accesible para lo que pudiera pasar en el vagón del metro.

17/05/2015

Iba de camino al metro, con más ganas de encontrármelo que de hacer la entrevista. Me subí al vagón y no lo vi en su asiento de siempre, mi cabeza comenzó a fantasear con la idea de que venía por detrás como la última vez y me rozaba, me besaba y hacía que me viniera allí mismo. Mis braguitas estaban muy mojadas, pero todo fue una fantasía ya que no estaba allí. Cada vez mi humor iba a peor.

Llegué a la dirección que me habían facilitado, en principio la entrevista me la iba a hacer la antigua codirectora, pero le había surgido una emergencia por lo que me dijeron que me la haría la persona que trabajaría conmigo.

Al entrar al despacho no podía creerme lo que estaba viendo. El hombre estaba de cara a la ventana por lo que veía toda su espalda y su trasero, lo reconocí de inmediato, empecé a ponerme muy nerviosa.

-Señorita Álvarez, siéntese y deje el curriculum sobre la mesa.

Hice lo que me pedía ya que no sabía como reaccionar, era una coincidencia que él estuviese allí, que me hiciera la entrevista y nuestro anterior encuentro o realmente lo tenía todo planeado desde que me vio el primer día en el vagón del metro.

Pulsó un botón que hay en el teléfono para decirle a su secretaria que no le pasara llamadas y que no lo molestara en lo que durara la entrevista, que cancelara la comida que tenía ya que se podía alargar varias horas. Quería estar seguro de contratar a la persona adecuada.

Se dirigió hacia la puerta y cerró el pestillo. Con unos aires de superioridad que hasta ahora no había visto, se dirigió a su silla y se sentó en ella, todo esto sin decir nada.

-Señorita Álvarez, hábleme de usted.

-Claro. Estudié Marketing y Publicidad en la Universidad Complutense, tengo un máster. Hablo varios idiomas y he trabajado anteriormente como publicista, pero nunca como codirectora.

-Levántese, yo ya se todo lo que tengo que saber sobre usted y sobre su experiencia, esto es un mero formalismo.

Hice lo que me decía, me agarró la mano y me llevo hasta donde él estaba sentado, me puso delante suya y quitó todos los papeles que había alrededor de la mesa. Me sentó en ella, fue rozando las piernas hasta llegar a los muslos y me subió la falda muy lentamente. El bello se me erizó al volver a sentir sus manos tocando mi cuerpo. Me deslizó las braguitas por las piernas hasta quitármelas por completo y me dejó allí sentada en la fría mesa.

Me abrió de piernas y fue pasando sus dedos por mi sexo sin llegar a penetrarme con ellos, acercó su cabeza a mi entrepierna y fue dando leves mordisquitos alrededor, mi primera intención fue cogerle la cabeza para que siguiera con lo que estaba haciendo, pero me paró y me agarró las manos, se quitó la corbata y con ella me ató las manos detrás de la espalda para que no pudiera tocarlo.

Siguió con su tarea de devorar mi sexo, al tener las manos atadas mi placer se incrementó, arqueé mi espalda y no tardé mucho en correrme en su boca. Me besó de una manera frenética y con una pasión que hasta ahora no había conocido.

Seguía con las manos atadas a la espalda, me levantó de la mesa he hizo que me agachara hasta llegar a su miembro, sin más dilación se desabrochó el pantalón y me la metió entera en la boca. Al tener las manos atrás no podía agarrársela por lo que solo podía usar mi boca para hacer que se corriera allí mismo.

Mientras lo miraba a los ojos pasé la lengua por sus testículos, subiendo por todo el tronco hasta llegar a la punta, no quería metérmela en la boca aún, solo pasaba la lengua y le daba mordisquitos. Cuando estaba pasando la lengua por la punta de su miembro, me agarró la cabeza y de un golpe me la metió entera en la boca, en lugar de enfadarme por su descaro, me puso muy cachonda, abracé con mi lengua toda su polla y en una mamada frenética en la que no dejaba de mirarlo a los ojos hice que se corriera. Esta vez no me tragué su semen, como venganza por lo que había hecho antes lo besé y se lo pasé a su boca, él no protestó y lo aceptó de manera gustosa.

Me puso de cara a la mesa y sin mediar palabra me penetró desde atrás, le pedí que me soltara las manos, y como respuesta me las cogió más fuertes y aceleró sus embestidas, en menos de 5 minutos los dos estábamos sudorosos, no sabía como taparme la boca para que mis gemidos no se escucharan desde fuera.

Me la sacó de golpe y me soltó las manos de la espalda, pero solo para que pudiera agarrarme a él mientras me cogía en brazos y me apoyaba contra la pared, me liberó los pechos que estaban aprisionados por la camisa y fue pasando la lengua por cada uno de ellos, mis pezones respondieron al instante poniéndose muy duros, me mordió uno de ellos lo que hizo que soltara un gemido de placer. Sus gruñidos me dijeron que estaba a punto de correrse por lo que lo besé para acallar los gemidos de ambos.

Cuando terminó intentamos acompasar nuestras respiraciones, me dirigió hacia una puerta en la que había un baño muy completo. Me dejó sola para que pudiera reponerme un  poco, mi cabeza no paraba de dar vueltas, tenía que preguntarle muchas cosas pero no sabía por donde empezar. Bueno realmente si que lo sabía lo primero que quería saber es si lo del vagón fue una coincidencia.

Al salir del baño, lo encontré sentado en su silla estaba leyendo mi curriculum, como si no hubiera pasado nada.

-Sr. Martínez, nuestro encuentro del otro día fue casual o lo tenía programado.

-Celia, está usted contratada y por favor a partir de ahora llámeme Enrique. Ahora váyase a casa a descansar que mañana la quiero aquí a las ocho de la mañana. Por cierto, creo que nuestros encuentros en el metro tendrán que parar ya que solo lo cogí para conocerla, yo vengo andando.

Me fui a casa sin saber muy bien que pensar, pero con muchas ganas de empezar esta nueva etapa y ver que camino cogían mis aventuras con Enrique.