La entrevista de trabajo
Si de recatada no pillo trabajo, pues entonces voy a conseguirlo como puta.
LA ENTREVISTA DE TRABAJO
-Que pase la siguiente-ordena por el interfono-.
-Sí, señor-se escucha-.
Por la puerta aparece una chica de precioso rostro, con un sedoso pelo rubio y unos ojos del color del mar. Era algo aniñado, lo que a la luz de la tarde que se filtra por la ventana que estaba delante de ella, lo hace resaltar más. El hombre sentado frente a ella en el despacho se queda estupefacto al verla vestida con un pantalón de chándal, un top y una chaqueta del mismo estilo.
-Disculpe, pero el gimnasio está dos calles más abajo-le señala-.
-Pero yo no vengo al gimnasio, vengo a la entrevista de trabajo.
El hombre revolvió los papeles para encontrar su ficha correspondiente.
-¿Es usted Lydia Alfonso Marco?.
-Sí, en efecto-asiente-.
-21 años, master en empresariales, ha hecho un curso de taquigrafía
-Correcto-le sonríe-.
-¿Sabe que este puesto es de ayudante de ejecutivo?.
-Sí-vuelve a asentir-.
-Que necesitará tomar notar, apuntes, saber idiomas,
-El inglés lo domino un poco, y el francés apenas. En cuanto a japonés o chino no tengo ni idea, y lo mismo me pasa con el alemán, pero podría hacer un cursillo en los primeros días de trabajo para tener unas nociones básicas.
El hombre no está seguro de si está soñando o alucinando. La chica se ha presentado prácticamente con ropa de andar por casa y sin pudor alguno revela que le fallan parte de los requisitos para conseguir el empleo. No es un buen comienzo.
-¿Alfonso es nombre?.
-No, apellido. Mi nombre completo es Lydia, Lydia Ivania.
-¿Ivania?.
-El femenino de Iván. Sí, ya sé que normalmente es Ivana, pero a mis padres les pareció más bonito. Las amigas suelen llamarme Ivi.
-¿Por qué ha venido, aquí, Lydia Ivania-recalca el nombre con cierto retintín-?.
-Pues para trabajar, claro.
-¿Y que le hace pensar que voy a contratar a alguien que se presenta de esa guisa a una entrevista-la señala de arriba abajo-?.
-Mis cualidades de trabajo.
-Cualidades ¿alguna vez ha estado en una reunión 40 personas tomándoles los apuntes a todos ellos?.
-No.
-¿Alguna vez ha tenido que intervenir de traductora en una discusión entre los ejecutivos de varias empresas, hablando uno ruso, otro japonés y otro noruego?.
-No-se encoge de hombros indiferente-.
-¿¿Y alguna vez ha tenido que negociar con los directivos de una compañía para proponerles un acuerdo teniendo que suplir a un jefe que no pudo presentarse?.
-No.
-¿¿Me está tomando el pelo-dice éste ya enfadado-??, ¿¿y de veras espera que yo vaya a contratarla cuando por esta oficina ya han pasado 70 aspirantes muchísimo más preparadas y dispuestas que usted??.
-Claro-vuelve a encogerse de hombros, medio sonriendo-.
-¿¿Cómo que "claro"??, ¿¡pero que se piensa que es esto, un juego!?. ¿Pero que espera, que la contrate porqué sí, por su cara bonita-la desprecia-?.
-No, por mis aptitudes-vuelve a decir-.
-¿Pero que aptitudes ni que niño muerto, si ya me ha demostrado que no tiene ni idea de cómo desempañar el puesto para que el "aspira"?. No entiendo como tiene tan cara dura de decir que la voy a contratar así por las buenas.
-Muy fácil-se abre del todo la cremallera de la chaqueta del chándal, y sube del todo el top que lleva, dejando ver sin pudor alguno sus grandes y firmes tetas-: estoy totalmente dispuesta a que me pida que se la chupe. ¿A que las otras 70 aspirantes no le complacerían del mismo modo?. Y si quiere follarme tampoco me importa, me la puede meter aquí mismo, sobre su mesa.
El hombre se recuesta un poco en su sillón de despacho, cogiendo un boli para jugar con él sobre su mesa, dando golpecitos una y otra vez. Lydia, sin que nadie se lo dijera, se pone en pie y baja el pantalón del chándal para mostrarle su pucha, pues no lleva ropa interior. Terminando de sacarse la ropa, se desnuda del todo frente a él y se vuelve a sentar, despegando una pierna y poniéndola sobre uno de los brazos del sitio donde estaba, mostrándole toda su intimidad.
-Ha estado en más de 80 entrevistas de trabajo en los últimos 6 meses-revela a su entrevistador-, y en todas siempre había alguna guarra calientabraguetas que conseguía el puesto aún teniendo menos preparación que yo. Si de recatada no pillo trabajo, pues entonces voy a conseguirlo como puta.
El hombre sigue dando golpecitos sobre su mesa con el boli. La forma en que la miraba sorprende a Lydia. Parece más impresionado que excitado.
-Eso sí que es tener las ideas claras-le dice-.
-Ya le digo-sonríe-. ¿Qué, le gusta lo que ve?.
-Muchísimo-asiente-. Tiene un par de tetas impresionantes, Lydia.
-Y sin silicona. Este melonar es 100% natural, sin retoques artificiales.
-Mmmmmm, mucho mejor-se sonríe-. Ya estoy harto de ver aspirantes con una operación de pecho, hacía tiempo que quería ver alguna con un buen par de tetas que no hubieran pasado por el quirófano.
-Pues aquí las tiene. Puede disfrutarlas si quiere.
Él se quedó callado un momento. Parecía estar pensando muy profundamente.
-¿Ha hecho esto antes?.
-No, esta es la primera vez-admite algo ruborizada, cosa que él percibe-.
-Le habrá costado llegar a este punto, el renunciar a sus inhibiciones-deduce-.
-Un poco, pero las inhibiciones no ponen comida en la mesa-dice muy seria-.
-Muy cierto-admite con la misma vehemencia-.
De nuevo, un silencio incómodo. El hombre no deja de mirar a la entrepierna de Lydia, viendo un coñito perfectamente rosadito y con una mata de pelo rubio bien cuidada y recortada en forma de rombo.
-¿Lo que yo quiera?.
-Sí-asiente-.
-¿Cuándo quiera?.
-Claro.
-¿Y donde quiera?.
-Por supuesto. Si me contrata haré dos trabajos: el de secretaria y el de puta. Si le apetece follarme, darme por el culo o que se la chupe (a usted o a algún colega suyo), sólo tiene que decirlo, para algo sería su asistenta personal: para obedecer sus órdenes.
Las tres últimas palabras atraviesan la mente de aquel ejecutivo. Pasándose la mano por la barbilla, se relame. Lydia nota que parece estar convenciéndole.
-Muy bien, vamos a comprobarlo-sonríe perverso-.
-¿Qué va a ser?: ¿mamada, enculada?...
-No, nada de eso: quiero que se masturbe.
-¿¿QUÉEEE-pregunta atónita-??.
-Ya me ha oído. Quiero que se ponga sobre esta mesa y que se masturbe, y nada de pararse a medias. Quiero que llegue hasta el final, que se corra delante de mí. Quiero verla gozarse metiéndose sus dedos. Quiero verla penetrarse usted sola.
Era una petición con la que ella no contaba, pero ya había decidido cuando entró por la puerta que estaría dispuesta a hacer lo que fuera necesario.
-De acuerdo.
Levantándose del sillón, camina hacia la mesa, aparta todos los papeles para así poder sentarse cómodamente y se sienta justo delante de su posible futuro jefe. Tiene al hombre delante de ella, a menos de un metro de distancia.
-Dios, ¡¡que tetas!!. Joder, ahora que las veo de cerca sí que son preciosas. Debe darle a su novio unos atracones de infarto dejándole mamar de ellas-piensa en voz alta-.
-No tengo novio ahora, el último me la pegó con la zorra de mi hermana hace un poco más de tres meses, pero me vengué follándome a su padre. Tendría que ver la cara que puso cuando él nos pilló en su propia cama.
-Vaya, veo que es una mujer de armas tomar-dice impresionado-.
-Solo cuando me hieren, y él me hirió a base de bien-dice con odio-.
-Pues ahora le toca gozar. Venga, quiero verlo: gócese Lydia. Mastúrbese.
Lydia no se tumba, si no que sigue sentada frente a él para que si siquiera tocar sus melones pudiera hacerlo. Con ambas manos se abre sus labios vaginales, y con la mano derecha fue acariciándose el clítoris y los labios menores. Es algo que jamás le confesará a aquel extraño, pero aquella es la primera vez que se masturba. Nunca se le había ocurrido hacer algo así, pues de necesitar un desahogo siempre había tenido un chico a su lado para darle un gusto. Ahora es diferente, ahora tiene que gozarse sola a fin de conseguir empleo. Al pensarlo bien, ve que aquello es mejor que si la pidiera follar: en lugar de tener que humillarse chupando o entregando su culo al mejor postor, todo lo que tiene que hacer es gozarse. Un trabajo solo por masturbarse. Es casi como si fuera al revés y ella, siendo ejecutiva, le pide a un tío que se pajee delante de ella para ver si lo coge de ayudante. Una imagen que le parece tan morbosa que la excita mucho más. El hombre, todo momento, permanece en su sillón viéndolo todo. A duras penas Lydia consigue mantener los ojos abiertos, pero puede ver bien que él no ha hecho lo que cualquier hombre en su situación haría: sacarse la polla y empezar a masturbarse él mismo.
-¿Usted usted no se la saca-gemía-?...¿no se no se la menea?...
-No se preocupe por mí, ya llegará el momento de sacarla de mis pantalones. De momento prefiero seguir mirando. Es que soy voyeur, me gusta mucho mirar. Me excita muchísimo ver a una mujer masturbándose, creo que muy es bonito. Es casi como un acto de liberación, de quitarse pudores inútiles.
-Pero los hombres los hombres se masturban mucho-recalca ella-
-Pero para nosotros es más natural, e incluso algunos presumen de ello-explica-. En las mujeres es algo más cohibido, más secreto me gusta que me dé conversación mientras se hace dedos, pero no se detenga. Quiero oír su orgasmo.
"Orgasmo", piensa ella. La palabra la excita más. Es el primero que va a tener en solitario, buscado por ella mismo sin necesidad de un hombre que la penetrara. Ya de perdida al río su otra mano, la que no usa para satisfacer su conejito sediento de sexo, la sube para acariciarse los pezones y masajearse las duras tetas, cuyos pezones están más duros de lo que parece a simple vista.
-Perfecto, sóbese entera, quiero que no deje un rincón de su cuerpo por tocar. ¡Ah!, y me gustaría que se probara sus propios jugos, así que de vez en cuando me gustaría que se chupara los dedos empapados de sus fluidos.
Aunque de buenas a primeras la idea la repugna sobremanera, está decidida a no oponerse a nada de lo que su jefe pida, así que a ratos alterna sus manos para así poder beberse sus propios jugos. El sabor la sorprende. Es más agradable de lo que ella nunca había imaginado. Su vientre se mueve acompasándose a su propia masturbación como si un hombre la estuviera poseyendo allí mismo.
-¿Tiene el orto bien limpio?.
-¿Orto?.
-El culo. ¿Lo tiene limpio, aseado?.
-Lo limpié en la ducha, antes de venir yo yo usé un un
-¿Un qué?...¿que usó?...
-Un mini cepillo era cilíndrico lo metí adentro para para limpiarme bien
-Mmmmmmmmm eso me pone mucho, ¿le gustó meterse eso?.
-Al principio no pero pero luego me gustó aaaahh-jadea- me gustó lo que me hacía sentir era era fantástico
-Perfecto, me encantan las mujeres que exploran su sexualidad. Tiene un cuerpo precioso para que se lo conozca y que otros lo conozcan. Es fantástica, y muy guapa.
Los halagos la excitan más. Está fuera de sí, su cuerpo se retuerce a base de los dedos que se hace. Ha perdido el control de sí misma y ya nada más le importa, solo quiere llegar al orgasmo, gozar, gritar de placer. Lo quiere todo.
-Mmmmmm ese coño tiene una pinta fantástica. ¿Ha follado mucho, lo ha usado mucho desde su primera vez?. Sea sincera, no soporto ni tolero la mentira.
-No mucho solo he tenido cuatro novios y nunca nunca hice eso que hacían mis amigas lo de follarme a un a un tío bueno porque sí el fin de semana
-¿Y eso?, teniendo en cuenta lo que veo me sorprende. ¿Por qué no?.
-Porqué me me parece muy inmoral, muy de putas Es degradarse mucho
-¿Y esto no?. Se está masturbando para conseguir empleo, se humilla delante de un extraño para conseguir sus fines
Lydia intenta responder pero le cuesta, la frenética masturbación a la que se está sometiendo la tiene en trance.
-No no es lo mismo con esto ganaré dinero, tendré una vida no, no será lo mismo que ellas ellas solo lo hacían por placer, por presumir de haber follado con un macizo, de haberse abierto de piernas para él eso es muy cerdo muy de golfa
-Mmmm interesante modo de pensar pero siga, ya casi lo tiene. ¿Lo goza sin parar, verdad?. Está a punto
-Síiiiiiiiiiiiiiii-casi grita sin poder contenerse- me gozo, me gozoooo quiero correrme, quiero gozaaaaar
-Pues gócese, y métase un dedo en el culo. Quiero verla doblemente penetrada.
El hombre la deja a su aire el último tramo de viaje y se queda en silencio viendo como ella accede a la última petición. Se mete un dedo en el culo y con ambas manos se menea más hasta que finalmente, mordiéndose el labio para no gritar, alcanza su deseo y goza delante de él, expeliendo una riada de jugos debido a su excitación. Con una cara impagable de placer el hombre se levanta y ve la cara de ella.
-Felicidades, lo ha hecho de fábula, pero falta lo último por hacer. Mi última y única petición más es la siguiente: no mueva ni un músculo.
En ese preciso momento él se baja los pantalones y se saca la verga. Ella, que no acaba de entender que pasa pero que sabe lo que pasará, obedece más por agotamiento que por cumplir las órdenes. Él se sube encima de ella y se la mete sin dificultad. Yendo a sus pezones, los besa y mordisquea alargando el orgasmo de ella. Entonces se pone a bombearla con ganas, a tirársela con furia y saña sin dejar de manosearla y acariciarla hasta que termina corriéndose sobre sus tetas y su vientre con roncos gemidos de placer.
-Vaya, estoy sobreexcitado, esto no me pasaba desde hacía años-se sorprende al ver la durez aún conservada en su miembro-. Necesito más para bajarla del todo.
Y girándola sobre la mesa, le pone el culo en pompa y se la enchufa duro hasta los huevos. Lydia, agotada, solo puede dejarse someter a los deseos de aquel depravado. En contra de lo que ella misma cree, comienza a sentir un gusto tremendo el verse usada de aquella manera, el ser un simple vehículo para el placer de un hombre. Es amoral y libertino, es indecente pero no puede dejar de gozarlo, y descubriendo una faceta de sí misma que desconocía alcanza su tercer orgasmo cuando él logra gozarla por el culo, sin que esta vez eyacule fuera de ella, si no que le deja la leche bien adentro.
-Uuuuuffff que gusto, sí que tiene un cuerpo espectacular No es algo que me uno pueda comentar a voz de pronto, pero es que nada me excita más que tirarme a una chica tras haber follado, justo cuando está agotada. Me gusta su docilidad, es como una muñeca hinchable pero en vivo. Es una fantasía que pocas veces tengo la oportunidad de realizar, y no podía decírselo o no hubiera sido todo lo natural que yo quería. Espero que lo entienda.
Lydia apenas procesa lo que le dicen, el agotamiento al que la ha sometido es enorme. Apenas logra ponerse en pie, lo justo para que él pueda chupetearle los pezones un poco más antes de coger un par de pañuelos de papel que tiene en la mesa para que se limpie las manchas de semen.
-Judith-llama él por el interfono-. Que pase la siguiente.
-Sí, señor.
-¡Un momento!. Si ya tiene asistente, ¿para que puso un anuncio buscando otra?.
-Judith es una eventual-aclara-. Además, siempre que hay una oferta de estas es de recibo que alguna que otra busque empleo a golpe de coño. Tengo que reconocerlo, me lo he pasado genial-sonríe guardándose la polla en los pantalones-. Ya puede irse.
Asombrada Lydia ve como el hombre coge el papel con la lista de nombres y en el suyo, aparte de subrayarlo, escribe "P.C.P." a un lado. Ésta se extraña.
-¿Qué es "P.C.P."?.
-"Primera Candidata al Puesto-contesta, mientras Lydia aún tiene los pantalones a la altura de la rodilla y las tetas asomando-".
-¿Ya tiene candidata y aún así va a hacer más entrevistas?.
-Nunca se sabe quien más puede aparecer dispuesta a hacer lo que haga falta para conseguir el empleo-se sonríe malicioso-. No llame, ya la llamaré y si lo hago, ya sabe lo que le espera-le guiña un ojo-.
-Para algo sería la asistenta personal: para cumplir y obedecer sus órdenes-le recuerda, haciendo un leve y último strip-tease mostrándole su vulva aún húmeda-.
En ese momento entra la siguiente aspirante, encontrando a Lydia terminada de vestir y el despacho impoluto, sin sospechar lo que acaba de ocurrir. Ambas chicas se cruzan a mitad de camino. Lydia se fija en que la otra va con aires de superioridad con una minifalda y una chaqueta a juego, con la cara maquillada y los labios de robo rubí, como si fuera de cena de gala a una fiesta de alto copete.
-Chica, que poco vas a hacer aquí viniendo con esas pintas-le dice la nueva tras mirarla de arriba abajo, desairándola-
Lydia, mirando un segundo al ejecutivo, que se sonríe al recordar lo que disfrutó con ella y ante la gran posibilidad de seguir haciéndolo de contratarla, se vuelve para replicarle a la nueva, con sonrisa pícara.
-Cariño-contesta Lydia insinuante, con aire triunfal-, no tienes ni idea de lo que se puede hacer con un chándal