La entrevista de mi mujer (3ª parte)

Tercera parte de este relato, como la segunda, ésta no es una continuación, esta vez el relator será el futuro jefe de mi mujer

Tercera parte del relato, esta vez la versión del futuro jefe:

Hola, me llamo Julián, soy gerente de una empresa y estoy divorciado, tengo 46 años y mi historia comienza una mañana que me disponía a hacer una entrevista a una candidata que necesitaba para un departamento que dirijo yo mismo.

He hecho muchas entrevistas y es lo que más me gusta de mi trabajo. A mi me encantan las mujeres, y sobretodo me gusta que vistan femeninas y sexys, me vuelve loco ver a una mujer con falda y si tengo la oportunidad, poder verle las bragas.

Tengo una situación de un cierto privilegio en la que me puedo permitir el lujo de elegir dónde hacer la entrevista y con que factores a mi favor, por ejemplo, cuando hago una entrevista a un hombre simplemente hago que suba a mi despacho y sin más, pero cuando es una mujer, preparo una sala de reuniones en la planta de abajo, allí no molesta ninguno de mis empleados y me permite elegir espacio, si viene con pantalón, la hacemos en una mesa enorme que preside la sala, pero si viene con falda, la hago pasar a una zona de descanso con sillones y eso me permite tener una visión perfecta para inspeccionar bajo su falda.

No me acuerdo de cuantas señoritas habré tenido delante en esa situación ni la de bragas que he llegado a ver, es una gozada, luego me hago unas pajas de miedo pensando en el momento vivido. Pero lo cierto es que nunca he pasado de ahí, algunas no se percataban de mis intenciones, otras lo hacían y se les veía enojadas, pero lo que me ocurrió con mi última entrevista supero todas mis expectativas.

Esa mañana me había vestido elegante como siempre cuando hago alguna reunión, para dar al huésped o candidato una imagen de seriedad de la empresa. Como era una mujer, ya dejé preparada la sala de reuniones por si la indumentaria era la “adecuada”. Estaba en mi despacho cuando de pronto vi aparecer un coche que desconocía, debía de ser ella. Bajé y al verla avanzar hasta la puerta principal ya me empecé a poner caliente, llevaba una falda negra a medio muslo que dejaba ver unas preciosas y apetitosas piernas. La mujer era un poco más joven que yo, algo bajita, pero de una figura como a mi me gusta, grandes pechos, delgadita y buen culo. Le abrí la puerta, se presentó muy cordialmente y la hice pasar a la sala no sin antes hacerle una buena repasada a sus piernas con la mirada.

Se le veía más nerviosa de lo habitual, normalmente las personas candidatas que recibo siempre tienen ese punto de incertidumbre, pero ella supongo que no estaba acostumbrada a vestirse así para este tipo de eventos y no se le veía cómoda, se tocaba mucho la falda hacía abajo y se ponía la carpeta que llevaba en el pecho como queriéndose tapar. Eso lo veo con la experiencia de haber estado muchas veces en esas situaciones y de examinar a las personas detenidamente. El hecho de que se haya vestido así sin estar acostumbrada, significa que quiere ganar puntos con su forma atrevida de vestir, cosa que me pone las cosas más fáciles para escudriñar en su intimidad.

Al entrar a la sala vi que se disponía a dejar las cosas en la mesa grande, pero no, no, nooo..., nos fuimos a sentar a mi sitio favorito, que la ocasión la merecía y mucho. Amablemente le pedí el bolso para colgárselo en una percha y así tener menos obstáculos para alegrarme la vista. Le hice sentarse en el sillón y madre mía, como apretaba las piernas, si le pongo una nuez en ese momento la parte. Para ser una mujer madura estaba muy buena, no era espectacular, de esas que te quitan el hipo, pero emanaba sensualidad, morbo, de ese tipo de mujeres que te gustarían meterle mano en cuanto las ves.

Empecé la entrevista y me senté de manera cómoda para que ella también sintiera que podía relajarse, a ver si de ese modo también lo hacían sus piernas. Estaba casada, cosa que me ponía aun más cachondo. Cada dos por tres bajaba mi mirada al hueco entre sus piernas y su falda, con la dichosa carpeta que tenia encima me resultaba muy difícil ver nada. Ella lo sentía, pero no expresaba enfado, era nerviosismo, como un quiero y no quiero, podía ser que le estuviera calentando la situación?, como si ella se lo esperara o se hubiera preparado para lo que estábamos viviendo pero le cortara su compromiso matrimonial o su orgullo de mujer para dar el paso definitivo.

Era la primera vez que me encontraba en una tesitura como esta y quería experimentar más. Fui señalando muestras y fotos de la sala para explicarle la historia de la empresa y sus productos, haciéndole mover el cuerpo para ver si se dejaba ver algo, pero todavía no me llegó la ocasión. Entonces, ocurrió, al solicitarle un documento acreditativo que llevaba en su carpeta, tuvo la mala suerte, o buena para mi…, de que se le cayeran varios papeles al suelo. En ese momento hizo un intento desesperado e inútil de agacharse para cogerlos al vuelo y al arquearse sus deliciosas piernas se abrieron dejando el espacio justo para poder contemplar sus braguitas blancas.

Por fin, que gozada, eran blanquitas como a mí más me gustan. No dude en aprovechar la situación con el afán de seguir experimentando para ver si podía conseguir algo más, me acerqué y me agaché delante de ella con la intención de ayudarla, pero lo que quería era verla más de cerca. Tenía la polla muy dura, estaba babeando, pero lo que más me sorprendió es que en ningún momento cerró las piernas, ahí la tenía, en una posición totalmente extraña y con la sensación de que ella quería aprovechar el incidente para que yo la contratara, y de paso… que le calmara su ya más que segura calentura.

No me podía creer la suerte que estaba teniendo, una mujer casada que estaba buenísima la tenía a mi merced, di el paso y… empecé a tocarle la rodilla, muy suave, no sabía como iba a reaccionar, ella hizo un pequeño sobresalto al ver mi atrevimiento, pero siguió con las piernas semi abiertas, consciente de lo puta que estaba siendo. Poco a poco, recorrí todo su muslo hasta rozar con la yema de mis dedos la tela de sus bragas y su sexo. Estaba totalmente mojada… increíble, si quisiera me la podía follar ahí mismo y nadie me lo podía impedir, obviamente no perdí la oportunidad de saborear esa rica carne por completo.

Me incorporé para decirle que si se portaba bien el trabajo era suyo. Era evidente que si se había vestido así era porqué necesitaba este trabajo, yo sólo me limité a complacerla a cambio de que me complaciera mi ardiente deseo sexual. Inmediatamente la empece a desnudar, primero desabroché su blusa y su sujetador, dejando al aire sus voluminosos pechos. Exquisitos, muy sabrosos… mmmhhhh, le empecé a chupar los pezones mientras le subía la falda y le bajaba sus braguitas. Ella empezaba a jadear, cosa que me confirmó definitivamente que podía hacer con ella lo que quisiera.

Cuando le quité las bragas, baje mi cara a la altura de su sexo y lo empecé a chupar. Estaba mojadito pero limpito, muy tierno, me recreé con delicadeza para saborear cada esquina de su intimidad. Le gustó tanto que no tardó en tener un orgasmo que la hizo chillar de placer, pero ahí no acababa la cosa. Me levanté y cuando ella abrió los ojos tenía en frente mi polla bien dura y dispuesta para ser mamada. No hizo falta que le dijera nada, se puso a la faena como una perra en celo. Dios, como me la chupó, que buena mamada, jamás en vida me habían hecho sentir tanto placer, pero quería más, le dije que estaba contratada pero quería volver a repetirlo, ella se indignó por un instante pero la devolví a su puesto inmediatamente y la gran tarea de mi candidata fue sublime, iba a hacerme correr antes de lo que yo quisiera, por lo tanto, se la saqué y ella cerró los ojos como si esperara a que le lanzase toda mi leche en su cara, pero no…, ahí no quería descargar, esta oportunidad merecía una corrida dentro de su coño.

La levanté, giré su cuerpo y lo eché para delante inclinándose de tal forma que me dejara su culo y su coño a mi merced. En ese momento noté como una tímida desaprobación a mis actos, pero no me iba a parar por nada del mundo, ella también había contribuido a esa situación, es más, sólo fue acercar mi capullo a su coño y entró sólo. Estaba totalmente empapada, abierta y receptiva. Me la estaba follando! Increíble, quien me iba a decir esta mañana que acabaría así!

Mientras la bombeaba ella iba diciendo que parara, no oponía ningún tipo de resistencia, es más, estaba disfrutando de mis embestidas, pero supongo que no quería que me corriera dentro por no dejarla embarazada. Pobrecita me dije a mi mismo, no sabía que era estéril, pero no le dije nada porqué la situación me ponía todavía más cachondo. La muy guarra sabía que la podía dejar embarazada pero, aparte de decirlo, no hacía ningún gesto por apartarse de mi polla mientras la penetraba.

Después de esa reflexión interna, seguí a lo mío, me estaba poniendo muy cachondo el poder follarme a una mujer casada, de poder penetrar un coto privado sin oposición, suavemente y recreándome lo que quisiera, y de como en realidad ella, ante su presunta recatada apariencia, se me ofrecía en todo su esplendor como una auténtica zorra para conseguir el empleo. Esa mezcla entre pureza y lujuria me hizo acelerar el ritmo, cada vez más, hasta soltar una monumental corrida dentro de su coño. Que placer, jamás en mis mejores sueños había imaginado una situación como esta.

Al acabar, me fui a asearme un poco, ya que yo debía seguir en mi puesto. Posteriormente le ofrecí ir al baño que había saliendo de esta sala y la acompañé para ver cómo se limpiaba y ella sentía entonces como violaba totalmente su intimidad. Poco después le acompañé a a la salida mientra le daba las instrucciones oportunas para su primer día. Desgraciadamente yo tenía que salir de viaje y no volvería en un tiempo. Pero estaba deseando regresar y seguir con nuestras aventuras.