La entrevista de mi mujer

Mi mujer, para tener el trabajo que quería, tuvo que someterse al acoso de su futuro jefe.

Hola, he tardado mucho tiempo en volver a publicar, pero aquí os dejo otro relato. En esta ocasión l

a “narradora

es

mi mujer, espero que os guste.

Esta

ba

cansada de mi trabajo, e

ra

un estrés

continuo y me est

aba

afectando a mi vida personal y a mi salud. Necesit

aba

un cambio urgente

y

mi marido me apoyab

a a que diera

el paso,

p

ero llev

aba

tanto tiempo buscando que perd

í

la fe,

hasta que llegó el día en que para conseguir lo que quería tuve que pagar un precio muy alto

.

A

la vuelta de las vacaciones de verano me l

lamaron para

una entrevista en una empresa mediana, tranquila, de unos 40 trabajadores, en la que p

odía

ejercer profesionalmente de lo que más me gustaba, además, est

aba

cerca del colegio de mi hija y el horario me vi

ene

muy bien para poder recogerla sin depender de nadie.

Me da mucho coraje pero he de reconocer que para que te vaya bien en una entrevista, aparte de vender bien l

as

cualidades p

rofesionales

, tienes que cuidar la imagen y yo no l

o t

uve

en cuenta

en muchas ocasiones,

lo cual

me ha costado más de un puesto.

Mi marido m

e insiste

en

que lo primero que ven es la fachada y siendo mujer tengo que explotarl

a

al máximo. Siempre me dice, medio en broma medio en serio, que tengo que ponerme elegante y sexy,

escote y minifalda

,

que

la mayoría de entrevistadores son hombres y para bien o para mal, el físico,

el aspecto

y la coquetería

hace

n

que sean requisito

s

influyente en la decisión final. Además, él añade, que hay poca oferta para tanta demanda o sea que aparte de

vender bien mis cualidades

, he de desplegar todos mis encantos para ganar números,

y si hace falta, “

provocar”

algún

que otro

descuidado

cruce de piernas

enseñando braguitas, si el entrevistador lo busca

, pues adelante,

cosa que le encantaría vérmelo hacer

ya que

le pone muy cachondo que otros hombres

me deseen o

me vean más de la cuenta.

A

mi esas situaciones nada más pensarlas me repugnan,

que para conseguir

algo,

aun

e

stando

capacitada, tengas que enseñar tu ropa interior a un depravado desconocido

es indignante

, pero t

enía que

reconocer que sino h

acía

algo no podr

ía

mejorar mi situación,

me p

use

guapa y un tanto atrevida y esper

aba

que la entrevista pas

ase

sin más y pu

diera

influir para acceder al puesto.

Tengo 41 años, p

elo

corto

castaño,

ojos claros

, u

n poco bajita, 1,65 cm.

,

estoy delgadita,

uso una 38 de pantalón, tengo unos pechos de talla 100

que quitan el hipo

y unas piernas muy bonitas.

Cuando se ha dado la ocasión y me he arreglado,

más de una mirada

atrevida

me h

e llevado

por la calle pese a mi edad

. H

oy he elegido para la ocasión braguitas

blancas (a sugerencia de mi pícaro marido)

y sujetador c

olor carne

, una blusa blanca, una falda negra a medio muslo, s

in medias ya que h

acía mucho calor

y

zapatos con un poco de tacón,

vamos, nada del otro mundo, pero

iba

arreglada

. Cuando me disponía a salir me miré en el espejo y me veía guapa, no suelo vestir así y eso subió mi autoestima,

la blusa un poco entallada resaltaba mis pechos

y mi cintur

ita

, mientras que

la falda

contorneaba mis caderas y mi culito y

dejaba al descubierto unas bonitas piernas que no suelo lucir

.

A decir verdad la veía un poco corta, a

l no estar acostumbrada

a llevar falda

la altura a medio muslo me preocupaba

, pero mi marido me dijo que iba perfecta,

m

e dio un beso con lengua de los que me gustan para despedirse de mi

y desearme suerte

, sabía que al verme así vestida para una entrevista,

i

ba a

provocar más de una de sus

fantasías sexuales

.

Me dirigí al coche y cuando me senté noté como la falda se subía peligrosamente, en seguida la bajé y pensé por un momento que me había equivocado de atuendo, pero por otro lado me dije a mi misma que menuda tontería, normalmente una entrevista te la hacen en una mesa de despacho, no me tenía que subir a ningún taburete.

C

uando llegué

a la empresa

me recibió

un hombre bien vestido de unos 45 años,

más

alto

que yo

,

ni feo ni guapo,

más bien del “montón”,

pelo un poco canoso, con barba, ojos claros y unos kilos de más,

se presentó, se llamaba Julián

.

M

e invit

ó

a pasar a una sala que hay nada más entrar e

n recepción

, no sin antes echarme una

buena

mirada a mis piernas. Al decirme esas cosas mi marido

previamente,

estaba atenta a ver dónde iba la vista de mi anfitrión, es

e hecho

quería decir que la o

peración

fachada, ha

bía

sido un éxito.

El despacho era grande, con estanterías alrededor, una mesa de reuniones e

norme

y más al fondo una pequeña zona de descanso

o de lectura

con sillones y una mesa de centro

pequeña

. Ya me disponía a dejar mis cosas en la mesa de reuniones

cuando

sospechosamente

J

ulián

me dirig

hasta l

os

sillones d

el fondo

,

decía que

justo al l

ado hay una ventana que da a

un patio donde los trabajadores salían a tomar el aire en los turnos de descanso

y entraría más luz natural,

pero a

l m

omento pude darme cuenta

de

que esa decisión no e

ra

tomada p

or la luz

, y

a

que al sentarse delante de m

í

t

enía

una visión perfecta de mis piernas, las cuales c

erraba

con fuerza

al sentarme

para que no me v

iera

las bragas,

recordé mi dilema cuando entré en el coche y se me subió la falda

.

M

i marido

la “clavó”

,

este señor buscaba aprovechar mi indumentaria para recrearse la vista,

tenía que estar muy alerta sino quería mostrar más de lo debido

pues no estaba dispuesta a e

nseñarle

mi ropa interior

y no quería ni pensar en lo de “provocar” algún descuidito.

D

ando señas de sospechosa amabilidad, me cogió

el bolso para que no m

e molestase

y lo

dejó

bien colgado en una percha

, ahora lo único que t

enía

para taparme son mis manos y una carpeta

fina

con papeles que se suelen llevar

a las entrevistas, con titulaciones, informes y demás

. El muy cabrón d

isfrutaba

d

el momento, no para

ba

de mirarme las piernas y y

o empezaba a tener una mezcla de sensaciones: rabia,

asco,

miedo y sin entenderlo todavía,

un creciente

morbo,

volvió a mi cabeza lo del descuido

.

Al pensar las cosas que me dice mi marido referente a exhibirme, me preguntaba, que diría él a

nte

esta situación tan comprometida?, estoy segura que

con lo pervertido que es,

me daría el visto bueno para proceder

a

calentar a es

t

e señor

y eso,

poco a poco,

me estaba encendiendo por dentro.

Tenía delante una persona que era clave para poder mejorar mi situación personal y no hacía más que lanzarme señales de que quería “carne” a cambio de curro.

De ninguna manera quería venderme tan vulgarmente, pero por otro lado...

E

mpieza la entrevista con preguntas c

otidianas

, dónde vivo, mi situación personal, estudios,

etcétera,

mientras sin apenas disimular, de tanto en cuanto

Julián

baja

ba

la vista para ver si hac

ía

algún movimiento y po

día

verme dentro de la falda. Yo no sabía si cruzar las piernas o no, ya que el sillón no ayudaba y se me podía levantar la falda por debajo. E

staba

más preocupada de no mostrar mi intimidad que de la propia entrevista y eso l

o notaba mi interlocutor

.

Luego, m

ientras me explicaba a que se dedicaba la empresa, su historia,

sus orígenes

,

sus productos,

me iba señalando fotos y muestras que tenía

alrededor

d

el despacho

buscando que hiciera ese gesto con las piernas que estaba deseando que ocurriera. Yo solo pensaba en apretarlas más todavía.

Continuaba la entrevista,

ahora

centrándonos más en mi experiencia profesional y mis estudios,

ahí desplegué toda mi artillería, Julián asentaba con gestos de aprobación pero en sus gestos notaba que no era nada de lo que ya hubiera escuchado con anterioridad, eso me desmoralizó, pero no me i

ba a

dar por vencida, le expuse todos mis conocimientos en idiomas

y e

n un momento dado m

e p

idió

si le p

odía

enseñar la titulación de inglés, que

siendo previsora, ya la

llevaba en la carpeta,

l

a cual

s

eguía

en mi regazo para

ayudar a

taparme.

E

n eso que

abriéndola

para m

ostrarle el documento

,

entre la tensión, los nervios,

la situación comprometida con mi falda

y que

habían hojas que no estaban bien m

etidas por las solapas,

se me c

ayeron

al suelo

varias de ellas

por el lado izquierdo, al darme cuenta h

ice

u

n rápido

gesto instintivo p

ara evitar que cayeran, cosa absurda,

pero lo único que c

onseguí

es que mi cuerpo se arquea

r

a h

acia

ese lado y fruto de ese movimiento mis piernas se a

brieran

más de lo que yo quería,

regalándole

una visión perfecta de mis braguitas blancas

a Julián

.

Por fin lo había conseguido,

ya me había visto las bragas,

o

bviamente no p

erdía

detalle del espectáculo el muy cerdo,

y

r

ápidamente

se levantó c

on la s

upuesta intención

de

ayudarme, pero

nada más lejos de la realidad,

lo único que quería era agacharse delante d

e mí

para v

er más de cerca mi prenda más íntima.

La recogida de

los

papeles se me h

izo

eterna

y surrealista, se me paró el tiempo,

el tío no para

ba

de mirarme las bragas

y

sin saber porqué no e

ra

capaz

ni

de cerrar mis piernas ante ese ataque a mi intimidad,

no hacía nada por taparme, sólo me dedicaba a recoger

los papeles

sentada desde mi asiento haciéndome la loca a sabiendas que estaba siendo observada

,

e

n ningún momento quería provocar esa situación, me estaba dando muchísima vergüenza,

pero

recordaba

lo que me dijo mi marido, que un descuido podía ayudarme a conseguir mi puesto y no pasaba nada.

Es

taba

entrando

en

calor de ver como soy capaz de calentarle la polla a este individuo, de sentirme sexy y deseada,

pero l

a situación se me estaba yendo de las manos,

una cosa es un pequeño descuido y otra es estar abierta de piernas delante de un hombre desconocido a menos de 50 centímetros

y eso tuvo sus consecuencias

.

En ese tiempo de incertidumbre en el que los segundos parecían minutos, Julián no sólo disfrutaba de su logro con cara de salido baboso, sino que interpretaba que tenía carta blanca para continuar su acoso ya que en ningún momento había hecho nada por taparme y se percató que yo sabía que le estaba enseñando las bragas. Yo seguía incrédula ante esa situación, no me podía creer lo que estaba haciendo ante ese hombre, entonces a él no se le ocurrió otra cosa que poner su mano en mi pierna y empezar a acariciarla, muy suave, con cuidado, todavía receloso de mi reacción. Yo me quedé helada, estaba a punto de dar un salto y largarme de ahí, pero las ganas de conseguir otro empleo y sobretodo la creciente calentura que ya me estaba descontrolando, me lo impedían, sólo fui capaz de dar un respingo y mirarle a los ojos, pero ahí seguía, con las piernas abiertas, como una auténtica puta, le gustaría verme así a mi marido?, pensaba para mi que no quería llegar tan lejos, le pedía perdón en mis pensamientos por lo que estaba a punto de permitir, el tío asqueroso me estaba metiendo mano a su antojo!, a mí, una mujer casada! y no era capaz de hacer nada por evitarlo!

Su mano recorre mi muslo desde la rodilla hasta la tela de algodón de mis braguitas y el comienzo de mi sexo, una y otra vez, el muy cerdo me tenía a su merced, se incorporó un poco y me susurró con voz de pervertido que estuviera calladita, que si me portaba bien el trabajo sería mío. No tardó en atacar mis grandes pechos, desabrochándome la blusa y quitándome el sujetador, me dio un lametón enroscando con su lengua mi pezón derecho, cosa que me hizo gemir tímidamente, pero lo suficiente para que supiera que estaba cachonda y dispuesta a complacerle, me iba a follar sin ningún impedimento, me iba a follar un desconocido por un trabajo, mientras seguía chupándome los pezones no me podía creer que me estuvieran contratando a cambio de sexo, no era ni un sueño ni una pesadilla, ni una novela ni una película, era real como la vida misma.

M

e s

entía

sucia pero cachonda, p

oco a poco, mientras s

eguía

dándome placer en mis pechos, me levant

ó

totalmente la falda

hasta la cintura

y con delicadeza me quitó mis bragas, s

abía

que se lo podía tomar con calma, que t

enía

la situación totalmente controlada. Al ver mi coñito no depilado totalmente pero si c

uriosito

, e

mpezó

a frotar sus dedos en mi clítoris

y los jugos que ya emanaban de mi sexo

, a partir de ese momento e

ntré

en éxtasis, me e

staba dando

muchísimo morbo que otro tío que no fuera mi marido me

pudiera dar

ese placer tan rico.

Cuando pasó su lengua por mi sexo ya estaba fuera de control, me estaba comiendo el coño repasando cada rincón de mi órgano, no tardé mucho en correrme, todo mi cuerpo entró en tensión y estalló de gusto. Al abrir los ojos vi como se había levantado y estaba delante de mi cara su polla totalmente dura, la cual agarré con lujuria y me la llevé a la boca sin pensar. Le estaba haciendo una mamada de película, metiéndomela en la boca hasta el fondo y sacándomela una y otra vez, sin prisa, suavemente, recreándome con lengüetazos en el glande, en eso que Julián empezó a articular nuevamente unas palabras y me dijo que no se esperaba que fuera tan puta, tan sumisa, que le gustaba para el puesto y que estaba contratada… siempre y cuando éstas sesiones se fueran repitiendo. En ese momento me retiré y le dije que no se pasara, pero me agarró de la cabeza y me dijo que me callara, que siguiera chupando. Yo obedecí sin rechistar, pero empecé a recapacitar y me entró pánico el saber que no tenía escapatoria, que muy probablemente tendría el trabajo que tanto deseaba, pero con la condena de tener sexo con un depravado como él hasta que se harte.

Antes de correrse me sacó

la polla

de la boca

y me dispuse a recibir una buena corrida en mi cara

,

pero

me levanto y me puso de espaldas a él,

luego me

i

nclinó hacía adelante

y a

brió mis piernas

,

totalmente

dispuesta para penetrarme.

Le

intenté parar para que no

se corriera dentro,

que me dejara terminar la mamada y diéramos la sesión de sexo por finalizada,

no quería que me l

a metiera

otro hombre

, pero

no me dio tiempo a acabar

la súplica

que ya me estaba metiendo su pene en mi coño totalmente mojado

y abierto

.

Finalmente

Julián

me estaba follando,

lo había conseguido totalmente,

su deseo se había convertido en realidad

, cómo

había

podido llegar a e

sa

situación?

Me la metía y me la sacaba suavemente, dándome aun más placer, recreándose, disfrutando de la suerte que había tenido esa mañana. Entre gemido y gemido le iba diciendo: -Vale… ahhh, y

a vale

… ahhh, para

por favor

….

ahhh

, pero n

o estaba dispuesto a escucharme, n

o después de tenerme

totalmente sumisa,

estaba haciendo conmigo todo lo que quería y no iba a parar. Al poco rato de ser bombeada con tanta s

utileza

, noté como el ritmo iba creciendo, cada vez más rápido,

lo que indicaba una inminente “regada” de semen dentro de mi coño, le intenté agarrar para retirarlo pero fue en vano, mientras J

ulián lanzó un gemido

de placer notaba como u

n líquido espeso y caliente

invadía

mi agujer

ito

y

se

me escurría por mis piernas,

quedé totalmente inundada de su leche

.

M

e quedé q

uieta

, complacida pero d

olida por lo ocurrido,

como era posible que esta mañana había salido a una simple entrevista de trabajo y al final había acabado siendo follada por un completo desconocido que se

me

haya corrido dentro?

Y si me ha dejado preñada? Que me dirá mi marido? A él le gustan las situaciones picantes, pero llegar tan lejos?

T

endré que seguir follando con Julián

si comienzo a trabajar aquí

?

Mi nuevo jefe

se fue al aseo para arreglarse y cuando volvió me dijo que había cumplido con sus expectativas y que en dos semanas empezaba. Me levanté, m

e acompañó

al aseo para limpiarme y arreglarme,

no perdió detalle mientras lo hacía el muy guarro.

D

esde aquel día que estoy

en esta empresa, no he sido capaz de contarle nada a mi marido, simplemente cogí el puesto ya que tuve que pagar un precio muy alto para conseguirlo. Llevo un mes trabajando, de momento no me ha bajado la regla y Julián regresa mañana de un viaje de negocios. Que será de mi?