La entrenadora personal. Parte V
Continuación del dilema de nuestro protagonista, salpicado de altas dosis de carga sexual.
Me desperté muy atontado y completamente sólo, solo y desnudo. Desnudo pero tapado perfectamente de cintura para abajo, como tapan las madres a los hijos cuando se quedan dormidos.
Pero Alejandra tenía poco de madre. Aunque quizá sí, porque le encantaba mandar y que los demás obedecieran, como si fueran sus hijos. Pero no lo éramos, creo que ella nos había convertido en sus esclavos.
Cuando colgué el teléfono con mi mujer, pensaba que yo tenía el control. ¡Que iluso! El control, desde el principio de todo, lo tenía Alejandra. Como se suele decir, "Con buena polla bien se jode", y en su caso su cuerpazo era lo que le otorgaba esa ventaja. Bueno, su cuerpazo y su sensualidad.
Me las prometía felices pensando que iba a ser una noche de sexo sin control, donde podría follar a ambas mujeres hasta la extenuación. Después del primer polvo, después de la primera infidelidad, la mala conciencia baja el listón, y en ese momento sólo pensaba en follar a Alejandra y a su "amiguita".
Nada más lejos de la realidad, ya que la entrenadora personal, se levantó, ordenó a Susana que le acompañara al cuarto de baño. Yo confiaba que se tuvieran entre manos otro jueguecito, pero cuando las vi salir vestidas me llevé, no una pequeña, sino una gran decepción.
-Cariño, nos vamos a dormir a la otra habitación-dijo Alejandra, con un tono que parecía que no hubiera pasado nada escasos minutos atrás.
-Pero-balbuceé.
No respondió, su mirada lo dejó todo claro. En ese mismo instante me di cuenta que estaba en sus manos, que no era más que un pelele a su merced.
Así que ambas mujeres desaparecieron por la puerta, y me quedé allí en estado de shock, porque no sabía que hacer más que mirar a la puerta esperando que hubiera cambiado de opinión.
Lo primero que hice fue mirar en el móvil las fotos que me había mandado mi mujer. Todavía no había asimilado que se hubiera follado a su querida amiga. Revisé bien las fotos y eran extremadamente morbosas, pero había una que no me cuadraba mucho.
Aún así, me puse caliente al verlas y la escribí.
No obtuve respuesta.
La llamé
Estaba apagado
Así que me di la vuela y traté de dormir, aunque desde luego que me costó un buen rato asimilar todo lo que había pasado y me costó conciliar el sueño.
Y desperté como mencionaba al inicio del relato. Completamente aturdido, y sin saber donde estaba. Lo primero que hice fue llamar a Alejandra, pero nadie respondió. Miré el móvil y eran más de las 10. Me levanté a toda prisa y sobresaltado, me vestí como buenamente pude y salí de la habitación.
Ni rastro de nadie, ni una nota. nada.
Llamé al trabajo y me inventé una excusa, ese día no tenía la cabeza para concentrarme, así que me fui a casa.
Cuando llegué vi sendos mensajes en el móvil, uno de mi mujercita, otro de Alejandra. ¿Cual abriría primero? La verdad es que detuve a hacer esto, porque en función de cual de los dos abriera primero, demostraría algo. Algo para lo que quizá no estaba preparado.
Así que por puro respeto, abri primero el de mi mujer. Y no era un mensaje de buenos días, ni nada, era un vídeo. Obviamente le di a descargar, y mientras lo hacía, pasé al ver el de Alejandra.
En él, ella se disculpaba y me decía que lo mejor sería no volver a vernos. La verdad sentí una punzada en el estómago, no sé si esa punzada era de rabia o de alivio. Sí lo sabía, era de rabia.
Comencé a escribirle un "vaya decepción", pero lo cambié por un "si es tu decisión", mensaje que también volvi a borrar, para escribir un definitivo "tendríamos que hablar primero, las cosas se solucionan como adultos, no como niños cobardes".
Y acto seguido pasé a ver el video de mi mujercita. Lo que vi me dejó completamente fuera de juego.
En el vídeo salía ella hablando por teléfono conmigo, su amiga Eva era quien grababa el video, esto lo pude saber porque estiró el brazo mostrando su cara y haciendo el gesto con el pulgar hacia arriba. Volvió a girar hacia mi mujer y se escuchaba la conversación que estaba teniendo con ella la noche previa.
Ambas reían divertidas, y en ese momento Eva empezó a gemir de forma fingida. Mi mujer decía toda la retahíla de palabras y frases mal sonantes que pronunciamos la noche anterior. El beso en el culo sí que fue verdad, y lo grabaron convenientemente. El resto de situaciones, fueron fingidas y convenientemente grabadas para que yo tuviera la prueba de su engaño y no me montara películas. Incluso los sonidos que parecían ser el coño de Eva fueron hechos por mi mujer con su lengua. La verdad estaba para que le dieran el Oscar.
Por eso la foto donde mi mujer parecía comerle el coño a Eva era tan extraña, al parecer la habían cogido de internet.
Vi el vídeo como unas 4-5 veces, antes de responder, porque de ella no salió una sola palabra más.
-Vale si, me lo he tragado todo. Soy un puto cerdo-escribí- ¿Y ahora qué?
Mi mujer no tardó mucho en contestar, con una frase devastadora.
-Vas a tener que demostrarme mucho de ahora en adelante si quieres que volvamos a tener una relación normal.
¿Perdona? Pensé.
Me habían hecho todo el lío, y encima iba de víctima. La llamé pero no me lo cogió. Insistí pero nada. Así que pasé a escribirle.
-Me estás haciendo chantaje, y esto no es algo que deba tratarse por whatsapp, cuando vuelvas a casa si quieres hablamos largo y tendido.
A lo que ella respondió con un simple "Ok"
El resto del día fue un pequeño infierno, tenía ganas de ir al gimnasio a desfogar, pero podría ser un gran error encontrarse de nuevo con Alejandra, no quería forzar las cosas. Pero ¿qué coño había hecho yo para merecer dos mujeres tan jodidamente manipuladoras?
Llegué a pensar que quizá estuvieran compinchadas para joderme la vida, porque la historia estaba tomando tintes surrealistas.
Los dos días siguientes hasta la llegada de mi mujer fueron una copia del anterior, intentaba llamarla pero no lo cogía, me escribía diciendo que no la llamara y que ya lo hablaríamos todo.
Estaba completamente desconcentrado hasta el punto de que estuve muy cerca de tener un accidente con el coche. El frenazo que di fue suficiente para no matarme, pero no pude evitar dar un golpe al coche que me precedía.
Salí asustado por las consecuencias del golpe, y cuando la persona que ocupaba el coche delantero se bajó, tuve otro pequeño sobresalto. Era Susana, la futura casamentera. Se encontraba algo mareada, y no cayó en mi presencia hasta que le pregunté por su compañía de seguros. En ese momento se sobresaltó y junto con el mareo que le había causado el impacto, se desmayó sobre mi.
Era una mujer no precisamente pequeña, y me costó lo mío sujetarla. Como pude la senté en su coche y comencé a abanicarla.
No había nadie alrededor, era una calle cercana al gimnasio, el cual está en un polígono y a esa hora había muy poco tránsito. Llamé al número de emergencias, y me dijeron que tardarían lo menos posible en llegar.
Susana pareció despertar y me preguntó que había pasado. Traté de calmarla y ella empezó a sentirse mejor. Aparqué mi coche en un lateral, y también el suyo esperando que llegara la ambulancia.
Le pregunté si quería que llamara a su novio o a su familia a lo que se negó en rotundo. Ciertamente la situación hubiera sido complicada de manejar. Me comentó que le escribiría inventándose que había demasiado trabajo en la oficina, y que para el golpe ya pensaría alguna excusa.
La ambulancia llegó y tras hacerle un reconocimiento a Susana y ver que se encontraba mejor, le pidió que se acercara al ambulatorio más cercano para hacerle unas radiografías. Al no presentar riesgo grave, no podían trasladarla ellos, así que me ofrecí a ello.
La acompañé al hospital en lugar de un ambulatorio, para que la hicieran más pruebas.
Nos pegamos alli casi dos horas y salió con un collarín al cuello. No había nada grave, pero para las contracturas sufridas era lo mejor.
Me ofrecí a llevarla a casa, pero me dijo que mejor le llevara al coche. Así que eso hice.
Mientras circulaba ya con las situación más calmada, y Susana en el asiento del copiloto, empecé a fijarme en ella. Como bien describí en su momento, estaba rellenita pero tenía un cierto atractivo. Buenos pechos, y bonita sonrisa. Además iba con una falda que en ese momento le dejaba buena parte del muslo a la vista.
Mi diablo interno tomó control sobre mi mano y la posó sobre su pierna. Ella dio un pequeño respingo pero no dijo nada. Así que allí la deje unos segundos hasta que decidí subir un poco más.
El hecho de que ella suspirara, fue toda una invitación y me decidí ir hasta el final. No me sorprendió el calor que emanaba de su entrepierna, y la cierta humedad que denotaban sus bragas. Sin duda era una mujer ardiente, que recientemente había descubierto toda su sexualidad, y que por mucha boda que tuviera en el horizonte no se iba a permitir el lujo de dejar pasar ni una sola oportunidad.
Paré en un lugar apartado y la miré, ella se giro y de su dulce boquita solo salieron las "bonitas palabras"
-Fóllame duro, por favor-
Era imposible negarse, así que la mordí en el labio y le metí mi lengua hasta su garganta, mientras mis mano izquierda apretó decididamente su coño. Coño que estaba ya bastante mojado, sus bragas así lo de atestiguaban.
Casi sin darme cuenta estaba empalmado, la lengua de Susana sabía muy bien lo que hacía y había conseguido excitarme. La arranqué las bragas de un tirón y ella dio un fuerte gemido. Sin duda le gustaba traspasar el límite.
Acaricié decididamente sus, ya encharcados, labios vaginales con ansia. No la penetré para hacerla sufrir un poco, y usé mi mano libre para intentar desabrochar la blusa que llevaba puesta, no fui capaz así que quité mi mano izquierda de su coño y me dispuse a arrancarle la blusa.
Puse mis dos manos una cada lado de la fila de botones y la miré a los ojos.
Ella sólo sabía relamerse, ni un sólo gesto de desaprobación. Así que tiré con fuerza y los corchetes de la camisa volaron por los asientos, dejando sus preciosas tetas sólo cubiertas por un bonito sujetador de encaje. No quise espera a quitárselo así que se lo bajé directamente y sus dos preciosos atributos fueron devorados con ansia por mi boca en cuestión de segundos.
Sin duda las tetas de esta chica podrían dominar el mundo, firmes, duras, con un pezón perfecto y completamente erizado, bueno uno no, dos.
Con cada mordisco en cada uno de ellos, ella soltaba un gemido a cual más fuerte.
-No te haces una idea de lo que me gusta que me las muerdas-susurró entre leves gemidos.
La miré, y la visión de su cuello con el collarín y su desnudez, me recordaron a la película Crash, de David Cronenberg.
Volví a la carga apretando cada pecho con cada una de mis manos, juntándolos todo lo posible para que mi boca cambiara del izquierdo al derecho, y del derecho al izquierdo en cuestión de milésimas de segundo.
No tenía ni idea de porqué ambos estábamos tan desatados. Quizá la propia situación. No es muy común que dos personas adultas tengan sexo dentro de un coche, y menos en un lugar como aquel, donde si bien era cierto que había muy poco tránsito, no se trataba de un descampado-nidito de amor para jovenzuelos.
-Vamos a la parte de atrás-le ordené cuando la postura pasó a incomodarme más de la cuenta. La tomé de la mano y la conduje hacia la parte de atrás, y cuando su culo estuvo a la altura de los dos reposacabezas la agarré de sus grandes nalgas, las abrí de par en par y ante mi quedaron a la vista un precioso y mojado coño rasurado, y un culo apetecible que ya había pasado por mi piedra.
Tardé 5 segundos en admirarlos y acto seguido hundí mi lengua entre sus labios vaginales y comencé a recorrerlos desde el clítoris hasta el perineo, arriba y abajo, abajo y arriba, degustando cada gota de su fluido vaginal.
Cuando empezó a gemir como una posesa, me apoderé de su abultado clítoris y lo atrapé entre mis labios como si de un emmanem se tratara. Jugar con él dentro de mi boca fue demasiado para ella y sucedió algo inesperado. Eyaculó como si de un hombre se tratara, y me puso perdido de flujo vaginal. Una escena digna del mejor vídeo de Squirting que hubiera en internet.
Cuando terminó de correrse susurró un inaudible "lo siento".
-¿Lo sientes hija de puta?-afirme en tono firme pero no enfadado.
No podría jamás enfadarme con aquella muchacha que me tenía cautivado con su belleza alternativa. La empujé de malas maneras hacia el asiento de atrás, me bajé los pantalones en cuestión de décimas de segundo, y mi polla, que había tomado unas dimensiones catastróficas, acabó alojada en la garganta de la muchacha sin que pudiera decir nada.
Allí la dejé mientras la miraba, su cara era una mezcla de sensaciones entre miedo y morbo, así que recordé lo que me había dicho cuando la metí mano por primera vez pocos minutos antes.
-"Fóllame muy duro".
La saqué de su cálida boquita, y la volvi a meter de golpe, y volvi a mirarla. El miedo en su rostro daba paso casi al éxtasis, así que repetí la operación dos veces más.
En esa tercera embestida, su cara me pedía que la follara la boca como si no existiera nada más a nuestro alrededor, así que no podía negarme.
Cada vez que entraba y salía de su garganta, sentía latigazos de placer que tenían al borde del orgasmo. Orgasmo que derramé dentro de su esófago porque eyaculé cuando la tenía encajada hasta el fondo.
La saqué toda pringosa y su lengua aprovechó la parte que aún colgaba del glande. Volvió a mirarme como sólo ella sabe, y abrió la boca para soltar:
-Todavía no me has follado.
Ni corto ni perezoso la agarré del pelo y la di la vuelta con su total colaboración, le abrí de nuevo las nalgas pero en lugar de dirigir mis papilas gustativas hacia su coño, las dirigí hacia su precioso ano.
Un culo sobre el que empecé a dar vueltas y a hacer círculos hasta que Susana empezó de nuevo gimotear como una perra en celo. Momento en el que llevé el dedo corazón de mi mano derecha a su boca para que lo chupara, y aprovechar para comunicarla lo que se la venía encima.
Una vez el dedo estaba suficientemente mojado por sus babas, lo deslicé por su chorreante coño, impregnándolo aún más, pero sin darle el gusto de penetrarla. Ese dedo estaba exclusivamente reservado para su agujerito más pequeño.
Una vez que consideré que había suficiente lubricación, deslicé muy despacio el dedo por su perineo, a cámara lenta, deseando que lo deseara más que el sí quiero de su prometido. Jugué un poco alrededor de ese culo palpitante, que se contraía y relajaba por pura excitación, y sin avisar la penetré hasta el fondo arrancando un sonoro chillido de sus cuerdas vocales.
-Más por favor, méteme más-suplicó.
Y ¿Quien era yo para negarle un dulce a un niño?
La meti dos dedos y empecé a moverlos dentro de su culo, y lo sorprendete es que ella seguía pidiendo más, y moviendo sus caderas hacia adelante y atrás para penetrarse con más fuerza.
Era imposible no recuperar la erección por muy poco tiempo que hubiera trascurrido desde mi eyaculación en su boca. Mi polla estaba de nuevo en su máxima expresión por el espectáculo que me estaba brindando la bella Susana.
Sin sacar los dedos de su culo, me puse detrás de ella sigilosamente. Estaba en medio de un trance y no advirtió mi movimiento, verla desde atrás con el collarín al cuello, sudando, su culo bien abierto y el sonido de sus chillidos, fueron una imagen que no creo que olvide nunca.
En un rápido movimiento, saqué los dedos de su, ya dilatado ano, y metí sin avisar mi crecido rabo. Con ella era imposible no metérselo bien hasta el fondo, cualquier término medio la hubiera ofendido y faltaría a mi promesa de follarla muy duro.
Llevé mis dedos hacia su boca y los devoró como si de una manzana caramelizada de feria se tratara. En esos momentos el sabor prohibido era lo de menos, las neuronas sólo mandaban señales de placer hacia cada órgano del cuerpo, y con las siguientes embestidas se corrió sin remedio.
Me percaté de nuevo de su abundante corrida, debido a la humedad que noté en mis cojones. Cojones a los que no les había dado tiempo a recargarse de esperma, pero que seguramente estaban fabricando como si de una cadena de producción japonesa se tratara.
Le agarré de los hombros, ya que me daba miedo lastimar sus dañadas cervicales si la agarraba del pelo, pero fue ella la que me cogió la mano y me llevó a su deslavazada melena.
Así que, nuevamente, yo no era quien para negarle el premio a la señorita.
La agarré con fuerza del pelo y comencé a bombearla con fuerza, llenando de carne su dilatado recto.
-Dame duro por favor!-volvió a suplicar
-Creía que ya lo estaba haciendo-protesté
-¿Soy tu perrita?-inquirió
-Lo serás a partir de ahora y para siempre-
-Haré todo lo que me pidas, pero tienes que olvidarte de Alejandra-dijo en un tono que más bien parecía una orden.
Eso me sentó como un jarro de agua fría y paré en seco de follar su bonito culo.
-¿Perdona?-pregunté confuso
Ella se movió hacia atrás y estiró sus manos para clavar sus uñas en mis nalgas, provocando una nueva penetración. Me tenía asido tan fuerte, y era tanto el placer que sentía que me quedé quieto. Traté de asimilar lo que me estaba pidiendo.
-Seré tu esclava sexual, haré todo lo que me pidas durante el tiempo que tú quieras. Sigue follándome por Dios, no pares ahora.
Y volvió a auto penetrarse un par de veces más.
Su propuesta era cuanto menos perversa, y algo así era difícil de rechazar sin sopesarla más calmadamente. En ese momento tenía que seguir follándola y conseguir un segundo orgasmo, al menos tan bueno como el primero.
La volví a agarrar del pelo y decidí a jugar al juego que ella había empezado. Me acerqué a su oído para avisarla.
-Tu futuro "maridín" no te follará nunca el culo, y seré yo quien lo haga siempre que se me antoje, llueva, haga frío o calor, a cualquier hora del día.-impuse al mismo tiempo que la penetré con tanta fuerza que el coche de mis caderas con sus nalgas sonaron como una una bofetada de Rita Hayworth en Gilda.
Curiosamente lejos de achantarla, eso provocó un nuevo espasmo en toda su zona genital que avisaba de una nueva corrida. No quise ser menos y aproveché para bombearla de seguido y correrme junto a ella.
Mi cuerpo se tensó tanto , el calor dentro del coche era tanto, y el orgasmo fue tan fuerte que sufrí un ligero mareo. Mareo que en su caso fue un desmayo en toda regla. Desmayo del que no me percaté hasta que saqué mi miembro embadurnado de su ya menos dilatado orificio trasero.
Me asusté al ver que no se movía, y la giré para intentar reanimarla. El hecho de que su pecho se moviera ligeramente me tranquilizó levemente. Abrí las ventanillas del coche, y la movi ligeramente la cara. Una pequeña bofetada sirvió para que entornara levemente los ojos.
Poco a poco comenzó a tomar conciencia, y la incorporé. Estaba para un cuadro. Sus ropas rotas, su pelo completamente enloquecido, el collarín en el cuello...Pero la sonrisa que empezó a dibujar en su cara la devolvió su diferente belleza.
No pude por menos que empatar a sonrisas y afirmar.
-Ha sido un polvo increíble.
En ese momento ella me abrazó y me besó en la boca, su lengua era jodidamente erótica y antes de que siguiera la detuve.
-Tenemos mucho tiempo para hacerlo de nuevo en un mejor lugar-le pedi.
-Tienes razón, además es tardísimo.
Le ayudé a colocarse en la medida de lo posible, se bajó la falda, se colocó como pudo la blusa y en ese momento caí en la cuenta del destrozo que le había hecho. Ella debió notarlo en mi gesto y me tranquilizó
-No te preocupes, llevo ropa del gimnasio en el maletero. Ahora me cambiaré.
Eso me tranquilizó.
-Además ahora no hay nadie en casa, él sale a trabajar tarde, lo hace de noche.
Eso iluminó mi mente, creo que íbamos a pasar muy buenas noches en las ausencias de su marido. Sonreí ampliamente y ella debió notarlo.
Una vez que me vestí, me moví al asiento delantero y acto seguido fue ella la que lo hizo. Por la complejidad del movimiento, debió hacerse daño en el cuello y soltó un quejido.
-¿Qué ocurre?-pregunté
-El cuello, ahora me ha dado un latigazo-contestó.
Se sentó como buenamente pudo, y se llevó las manos al cuello
-¿Te llevo a casa?
No contestó durante unos segundos eternos, sólo se tocaba el cuello y miraba hacia abajo.
-Pero antes has de hacer una cosa por mi-me dijo al mismo tiempo que se giraba y su mirada lasciva retornaba a su cara. No pude decir nada, tan sólo mirarla descolocado.
-Antes de olvidarnos de Alejandra, la despediremos como se merece-Y dicho esto sonrió como si de una mala de película se tratara
Quisé preguntar pero no me dejó. Cogió el móvil y llamó a Alejandra. Le pidió que fuera a su casa en una hora. Alejandra ya sabía que su marido no estaba por la noches. Vaya, vaya, menudo festival se tenían estas dos montadas
Mientras ella llamaba yo miré mi móvil, un mensaje de mi querida esposa me puso en estado de alerta.
-"Hemos adelantado el regreso. Cogemos un vuelo ahora mismo y sobre las 1 de la madrugada estaremos allí".
Aquello no podía ser, a la vista tendría una nueva y ventajosa orgía con dos mujeres que me volvían loco. Y por lo que parecía, por fin podría follarme a Alejandra. Pero tan sólo tenía un par de horas, quizá algo más, para ello. Mi mujer estaba en camino y con ella viajaban un montón de incógnitas en el aire.
Susana se dio cuenta de mi preocupación y me preguntó si había algún problema. Ella ya había cerrado la visita de nuestra querida Alejandra
-¿Me llevas a casa?-me preguntó con su dulce voz aniñada y con esa sonrisa malévola que tanto me había empezado a gustar.
Miré mi móvil, la miré a ella....
Continuará....