La entrega de mi esposa (4 - Final)

Una espsa desengañada por un amante; un marido liberal que haría lo que fuera por emputecer a su esposa; una amiga manipuladora y un Amo. Los mezclas y éste es el resultado (última parte). Recomiendo leer las anteriores para estar al corriente de todo.

LA ENTREGA DE MI ESPOSA (4 Y FINAL)

Obligando a Montse que se saliera de mí, cogí el ordenador y tecleé: "Haced que hable de su vida sexual sin tapujos". Quise saber qué pensaba de mí, y todo sobre su amante. Hubo unos instantes en los que ella escuchó una voz que le hablaba, y como no se había quitado el antifaz, seguía pensando que había una fiestecilla con ella de protagonista, sin saber que estaba retransmitiendo en directo a un montón de gente mis cuernos; y sin limpiarse la comisura de sus labios de los grumos de la corrida del último tipo, preguntó inocentemente: ¿Por cuál empiezo, por el primero o por el último? La voz oculta preguntó cuántos había. Y ella sin inmutarse dijo: "sin contar a mi marido, hubo cuatro".

Ni Montse ni yo lo esperábamos, y nos quedamos boquiabiertos. Hasta mi polla se desinfló de la impresión. Ahí había muchas cosas a resolver, y compulsivamente tecleé, aunque la voz de aquel hombre ya se anticipó, que hablara de todos.

Marta, con tranquilidad, desnuda y "ciega" por el antifaz, dijo con toda tranquilidad: el primero lo conocí antes de casarnos, y con él estuve 4 años...

En la siguiente hora y media supe que la "inocente Marta" necesitaba de vez en cuando una temporada de sexo duro a mis espaldas, empezando aun antes de casarnos. Supe que el día antes de la boda como despedida el tipo que la montaba le reventó el culo y que por eso se negó a consumar la noche de bodas (una mamadita y a dormir), y luego pasaron por su cuerpo jefes y compañeros de sus trabajos hasta que el último la llevó por el filoso camino de conjuntar drogas de diseño y sexo sin que servidor se diera cuenta de nada. Y de ello se jactaba alegremente ella en vivo y en directo, para dolor de mi corazón. Naturalmente, mientras ella confesaba sus devaneos, en ningún momento su coño permaneció vacío. Y tuve la sensación que le ponía aún más explicarlo, ya que la polla que la bombeaba rítmicamente se deslizaba en exceso brillante en su interior.

Sinceramente, eso me dejó tocado, perdí mi erección, pese a que Montse se empleaba a fondo con boca y manos. Llegó un momento en que interrogante, me miró a los ojos esperando mi nula reacción. Se incorporó y se sentó molesta a mi lado para decirme:

-La verdad duele a quien está dispuesto para ser herido, y tú deseabas ver a tu mujercita desinhibida. Bueno, resulta que ya lo era mucho antes de que lo desearas. ¿ Y qué? Ya sabías que tuvo un amante. ¿Que son 4? ¡Pues mejor para ella!¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Qué no lo sabías? Bueno, pues ahora sí, y bien que no te importa verla con otros en directo, que por cierto, no se si te has fijado pero ya son 6 tipos diferentes los que la han follado hoy.

Tenía razón, era lo que quería, pero en el fondo no podía evitar sentirme engañado todos estos años, en los que tuve que tragarme muchas cosas. Cierto, de uno a cuatro no cambia el fondo, pero sí la forma, traducida en falta de confianza y de complicidad. No estaba enfadado, pero sí hundido moralmente, cosa que aprovechó de nuevo Montse para dar una vuelta de tuerca más. Cogió el portátil y tecleó algo que no supe entender hasta que ya ocurrió ante mis atónitos ojos. Escribió: Adelante con K y O.

Al otro lado del ordenador, Marta seguía siendo bombeada, y cada vez que se le corrían dentro, una mujer luego se encargaba de hurgarle el coño con una cucharilla, y poco a poco iba llenando un vaso con esperma de todos los que se la beneficiaban. En eso que Carlos le dice algo al oído, ella sonríe y dice que sí. Momento que aprovecha él para sin miramientos clavársela en su culo hasta la raíz, sin que apenas ella gimiese. Estaba totalmente ensanchada. Le alcanzó un móvil que se puso al oído. A los pocos segundos sonó el teléfono de casa. Montse me dijo que lo cogiera.

-Hola Cariño, soy yo- me dice Marta con voz melosa y algo agitada.

-Hola cielo. ¿Pasa algo? Pregunté con cara de gilipollas mirando la pantalla. Estaba hablando en directo con ella mientras era enculada. Una escena de lo más surrealista.

-No, bueno, sí, dijo ella. Que estoy en casa de mi madre, está un poco mareada y me quedaré con ella por si acaso, si no te importa.

-No, claro que no, dije serio mientras veía que además de tener esa estaca de carne en el culo, Carlos le metía 3 dedos en el coño agitándolos frenéticamente. Iba a hacer que Marta se corriera mientras hablábamos.

-Vale cariño, te dejo que parece que mi madre me llama. Mua grande. Y colgó en el momento en que dejó caer el móvil al suelo y gritó como una posesa mientras arqueaba su cuerpo y una especie de líquido que no era orín salpicaba la mano de Carlos. Había tenido un orgasmo brutal, mientras se rendía a las enculadas rítmicas que aún recibía.

Alucinaba. Mi mujer en directo me engañaba y le daba carta blanca a que lo hiciera. Aquello parecía que no iba tan bien como pensaba, y Montse lo adivinó, por lo que me hizo estirar y sentó su sexo en mi boca para exigirme que la lamiera, ya que ella estaba muy caliente con todo aquello y necesitaba que le diera caña. Actué como un robot, mientras mi cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo que estaba viviendo en ese día. El sabor salado del coño que estaba devorando me reactivó sexualmente, y para alegría de mi amante, el rabo se puso tieso de nuevo.

Hacía rato que oía gemidos fuertes, pero no podía mirar, los muslos de Montse me lo impedían, pero ahora que ella se sentó sobre mi polla de nuevo, pude ver que Marta estaba recibiendo una doble penetración por el coño, de dos mangueras enormes de color tostado. Al ver cómo miraba, Marta me dice:

-Les llamamos cariñosamente KO. Son Karim y Omar, dos senegaleses que hacen honor a la fama como puedes ver. En este momento están dándole caña de la buena a Marta, preparándola, es la puta de Carlos, y a él le gustan abiertas. Pensaba que le dolería, pero me equivoqué.

Y efectivamente, conjuntados, dilataban la vulva de Marta a extremos increíbles, mientras ella gritaba, sí, pero no de dolor. Contrastaba la doble maza chocolateada con el blanco de los muslos de Marta y su rosado coño. Mientras los gemidos se apagaban y volvían a escucharse en función de cada orgasmo que le provocaban, sentí los espasmos de una nueva eyaculación en el coño de Montse. Incluso ella intuyó que me había dejado seco por un rato largo, así que tras un poquito, justo cuando empezaba a desinflarse, se salió de mí y se fue al lavabo, dejándome mirando fijamente la pantalla. Montse era la hamburguesa del sándwich que hacían los tres, a los que otros de repente se añadieron, para colmar manos y boca de ella. Incluso una mano femenina metía como podía un dedo en el culo apretado de ella. Una auténtica orgía cortesía de mi ¿amada? esposa.

Al poco Montse salió. Pude por un momento ver cómo le colgaba del coño un hilo de un tampón justo cuando se subía el tanga y se vestía. Me dijo que siguiera mirando mientras pudiera, que se tenía que ir. Y me dejó así, sin más, viendo la escena que sólo se alteraba cuando alguien se corría en la boca de mi mujer o en sus pechos, y era sustituido por otro. Y diligentemente, aquella misteriosa mano femenina recogía en un vaso que ya estaba bastante lleno, todo el esperma que podía. Pronto supe para qué: se lo dieron a beber a mi mujer, quien sin rechistar, y en pocos sorbos pasó el espeso líquido hacia su estómago. Carlos escribió que se acababa de beber el semen de 18 corridas.

Al cabo de un rato, pude ver para asombro mío, que los dos prodigios de la naturaleza salían a la vez del coño de Marta, mostrando un agujero insolente, enorme, del que salía un río de flujos que fue a parar al mencionado vaso, pero no hubo descanso, estos superdotados aún tenían cuerda para rato, y uno de ellos atacó el culo desprotegido de mi mujer, quien al instante profirió un grito agudo por no esperarse la intrusión de un rodillo de carne que a groso modo, le echaba unos 25 cm de longitud, por unos casi 5 de diámetro. Era tanto el grosor, que automáticamente los labios vaginales se abrieron como pétalos ante la intrusión vecina. Era morboso y excitante, y más cuando vi que el otro hombre se lubricaba su mástil, y enfocaba hacia el agujero ocupado también. No me lo podía creer, la iban a reventar. Y sin poder hacer nada, vi cómo poco a poco, el esfínter cedía ante ese dardo de ébano, mientras mi mujer gritaba y trataba de salirse, pero Carlos desde arriba, se lo impedía, a la vez que le puso una especie de polvillo blanco a la altura de la nariz. Y poco a poco, los gritos fueron cediendo, y sus esfuerzos por escaparse también. Supuse que le dieron un poco de droga para calmarla. Y vaya si se calmó, de repente empezaron a bombearla a base de bien, mientras ella gemía e hipaba. El culo estaba muy abierto, hubo un momento que se salieron y pude contemplar la oquedad. Sin embargo, no hubo desgarro, no había sangre ahí.

Hubo un tipo que intentó hacerle la triple penetración, pero no pudo hacer que su pollita (en comparación con la de los otros dos africanos) entrara en el ahora estrecho coño de mi mujer, y se apartó. Entonces vi a Montse. Estaba allí. Miró a la cámara y me saludó dedicándome lo que iba a hacer. Lo intuí, lo supe antes de que viera que sus manos brillaban por el lubricante. Y no podía hacer nada, mientras como en una cuenta atrás con una mano desde cinco, hacía que los dedos de su derecha penetraran en el coño. 1, 2, 3, 4, y el quinto costó, pero entró mientras a mi mujer esta vez sí se le escapó pis, un chorro amarillento salpicó los pechos de una sonriente Montse, quien decía que ahora iba a pajear a la pareja a través de la membrana que separaba ambos agujeros. El vientre de mi mujer se abombó ante tanta intrusión, y se corría gritándolo para que todos lo oyeran. Como estaban tumbados, como pudo, Montse se puso a horcajadas sobre ellos sin sacar la mano del coño de mi mujer, y con la otra estiró el hilillo del tampón que se había puesto. Entonces cayó en la boca de mi mujer mi propio semen, que ella no dudó en tragar, para alegría de mi amante, quien volvió a meter y sacar la mano de dentro de mi mujer, mientras los famosos "KO" seguían rítmicamente deformando el culo. De nuevo mi mujer me sorprendió con un orgasmo, más débil que los anteriores, supongo que por falta de fuerzas ya... Pude ver entonces que se desmayó justo antes de que cortaran la emisión.

Llamé al móvil corriendo, y al de Montse también. No hubo respuesta. Estuve nervioso durante horas, esa noche no dormí, y sólo tuve un mail de Carlos al día siguiente diciendo que no me preocupara, que todo había ido bien, y que alargaba el fin de semana, que el jefe de Marta se la estaba follando y que le daba vacaciones tres días más.

No supe de Marta hasta el jueves siguiente, que apareció por casa, sólo para recoger sus cosas. Seria, cabizbaja, ojerosa, la vi con dificultades para sentarse. Me dijo que quería empezar una nueva vida, que no me podía dar explicaciones, que me firmaba un papel de divorcio en blanco para no reclamar nada, ni la custodia de nuestra hija. Así desapareció Marta de mi vida. Jugué fuerte y la perdí. Y ella nunca supo que fui testigo directo y culpable principal de su emputecimiento. No reaccioné siquiera para intentar detenerla. En el fondo lo esperaba.

Al cabo de unos días recibí 3 dvd por mensajería. Supe lo que era. Me los sé de memoria, en especial a partir del punto en que dejé de ver todo en directo. Lo que hicieron con mi mujer era digno de una sesión durísima del sexo más depravado. El sexo que a ella le gustaba, el que siempre había deseado y nunca le ofrecí hasta aquel fatídico día. El mayor dolor: cuando le preguntaron si se acordaba de mí, y entre gritos de su orgasmo, dijo que jamás creyó quererme, y que ahora sabía que no seguiría más conmigo. Eso lo dijo con las dos manos de Montse en su coño, y la polla de Carlos en el culo.

Montse tampoco quiso volver a tener relaciones conmigo. Parece que fui un objeto sexual, un medio para lograr lo que quería, montárselo depravadamente con mi mujer. Ahora ya no me necesitaba. Estaba solo en este sentido, así que bueno, aún tenía el móvil de Carlos... ¿Por qué no?

Ha pasado casi un año ya. A mi mujer aún le encantan esas fiestas con los ojos vendados que le monta su amo Carlos. Sigue sin saber que él cobra 200 Euros por persona para disfrutar de su cuerpo. No sabe que soy uno de ellos. No sabe que por ser quien soy, pago sólo 100 y puedo estar tantas horas como quiera. No sabe que soy el que más suavemente la trata. No sabe que aún la quiero, y que me vacío dentro de su ser con todo el amor que aún proceso por ella. No sabe que sus orgasmos mientras estoy con ella son mi victoria moral. Y sé que no lo sabrá nunca. Sólo soy una polla más para ella. No sabe que para mí ella siempre será mi esposa, entregada a otro, pero mi esposa.

FIN