La entrega

Primera experiencia de un aterrado y sumiso gusano, en la que será la posesión total de su insignificante existencia, para placer y satisfacción de la Reina.

Mi cuerpo desnudo boca abajo sobre el parket. Los tensados grilletes en muñecas y tobillos me mantienen forzado en forma de X. Las pinzas de metal que aprisionan mis pezones y mis genitales están bien unidas por la cadena, fuertemente tensada hasta el pie del Trono. El dildo que penetra sin piedad mi ano me recuerda bien mi destino.

La espera es larga, muy larga.

Por fin, oigo la puerta del cuarto de baño, y los pasos de mi Reina acercarse. Ya puedo sentir el olor de su perfume. No sin esfuerzo, consigo levantar la cabeza para verla. El relajante baño sin duda le ha sentado muy bien. Cada vez que tengo el privilegio de verla es más bella, irresistible y poderosa. Solo viste un precioso tanga de cuero negro, un sujetador a juego, también de cuero, y unos espectaculares zapatos de plataforma, con un taconazo de por lo menos 20cm. Es la viva imagen de la belleza. Pero su mirada de desdén desprende tanta elegancia como crueldad. Su melena negra y sedosa cae cubriendo su espalda. No me atrevo a seguir mirando, sé que seré castigado por ello, todavía más...

Se sienta en el Trono y cruza sus interminables y perfectas piernas. Unos leves golpes de su zapato sobre el parket, resuenan como truenos en mi cabeza.

No resisto la tentación de mirar de reojo. Tengo suerte, porque justo en ese momento no está observándome. Su atención se centra en el diván que tiene justo al lado del Trono. De él extrae una prenda. Parecen ser unas medias de seda. . . pero no. Al colocárselo, me voy dando cuenta de que es un tapado completo, desde los pies hasta su cuello. Cuando lo tiene colocado lanza un pequeño suspiro y vuelve a colocarse los brillantes zapatos, sin reparar en ningún momento en mi presencia.

Aprovecho para seguir mirando, pese a la dificultad. Extrae ahora otra prenda, y no puedo ni parpadear. . . Es un completo tapado de cuero negro. Desde la distancia puedo oler su aroma inconfundible.

Se quita los zapatos de nuevo, dejándolos bajo el Trono, y comienza a colocarse lentamente el catsuit. Le queda perfecto, ajustado, y el sonido de la cremallera me hiela el corazón.

No pierde el tiempo. Acto seguido se coloca un corsé ajustadísimo, negro y brillante, quedando una figura escultural incomparable frente a mi.

Se acaricia lentamente sus piernas, su torso, sus brazos y su pecho cubiertos de cuero, suspirando levemente.

Ahora soy yo el que suspira imaginándome que volverá a ponerse esos maravillosos zapatos. . . pero no! Porque lo que extrae del baúl es sencillamente increíble. Son las Botas más espectaculares que habré visto en mi patética vida.

Solo cuando se las calza soy consciente de lo que veo. Cubren por completo sus piernas. El brillo del cuero negro es deslumbrante, casi tan brutal como su inconfundible aroma. Pero lo más temible y a la vez precioso es la altura de esa plataforma y de ese tacón. . . No creo que baje de los 40cm. . . ¿tendré el privilegio de lamerlo? ¿podrá sentir mi cuerpo ese tacón clavado en él?

Pero cuando creo que estoy ante la Diosa más perfecta, aun me encuentro con algo maravilloso. Se pone unos guantes larguísimos, que cubren por completo sus brazos, una gorra negra, también ambos de cuero negro.

Sus suspiros se convierten en gemidos, mientras sus enguantados y brillantes dedos acarician sus Botas.

Busca y encuentra la larga fusta, y la deja en su regazo, apoyada en el precioso cuero de las Botas.

Solo cuento los segundos hasta mi tortura, y solo deseo que al menos uno de esos taconazos se clave en mi espalda y en mi cabeza, sellando mi frente contra el suelo para siempre.

La amo, mi Reina.