La ensalada con mi hermana
Una tarde me levanté de la siesta después de haber estado machacándomela toda la mañana y fui a mear. Cuando llegué al cuarto de baño encontré a mi hermana en la bañera.
La ensalada con mi hermana
La historia que voy a contar pasó hace unos años, cuando tenía 17 años pa 18, después de acabar el primer curso en la universidad. Me quedaron cuatro y tuve que empollar todo el verano, puteado por mis padres, que se fueron a un crucero y me dejaron tirado en el chalet de la playa con mi hermana.
Mi hermana tenía 20 años, pelo moreno y no es que fuera un cañón... pero tenía un pedazo de culo en el que cualquiera desearía utilizar su taladro.
En verdad lo que me había hecho era una putada porque yo ese verano tenía planeado gastarme la poya de tanto follar con turistas alemanas, que me la ponen como un asta de bandera. En cambio, me tuve que matar a pajas durante todo el verano y aguantar a mi hermana. La muy guarra cada día estaba con un tío distinto, y algunos eran incluso mayores que yo.
Una tarde me levanté de la siesta después de haber estado machacándomela toda la mañana y fui a mear. Cuando llegué al cuarto de baño encontré a mi hermana metida en la bañera, enjabonándose su cuerpecito. Entonces me empecé a empalmar y ella al darse cuenta se quedó bastante cortada.
-¿Qué quieres, hermanito?
-Venía a mear. No puedo aguantar más, así que si no te importa...
Entonces me la saqué y estaba bastante dura. Me costaba apuntar bien. Mi hermana se quedó bastante pillada al ver ese monstruo de 19 cm. que había estado sometido a un duro entrenamiento desde hacía muchos años. Cuando terminé de mear me la guardé como bien pude y volví a mi cama. Todavía quedaba para la cena, así que me puse a machacármela un rato.
Mientras estaba en el lío se me vino a la cabeza mi hermana frotando su cuerpo con la húmeda esponja, y el agua resbalando por ella. No pude aguantar ni medio minuto y me corrí llenando las sábanas de leche recién ordeñada. Decidí levantarme para lavarme un poco y cuando llegué al cuarto de baño encontré la puerta cerrada. Pegué la oreja a la puerta y escuché unos pequeños gemidos y ruido de agua. Casi de inmediato comencé a imaginarme la escena: mi hermana metida en la bañera, y usando la alcachofa como oscuro objeto de placer. Casi de inmediato me volví a empalmar y no pude ni siquiera llegar a mi cuarto antes de corredme allí en medio del pasillo.
Aquella noche, después de cenar estuvimos hablando un rato y descubrí que no tenía planes de salir.
-Hoy estoy muy cansada y creo que veré un poco la tele y luego me acuesto.
- ¡¿Cansada de qué si no has dado un palo al agua en todo el día?!
-Cansada de aguantarte a tí-decía mientras se dibujaba en su rostro una pícara sonrisa.
-Pues yo me voy a acostar ya que estoy molido.
Al día siguiente me levanté temprano y me fui un rato a nadar en la piscina de la urbanización, que un poco de ejercicio matutino nunca viene mal. Entonces ya ví a algunas tías que me levantaron bastante la moral.
Después de ducharme para quitarme el cloro fui a comprar algunas cosas que hacía falta para la casa. Mi hermana aún no se había levantado la muy perezosa. Mientras estaba comprando me encontré con un amigo de mi padre que me dio el coñazo con sus batallitas durante media hora. Cuando volví a mi casa era ya mediodía. Entré por la puerta de la cocina y estaba colocando las cosas cuando escuché unos ruidos raros que provenían del salón. Dejé las bolsas y me acerqué en silencio al salón. Y cual fue mi sorpresa cuando vi a mi hermana a cuatro patas, totalmente desnuda, y gimiendo mientras se metía un pepino por su húmedo coñito y otro más pequeño por su culo. Se ve que estaba disfrutando la muy puta, además había puesto en la tele una película porno en la que dos negrazos follaban sin piedad a una pobre colegiala como castigo por haberse portado mal en clase.
Yo no podía ni creérmelo. Sabía que mi hermana que se iba con cualquier tío sólo por diversión, pero de ahí a que fuera una salida que se pusiera cachonda metiéndose pepinos mientras veía la película porno era algo muy diferente, ¡y muy excitante! Fue entonces cuando decidí que tenía que tirarme a mi hermanita como fuera, ¡incluso en contra de su voluntad!
Ese día todo transcurrió con normalidad. Cuando cenábamos por la noche le pregunté como le había el día y mintió descaradamente.
-Pues hoy me he aburrido mucho, he estado todo el día leyendo un libro que era un pañazo.
-¿Y por qué no te has puesto a cocinar? Algo sano para variar, y no tanta comida basura... Una ensalada de pepino, por ejemplo. Me han dicho que son muy sanas, y bien condimentadas no están nada mal...
Ella dio un disimulado respingo y me miró con cara extrañada. Si ella supiera lo que yo había visto...
Después de cenar me fui a mi cuarto diciéndole que no me encontraba bien y comencé a planearlo todo. A las 2:00 de la mañana me levanté sigilosamente y me dirigí al cuarto de mi hermana. Tenía algunos trozos de cuerda que había cogido del trastero esa tarde, y el pepino más grande que pude encontrar en el frigorífico. Se notaba que ya había sido usado, lo cual me excitó todavía más. Cuando llegué a su puerta la entreabrí sigilosamente y pude ver el cuerpo de mi hermanita en la penumbra asomando entre las sábanas. Se había puesto su camisón rosa, ese tan sexy que hacía que pareciera una actriz porno de las buenas. Sin que pudiera escucharme me acerqué a la cama y comencé a deslizar las cuerdas entre sus manos, las cuales até al cabecero de la cama. Cuando di un fuerte tirón mi hermana se despertó dando un respingo del susto y sin saber qué estaba pasando.
-¿Qué haces, capullo? ¡Suéltame ya, déjate de coñas!
-No, no lo haré. Ahora vamos a hacer una cosa que se que te gusta.
Entonces saqué el pepino y comencé a restregárselo por la boca mientras metía mi mano por debajo de su camisón. Ella se resistía, pero era inútil, estaba bien atada y la iba a someter a mis bajos instintos. Cuando por fin metí mi mano debajo de sus bragas dio un respingo y comenzó a insultarme, pero no le era muy fácil con el pepino en la boca. Además, pude comprobar que, a pesar de que se resistía, empezaba a estar húmeda.
-¿Te gusta el pepino? ¡Pues chúpalo, coño, chúpalo!
-¡Que te den, maricón, si a ti lo que te gusta es cascártela pensando en Brad Pitt!
Ante aquello le di un guantazo y comencé a restregarle los dedos que había introducido en su dulce agujero por la boca. Después del golpe parece que se apaciguó un poco la fiera, y se puso más excitada.
-Bueno, qué, ¿me vas a dar ese pepino o qué?
Al escuchar aquello no tardé ni dos segundos en coger el pepino cuando mi dulce hermanita ya estaba chupándolo y lamiéndolo sin parar. Era una fiera, se ve que tenía mucha experiencia en el asunto. Cuando ya estaba el pepino bien lubricado por su saliva le levanté el camisón, le arranqué las bragas y lo dirigí hacía un sitio más idóneo. Comencé a clavarle el pepino sin compasión, pero me daba mucha pena que su boca estuviera desocupada, así que nos pusimos en una posición de pseudo-69,y mi hermanita comenzó a chuparme la poya, que estaba más grande que nunca.
-¿Qué, te gusta hermanita?
-¡¡SÍ, ME GUSTA, SÍ!! UMMMMMMMMM, ¡¡QUE BUENA ESTÁ, SÍ!! Sí lo llego a saber te la habría comido hace mucho tiempo. ¡¡AAAAAAHHH!!
-Que hermanita, como te gusta chuparle la poya a tu hermano, ¡so puta!
Fue entonces cuando decidí cambiar de escenario. Desaté a mi hermana, y sin que me diera tiempo a más se abalanzó sobre mí, me tiró al suelo y agarrando mi poya se montó sobre mí. Comenzó a subir y bajar lentamente al principio, aunque no tardó demasiado en aumentar el ritmo ya que estaba bastante lubricada... Y cachonda, por qué no decirlo. Parece ser que la escenita de la cama le había gustado tanto como a mí.
Cuando me cansé de ser su objeto de placer, la puse a cuatro patas y dirigí mi poya, que no sé como no había explotado todavía, hacia ese otro agujerito tan estrecho que me volvía loco y que parecía gritarme: ¡¡TRASPÁSAME, ENSÁRTAME!!
¡No por favor, por ahí no me lo han hecho nunca!
-No mientas, te vi el otro día metiéndote un pepino, guarra, y bien que te gustaba.
-Pues entonces, ¿a qué coño esperas? ¡CLÁVAMELA DE UNA PUTA VEZ!
A la primera pude metérsela por completo, lo cual no me costó demasiado ya que el uso de los pepinos había hecho que su agujerito estuviera acostumbrado a albergar objetos de grandes dimensiones en su interior. Cuando comencé a embestirla mi hermana se quejaba un poco, pidiéndome que fuera más despacio, pero sus súplicas me pusieron más cachondo todavía, por lo que aumenté aún más el ritmo. Cuando estaba a punto de corredme mi poya y se la puse delante de su cara mientras gritaba:
-¡AHÍ VA TU RACIÓN DE LECHE CALENTITA!
A mi hermana no le dio tiempo a reaccionar y cuando se dio cuenta tenía toda la cara llena de mi leche. Entonces se pasó la lengua por los labios tragando lo que pudo mientras se quitaba el camisón y dejaba al descubierto esas tetitas que tenía olvidadas hasta ese momento. Con decisión cogió mi poya y comenzó a estrujarla entre sus tetas y al momento se me puso dura de nuevo. No tardé demasiado en volver a corredme, esta vez ni una sola gota se derramó, ya que todo cayó dentro de su boca.
-Bueno, hermanito, ahora es mi turno, ¿no te parece?
Echándome al suelo se sentó encima de mi cara y comenzó a restregar su dulce coñito por mi boja. Al momento la agarré y comencé a chupar como si me fuera la vida en ello. Haciendo un alarde de elasticidad ella se giró y comenzó a sobarme los cojones mientras bramábamos de placer. Al momento, su coño comenzó a expulsar un dulce néctar que chupé con ansiedad hasta no dejar ni gota.
Después de aquello nos tumbamos en el suelo exhausto, con nuestros cuerpos sudados aún entrelazados como si hubiéramos caído fulminados en el acto.
Al día siguiente me desperté y me di cuenta de que mi hermana no estaba en la habitación. Cuando me dirigía al cuarto de baño me encontré de bruces con mi hermana que estaba totalmente desnuda al igual que yo, nos miramos muy apasionados. Me dijo que el almuerzo ya estaba listo y que bajara cuando quisiera. Después de lavarme un poco bajé al comedor y al sentarme a la mesa descubrí que el plato preparado mi hermana no era otro que una apetitosa ensalada de pepino...
Después de aquella noche tan dura aun lo seguimos haciendo.