La encontre en el portal

Unas maliosas ideas pasan por mi mente al encontrarla borracha en el portal.

LA ENCONTRE EN EL PORTAL.

Llegaba de fiesta a mi casa, serian las 4 de la mañana mas o menos, cuando al entrar en el portal la vi sentada en las escaleras dormida, me acerque a ella para ver como estaba. Era la hija de una de mis vecinas, Diana creo recordar que se llamaba, estaba bastante borracha, la zarandee un poco para ver si reaccionaba pero estaba demasiado borracha y no se enteraba de nada. Mire hacia todas partes para ver si alguien me observaba; Estábamos solos, la cogi en brazos y la lleve al cuarto donde se guardan los cubos de basura del edificio.

Diana era una chica de pelo moreno, ojos negros, de un metro sesenta aproximadamente y tendría unos 17 años. Siempre que la veía me producía un morbo increíble y soñaba con abalanzarme sobre ella y follarmela cada vez que me la cruzaba en las escaleras. Hoy cumpliría ese sueño, la deposite suavemente en el suelo del cuarto y la di una bofetada en la cara, no reacciono de lo borracha que iba. Me incorpore y mira como iba vestida, debo reconocer que soy bastante fetichista de la ropa de mujer y sobre de todo de las botas. Me encante ver a una chica calzada con unas botas y oír el taconeo que produce su caminar.

La mire de arriba abajo, con su pelo largo, liso y suelto que caía sobre sus desnudos hombros, llevaba una camiseta blanca muy ajustada de tirantitos con toda la espalda cruzada por unos cordones que le ceñían la camiseta sobre sus pechos. Eran unos pechos no muy grandes, como a mi me gustan ni muy grandes ni muy pequeños rematados en unos pezones pequeños pero en punta que le daban un aspecto desafiante al marcársele en la camiseta puesto que no llevar sujetador. Una minifalda blanca muy ceñida le llegaba un poco mas arriba de medio muslo apenas cubriendo sus piernas, piernas que cubría hasta las rodillas con una botas blancas con un tacón fino de unos siete centímetros y medio que me traían de cabeza, la verdad es que llevaba muy poca ropa para acabar de salir del invierno.

Acaricie sus frías piernas puesto que no llevaba medias lentamente subiendo hacia su entrepierna, al legar a sus muslos los note muy húmedos, acerque mi mano a mi nariz y la olí descubriendo un olor a orín, parece ser que por la borrachera se había meado encima. Seguí subiendo hasta que llegue a su chochito, se lo acaricie con una mano mientras que con la otra le subía la minifalda descubriendo un tanguita empapado por su pis, se lo quite y me lo guarde en el bolsillo, quería un recuerdo de mi fechoría. Me desabroche el pantalón y cuando fui a penetrarla algo hizo un cortocircuito en mi cabeza, no quería penetrarla, quería hacerle un montón de locuras que pasaban en mi cabeza. La situación era propicia y me decidí a hacerlas.

Cogi su bolso y rebusque en el cosas que me sirvieran para poner en practica mis ideas, encontré su móvil, un frasco de colonia no muy grande de forma rectangular, y entre otras muchas cosas un pintalabios. Busque por el cuarto donde me encontraba viendo un par de escobas, las cogi y procedí a poner en practica mis ideas.

Le quite las botas, pues pensaba llevármelas también como premio además de su tanga, así aprendería la lección que no pasarse con el alcohol, se las quite muy lentamente disfrutando del momento y las aparte a un lado. Cogi su teléfono móvil poniéndolo en silencio y separándola las piernas empecé a metérselo en la vagina, costo bastante pero quería que sufriera un poco, le conseguí meter el principio y después empuje con fuerza hasta que se lo metí entero. La di la vuelta sin dificultad, aparte de unos gemidos mientras le metía su móvil, seguía dormida, y cogi el pintalabios, empecé a meterlo en su ano despacito sin prisas esperando que dilatara poco a poco note como entraba a la vez que Diana emitía un fuerte suspiro se lo introduje entero mientras lo acompañaba con mi dedo índice, cogi su frasco de colonia y procedí con la misma operación fue mucho mas costoso desde el principio al no ser redondeado y mas grueso fui moviéndolo a un lado y a otro hasta que conseguí penetrar su culito un poco acompañado de otro suspiro. Su ano estaba rojo y empezaba a dilatarse, seguí haciendo fuerza sobre el bote hasta que conseguí introducírselo de un modo lento pero irremisible, termine de empujarlo con dos dedos hasta que vi como su ano terminaba de cerrarse a su alrededor.

Cogi uno de los palos de la escobas y se lo metí por el culo para poder meterla el frasco y el pintalabios un poco mas adentro, lo introduje no mucho, tampoco quería que no pudiera sacarlos ella sola, no sin esfuerzo claro, pero que lo pudiera hacer sola, se lo saque apartándolo a un lado y cogi una de sus manos.

Con la facilidad de movimientos que me permitía su casi estado de coma etílico, la embadurne su mano con una vaselina que había encontrado en su bolso, una de esas latas pequeñitas que llevan las chicas con vaselina de varios olores y colores y comencé a introduciserla en su propia vagina, tenia la mano pequeña y no fue muy costoso meterle sus deditos en la vagina comencé un vaivén con sus mano ya dentro para lubricarle un poco la zona y fuera mas fácil terminar de introducirle su mano entera, cuando lo considere suficientemente lubricado le me ti su dedo pulgar en la vagina y cogiendola por la muñeca empecé a empujar para adentro hasta que conseguí introducirle su mano hasta la muñeca mientras notaba un gemido que me hizo temer que despertaría pero que no fue así.

Me puse de pie para contemplar mi obra y la hice numerosas fotos con mi móvil, para después grabarle un pequeño video. Mire satisfecho mi obra pero faltaba algo, enseguida supe el que, saque mi pene, que había estado durísimo todo el rato y lo acerque a su boca para literalmente follarmela a un endiablado ritmo hasta que me corrí abundantemente en su boca, limpie mi pene con su falda y me abroche el pantalón, cogi mis ahora botas y salí dejándola allí tirada en el suelo con su culo penetrado y una de sus manos en la vagina.

Debían ser las doce de la mañana cuando salí de mi casa y me la encontré saliendo del ascensor con la mirada perdida en el infinito, despeinada, los ojos rojos y con el rimel corrido como si hubiera estado llorando bastante rato. Andaba con una ostensible cojera y un gesto de dolor invadía su rostro cada vez que daba un paso, ni se dio cuenta que estaba allí. Entre en el ascensor y mientras las puertas se cerraban una maliciosa sonrisa recorría mi rostro.