La empresa liberal (De principio a fin)
Un matrimonio se reencuentra con un compañero de universidad. Está la primera parte, corregida y mejorada así como la segunda parte que cierra el relato.
A los que habeis leido la primera parte:
Aunque hayais leído la primera parte, os recomiendo que lo volváis a hacer, pues he intentado corregir todo lo me han sugerido los lectores.
Tambien podeis pasar directamente a la segunda parte, pues los cambios no son demasiado importantes.
Gracias Sofia por tus consejos.
Primera parte.
Sonia estaba aburrida, y cuando una mujer se aburre mientras se la están follando, es que algo no va bien en esa relación. Tumbada boca arriba en la cama, miraba la lámpara de papel del techo, y se preguntaba si habrían pintado a mano los jeroglíficos egipcios que decoraban su superficie, intentó ver si podía reconocer alguno, pero el vaivén de su marido mientras entraba y salía rítmicamente de su cuerpo, no le permitía enfocarlos bien. Juan le levantó las piernas, y las elevó ligeramente mientras colocaba sus palmas sudorosas en las nalgas, empujando su culo hacia arriba para poder penetrarla un poco más profundamente. Sonia seguía sin sentir nada, hacía mucho tiempo que Juan no la excitaba, nunca había sido un gran amante, pero de un tiempo a esta parte, ni se molestaba en intentarlo, que si el trabajo, que si las prisas, que si el estrés, siempre había alguna excusa para saltarse los preliminares e ir directamente a un polvo mecánico y vacío, que sólo el disfrutaba.
Sonia al principio pensó que era una situación pasajera, que más adelante cuando estuvieran mejor situados volvería a intentar excitarla toscamente, como al principio de su relación, siempre con pobres resultados, pero con la voluntad de complacerla, pero no fue así, Sonia a sus treinta y dos años y tras diez de matrimonio se había instalado en una monótona rutina que la iba secando por dentro, y que no parecía tener futuro alguno. Quizás un hijo… Pero intuía que su marido era estéril, porque ella se había hecho las pruebas de fertilidad a escondidas, y estaba perfecta. Hacía ya más de siete años que no tomaba nada para evitar quedarse embarazada, ni usaban preservativos. El pensaba que tomaba la píldora, y ella lo prefería así.
Mientras pensaba en sus cosas notó como Juan aceleraba el ritmo para correrse, y supo todo lo que venía a continuación, le estrujó los pechos burdamente, de una manera que no le gustaba nada, era como si estuviera ordeñando a una vaca, el espasmo seco de la eyaculación, el gemido ronco de placer, el empuje final como si quisiera regar con su esperma lo más profundamente posible, y lo peor de todo, el sentir ese cuerpo aplastándola mientras jadeaba y se recuperaba del esfuerzo.
Le había pedido mil veces que no dejara caer todo el peso de su cuerpo sobre ella de esa manera, pero él nunca lo recordaba, y tenía que verlo disfrutar de su orgasmo casi robado, mientras ella lo soportaba y esperaba el momento de quitárselo de encima.
-Ha estado bien, ¿No? –decía casi siempre mientras se retiraba
-Si cariño, ha estado muy bien.-mentía siempre, alegrándose de que hubiera acabado.
Paseaban una tarde por un boulevard cercano a su casa cuando un bonito descapotable rojo se detuvo a su lado y el conductor llamó su atención tocando el claxon. Ellos volvieron la cabeza para ver que pasaba y se sorprendieron.
-¿Juan? ¿Sonia? Qué alegría, cuanto tiempo.
-¡Hostia! Luis, que sorpresa, aparca donde puedas y nos tomamos algo, por los viejos tiempos.-dijo Juan.
Mientras Luis iba a buscar donde dejar el coche, Sonia no pudo evitar que volvieran recuerdos de los tiempos felices, cuando los tres estudiaban en la facultad de derecho,
Juan su actual marido era sensato y prudente y Luis era el triunfador, el jeta, el emprendedor de negocios dudosos, el tramposo, el que se llevaba a todas las chicas de calle con su labia y sus promesas de llevarlas al séptimo cielo, promesas ciertas por lo que después le contaron sus amigas de aquella época. Nunca dejó de intentarlo con Sonia, ni cuando ella comenzó a salir con su actual marido, y ella siempre le dio calabazas, aunque disfrutara mucho oyendo las guarrerías que le proponía, ahora pensaba que quizás debería de haberse atrevido a dar el paso, pero el pasado era historia. Lo que no se esperaba es la excitación que empezaba a recorrer su cuerpo, sólo pensando en lo que pudo haber sido y no fue.
Luis había conseguido aparcar y se dirigía hacia ellos andando. Sonia y Juan no pudieron dejar de admirar el aplomo y la seguridad con la que se movía, con su traje caro y su corbata de seda, parecía un magnate de las altas esferas.
-Choca esos cinco-dijo Luis.
Tras darse la mano y palmearse efusivamente, Luis se retiro un paso atrás para poder admirar a Sonia de cuerpo entero.
-¡Madre de dios! Estás más guapa que nunca, te deben de tratar como a una reina.
Mientras se abrazaban, Sonia notó como le deslizaba una mano por la parte alta de su culo mientras con la otra le empujaba la espalda para que sus pezones tuvieran contacto con su pecho. No había cambiado nada, era tan atrevido como siempre, y como tantas otras veces, su marido no notó nada.
Estuvieron toda la tarde en un confortable bar musical, con música suave de fondo con asientos mullidos y acolchados, charlando, riendo, contando anécdotas vividas, Sonia hacía mucho tiempo que no se reía tanto y tan a gusto.
-Por lo que veo te va muy bien todo, ¿Cómo te ganas la vida?- dijo Juan mientras Sonia pensaba para ella misma- por fin, pensaba que no se lo iba a preguntar nunca.
-No me puedo quejar, soy el responsable de “Standard clit” para toda Europa.
-¿QUÉ? -gritó la pareja al unísono.
La “Standard clit” era una de las compañías más importantes del mundo, gestionaba las fortunas de los grandes millonarios, y muchas cosas más, era El Dorado de cualquier abogado, sus sueldos y condiciones laborales eran míticas, y Luis era un jefazo en ella, era demasiado.
-Pues sí, he tenido bastante suerte, pero contadme ¿A qué os dedicáis vosotros?
A Sonia le daba vergüenza después de escuchar hasta donde había llegado Luis hablar sobre su trabajo pero lo hizo.
-Pues yo trabajo en una gestoría local, llevo nóminas, contratos y esas cosas, y Juan trabaja en una empresa de transportes, haciendo un poco de todo, vivimos bien.
El marido de Sonia había pedido permiso para ir lavabo y en cuanto se alejó tres metros Luis no perdió ni tres segundos en lanzarse sobre la yugular de Sonia.
-¿Te folla bien?- dijo de sopetón, en su estilo directo
-De maravilla, voy bien servida.
-No me lo creo, no te olvides que conozco a tu marido casi mejor que tú. Dudo que haya sido nunca capaz de sacarte más de un orgasmo seguido, o que haya conseguido sacar la puta que llevas dentro, y no sabes todo lo que te pierdes.
Lo estaba haciendo otra vez, Sonia sentía como se humedecía, como su clítoris palpitaba sólo por una promesa intangible, no entendía porqué podía excitarse tan rápido con sólo cuatro palabras, ella no era así.
-Seguro que ahora mismo estás húmeda, y cuando llegues a casa te masturbarás pensando en este momento.
-No digas tonterías, Ya no tengo diecisiete años, soy una mujer adulta, ¿Te crees que es tan fácil ponerme cachonda?
Luis no respondió, simplemente dirigió su mano por debajo de la falda de Sonia y apoyó sus dedos en el clítoris de Sonia con una precisión quirúrgica, sintió la humedad de las braguitas empapadas, miró a Sonia a los ojos y vio que se mordía el labio inferior, ahora ya no podía engañarlo, deslizó su mano haciéndola vibrar sobre ese botoncito huérfano de cariño, aumento un poco la presión mientras Sonia exhalaba un leve suspiro mientras suplicaba:
-No, No, para por favor.
Pero no sólo no le impedía que siguiera, sino que su subconsciente hizo que se subiera la falda un poco más, para que la mano que le estaba dando tanto placer trabajara más cómoda.
Un orgasmo intenso no tardó en llegar, descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, Sonia apretó las piernas, queriendo evitar que se escapara esa sensación mágica, Luis presionó su clítoris, sin mover la mano, parecía saber exactamente lo que ella necesitaba. Juan volvía del lavabo, y ocupó su sitio, sin notar el silencio extraño que había.
-Bueno ha sido un placer, pero tengo una reunión importante en una hora -dijo Luis mientras se levantaba- el próximo sábado hago una pequeña fiesta en casa, no podéis faltar, tomad una tarjeta.
Se despidió de Juan con un apretón de manos, y al darle los dos besos de rigor a Sonia le susurró al oído:
-Espero que vengas sin bragas.
Sonia enrojeció, pero no dijo nada.
Cuando Luis se hubo ido, hablaron tranquilamente entre ellos.
-¡Joder!, sabía que llegaría lejos, pero esto es demasiado, ¡toda Europa!, debe de ganar cantidades vergonzosas de dinero.
-¿Y no te alegras por él? –dijo Sonia.
-Si, claro, pero es que no puedo evitar pensar que siempre he sacado mejores notas que él, no sé ni como consiguió acabar la carrera.
-Igual nos puede echar una mano, y meternos en su empresa, siempre ha sido generoso con sus amigos -dijo Sonia
-Sería estupendo, y nos ayudaría a salir de esta mediocridad, porque con esfuerzo y trabajo, está visto que no se consigue nada, el sábado en la fiesta le tiro el sedal, a ver si pescamos algo.
-No, déjame a mí, que las mujeres para estas cosas tenemos más tacto.
Esa noche mientras su marido la follaba torpemente, como siempre, no pudo evitar pensar en el contacto de la mano experta de Luis, y se masturbó con ansiedad, imaginando que el que la estaba penetrando no era su marido sino Luís, llegó al orgasmo antes que su marido, que la miró sorprendido, pero siguió a lo suyo hasta que se corrió ruidosamente con el ritual de siempre que tanto la molestaba.
-Hoy ha sido increíble ¿No?
-Buff, una pasada, estás hecho un semental.
-Cómprate algo bonito y sexy para la fiesta del sábado, puede haber gente importante y tenemos que quedar bien. Quiero que los dejes hechizados. Hace mucho que no te vistes con todas tus galas.
-Tu mujercita va a brillar como una luciérnaga presumida.
Llegó el sábado y Juan se puso su mejor traje y una bonita corbata roja elegida por Sonia.
Ella estrenaba un vestido nuevo de seda roja que le llegaba hasta los tobillos, con una generosa abertura lateral, que dejaba sus hermosas piernas a la vista mientras andaba, dejándole la espalda totalmente descubierta, por delante, dos tiras de seda que a duras penas tapaban sus hermosos senos subían abrazándose a ellos, perdiendo anchura a medida que se elevaban para acabar siendo casi cordones, anudados a su cuello. Era un vestido para llevar sin ropa interior, hubiera sido una aberración interrumpir la sinuosa caída de la seda recorriendo sus caderas con una barrera antinatural como una costura o el borde de unas bragas.
Los pezones duros se hundían en la tela, marcándose eróticamente, estaba simplemente espectacular, con un sencillo recogido de pelo, que invitaba a besar ese cuello como punto de inicio para recorrer entero ese cuerpo sin dejar ni un milímetro de piel sin llenar de caricias y besos.
-Estás guapísima, humm, que bien hueles, y has crecido, vaya tacones, pareces una princesa.
-Gracias cariño, tu también estás muy guapo. ¿Nos vamos?
Pusieron la dirección de la tarjeta que les dio Luis en el GPS del coche, y según se iban acercando a la dirección, se iban encogiendo, que casas, que coches, cuanto mármol, que puertas, que poderío, todo era impresionante, estaban en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, donde nunca habían estado antes. Cuando llegaron a la dirección final, tuvieron que asegurarse del número varias veces, aquello no era una casa, era una entrada con verja con varias mansiones impresionantes en su interior.
Juan iba a bajarse del coche para pulsar el botón del interfono, cuando la puerta se abrió mágicamente y un sendero se iba iluminando al paso del coche para indicarles la dirección, parecía sacado de un cuento de hadas, llegaron a una casa grande con una fachada preciosamente iluminada.
Luis estaba de pié en la entrada, esperando a que llegaran, iba vestido como un príncipe, sólo le faltaba una banda brillante que le cruzara el pecho. Abrió la puerta de Sonia y le dio la mano para ayudar a bajarla del coche. Un chico uniformado iba a llevarse el coche cuando Luis le hizo un gesto con la mano de que esperara. ¿Qué estaba pasando?
-Lo siento mucho, he intentado localizaros pero me ha sido imposible, no tenía vuestro teléfono actualizado.
-¿Para qué querías localizarnos? ¿Se ha anulado la fiesta?
-No, bueno, veréis, es que se ha complicado todo, ha pasado a ser una fiesta de la empresa, llegaba uno de mis jefes de Nueva York, y no he podido negarme.
-Bueno, no pasa nada, no te vamos a dejar mal, sabes que sabemos adaptarnos, no somos unos hippies, no vamos a llamar la atención.-dijo Juan mientras pensaba que era la oportunidad que necesitaban para escalar en la escala social.
-Es que esta empresa en los altos niveles es un poquito “especial”, no quisiera que os mezclarais con nuestras cosas, no es porque no me fíe de vosotros, sé que sabéis comportaros y sois discretos. Cualquier otro día os enseño todo y os ofrezco una cena de ensueño.
-¿Qué quiere decir “especial”?, ¿Cosas sucias como drogas y eso? – preguntó Juan.
-No por Dios, no seas burro, ¡JODER! ahora si no os lo cuento vais a pensar cosas peores de las que realmente son, digamos que es gente muy liberal, que tiene una forma desenfadada de ver el sexo.
-Bueno Luis, tampoco somos unos mojigatos, no nos vamos a sorprender porque desaparezcan algunas parejas y vuelvan felices y contentas, ya hemos estado en alguna fiesta de esas.
-Que no, que no es eso, que ahí dentro en menos de dos horas estarán todos desnudos y follando abiertamente sin ningún tabú. Si entráis ahí, y no queréis hacer el ridículo ni humillarme ante mis jefes, tendrás que aguantar como se follan a tu mujer delante de tus narices, es más, hasta yo me veré obligado a hacerlo.
Mientras decía esto, Luis recorría con sus ojos el cuerpo de Sonia con un deseo que no podía esconder, ella sintió que otra vez algo la estremecía por dentro, intentó que no se notara nada, pero la fina seda del vestido la delataba y Luis notó como sus pezones se esforzaban por liberarse de esa cárcel que los aprisionaba.
-¡Joder!, que fuerte. No me esperaba eso –dijo Juan con tristeza dirigiéndose al coche.
Antes de que Juan llegara a abrir la puerta del coche, fue Sonia quién habló nerviosamente.
-¿Y siempre acaba así?
-Siempre, de hecho nos reunimos para eso, en estas reuniones casi no se habla de trabajo, esto es simplemente parte de él.
Sonia seguía lanzada a tumba abierta.
-¿Hay alguna posibilidad de que pudiéramos entrar en tu empresa?
-Claro, podría dejaros la delegación de España o la de Francia, sé que lo haríais de coña, y que sois mejores abogados que yo, pero quien no entra en el juego no puede formar parte de la empresa, es imposible, lo siento de verdad. Otro día lo hablamos tranquilamente. –dijo Luis mientras apoyaba su mano en el hombro de Sonia y la dirigía suavemente hacia el coche.
Sonia se paró en seco, mirando a su marido que estaba al otro lado del vehículo, y le dijo amargamente.
-Esta es la mejor oportunidad que hemos tenido en la vida de dar un salto. ¿La vamos a dejar escapar?
Juan intentaba asimilar el torrente de información contradictoria que inundaba su cerebro, por una parte se veía como alguien importante, con poder, con dinero, un buen coche y por otra le llegaban imágenes de su mujer sodomizada por algún viejo verde, estaba a punto de sufrir un colapso neuronal. Sonia se dio cuenta de su estado y le preguntó a Luis:
-¿No hay alguna habitación discreta para acabar esta conversación tranquilamente?
Luis hizo una señal al chico uniformado, que se llevó el coche y entró en la casa dirigiéndolos hacia una habitación enorme cerca de la entrada, llena de estanterías y perchas con abrigos y bolsos, con una gran cama antigua con un dosel labrado en madera en una de las esquinas, parecía simplemente un objeto de decoración en la inmensa sala, que Sonia supuso sería el guardarropa.
Juan despertó de su estado catatónico y dijo bruscamente:
-Está bien, déjanos intentarlo, no te dejaremos en mal lugar, te lo prometo.
Y dirigiéndose a su mujer le susurró.
-¿Te parece bien?, ¿estamos juntos en esto?
-Si cariño, démonos una oportunidad.
Luis miraba a Sonia con lascivia y deseo, ella no dejaba de mojarse más y más, la situación la estaba sacando de quicio, necesitaba follar y lo necesitaba ya, Luis parecía estar leyéndole el pensamiento, pero aún así dijo con voz grave:
-No es tan fácil, no puedo correr riesgos, tú no sabes lo que me ha costado llegar hasta aquí, no puedo arriesgarme a que te entre un ataque de celos o de pánico y me hundas delante de mis jefes, mis clientes, me puedes joder todo.
-Luis, te juro que no pasará nada de eso, confía en mí.
-Está bien, veamos si eres capaz de dar la talla - dijo mientras se dirigía hacia Sonia y se ponía a su espalda comenzando a deslizar sus manos por los costados, desde el nacimiento de los pechos hasta los muslos.
-¿Sabes que la van a acariciar?, ¿Que la van a rozar con penes erectos?, ¿que van a disfrutar de estos pechos?
A medida que iba hablando, Luis iba haciendo las cosas que decía, Sonia estaba excitadísima, disfrutando de las caricias sensuales que recorrían todo su cuerpo, notó la polla caliente de Luis al apoyarse en sus nalgas, mientras le acariciaban los pechos con dulzura, con un tacto exquisito y medido, sus pezones que ya se habían endurecido antes de que los tocaran, ahora ya estaban henchidos en toda su plenitud, y transmitiendo descargas de placer a todo su cuerpo cuando los rozaban. Su cuerpo respondía, se le erizaba el vello al sentir el roce de esas manos hábiles.
-¿Estás preparado para que la besen? -dijo Luis mientras introducía la lengua en la boca de Sonia y exploraba esa fuente de placer tanto tiempo deseada.
Sonia disfrutaba de esa lengua atrevida que esparcía placer a raudales por su interior, mientras respondía retorciendo la suya y jugando a un baile exquisito de sensaciones, mientras seguía disfrutando de las caricias que recorrían su piel, cuando sintió unos dedos rozando su encharcado coño no pudo evitar soltar un leve quejido de placer, y cuando un dedo aventurero se adentró en su vagina, mientras la mano rozaba levemente su clítoris, pensó que se moría del gusto intenso, pues oleadas de placer recorrieron su cuerpo, sus músculos apretaron al dedo introducido en contracciones rápidas mientras gemía sordamente con la llegada de un orgasmo apoteósico como nunca antes había tenido.
-¿Has visto como se ha corrido casi sin tocarla?
Luis apretaba los puños, clavándose las uñas en las manos y buscaba desesperadamente los ojos de Sonia, buscando respuestas a lo que acababa de pasar, pero ella rehuía una confrontación directa, y evitaba su mirada. Luis callaba avergonzado, quería demostrar que podía con esta especie de prueba cruel.
Luis puso a Sonia a cuatro patas en la cama y le subió el vestido hasta la cintura.
-¿Te la has follado por el culo alguna vez? ¿No verdad?, pues mira como se hace. Sólo tienes que meterle un dedo suavemente humedecido con abundante saliva, ¿Ves?, así, ¿Ves que bien entra?, sin prisas, lentamente, luego dos, así, con la otra mano le estimulas el clítoris muy suavemente para que se relajen los músculos del esfínter y sea todo más fácil. ¿Notas como acelera la respiración? ¿Cómo cierra los ojos? Has de conseguir que se olvide de su culo y el posible dolor, ¿ves que ya tengo tres dedos dentro y no le ha dolido nada?
Sonia estaba en trance, jamás la habían hecho sentir tan excitada, le estaban tocando zonas inexploradas para ella, oía a Luis hablar, pero era como algo lejano que no tenía nada que ver con lo que su cuerpo estaba experimentando. Luis seguía con su clase magistral.
-Pero no dejes que se corra en esta fase, porque te perderías una de las mejores experiencias que un hombre puede tener, que es sentir un orgasmo de una mujer cuando tu polla está en el fondo de su culo. Mira ves como entra de bien, apoyas el glande en la entrada de su ano y empujas, suave, despacio, esperas que se acomode la punta, un poquito más, sin forzar, otro poquito más y ya la tengo en el fondo, deja unos momentos que la sienta, que note su calor, empiezas con unos movimientos suaves, así, y vas subiendo el ritmo poco a poco, sin precipitarte, mientras le rozas el clítoris, así, ¿Ves como jadea? ¿Cómo se mueve? Está a punto.
Aquí ya puedes soltarte y follártela a fondo, así, ¿Ves cómo lo hago? verás que orgasmo más intenso va a tener.
Juan no podía dejar de mirar como Luis estaba sodomizando a Sonia con un ritmo infernal, ella ya había roto cualquier reserva que pudiera tener y gemía escandalosamente.
-SI, SI, MÁS, AHHHH, AHHHHH,
-AFGHHHHHHHHHHHHHHHHH
-AHHHHH
Sonia estalló en una orgía sensorial, sin saber bien de donde le llegaban las oleadas de placer, que recorrían todo su cuerpo encadenándose unas con otras.
Luis sacó la polla nervuda chorreando semen, y empujando suavemente a Sonia dejó que quedara tendida boca abajo en la cama, recuperando poco a poco su ritmo de respiración normal.
-¿Ves? Ahora ya le puedes hacer lo que quieras.
En ese momento sonó el móvil de Luis, y tras hablar unos segundos por él nos dijo:
-Perdonad ha surgido un problemilla, en un momento estoy con vosotros, y vistiéndose rápidamente se fue.
Sonia fue volviendo lentamente del país de las hadas que acababa de visitar y fue tomando conciencia del momento y la situación.
-¿Lo he hecho bien mi amor?-dijo dudando y con miedo.
-Si, supongo que si–dijo Juan con voz temblorosa.
-¿Parecían reales los orgasmos?
-¿Es que no lo eran?-dijo sorprendido Juan
-Claro que no tonto, es tan fácil engañaros con estas cosas, ¿Tú te crees que nadie se puede correr así, tan escandalosamente y con esa facilidad? Anda, dame un abrazo, que esta noche vamos a triunfar.
Segunda Parte.
Luis volvió en menos de quince minutos, les explicó escuetamente que el problemilla se había transformado en una crisis muy importante, y que tenía que coger un avión inmediatamente para Zurich, junto con la cúpula de la empresa, la fiesta evidentemente se cancelaba.
-Has estado sensacional Sonia, y tú Juan, me has sorprendido, no pensaba que pudieras tener ese autocontrol tan férreo, llegaréis lejos, en cuanto vuelva me pongo en contacto con vosotros y pulimos los detalles, pero contad con la dirección de España o Francia, la que queráis. No sólo habéis dado la talla, sino que veo que podemos hacer grandes cosas juntos. Ahora de verdad, perdonadme, pero me tengo que ir, os acompaño hasta la entrada, a nosotros nos recogerá más tarde un helicóptero, para llevarnos directamente al aeropuerto.
Juan conducía de regreso a casa, el silencio era opresivo, los dos estaban pensando en lo que acababan de vivir, en como afectaría a su relación, pero Juan no había tardado mucho en pasar a pensar en cosas más mundanas, como donde comprarían la nueva casa cuando tuvieran dinero, era importante elegir bien la zona. También dudaba entre un coche alemán de alta gama u otro inglés, más elegante pero con peores prestaciones. A fin de cuentas tampoco había sido para tanto, y él podría disfrutar de otras mujeres, cosa que no le disgustaba nada. Empezaba a sentirse animado y todo.
Sonia por el contrario, sólo pensaba en lo que su cuerpo había sentido esa noche. En los años que había perdido, conformándose con un sexo de subsistencia, pobre y aburrido. Por nada del mundo estaba dispuesta a volver a su vieja rutina, quería, no, necesitaba vivir todas las cosas que había vislumbrado fugazmente, porque tenía la seguridad de que solo había visto la punta del iceberg, que había muchas más cosas por descubrir y disfrutar. Ahora sabía con certeza que no todos los hombres eran tan egoístas como su marido.
Juan rompió el silencio.
-¿Estás bien?
-Si.
-Te veo distante –dijo Juan
-No, estoy bien, es que ha sido todo tan precipitado.
-Si quieres lo podemos dejar… pero creo que habría que meditarlo bien antes.
-No creo que haya nada que pensar, es nuestra oportunidad, aprovechémosla.
-Opino lo mismo. ¿Te has sentido muy mal?
-No, ha sido una experiencia morbosa, en algunos momentos me ha llegado a gustar y todo. –mintió Sonia descaradamente, pues había disfrutado de ella cada segundo.
-La verdad es que al final, yo también me he puesto un poquito cachondo, parecía todo tan real, era como estar viendo una película porno, no te veía como a mi esposa, veía a una Porn Star actuando, eres una artista.
Sonia miró a su marido y no pudo evitar pensar si no la estaría tomando el pelo, pero ni su tono de voz ni su rostro denotaba ningún tipo de ironía o sarcasmo.
-¿Quieres que te haga una demostración privada de mis habilidades? - dijo Sonia mientras su mano bajaba buscando el contacto con su pene que estaba morcillón.
-Ahora no, que estoy conduciendo, y podemos tener un accidente, pero cuando lleguemos a casa, me encantaría.-contestó mientras le apartaba el brazo.
Otro jarro de agua fría, que manera de desperdiciar los momentos, Laura no dejaba de sorprenderse de la torpe inteligencia sexual de su marido, en cuanto prendía una llamita, la extinguía antes de que pudiera crecer.
-¿Y tú?, Llevarás bien, cuando veas como me follo a otra mujer, que es lo que pasará.
-Estoy deseando verlo, te aseguro que me gustará.
-A ver si vuelve Luis, y organiza otra fiesta… -dijo Juan cuando ya entraban en el parking de casa.
Al llegar a casa, Laura se fue directamente a la cama, no podía esperar más, a hacerse un dedito recordando lo vivido, Juan estuvo un buen rato con el ordenador, mirando coches, precios, inmobiliarias, repasó sus correos, etc.… Cuando más tarde, llegó a la cama, Sonia había acabado de tener un íntimo y placentero orgasmo, que la había dejado relajada y con ganas de dormir.
-Sonia, Sonia, despierta, no te hagas la dormida, que tenemos una demostración pendiente -decía mientras le zarandeaba el hombro.
-Hummmm, Mañana cariño, que ahora estoy muy cansada.
-No, no, me lo has prometido. Vamos a repetir la escena de antes, y hazlo igual.
Mientras hablaba iba colocándola como si fuera una muñeca de trapo en la posición de cuatro patas en la que no hacía mucho tiempo la había jodido Luis, Sonia se dejaba hacer con una desgana total.
-A ver, primero unas caricias, luego mojamos el culito con saliva, y rozamos el clítoris con la mano, acercamos la puntita, y la metemos lentamente.-Decía intentando imitar el tono de voz de Luis.
¡Dios!, lo último que necesitaba Sonia ahora era que rozaran su clítoris recién excitado con un dedo que parecía una lija abrasiva, que daño. Y no tenía dilatado el ano, sintió más dolor cuando metió el glande, y siguió sintiéndolo mientras forzaba su entrada.
-Y ahora ya hemos llegado al fondo, gime, gime como una puta - exclamó Juan eufórico.
Sonia hizo un esfuerzo por emitir grititos de placer para complacer a su marido, pero sólo sentía molestias, tenía el ano irritado y escocido, cada embestida de su marido, le arrancaba gritos, pero no de placer y encima era una polla algo más gruesa que la de Luis.
-Ah, Si, Así –Se esforzaba Sonia, pero parecía que estuviera leyendo un guión y también le hacía daño en los pechos, estrujándolos toscamente.
-OH, más, Ah.-fingía Sonia.
Juan se agarró a las caderas, e impuso un ritmo rápido, que estaba destrozando a Sonia. Cuando estaba acabando, se dejó caer encima de ella aplastándola, clavándose encima de ella mientras se corría con gemidos de placer.
-Ha sido fantástico cariño, es como decía Luis. Pero con él te has esforzado más, sonaba como más auténtico.
-Es que estoy muy cansada, déjame dormir por favor.
Pasaron dos semanas y Luis no daba señales de vida, y cuando le llamaban al número que tenían de él, una voz les decía que el número no existía, estaban desayunando un domingo cuando Sonia dijo:
-Juan, ¿Le diste nuestra tarjeta a Luis?
-No, pensaba que lo habías hecho tú, ¡Joder!, así como nos va a llamar, si no sabe ni donde vivimos.
-Tranquila, acabamos de desayunar, y me acerco a su casa, a ver si está, y si no está, le dejo una tarjeta al conserje o al de los coches.
Al momento de haberse ido Juan, llamaron al timbre, ¿Qué se habría olvidado este hombre? Fue a abrir la puerta con la ligera bata de verano que llevaba encima.
-¿Qué te has olvid……. ¡Luis¡ ¿Qué haces aquí? Juan acaba de salir hacia tu casa.
-No es mi casa, alguien me debía un pequeño favor, y el coche era alquilado
-¿Pero la empresa?
-No trabajo en ella, sigo con mis pequeños negocios de poca monta, engañando y trampeando como puedo. Quería echarte un buen polvo, lo he querido siempre, y cada vez que me rechazabas aumentaba mi obsesión, esperaba que tus años de aburrido matrimonio te hubieran hecho más receptiva, como así ha sido.
-No se que decir, no esta bien, tú no puedes….-Sonia no encontraba las palabras.
Luis cerró la puerta tras sí, la miró fijamente a los ojos, y abrazándola tiernamente le dio un profundo beso en la boca, que hizo que Sonia quedara desarmada, otra vez estaba en sus manos, otra vez... Y mientras se abrazaban y besaban apasionadamente, se iban arrancando la ropa el uno al otro, con furia, con ansia, mientras avanzaban tropezando con los muebles, hacia el dormitorio, al que llegaron completamente desnudos.
Luis recorrió con la punta de la lengua cada centímetro del cuerpo de Sonia, que perdió la cuenta de los orgasmos que le proporcionó ese amante entregado en cuerpo y alma a hacerla gozar. Cuando ella ya no podía soportar mas placer, cuando ya estaba llena de felicidad, Luis derramó el tibio semen en su interior, mientras ella le agarraba las nalgas con las manos y lo atraía hacia sí, para sentirlo dentro de ella completamente.
Cuando se hubieron recuperado de la intensa sesión, Sonia puso una mano en la mejilla de Luis y le dijo:
-Eres un amante increíble.
-Lo sé.
-No necesitabas montar toda esa historia de la empresa para conseguir acostarte conmigo.-le dijo mientras le miraba a los ojos
-Lo sé también, pero ¿De que otra manera hubiera podido sodomizarte delante de él?
Es mi pequeña venganza, por los años que ha podido disfrutar de tu cuerpo, mientras yo sólo he podido soñar contigo.
Sonia retiró la mano, como si se quemara, y se quedó pensativa unos momentos, algo encajó de pronto en su cabeza.
-No me dirás que……
-Sí, te quiero
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