La empleada del banco
La empleada del banco resulto ser muy servicial, aunque también ella se lo cobró con intereses .
La empleada del banco
La empleada del banco resulto ser muy servicial, aunque también ella se lo cobró con intereses .
Era un viernes de agosto, la entidad bancaria donde guardaba mis ahorros estaba cerca de casa, y como tenia tiempo solía ir bastante a realizar los trámites personalmente, nunca me gustaron demasiado los cajeros automáticos. Luisa, una de las empleadas era además de guapa, amable y sonreía, lo cual en estos tiempos ya no es muy habitual..
Luisa solía hacia las 10 h ir a desayunar a un café cercano, fuimos coincidiendo varias veces, nos solíamos sentar juntos y trabamos amistad. Luisa era muy alta, no llegaba a los 30 años, bastante delgada, y siempre estaba muy arreglada, aunque era amable era extremadamente correcta y discreta, por lo que cuando acepto una propuesta de venir a comer a mi casa, quede gratamente medio vacía, y los pocos que quedábamos nos refugiábamos en las piscinas o en lugares con aire acondicionado. A las tres y cinco, Luisa llamo a mi puerta, llevaba una ceñida falda de tubo, y una amplia camisa que ocultaba las formas de su cuerpo. Venia acalorada pese al breve trayecto entre su trabajo y mi casa, y le ofrecí un vermouth, que bebió ávidamente, antes de que me diera cuenta ya se estaba sirviendo nuevamente de la botella.
-Estoy muerta de calor, y esta maldita falda me aprieta ¿Te importa si me pongo mas cómoda?-
Antes de que yo respondiera ya se había desabrochado la falda y esta se deslizaba sobre sus interminables piernas. Allí estaba, con la larga camisa tapándole hasta mitad del muslo, y calzada con unas finas sandalias, en medio de mi cocina. Ante el panorama intente arrinconarla y me anime a deslizar una mano por el interior de su muslo, llegando a rozar con los dedos sus bragas, pero ella se escabullo sonriendo, mientras me dijo si podía tomar una ducha.
Le dije donde estaba el baño, y que mientras tanto yo terminaría de preparar la comida.
Al cabo de un rato, me acerque al baño.
-Perdona, es que tengo unas ganas de orinar que no me aguanto - le dije
Ella estaba duchándose, y su largo cuerpo se intuía detrás de la cortina. Saco un poco la cabeza y me dijo:
No te preocupes, pero aprovechemos este momento, méame por favor.
Dicho y hecho, corrió la cortina, se puso de espaldas a mi, con las piernas entreabiertas, unas piernas interminables que partían de un culo que había tenido muchas sesiones de sol, pues aunque Luisa era castaña clara, su piel tenia un bello toque moreno. Luisa con una mano se sujetaba en la pared y con la otra se enchufaba la ducha en la entrepierna.
Apunte a su espalda, y la orina cayó por su lomo, recorriendo la canal de su trasero, mientras ella estaba casi quieta, pequeños espasmos de placer recorrían su cuerpo. La correcta Luisa era una autentica guarra.
Hubiera seguido, pero el ruido del aceite caliente en la sartén me hizo abandonar ese culo, el cual prometía grandes cosas.
Cuando salio de la ducha, se había vestido de nuevo, y seguía tan perfecta como siempre excepto por su pelo mojado que le daba un aire vicioso. Comimos rápidamente, y bebimos profusamente, ella bebió bastantes cervezas, y tras unas copas de licor, decidimos irnos al dormitorio.
La tarde había pasado a ser tórrida, se avecinaba una tormenta, y el sudor nos empapaba. Me quite toda la ropa, excepto los calzoncillos, y me tumbe boca arriba en la cama. Ella empezó a andar por la cama y se puso con un pie a cada lado de mi cabeza encima de mi. Se quito la camisa, quedándose en bragas y sujetador, ambos eran de color perla con bordados elaborados, lencería cara, supongo, se metió una mano debajo de las bragas y empezó a frotarse con autentico engolfamiento.
-Tú calla y no me toques- me decía.
Estaba disfrutando viéndome allí abajo, observando como yo le miraba con deseo mientras se meneaba. Se quito el sujetador, yo desde abajo no se las podía ver bien, su entrepierna estaba justo encima de mis ojos, pero como ya había vislumbrado antes, eran bastante grandes y un poco caídas, tal vez algo desproporcionadas respecto al resto de su cuerpo. Ella seguía mimándose con una mano el coño, y con el otro las tetas. No aguante más, y con mis manos le baje las bragas hasta las rodillas, y le hice caer. Ella se coloco a horcajadas sobre mi cuerpo, y se balanceo hacia delante, su boca estaba a la altura de mis muslos, y se apaño para quitarme el calzoncillo. Siguió besándome los muslos, pero sobre todo lo que ella buscaba era que sus grandes tetas ahora pendulantes rozaran mi pene, le iba dando pequeños toques en el glande, ya fuera con los pezones o bien haciendo que mi pobre polla se deslizara entre ellas.
Estaba demasiado adelantada para comerme su coño, y aunque me incorpore para alcanzarlo, ella me volvió a insistir en que me estuviera quieto. Solo podía sujetarle por los tobillos y babearle los dedos de los pies. Desde luego a ella mucha mas excitación no le hacia falta pues de su coño ya salía un juguillo delator.
Por fin se sentó encima de mi, de espaldas, el pene entro en su cuerpo fácilmente, casi chapoteaba. Ella se restregaba y se inclinaba hacia delante, haciendo que el pene se saliera casi por completo de su vagina en cada movimiento.
Al final se quedo quieta, estaba en pleno orgasmo y yo aproveche con un par de golpes de cadera para dar salida por fin a todo un chorro de semen que debió inundarla. Ella se tumbo a mi lado, por fin pude chupar aquellos pezones de amplias areolas, que se ponían tiesos cuando les dabas mordisquitos.
Se quedo dormida, el calor, el esfuerzo y sobre todo la bebida, le hicieron caer rendida.
Afuera caía una autentica tormenta, que apenas refresco el ambiente. Aproveche para tomarme un café con hielo y una ducha.
Cuando ya me encontré con fuerzas para un segundo asalto, ella seguía soñando, estaba boca abajo con las tetas espachurradas contra el colchón. Cogí una crema, creo que era para las manos, y empecé a extendérsela por la espalda, y fui obviamente bajando, antes de llegar al culo, le di la vuelta y le aplique una generosa ración por su pubis, el cual pude apreciar que estaba cuidadosamente depilado, formando un impoluto triangulo de vello, era durito, pase las yemas de mis dedos por él. Lo chupe un poco, olía bien, y mi lengua ya se aventuraba entre los labios de su vulva. Ella con el manoseo empezó a despertarse, y aproveche para que se colocara con el culo en pompa, ofreciéndome su esfínter.
Creo que ella no se estaba dando cuenta de lo que se le venia encima. Puse abundante crema en la zona y guié a mi polla, la cual ya estaba en marcha, sobre su ano, Ella suspiraba, pero seguía entre sueños, y fui avanzando hasta ir metiendo lentamente todo el miembro. Ella se espabilo, quiso darse la vuelta, y sacárselo, pero yo le sujete, tenia las nalgas resbaladizas debida a la crema que le había puesto. Estábamos los dos quietos, esperando el primer movimiento del otro. Yo al final extraje bruscamente mi polla de su culo, ella gimió. Busque su sujetador que estaba por encima de la cama y con el en la mano aferre mi polla, me casqué una paja rápida y eyacule en la cara de Luisa. Sus perfilados labios se inundaron, y cuando abrió la boca, el pegajoso semen recorrió sus dientes y ella se relamió placenteramente.
Quede tumbado en la cama a lado de ella, la cual se esmero en lamerme los cojones y mi culo, al final como no me lograba excitar, se fue a duchar. Desde la cama se le veía ducharse, pues no corrió la cortina, y se me exhibía como una gata con ganas de que le montasen de nuevo, como se enjabonaba las tetas, como se abría de piernas, untándose con el gel, y como se meaba encima de si misma. Tuve una erección, pillé esta vez sus finas bragas, cuyos pliegues conservaban el olor del coño de Luisa y me masturbe con ellas, derramando todo mi semen en ellas.
Luisa se tuvo que ir sin bragas bajo su ceñida falda tubo, le dije que ya se las lavaría y se las devolvería. Aun las tengo aquí a lado de la cama, y algunas veces cuando no puedo dormir me sirven de consuelo, mi polla agradece su textura.