La elfa del bosque Oscuro
Tras dos días perdido en el Bosque Oscuro, el protagonista espía a una bella elfa guerrera relajándose desnuda en un estanque. Ella lo descubre y a punto está de degollarlo. Sin embargo, pese a su enfado, es mayor la curiosidad que siente por estar con un humano...
La elfa del Bosque Oscuro
Llevaba días vagabundeando por el Bosque Oscuro. Dicen que los humanos haríamos bien en no adentrarnos en él, pues es territorio de criaturas mágicas que no gustan de ser perturbadas por mortales. Pero, tras muchos años de viaje, era el camino más corto para llegar a mi hogar, por lo que decidí adentrarme en él. Pero tras dos largas jornadas dando tumbos y pasando por los mismos senderos, había llegado a una terrible conclusión: estaba perdido.
Cansado y a punto de caer presa de la desesperación, encontré una acogedora laguna de agua clara que invitaba al descaso. Me acerqué a su orilla y, cuando no había comenzado a aplacar mi sed, escuché que algo se movía entre la maleza. Me puse a cubierto tan rápido como pude, pues en el bosque mora toda clase de criaturas feroces. Sin embargo, lo que vi no era en absoluto monstruoso.
Una preciosa chica se había acercado al mismo estanque en el que segundos antes yo bebía. Sus características orejas puntiagudas delataban que se trataba de una elfa, mas no tenía el aspecto habitual de esta raza inmortal. Vestía casi como un guerrero, con cota de mallas, una arco de guerra, una espada corta y el pelo más corto que lo habitual en las hembras de esta raza.
La elfa bebió agua y empezó a desnudarse. Se deshizo de la parte de arriba de su atuendo, y dejó al descubierto unos pechos pequeños, pero con hermosos pezones rosáceos. La sorpresa vino cuando se quitó los pantalones, pues una enorme serpiente tatuada en azul oscuro destacaba sobre su marfileña piel, recorriéndole la pierna desde el tobillo hasta la ingle.
Entonces la reconocí: era Nessa, la famosa paladín elfa, cuyo tatuaje, impreso en su piel por las hechiceras del templo de Shün era mítico a pesar de que pocas personas lo habían visto. Dicen que nadie en este mundo sabe disparar su arco con tanta precisión y, quienes han sobrevivido a un combate con espada contra ella, aseguran que es igualmente diestra con el acero.
Tras nadar relajadamente en el agua durante un buen rato, se apoyo en una orilla, extendida y con los ojos cerrados, totalmente relajada..Al principio pensé que dormitaba, pero me fijé en que tenía una mano en su entrepierna. Y pensé divertido que incluso las elfas, tan mágicas y místicas ellas, también necesitan desahogarse de vez en cuando.
Lo cierto es que la visión de esa belleza con la piel mojada masturbándose me excitó muchísimo y, pensé que escondido entre los matorrales, también podría liberar mi tensión. Así que silenciosamente me fui desabrochando el cinturón y saqué mi pene, que ya estaba bastante erecto. Cuando no había empezado a frotármelo, noté que una fría punta afilada me rozaba la nuca.
Me di la vuelta y ahí estaba ella, la hermosa Nessa, que en segundos me había escuchado, salido del agua y me tenía a su merced. Odio que los elfos sean tan rápidos. Para colmo, me había pillado en una situación bastante embarazosa: ahí estaba yo, de cuclillas, sin pantalones y con la verga tiesa mientras ella me mirada fijamente. No sabría decir si estaba más asustado o humillado.
-Dame una sola razón para no rebanarte el cuello ahora mismo- inquirió expeditiva.
-Te pido perdón, no quería molestarte- supliqué- Llevo días caminado solo, y hace meses que no veo a una mujer desnuda. Así que al mirarte, no pude evitar tocarme
La elfa dejó de mirarme a la cara y dirigió sus ojos hacia mi pene. Tras examinarme durante unos segundos, envainó la espada y se arrodillo ante mi, quedando nuestras caras a la misma altura.
-Yo también llevo muchos días sola y, como has visto, también hay un ardor en mí que deseo aplacar. Además - me rozó el pene con sus dedos sin dejar de clavar su mirada azulada en la mía -has de saber que nunca he yacido con un humano, y me ha entrado curiosidad.
Y sin decir más, me empujo el pecho para que me recostara y se metió mi sexo en la boca.
A los pocos segundos de haber comenzado a devorarme, ya supe que iba a experimentar el mejor sexo oral de mi innoble vida de soldado de fortuna. Esos labios tenían un tacto mucho más suave que el de cualquier mujer que hubiera conocido, y la habilidad con la que me daba lengüetazos a la vez que me chupaba era sobrehumana.
Igualmente sobrehumana fue la maniobra que realizó a continuación. Sin aparente esfuerzo, y sin sacarse el miembro de la boca, en menos de lo que dura un suspiro giró su cuerpo hasta poner su sexo de vello dorado a la altura de mi boca. Incluso un humano estúpido como yo sabía que era el momento de saborear ese sonrosado manjar.
Y, por todos los dioses, descubrí que las elfas saben muchísimo mejor que las humanas. Sus jugos eran deliciosos, y eso me animó a chupar con más avidez mientras le separaba las nalgas con las manos y recorría con mi lengua los pliegues de sus labios menores.
Estuvimos así bastante rato, y por los suspiros que emitía, creo que mis atenciones le estaban proporcionado mucho placer. Pero ni punto de comparación con lo que ella estaba haciéndome a mi. Tal y como predije, era la mejor felación de mi vida. Su habilidad, unida a mi abstinencia de meses, hicieron que no pudiera contenerme más.
Ella lo notó y aumentó el ritmo de su boca hasta hacerme eyacular con un placer que nunca había sentido. Se tragó mi primer chorro, y luego se sacó la verga de la boca mientras la masturbaba rítmicamente, dejando que el resto de mi esperma le impregnara el bello rostro y la mano. Cuando terminé, me limpió la polla con la boca y lamió los restos de semen de su mano, como si quisiera saborear la leche de un humano.
Se dio la vuelta y me miró algo decepcionada: La visión de sus facciones delicadas llenas de mi semen y chorreando por su barbilla era turbadora.
-Los humanos no duráis mucho. Tu ya has terminado y yo ni siquiera había empezado a sentir un ligero goce.
-Yo de nuevo te pido que me disculpes. Eres increíble, nunca nadie me lo había hecho como tu, no pude resistirlo. Por favor, permíteme que continúe con mi boca y mis dados hasta que te corras.
-Preferiría tu polla, quiero probar la de un humano.
-Pero.. necesitaré unos cuantos minutos para recuperarme.
Se rió con una carcajada musical.
-Es evidente que no conoces la magia de los elfos- dijo antes de darme un apasionado beso en la boca. Sentí como si me llenara de energías otra vez y, efectivamente, cuando sus labios se separaron de los míos, mi verga estaba otra vez enhiesta y preparada. Ella se recostó, abrió las piernas para dejar su vulva húmeda impúdicamente a la vista, y me espetó:
-Y ahora ¿cómo es esa expresión tan vulgar de los humanos? Ah, si: ahora quiero que me folles.
La penetré de una sola embestida, tan mojada estaba ella. Y al poco de haber empezado, ella subió las piernas sobre mis hombros y las juntó, para hacer que mi penetración fuera más profunda. Aceleré el ritmo, me sentía eufórico y lleno de fuerza. Y a los pocos minutos, noté que ella comenzaba a decir unas extrañas palabras en élfico. No la entendí, pero era indudable que expresaban lo mucho que le estaba gustando y que sin duda estaba a punto de lograr ese orgasmo que tanto ansiaba.
Todo su cuerpo tembló, su sexo se cerró alrededor del mío y sentí unas palpitaciones extraordinariamente fuertes en su interior, mientras ella casi sollozaba de placer y seguía profiriendo esas palabras incomprensibles para mi.
Cuando se recuperó, su cara había ya no tenía ese rictus de guerrera severa, sino que estaba totalmente relajada y más bella aún. Comencé a moverme de nuevo dentro de ella, pero me paró con la mano. Se dio la vuelta y se puso en cuadrúpedo.
-Házmelo así, como si fuera una criatura salvaje de este bosque.
Acerqué mi pene a su vagina y, cuando estaba a punto de penetrarla, me paró en seco.
-No. Por ahí no. Quiero que profanes mi túnel más íntimo y profundo.
-¿Así, sin preparación? Podría hacerte daño.
-Maldito humano- me respondió exasperada- nunca pensé que tendría que rogarle a un macho para que me sodomizara. Tu solamente empuja, las elfas somos diferentes.
Enseguida comprobé que tenía razón, su ano estaba totalmente dilatado, era un círculo negro que invitaba a ser invadido. Lo hice y, para mi sorpresa, no había apenas resistencia. Tampoco notaba nada que hiciera de lubricante, pero lo cierto es que mi pene entraba y salía de ese apretado agujero con extrema facilidad.
Y no sé si las elfas son diferentes a las mujeres en eso, pero juraría que estaba gozando casi más que por la vagina. Los jadeos mezclados con esas palabras en elfo (que, dicho sea de paso, me excitaban muchísimo) eran constantes, y contoneaba la cintura en círculos para sentir mejor la verga en sus entrañas, mientras yo se la metía tan adentro que mis huevos chocaban contra sus nalgas. Juraría que estaba teniendo muchos orgasmos, y yo mismo apenas podía resistir tanto placer y la avisé de que me iba a derramar nuevamente.
-Lléname, humano. Quiero que descargues toda tu leche en mí. Quiero sentir tu torrente.
Di mis últimas embestidas mientras pensaba en que la pobre se iba a quedar con las ganas: hacía apenas unos minutos que había eyaculado, por lo que se podría considerar afortunada si mi "torrente" llagaba a ser un hilillo. Sin embargo, no contaba con que la magia elfa me había revigorizado de tal modo que mis testículos estaban de nuevo repletos, por lo que, finalmente, le inyecté una abundante descarga de semen en el recto.
Caí desplomado sobre su espalda y la abracé. Estaba absolutamente feliz y noté que ella ya no me consideraba un vulgar humano, pues se acurrucó un poco para sentir mejor mi abrazo, mientras yo notaba cómo el semen goteaba lentamente fuera de su ano.
Nessa y yo estuvimos el resto del día y parte de la noche follando frenéticamente. Gracias a su magia elfa, mis periodos de recuperación apenas duraban segundos, y experimenté los mejores orgasmos de mi vida.
A la mañana siguiente, cuando desperté, ella se había ido, pero me dejó una bolsa con provisiones y un pequeño pergamino con un mapa indicando la salida del bosque. Sin embargo, creo que no lo utilizaré todavía: quiero seguir perdido en este bosque porque no pierdo la esperanza de volver a encontrarme con ella.