La ejecución de Natalia

Natalia es condenada por homicidio y sentencia a morir empalada. Relato ambientado en época tipo medieval.

La Ejecución de Natalia.

Acto 1.

Por esas épocas cualquiera que fuera acusado de homicidio y declarado culpable solo le correspondía la pena capital. La única manera de librarse de la condena era tener linaje noble o el suficiente dinero para sobornar al juez. Pero Natalia ni era noble ni era rica por lo que fue condenada a ser empalada y para que Dios se apiadara de su alma sería torturada hasta que se arrepintiera de sus actos. Su sentencia sería aplicada en la conocida prisión de Sierra Negra en donde las peores delincuentes eran enviadas. Apenas salir del tribunal la desnudaron y la metieron junto con otras dos prisioneras en igualdad de condiciones dentro de una carreta hecha con barrotes de hierro para que las personas pudieran insultarlas y tirarles cosas si lo deseaban. El viaje duraría medio día y el camino se mantenía en perfectas condiciones para que ninguna prisionera llegara retrasada a su destino.

– ¿Tú eres Natalia, no? Soy Magdalena. – Dijo una de las mujeres dentro de la celda a Natalia . Natalia. – Así me llamo. ¿Por? Magdalena. – Escuche a los guardias antes que llegaras que te iban a ejecutar. Natalia. – Me van a empalar. – Antes de que me empalen yo me suicidaría. – Dijo la tercera mujer que estaba con ellas . Magdalena. – Siempre con tus ideas tan originales Maria. No tienes que preocuparte tanto Natalia de seguro la punta de la lanza te va a molestar un poco cuando te la metan por el ano pero el resto esta unida a una ballesta enorme. Cuando la suelten te va a atravesar de arriba a bajo en un instante. No creo que sientas nada. Natalia. – Antes de eso también me van a torturar. Magdalena. – Entonces tal vez si sea una buena idea lo del suicidio después de todo. Maria. – No ves. No soy tan tonta como creen. Magdalena. – Aunque en Sierra Negra no dan tiempo para nada. Apenas lleguemos nos van a empezar a aplicar las sentencias. Natalia. – ¿Y a usted que les va a pasar? Magdalena. – Nosotros somos ladronas. Maria tuvo suerte y el juez se apiado de ella. Solo le van a marcar la frente con la flor de lis y luego la van a vender como esclava. En cuanto a mí, cerca de la prisión hay una mina de carbón y voy a tener que trabajar allí hasta que muera. Tal ves dure dos años o tres, más no. Natalia. – ¿Te van a tatuar la frente Maria? Maria. – Si pero con un hierro caliente. Magdalena. – Vas a ser una linda esclava de descarte María. – Dijo casi riéndose . Maria. – Voy a encontrar la manera de sacarte de Sierra Negra Magdalena. Ya lo veras. Magdalena. – No pienses en esas estupideces. Estamos condenadas. Natalia y yo nunca nos libraremos de lo que nos han impuesto. Será mejor que solo pienses en ti misma. Maria. – ¿Y cuál es tu historia Natalia? ¿A quién mataste? Natalia. – A mi novio. En realidad nunca fue mi novio. Bueno, tal vez en un principio si. El era escultor. Mientras estaba con él comenzó a hacer una estatua de mí. Una de idénticas proporciones como si fuera para una reina. Era realmente hermosa. Magdalena. – ¿Lo mataste porque se enamoró de la estatua? Natalia. – Claro que no. Sucedía que él no tenía ningún protector por lo que un día me propuso que sedujera a un hombre rico y que le convenciera para que lo patrocinara. Yo sabiendo que sin un protector nunca sería famoso hice lo que me dijo. Yo lo amaba en ese entonces. Me tuve que acostar con varios hombres pero al final a uno le gusto la idea. Después que ese hombre le encargara varias estatuas me encontré un día que en su estudio alguien había roto la estatua que estaba haciendo de mí. Me largué a llorar y esperé que él volviera pero cuando regresó y le conté lo que había pasado me dijo que lo había hecho él. No quería verme nunca más y me dijo además que no estaría con una ramera. En ese momento me rompió el corazón como nunca nadie lo había hecho. Maria. – Que bastardo. Magdalena. – Deja que cuente Maria. Natalia. – Entonces solo me dio la espalda y me dijo que me fuera por donde había venido. Yo terriblemente encolerizada tomé uno de sus cincel y se lo clave en la espalda. No murió en el acto. Empezamos a pelear y no sé como pero al final lo lancé por la ventana. Magdalena. – ¿Y cómo te atraparon? Natalia. – Solo subieron al estudio. Me quedé ahí después de lo sucedido. Magdalena. – Eso no fue buena idea.

Acto 2.

Al aproximarse a la prisión de Sierra Negra las tres mujeres pudieron ver como era su destino. A la sombra de una pequeña montaña, que era la última de la cadena rocosa de la zona, se levantaba un viejo castillo. Sus paredes rebosaban de un tétrico negro por haber sido construidas usando piedras con alto contenido de carbón mineral. No había ningún foso pero si varias torres a lo largo de la estructura externa para vigilar los movimientos de los de afuera y de los de adentro. La única entrada parecía ser una gran puerta de madera sujeta con tirantes de hierro en medio de la estructura.

Apenas llegaron a la entrada esta se abrió permitiendo que la carreta ingresara sin disminuir su marcha. Como en los antiguos cuartos convertidos en celdas las prisioneras vivían hacinadas habían sido construidos en el patio del castillo grandes barracas para aumentar aún más la capacidad de la prisión. En el centro mismo del lugar se levantaban a plena luz los instrumentos de tortura y de ejecución. Se podía ver a tres mujeres ahorcadas balanceándose del cuello y a otras dos aprisionadas en cepos de madera. La carreta se detuvo cerca y la conductora se bajó para entregarle un papel a la que parecía ser la jefa del lugar.

– Yo soy la jefa guardiana Harda. – Dijo a las tres mujeres . – A esa colóquenla en el cepo y pellízquenla un poco por hoy. Mañana al alba reemplazara a alguna de las moribundas de la mina. – Dijo apuntando a Magdalena . – A esa otra solo hay que marcarla. – Dijo apuntando directo al rostro de Natalia . – Para la restante empiecen a preparar todo para un empalamiento. Yo me encargaré personalmente de que se arrepienta de lo que ha hecho. Natalia. – Yo soy a la que hay que ejecutar. Maria. – Si es verdad a mí es a quien tienen que vender como esclava. Magdalena. – Ellas tienen razón. Harda. – ¡Quien demonios se creen que son para hablarme! De seguro se han hecho compañeras en su infortunio. ¿No? Les cortare sus cabezas a las tres si aunque sea me vuelven a mirar.

Las tres vieron de nuevo a las ejecutadas cerca de ellas, agacharon las cabezas y esperaron a que la guardiana decidiera que hacer. Natalia ansiaba seguir con vida pero no quería que para ello Maria tuviera que morir en su lugar.

Harda. – Me gusta ver como se pelean las prisioneras para no ser ejecutadas pero ustedes parece que no van a divertirnos por lo que ya veremos como nos van a compensar. Ahora todas a trabajar.

Las guardianas entonces abrieron la jaula en la que estaban las tres mujeres y violentamente las sacaron de los pelos. Magdalena fue colocada en un cepo con la cabeza y las manos apuntando hacia el frente y a Natalia la ubicaron sobre una gran tabla cuadrada con agujeros en cada una de sus puntas. Desde ellos se podía ver que salían grilletes para atar las extremidades de las condenadas y a su vez cada uno de ellos estaba unido a una cadena enroscada en una manivela por debajo de la superficie para poder sujetar fuertemente a la prisionera. Cuando estuvieron apresados las muñecas y tobillos de Natalia cada guardiana alcanzó uno de los artilugios y empezó a enroscar las cadenas para que ella no tuviera la más mínima posibilidad de moverse.

La sentencia de Maria fue rápida. Apenas estuvieron libres las guardianas que se habían encargado de Magdalena y Natalia la lanzaron entre todas sobre una tarima y luego la sujetaron para ahorrarse el trabajo de inmovilizarla como habían hecho con Natalia. Una se encargó especialmente de sujetarle la cabeza mientras Harda extraía de un fuentón cercano la barra de marcado que había estado calentándose entre los carbones ardientes que se encontraban por dentro. La jefa de las guardianas entonces se acercó a María y sin ningún titubeo le estampó la barra en la frente por unos segundos. El fuerte grito resonó en todo el patio de la cárcel y aún después que el procedimiento estuvo concluido María seguía chillando y tratando de contraer por el dolor. Luego que se calmara un poco la metieron al igual que a Magdalena dentro de un cepo.

Natalia aunque estaba horrorizada por como habían tratado a María también estaba contenta de que no fueran a matarla como a ella. Harda entonces entró en el campo de visión de Natalia con un cuchillo y se posicionó frente a Magdalena. Con gran destreza le cortó todos los cabellos y se los dio a otra guardiana para que se los cuidara. Luego les ordenó a las tres guardianas más cerca a ella que torturaran un poco a Magdalena. Un par le levantó las piernas por el aire mientras que la restante trajo unas pinzas para agarrarle los labios de la vulva y retorcérselos. Inmediatamente Magdalena empezó a gritar y a moverse fuertemente por lo que le hacían aunque ni lo que salía de su boca ni sus sacudidas tenían efecto sobre las guardianas que la tenían firmemente sujetada. Luego le apretaron el clítoris y por último le metieron las pinzas por el ano. Cuando parecía que todo había terminado Harda les indicó que siguieran con la tortura. En ese momento Natalia no pudo contenerse y les gritó que pararan de lastimar a Magdalena. Harda primero se dio vuelta enfada, luego fue a tomar otra vez la barra de marcado y por último se dirigió hacia Natalia.

Harda. – Esto te pasa por meterte otra vez insolente.

Natalia pensó que le iba a clavar la barra sobre su piel pero en vez de eso Harda regresó con Magdalena y la marcó en cada una de sus nalgas. Luego ordenó colgar de cabeza a Magdalena y a María. Las guardianas bajaron a dos ahorcadas y en su lugar colocaron a las señaladas. Natalia entonces empezó a llorar por lo que había provocado. Harda entonces volvió con ella.

Harda. – Dime quieres que las coloque donde estaban o que las desollé. Natalia. – Por favor bájelas de a ahí. Harda. – Tienes suerte que necesitemos gente en la mina y que vender esclavas de buen dinero sino las degüello ahí donde están y veo como se les escurre la sangre como si fueran gallinas. Ahora haremos que te arrepientas por lo que has hecho.

Harda que aún sostenía la barra de marcado en su mano la apuntó al pecho de Natalia y le quemó la piel que se encontraba entre sus dos senos. Al igual que Maria ella grito con gran intensidad. Luego Harda se retiró un momento y cuando volvió los ojos de Natalia se abrieron completamente al verla llegar un escorpión entre unas pinzas.

Harda. – Este es el escorpión del sufrimiento. No mata pero su veneno hace que a la victima le agarren terribles convulsiones que incluso pueden romperle los huesos. El efecto del veneno dura casi media hora. Dicen los que fueron picados que nunca más se olvida el dolor que se siente.

Harda apoyó la sabandija sobre el vientre de Natalia y para evitar ser picada ella se quedó lo más quieta posible pero entonces Harda, que ya había visto ese tipo de comportamiento, usando las pinzas comenzó a molestarlo hasta que clavó su aguijón en la condenada. Luego lo volvió a agarrar y se lo llevó. Casi al minuto Natalia empezó a sentir un fuerte dolor esparciéndose desde el centro de su abdomen hacia todo su cuerpo. Sus músculos comenzaron a contraerse de forma involuntaria y solo le quedó emitir llantos y gemidos ante lo que sufría.

Cuando Harda volvió ésta solo se quedó contemplando como Natalia se retorcía a causa del veneno que había dentro de sus venas. Entonces una de las guardianas se acercó para hacerle ver como Magdalena y Maria ya tenían los rostros completamente rojos por estar tanto tiempo colgadas de cabeza. Las mandó a ambas a descolgar y volver a colocarlas en los cepos en los que estaban con anterioridad. Harda entonces retomó la vigilancia de Natalia y empezó a recordar como su cuerpo le había atraído apenas la había visto desnuda. Antes de leer las sentencias ya estaba pensando como utilizarla a placer pero esos deseos se vieron destruidos al percatarse de la orden de ejecución por lo que antes de que pereciera gozaría aunque sea una vez de ese cuerpo.

A la vista de todas Harda comenzó quitarse sus ropas. Las demás guardianas al ver lo que hacía ya sabían que la condenada tendría que saciar los deseos de su jefa antes de morir aunque nunca la habían visto hacerlo con una que hubiera sido intoxicada. Ya completamente desnuda Harda se lanzó sobre la indefensa Natalia que aún seguía convulsionándose por el veneno del escorpión. Primero le agarró los pechos con fuerza y mientras lamía la piel quemada entre estos empezó a restregar su raja en uno de los muslos de Natalia. Luego de sentir el agrio sabor de la marca que había realizado sin piedad se engulló lo mejor que podía una de las aureolas para poder morderla al mismo tiempo que pasaba la lengua alrededor del pezón. Con su otra mano alternadamente metía varios dedos dentro de la vagina de Natalia y luego retorcía el pezón que estaba libre.

Natalia que no era ajena a lo que le pasaba volvió a sentir lo mismo que cuando su novio la había usado. Los únicos pensamiento que se formaban en su cabeza eran los de matar a Harda o aunque sea lastimarla lo mejor que pudiera. La guardiana entonces cambio de posición y empezó a lamer la vulva de Natalia mientras que con los dedos índices le trataba de abrir lo máximo posible el agujero de culo. Desgraciadamente para ella acercó demasiado su propia vulva a la cara de Natalia y al poco tiempo de empezar a morderle con fuerza el clítoris la mujer que creía completamente indefensa se estiró lo más que pudo, incluso lastimándose aun más las muñecas, y le clavó sus mandíbulas en los labios vaginales externos con todas las fuerzas que le restaban.

El grito de Harda se escuchó en todo el patio de la prisión pero las demás guardianas acostumbradas a oír esos tormentos recién se dieron cuenta que era su jefa los que los emitía cuando la vieron tratando de escapar de la plataforma de torturas. La pobre que solo conocía lo que era lastimar a otros ante lo que le sucedía se comportaba como un pez fuera del agua y en un arrebato por liberarse giró sobre si misma logrando su cometido pero desgarrándose aún más en el proceso. Cuando las demás guardianas llegaron a auxiliarla la vieron agarrándose su sexo ensangrentado. Luego la sujetaron entre todas y se la llevaron a lo que podría ser considerado una enfermería dentro de la prisión.

Ya con el efecto del veneno amainando Natalia logró saborear con paciencia la sangre de Harda en su boca y como las demás prisioneras cerca suyo se reían y comentaban desde sus cepos lo que había sucedido. Eso la lleno de satisfacción y mirando dentro de sigo misma se dio cuenta lo tonta que había sido al estar pensando constantemente en la estatua que su antiguo novio que le había estado haciendo. Se arrepintió de cómo había vivido sus últimos días y deseo haber tomado otro rumbo.

Mientras Natalia seguía pensando en todo lo que había hecho ya habían traído la maquina de empalamiento pero como estaba a su espalda no había podido verla. Sobre una pirámide escalonada de madera de poco más de un metro se encontraba una silla de base sólida y respaldo en forma de cruz. En medio del asiento sobresalía una pica de metal de varios centímetros de largo. Todo el artefacto se lograba trasladas gracias a cuatro ruedas en su base y en uno de sus lados se encontraba una palanca para accionar el mecanismo interno. Varias guardianas regresaron hasta donde se encontraba Natalia y luego de desatarla la llevaron bruscamente para empalarla.

Natalia aún después de ver el artefacto en frente de ella no se resistió a dar sus últimos pasos y una vez que subieron los peldaños las guardianas la dieron vuelta, hicieron unos cálculos y rápidamente la hicieron sentarse sobre la púa. Con el ano sangrando y sus intestinos perforados no hubo ningún grito de parte de ella aunque si se pudo ver en su rostro una mueca de dolor y varias lagrimas saliendo de sus ojos. Las guardianas entonces la ataron a la silla de piernas, cintura, pecho, brazos y cabeza. Luego descendieron, dijeron unas palabras sobre los crímenes que se habían cometido y finalmente una de las guardianas se acercó para jalar la palanca.

Como había dicho Magdalena el shock fue demasiado para el cerebro de Natalia y simplemente se apagó en un instante. Todas habían visto como los músculos del torso se desgarraban por dentro y como la sangre se esparcía por el aire empapando la cabeza de la condena. La lanza la había atravesado de forma integra y sobresalía en medio de su clavícula fracturada. Antes de sacar el cuerpo del artefacto éste fue exhibido en frente de las demás reclusas como ejemplo. María y Magdalena aunque habían tenido una corta relación con Natalia terminaron derramando lágrimas por ella.

Epílogo.

Después de la ejecución el cuerpo de Natalia fue liberado y llevado al depósito de cadáveres de la cárcel. Allí permaneció con todo y lanza hasta la mañana siguiente cuando fue puesto en venta a los doctores de la región para que pudieran examinarlo y experimentar con él. En Sierra Negra no se desperdiciaba nada. Las presas eran vendidas como esclavas o hacían trabajos forzados para vender luego lo que extraían. Los muertos eran vendidos a quien quisiese comprarlos y los que quedaban eran usados para alimentar animales o fertilizar la tierra.

Al ver el cuerpo de Natalia nadie mostraba gran interés ya que los ejecutados por empalamientos estaban destrozados por dentro y los doctores preferían comprar los que hubieran tenido un deceso natural o ahorcados. Aunque ese día entre los habituales concurrentes había una persona que no lo era. Un orfebre había ido a la prisión nervioso pero buscando algo especial y muy necesario. Examinó los cuerpos con cierto resquemor pero cuando vio con detenimiento el de Natalia se sobresalto atrayendo todas las miradas sobre él.

En su mente todavía estaban el recuerdo de la chica que lo había inspirado de tan singular forma. La recordaba de hace unos días hablando sobre una estatua. Una estatua suya de gran parecido como si estuviera realmente viva. Nunca hubiera imaginado que esa misma chica había sido la que había matado al escultor que vivía en su misma calle y con el cual se había cruzado algunas veces.

Compró el cuerpo y por la noche se lo llevó a la fundición con la cual cooperaba. Reemplazó la lanza que tenía dentro por una barra de hierro envuelta en arcilla. Luego cada extremo lo unió a una cadena y por medios de poleas elevó el cuerpo sobre un recipiente llenó de bronce fundido pero casi a punto de empezar a solidificarse que había pedido especialmente antes que todos se fueran del lugar. Rápidamente bajó y subió el cuerpo para que quedara cubierto de la aleación. Luego accionó un pedal que tenía cerca de él y de unos aspersores artesanales emanó una lluvia artificial que templó el bronce.

Él repitió el proceso varias veces hasta que una resistente película se formó por sobre el cuerpo de Natalia. Ya con el trabajo concluido retiró las cadenas y luego de romper la arcilla extrajo la barra de hierro del interior. Los chamuscados cabellos del cuerpo de Natalia fueron reemplazados por tiras de bronce que imitaban como él los recordaba y las imperfecciones selladas. Para finalizar colocó su creación sobre un molde de yeso y al otro día mostró su obra a uno de los más acaudalados mecenas de la ciudad.

– Dédalo realmente tenías razón y puedes hacer una estatua casi que parezca viva. – Dijo el mecenas visiblemente extasiado .

FIN.