La educación sexual familiar de Marcos 2

- Venga, Marquitos, clávamela entera, quiero sentir tu carne dentro, quiero que me folles bien fuerte y que te corras para darme toda tu leche!!!

Tras la enorme corrida que había conseguido la paja de Marcos, su padre quedó derrengado en el sillón. Había sentido un gran placer al correrse gracias a las maniobras de su hijo con la mano y la lengua en su polla y huevos. La madre que hasta este momento seguía detrás del hijo lamiéndole el culo, se puso de pie y comenzó a tomar el mando.

  • Muy bien, Marquitos, has estado fenomenal ordeñando a tu padre –decía mientras se ponía de pie- ahora te toca jugar conmigo un rato. Ven que estoy cachondísima.

Se había colocado de pié y a un par de paso de donde estaba Marcos con la boca y la cara manchada todavía por los lechazos de su padre. Marcos obedeció al instante y acudió hacia donde se encontraba ella caminando a cuatro patas por la habitación. Cuando llegó hasta ella, la madre continuó ordenando:

  • Así me gusta, que seas un perrito obediente. Para comenzar agacha tu cabeza y comienza a lamer mis pies mostrándome cuanto me adoras. –indicó selando con el dedo sus pies.

Marcos, como no podía de ser de otra forma, obedeció al instante, se inclinó bajo su madre y sacando la lengua comenzó a lamer aquellos pies enfundados en unos zapatos negros de tacón. Realmente le estaba gustando muchísimo la situación se sentía el más feliz del mundo con su cara recién manchada por su padre y lamiendo aquellos pies de su ama-madre.

  • Vamos quítame los zapatos, quiero sentir tu lengua en mis pies –ordenó la madre de nuevo alzando ligeramente uno de los pies- Vamos!

Marcos asintió con la cabeza y con delicadeza descalzó ambos pies de su madre. Los acariciaba, le encantaba encontrarse allí debajo postrado ante la belleza de su propia madre. En seguida comenzó a lamer aquellos pies saboreando cada centímetro de ellos. Pasaba su lengua por todo el pié, jugueteando con la lengua en cada uno de los dedos, deteniéndose especialmente en el pulgar que chupaba en una especie de felación. También lamia con deleite las plantas de aquellos pies que significaban la sumisión de Marcos hacia una belleza superior como era su ama-madre. De vez en cuando alzaba la mirada para admirar desde abajo aquella belleza madura y veía la cara de satisfacción de su madre que con la fusta acariciaba la espalda de Marcos mientras éste la lamía. Le encantaba aquel cuerpo y desde allí abajo le fascinaba la visión de aquel coño tras las finísimas bragas negras. Desde ahí abajo podía notar que estaban empapadas de los jugos de su madre, lo que le hacía permanecer completamente excitado.

  • Mmmmmmm, no esperaba menos, Marquitos, eres un perro lamedor excelente, que gusto me está dando tu lengua en mis pies –se regocijaba la madre- Ven, acompáñame ahora vas a seguir lamiendo pero algo más preciado y calentito –le indicó mientras se acercaba a la cama, se quitaba las braguitas negras y se tumbaba en ella con las piernas semiflexionadas y abiertas mostrando aquella deliciosa raja que rezumaba jugos de mujer.

Marcos acudió a la llamada de su madre, continuó a cuatro patas hasta llegar a la cama y se subió para acudir con la boca al coño de su madre tal y como le había ordenado. Al acercar su cara a aquel coño peludo, le embriagó el olor a hembra. Acercó su lengua a la raja y comenzó a dar lametazos como un buen perrito. Se deleitaba con el sabor de los jugos de su madre que mientras tanto se retorcía de placer. Se detenía en aquel gran clítoris que había salido hacía un buen rato de su capuchón y lo lamía sorbiendo para tragar todo el líquido humeante que se desprendía de aquella raja. No quería desperdiciar nada, quería bebérselo todo, quería dar placer a su ama-madre, quería ser un buen perrito.

Mientras tanto su padre había vuelto a excitarse viendo a su hijo lamer a su madre y comenzaba a meneársela en el mismo sillón donde un rato antes Marcos lo había pajeado maravillosamente.

La madre de Marcos lo sujetaba de la cabeza haciendo que su boca y toda su cara se apretaran contra su coño, sentía un placer enorme con la cara de su hijo enterrada en su raja que chorreaba como pocas veces lo había hecho.

  • Sí, hijo, sí, sigue lamiendo y dándome placer. Bébete mi flujo, me encantas que seas un buen perrito.

El cuerpo de la madre se comenzó a estremecer de placer, sentía descargas de tremendo placer que no llegaban a ser el mejor de los orgasmos pero le estaban anunciando que pronto llegaría al clímax.

  • Vamos, ahora quiero que me folles, hijo. Quiero sentir tu polla dentro de mí, quiero que vuelvas a estar dentro de tu madre –ordenó entre jadeos la madre-

Marcos que debido a su tremenda excitación hacía rato se encontraba completamente erecto, subió lamiendo por el vientre de su madre, acarició aquellos grandes pechos, lamió sus pezones, besó su cuello y continuó hasta llegar a la boca de su madre donde se fundieron en un cálido y largo beso. Marcos disfrutaba de la boca de su madre y ella disfrutaba del sabor de su coño en la boca de su hijo. Sin dejar de acariciarla y besarla, Marcos enfiló el coño de su madre con su polla e introdujo el capullo apenas, quería disfrutar de aquello.

  • Venga, Marquitos, clávamela entera, quiero sentir tu carne dentro, quiero que me folles bien fuerte y que te corras para darme toda tu leche!!!

Marcos obedeció al instante, con un golpe de riñones introdujo toda su polla en aquel chorreante coño que lo engullía. Sin dejar de besarla y acariciar los pechos marcos comenzó a bombear incesantemente, el placer lo estaba volviendo loco, estaba en el paraíso

En aquella situación el padre de Marcos se había acercado y mientras su hijo penetraba a su mujer, con un dedo jugaba en el culo de Marcos. Esto causaba un tremendo placer a Marcos que sin dejar de penetrar con fuertes embestidas a su madre tomó con sus dos manos las de su madre. Le encantaba sentirse unido a ella en todos los sentidos, su polla penetrando aquel humeante coño, su boca besando su boca donde la lengua entraba y salía compartiendo saliva, las manos bien apretadas. A todo esto se unía el placer de sentir su dedo penetrado por el dedo de su padre, estaba a punto de llegar al orgasmo

  • Sí, Marcos, sí, ahora, quiero que te corras a la vez conmigo –gritaba la madre- vamos córrete ahora, dame toda tu leche dentro, quiero sentir como nos corremos a la vez, aaaaaaaaaahhh

Marcos incrementó el ritmo de las acometidas para obedecer a su madre, el placer se intensificaba en ambos, estaban llegando juntos al mayor de los orgasmos, sus bocas indundadas de la saliva de ambos en un beso lascivo, sus manos apretadas con fuerza y por fin

  • Ahhhhhhhhh sí, mamá toma mi leche –gritó Marcos- Aaaaaaaaahhhhhhh qué placer síiiiiiiiiiii

La polla de Marcos comenzó a soltar lechazos en el interior del coño de su madre que notaba como aquel fluido caliente y espeso la inundaba por dentro. Ambos estaban alcanzando el clímax a la vez, ambos sentían el mayor de los placeres. Los cuerpos de ambos se pusieron rígidos, unidos por ambos sexos y las manos, con un grito al unísono que era la prueba de que ambos estaban sintiendo el mejor de los orgasmos.

Después de unos segundos de intensísimo placer, los cuerpos de ambos se relajaron. Marcos permanecía con su polla dentro del coño de su madre y su madre acariciaba su espalda y su cabeza.

  • Qué maravilla Marquitos –se felicitaba la madre- A partir de ahora vamos a disfrutar mucho y de muy diversas formas los dos juntos.

Marcos se limitó a asentir con la cabeza y a disfrutar de aquel instante.