La educación adecuada
Un barrio obrero, una madre ordinaria y basta, unas vecinas ordinarias y bastas, un hijo sin carácter que empieza su sexualidad, será enseñado por ellas
Ya es tarde casi noche en el barrio mas periférico de la ciudad, la típica urbanización de pisos de ayuda, bloques y bloques de edificios de 3 pisos, que se extienden casi al infinito y que los políticos se ven obligados a realizar pero a poco atender.
La vida como de costumbre, con el atardecer, el ruido de las motos, juventud que va de aquí para allá, los bares con los mismos clientes de siempre, casi estatuas.
Por los patios de las viviendas, pequeñas, noveleras, se mezclan los olores de pucheros, sopas y alguna que otra fritura mientras la ropa tendida, da paso a conversaciones a gritos entre vecinas ya maduras que no ocultan sus ganas de saberlo todo.
Como lo es Pomposa con buen nombre de pueblo olvidado, casi como ella, de los años que no ha vuelto. Todas la llaman Pompi, por aquello de abreviar y por aquello de dejar claro que tiene un culo prieto pero grande. No se puede obviar ni las miradas por la calle de la gente ni que tiene un buen cuerpo todo sea dicho, proporcionado, no es baja ni alta, normal, siempre va con falda, camiseta y zapatillas de tacón de esas que tanto valen para ir a la compra como para andar por casa y que suenan al caminar .
Pompi es como tantas otras, quedó embarazada de muy joven en el pueblo del que tuvo que irse por las habladurías, acabó en esta ciudad, viviendo en esta vecindad y teniendo ingresos de hacer abalorios, colgantes y collares de bisutería que malvende por el barrio. Quizás por haber hecho su vida sola, o por resentimiento, o por falta de cualquier otra cosa, ella es muy ordinaria, basta y que se cree con derecho a cualquier cosa. En su casa y en su rellano todo está abierto, el baño se usa con la puerta abierta, se duerme con la puerta abierta. Cambiarse de ropa en cualquier habitación a la vista de su hijo es normal.
Quizás por eso su hijo Silvio es muy diferente de cualquier otro chico de su edad, en su pubertad, años de dura disciplina de una madre soltera le han dejado huella. Su madre siempre recibió de la suya el aviso de que a los hombres se le andan en corto, haya lo que haya que hacer. De esa forma no le volvería a pasar un embarazo no deseado, un machito que se largó y ella, una vida solitaria criando a su hijo, al que lleva controlado, al que absorbe a todas horas. Con los años ha modelado a un chico muy dócil, poco despierto, muy sometido, pero que ahora cuando su sexualidad comienza a despertar, se ha atrevido hasta contestar en alguna ocasión a su progenitora, la cual como si todavía de un niño se tratara, descalza su zapatilla y castiga a su hijo.
Un niño de baja estatura y con aspecto aniñado, hace que su madre no comprenda, que sin embargo ha ido creciendo y cambiando sus necesidades, pero para ella es su niño, y …suyo.
Silvio cuando da alguna contestación o replica, rápidamente sabe cual es su lugar en esa casa y agacha la cabeza, pero nuevos pensamientos cada vez mas presentes, le hacen estar alterado, travieso, inquieto. En las pocas ocasiones que sale de casa para hacer la compra, ha oído de chicos de su edad, hablar sobre la masturbación. Eso le ha turbado sobre manera, y ha intentado varias veces masturbarse, pero se ha detenido al sentir sensaciones extrañas en su cuerpo que le desconciertan
Su madre, nota como las idas al baño, ahora a puerta cerrada, son cada vez más numerosas y largas. Ella se encarga de interrumpir cualquier intimidad de su hijo, el que con sus pantalones bajados y tocándose, siempre tiene de fondo la voz de su madre, que le habla, le grita o le ordena.
Sin darse cuenta, esto se ha ido relacionando en su mente, su breve espacio personal de placer, con su madre, su madre y su placer, tocarse y escuchar a su madre al otro lado de la puerta…su madre como mujer.
Siempre tiene que salir sin terminar, pero muy acalorado y caliente, abre la puerta del baño, para observar a su madre de brazos cruzados, preguntándole por que tarda tanto, el baja la mirada, y como siempre mira su falda eterna y sus pies con sus uñas siempre perfectamente pintadas que asoman por sus zapatillas de tacón.
Ya hace varias veces que cuando le ha ordenado salir del servicio, el, al quedar mirando se ha excitado, no solo mira sus pies, también se fija en sus muslos, en la forma ondulada de su falda hasta ha tenido valor para mirar la camiseta de su madre, rota, deshilachada, mil veces lavada, y hasta ha enfrentado su mirada
- Mama, ya, déjame
- ¿Cómo dices tú…?
Un rápido movimiento de su pierna descalza su zapatilla, que con una rapidez cientos de veces practicada toma en su mano y mirándolo, arrea dos zapatillazos en el culo de su hijo. Tira la chancla al suelo y mientras se recoloca el sujetador no deja de mirarlo.
Silvio como tantas veces, pide perdón y con cara de susto, se aleja al salón o a donde diga su madre, lo que ocurre es que en esta ocasión, esos golpes, esa falda, esos pies femeninos, su hormonas en conflicto, le han hecho sentir su pene empalmado, el pantalón corto de su pijama, muy gastado y flojo, hace que note como se mueve su polla al andar y esta acaricia en ocasiones sus testículos, llenos, prietos, que debe vaciar.
Su madre se da cuenta, lo mira de arriba abajo,
- Que cochino eres, ¿Qué estabas haciendo, eh?, vete a la cocina y quédate ahí que estoy haciendo la comida, así no se te ocurre estar haciendo porquerías.
Silvio se sienta en la pequeña cocina, que mas parece un pasillo, sin decir nada, observa a su madre, moverse por ella, tomar algún bote de la alacena, agacharse para tomar una sartén, observa como su cadera se mueve, cuando ella se pone a mover la fritura. Silvio se le enciende la cara, su polla se ha vuelto a endurecer, y bajo su pantalón, apunta hacia su madre, el no deja de mirarla, un culo grande y adulto, unas piernas gruesas y adultas, una espalda donde se adivina el cierre de un sujetador, que mantiene oculta dos pechos, con los que hace tiempo ya sueña cada noche.
En definitiva, un cuerpo de mujer con el que aprender, Silvio lleva su mano a su pantalón para bajar la hinchazón, pero esto le provoca un escalofrío, que deja escapar un leve gemido, corto,..
- ¿Quieres otra torta? Te he dicho que pares, estas enfermo, pórtate bien
Silvio atemorizado, se calma, todavía es el niño obediente y sin personalidad a ratos, pero su cuerpo ya dice que es un hombre también a ratos.
Fuera se escuchan, voces, y risas, como siempre en el último piso donde vive, se encuentra de charlas las vecinas en el rellano de la escalera, la cual tiene una cancela de hierro, en ese piso, que hace que todas están con las puertas abiertas y todas con la lengua fuera.
- Silvio sal fuera y diles a que ahora voy mientras termino de freir las croquetas
Silvio se levanta y abre la puerta del pequeño piso, para todos el rellano es, como quien tiene una terraza o jardín. Entre excitación y desdichas saluda a cada una, ya las ve como algo mas que las vecinas de la casa, esas viejas solitarias que todo el dia hablan y hablan, ya se fija en “otros detalles”.
Amparo, la mas coqueta de las vecinas mas de una vez se ha masturbado pensando en ella, bajita, pero muy pechugona, y muy arreglada, demasiado, muy pintada.
Hortensia, la mas fea de todas, un ojo desviado, un pelo muy corto, flaca, unos pechos muy caídos
Y Yaya que no sabe su nombre, pero como es la mas vieja de la zona, pues por aquello de abuela, Yaya calcula tendrá unos casi 70 años, sin embargo y seguramente porque es virgen ha mantenido un buen tipo, con enorme delantera imposible de disimular.
Mientras todas alegan en zapatillas y sentadas en el rellano con sus abanicos, el hace un breve gesto de saludo y da el mensaje, no sin mirar de reojo, pero siempre con la cabeza baja, el contempla todos los pies de las vecinas que sentadas en sus sillas de playa, se mueven y como en columpio, dejando a medio caer sus zapatillas.
Los pies de las vecinas, los de su madre, unas piernas cruzadas, otras abiertas, otras que se bamboleaban, pero eso sí, todas las uñas pintadas y muy cuidadas, no lo entendía porque ese cuidado especial en sus pies.
Se dispone a entrar a su casa otra vez , cuando oye los habituales comentarios que como buenas vecinas que se meten en todo, está acostumbrado a oír
- Vaya joya de niño, a ese lo metía yo a trabajar enseguida ya verías (dijo Amparo)
- Primero le enseñaba yo buenos modales (dijo Hortensia)
- Lo que debe, es ser un caballero que ya no hay (decía Yaya mientras se reia a mandíbula abierta y se movía hasta su dentadura)
Después de escuchar un rato, solo dijo
- Vale, vale a todas cuando quieran me enseñan ¿ok?
- No lo digas dos veces que te enteras (dijo Hortensia que no sabía a donde miraba)
- Que si, he dicho que si, toda la vida con esto, ya no soy un chiquillo, soy mayor de edad y hago lo que quiera, ¿se enteran todas?, pero como digo cuando ustedes quieran me enseñan
Mi madre miraba desde la puerta, muy seria, esperó que entrara para cerrar de un portazo, y pellizcarme en la espalda,
- ¿pero cómo se te ocurre, mal educado, soberbio? Así no se contesta, me oyes?
- Pero mamá están siempre con lo mismo y yo, pues si me quieren educar, pues que lo hagan me da igual
- Pero…pero..anda vete a comer y luego a tu cuarto castigado
Silvio comió ligero muy poco, tenia mas ganas de meterse en la cama que otra cosa, acabó muy rápido, y se fue a su cuarto. Allí y debajo de las sabanas, se quitó el pantalón y comenzó con sus sueños recurrentes, le valía cualquier mujer, pero siempre pensaba en su madre o en alguna vecina.
Soñaba con que dormido, aparecía Amparo, que buscando algo, cualquier cosa, entraba en su cuarto y lo veía a el con la sabana por los pies y desnudo ante ella. Amparo se sentaba en la cama y sin decir nada, le tocaba la polla y acariciaba.
Silvio a la vez que lo imaginaba, reproducía con su mano aquella visión, estaba muy empalmado, esta vez si que iba a conseguir su primera paja, cerró los ojos cuando…
- Silvio ¿Qué haces sin pantalón, cochino? ¿ahora te da por dormir desnudo? y porque te tapas, quítate la mano de ahí
- No mama, no
- Que te quites la mano de ahí
- Que no, por favor
- Como que…. ( y se acercó cogiendo su mano y con fuerza e ira la apartó y vio la polla de su hijo en todo su esplendor)
Callada unos instantes comprendió que al menos en eso ya no era un chiquillo, sino casi todo un hombre, casi porque estaba verde, puro, un tesoro por descubrir. Pensaba en los años pasados, en su desventura en su soledad y su rostro de sorpresa pasó en suspiro a su rostro autoritario habitual. Era…. su tesoro, suyo y mientras ella estuviera en este mundo lo tendría a buen recaudo y que mejor manera que mantener su autoridad y someter a su hijo con lo que fuera.
- Así que te gusta estar desnudo en la cama,…muy bien, pues que así sea, arriba, en la cama no te quiero pero los pantalones no te los pones (los cogió y se los guardó sujetándolos con el elástico de su falda.
- Pero mama yo no….
- Que te levantes te digo y no se te ocurra ponerte ningún pantalón a ti te voy a enseñar yo
Yo no podía elevar la mirada, como siempre la voz y autoridad de mi madre me daban pavor, Salí del cuarto y fui al salón, pero no quería sentarme, no sabia donde ponerme, era una sensación rara notaba al caminar el frescor del aire, pero me sentía desvalido, desprotegido, avergonzado
Mi madre salió al rellano a seguir alegando, como pensé que tardaría me fui a mi cuarto y me puso otros pantalones, en eso que oigo que me llaman con insistencia. Mientras caminaba a la entrada, solo oía a mi madre voz en grito como de costumbre ya verán, ya verán, decía
- Si, que fue?
- Pero ¿Qué haces vestido? Te dije que te quitaras los pantalones
Todas se empezaron a reír, movían los abanicos sin parar, la Yaya extendió sus brazos mientras gritaba que ella me ayudaba. Yo no sabia donde meterme me puse colorado e intente entrar en la casa pero mi madre me volvió a gritar y me hizo ponerme en medio del rellano
- Silvio dame tus pantalones
- ¿qu…qué? Dije yo visiblemente nervioso y sin saber a donde mirar
- Que me des tu pantalones, ¡ahora!. ¿Saben que pasa? Que al niño le gusta dormir sin pantalones mujer, pues venga sin pantalones
Aumentaron las risas y la sorna de las vecinas.
- Ah sí? Que quiere, ¿broncearse en la cama? Dijo Hortensia
- Nada, eso seguro que se estaba tocando a esta edad son todos muy guarretes, ¿verdad que te estabas tocando? Dijo Amparo
- Con ese cuerpo de niño no creo ni que tenga pelos ahí abajo. Dijo Yaya
- Bueno alguno si que tiene. Dijo mi madre
Yo completamente rojo de vergüenza no hacia nada, simplemente me quedaba quieto. Mi madre se levantó para delante de mi, se soltó una zapatilla. Yo de inmediato, desabroche mi pantalón y fui bajándolo, tan lentamente que creo que facilito aun mas las risas y comenarios hacia mi
- Oye pon algo de música que esto promete. Amparo se levantó y se puso a bailar a mi lado
Mi madre recogió el pantalón del suelo, lo dobló y lo puso en su silla de playa donde se sentó encima.
- A ver acercate, acercate. Dijo Yaya
Yaya comenzó a tocarme el culo, lo acariciaba en círculos, de arriba abajo, mientras hacia estos y con sus gafas trataba de ver mas cerca. Yo tapaba mi pene con mis manos, ella fue girándome, ahora tocaba mi barriga, mi pubis, yo me estaba empalmando, notaba las manos de una mujer y yo me concentraba en su enorme pecho
Ella alternaba su mirada en mi cuerpo y en mi cara, y como sabia a donde la estaba mirando, ella sonreía y volvió a revisarme por detrás….
- Pues si que tiene poco pelo, parece un niño
Hortensia se levantó, me tomó del brazo y me llevo a su silla
- Tan niño no será, a ver aparta tus manos. ¿Me oyes?
Yo no me atrevía no hacia mas que mirar a mi madre y pedirle perdón y si me podía ir. Ella diciéndome lo harta que estaba de mi, me decía que me aguantara que asi aprendería y que quitara mis manos, pero como yo no hacia caso se levantó e hizo una cosa muy inteligente.
Se puso detrás mio y con sus uñas, empezó con ambas manos a acariciarme desde la cintura hasta mis sobacos, lentamente iba subiendo, y yo cada vez tenia mas cosquillas, no de risa, pero si de instintivamente mover los brazos. Ella continuaba yo intentaba no moverme, pero no pude mas y cuando casi llega a mis sobacos, un espasmo me hizo mover los brazos hacia atrás.
Justo en ese momento fui capturado por Hortensia que agarro mi polla con una mano, mientras con la otra, agarraba mis huevos, que mantenía en su palma como si los pesara. Yo sentía escalofríos, por todo el cuerpo y solo pedia perdón y que quería irme
- Asi aprenderás a obedecer a tu madre a la primera, porque sino te pongo desnudito otra vez delante de todas, ¿esta claro?
Yo no contestaba porque la mano de Hortensia seguía acariciando mi pene, y yo me notaba cada vez mas raro, las piernas me temblaban, me dejaba caer un poco hacia atraas, pero mi madre que me seguía hablando me mantenía
Yo miraba a Hortensia la cual con la boca abierta se puso a agitar mi polla bruscamente, la apretaba fuerte, luego la movia arriba y abajo, y yo cerraba las ojos, notaba como que me iba a orinar.
- Yo…yo…me viene..me viene..mami…
Todas se levantaron a carcajadas, “pero mira que cochino, decían”. Yo expulse mi primera leche en la mano de Hortensia, y parte en su camisa estampada, ella seguía dándole a mi polla que no paraba de mirar. Cuando supo que no quedaba ninguna gota por salir me la soltó y se limpio en su falda
- Ay, la de tiempo que no tocaba yo una de estas, bueno, mas de 20 años desde que me separé, uff no me acordaba del olor
Yo estaba rojo completamente, en la misma posición de pie frente a ella sin saber que hacer. Mi madre me llamó y me giré.
- ¿estas contento? ¿eso es lo que haces en el baño a todas horas?
- No me digas que se mete en el baño a… dijo Amparo
Todas se reían otra vez, que si estaba como un conejo que se me iba a gastar…
- Contesta, te he hecho una pregunta. Dijo mi madre
- Yo…yo….eh..es mi….primera vez (volví mirar a Hortensia, era la mas fea y bizca pero era la primera mujer que me había hecho una paja)
- Vaya soy una asalta cuna, pues nada cuando quieras ¿eh? Y se reia otra vez
Todas empezaron a comentar que claro con lo parado que era, a mi madre que si me tenia muy controlado, que tenia que despertar, que debía salir… Mi madre acabo con el debate enseguida, y todas ellas que la conocen y saben de su genio escucharon
- Lo que tenga que hacer, lo hace aquí no voy dejar que ande por ahí vete a saber donde
- Mama yo bueno tengo cosas que quiero hacer
Se levantó y me arreo una bofetada en mi boca.
- Aquí no se trata de lo que tu quieras, sino de lo que yo quiera. Ahora ve a ducharte
- Si mama