La dura señora Leclerc 7ª parte
Mi entrada a la academia de esclavas
Sentí una trompada en mi mandíbula y es lo último que vi y sentí. Por lo que me entere mas adelante, le pidió al de guardia que trajera el coche de él hasta la puerta de casa.
Una vez el guardia dejo el coche, salió y abrió el baúl, sacando sogas y otras cosas.
Con sogas ato mis piernas unidas de los tobillos a las rodillas, flexiono mis piernas hacia atrás y ato la soga el tobillo a mi cintura. Siguió con enrollándome, dejando libres mis tetas, hasta mi cuello. Estaba completamente inmóvil . Luego tomo una mordaza de bola y la puso en mi boca, atándola en mi nuca. Cuando desperté, no podía moverme para nada. Teniendo libre mi sexo, mi cola y mis tetas. Abrí los ojos y estaba sentado mirándome así, tirada en el suelo.
ANIBAL: (sonriendo) viste. Quien ríe último ríe mejor.
DIANA: mmha
ANIBAL: no puedes hablar, pobrecita. Tape tu boca por es una letrina hablando. Ahora mientras espero un llamado, juguemos un poquito.
Tomo un consolar mariposa y como pudo lo puso en clítoris. Se volvió a sentar y lo acciono lentamente. Comencé a sentir las aletas. Luego mas rápido, hasta llegar al máximo de velocidad. Con la mordaza sentía la boca seca y comencé a convulsionarme hasta que llego el primer orgasmo. Lejos de parar a disminuir la velocidad, Aníbal la aumento y yo estaba desesperada. Vino otro orgasmo mayor que el primero. Seguí con esa cosa adentro y cuando estaba a punto del tercero Aníbal lo apago, dejándome en ascuas.
ANIBAL: llego mi compañero de viaje, para llevarte a la academia.
La academia, pensé, que academia? Pronto mi pregunta tuvo su respuesta.
ANIBAL: en la academia vas a prender a ser la esclava perfecta. Oh también vienen dos personas mas, el abogado y el escribano.
Me di cuenta que estaba en manos de una organización delictiva y trata de blanca en gran escala.
Entraron las tres personas. Aníbal me saco las sogas y puso en mi cuello un collar con una cadena. Me sentó en una silla del comedor, dos esposas una en cada muñeca y en la silla.
Entraron todos y me miraban desnuda. Uno de ellos se presento como el escribano López y presento al abogado Otero, sentado a
su lado. También y en calidad de testigos por este acto están los Sres., Aníbal y Carlo Gómez. Cada uno de los presentes con sus documentos, que constan en el acta que leeré a continuación.
“en buenos aires a los…..bla bla comparecen ante mi la Sra. Diana Urutí, doc.-……., divorciada, según consta en el acta de divorcio que esta acá, quien manifiesta.”
Yo no podía creer, tenían todo hasta el acta de mi divorcio, seguí escuchando al escribano.
“debido
a que tenia que ausentarse del país por un tiempo prolongado, entre al Dr. Otero acá presente un poder general, amplio y sin vencimiento para que dirija y haga las cosas que crea conveniente en la empresa de servicios de mi propiedad. Además abarcaba todas las propiedades y coches que tengo al presente, que la tenga en uso o venda, según su criterio. Los Sres. Gómez son testigos de este acto.”
Estaba absorta con lo que escuchaba, no podía creer lo que estaba sucediendo. Me estaban robando todo legalmente. Y no podía gritar por la mordaza. Con mi cabeza negaba todo el acto.
Ese Carlo saco la esposa de mi mano derecha para que firme. Seguía negándome con mis movimientos de cabeza.
ANIBAL: No seas tarada y firma, adonde vas no necesitaras ni plata ni lujos y encontraras mucho placer.
Todo esto lo decía mientras retorcía mi pezón izquierdo, al tiempo que su hermano Carlo, ponía en mi mano la lapicera para firmar. De un manotazo la tire al suelo. El pellizco que recibí en mi pezón fue terrible, no podía gritar.
ANIBAL: Carlo trae una inyección para atontarla un poco y forzarle la voluntad.
A los pocos minutos apareció con una jeringa llena de un líquido.
Aníbal pincho mi vena del brazo esposado, mientras Carlo sujetaba mi brazo libre. Con espanto vi como un líquido rojo ingresaba a mi cuerpo. Carlo volvió a esposa mi brazo.
ANIBAL: en 15 o 20 minutos hará efecto y firmara, lo aseguro.
ABOGADO: bien, esperamos
En mi cuerpo sentí como si me abandonaran las fuerzas, pero estaba consiente de todo. Pasados los 20 minutos Carlo volvió a liberarme el brazo derecho, puso la lapicera en mi mano y acompaño y la acompaño hasta el lugar a firmar. Pese a que interiormente no quería rubricar el documento, mi cuerpo no respondía a mi cerebro. Firme todas las hojas presentadas. Luego firmaron todos y por último la rubrica del escribano legalizando todo.
Por mi rostro caían lágrimas y ni siquiera tenia fuerza para luchas por lo mío. Estaba perdida, irremediablemente perdida y con un futuro re negro. Se fueron el escribano y el abogado quedando, solos conmigo Aníbal y Carlo, los hermanos del terror. Me pusieron las manos a mi espalda y me esposaron. La otra esposa la ubicaron en mis tobillos. Comieron y bebieron abundante cerveza. Luego decidieron que la hora de partir hacia la academia. Me pusieron boca abajo y mientras Aníbal agarraba la esposa de mis manos Carlo toma la de mis tobillos. Me levantaron como una valija y fueron hasta el coche. Las esposas al tirar de un lado lastimaba mí otro lado. Abrieron el baúl y me tiraron adentro, dije bien, me tiraron.
No se quien se sentó al volante y arranco. Al rato en medio del campo me sacaron para hacer mis necesidades. Quería orinar, pero estaba esposada, cuando medio conseguí ponerme en cuclillas orine. Orine más encima mío que en la tierra.
Me volvieron al baúl y seguimos viajes. Después de varias paradas llegamos a destino. Un lugar en medio del fin del mundo parecía. Era una enorme estancia. En los alrededores campo y silencio, ni sabia en que lugar estaba, solo que era una estancia llamada academia. Me bajaron del coche y sacaron las esposas de mis pies, pero las de mis manos. Entramos a un enorme salón, donde había dos chicas más recién llegadas, vigiladas por guardias femeninas. Cada una parada detrás de cada chica y con un látigo cada en su mano.
Apareció una mujer de unos 40 y picos de años con un látigo en la mano. Por su forma de actuar, sus movimientos, y el corte de su cabello, pensé enseguida seria lesbiana. Se presento como Lara
LARA: sáquenle la mordaza. (Una vez libre de ellas) así que tu eres Diana a quien debo domar y hacer una perra servil.
Yo solo la miraba.
LARA: para Uds. las tres somos las Sras. Y así nos llamaran.
Paseo por delante de las tres. Primero se paro ante la primera chica le pregunto el nombre y edad
Era una chica baja y muy delgada.
Montse, mi nombre es Montse, 20 años, Sra.
LARA: bien, veo que tendremos que engordarte con comidas y vitaminas. Bien en adelante serás cachorra. Llévenla a la jaula 1.
Montse y su guardia desaparecieron de nuestra vista.
Se paro en la segunda
LARA: y tu quien eres, cara de letrina
C elina, me llamo Celina y tengo 26 años
LARA: a partir de ahora y hasta que tú amo no disponga otro nombre. Por tu cara te llamaras letrina. Jaula 5.
Camino hacia mí. Apretó con una mano los cachetes de mi cara
LARA: vos y yo no vamos a llevar muy bien, no te parece?
DIANA: si Sra.
LARA: mas te valga hacerlo, sino ves esto (mostrándome el látigo) será tu amigo permanente. Nombre y edad?
DIANA: diana y tengo 38 años-
LARA: miren la veterana que físico esplendido tiene. Serás la perra Diana.
DIANA: si Sra.
LARA: camina delante mío, jaula 8
Llegamos a la 8, era una jaula para estar en 4 patas. Abrió la puerta, me hizo entrar y cerró automáticamente.
LARA: ahora descansen, mañana comenzamos el entrenamiento y les puedo asegurar que es durísimo. Mañana a la mañana temprano empieza el entrenamiento. A cada una se le pondrá un collar con el nombre que les puse. Bajo ningún concepto se lo podrán quitar, so pena de castigos por hacerlo. Hasta mañana mis perritas
TODAS: hasta mañana Sra.