La dura señora Leclerc 3ª parte
Continua su persecución y me viola en mi propia casa
LA DURA SEÑORA LECLERC
3ª PARTE
Maldito, mil veces maldito me ha humillado a su antojo. Tengo que vengarme de él. Como se atreve esa mierda a hacer conmigo lo que quiera. En ese momento sonó el teléfono de línea. Fui a atender pensando quien seria a estas horas.
DIANA: (casi gritando) hola
Silencio del otro lado de la línea.
DIANA: hola, carajo quien
ANIBAL: hola, siempre atiendes así
Al escuchar su voz se me produjo un vacio en el estomago.
DIANA: atiendo como quiero, y devuélveme el celular que me robaste.
ANIBAL: no te he robado nada, solo lo tome prestado para bajar todo lo grabado, por cierto excelente y claro material, a mi PC individual.
DIANA: tienes que devolverlo con esos videos que me obligaste a hacer. Además te lo llevaste sin pedírmelo, eso es un robo.
ANIBAL: llámalo como quieras. Estuve con mi mujer mirándolos y me dijo que porque no bajaba a Internet
DIANA: no te atreverás a hacerlo y dile a esa que esta contigo que se grabe ella y lo suba. Que buena zorra debe ser
ANIBAL: debes aprender a pensar, callar y sobre todo a obedecer. Mañana te lo enviare.
DIANA: vete a la mierda
Colgué el aparato y luego lo desconecte para no recibir mas llamadas de él. También sabía el número de mi casa. Tenia tanta bronca que me vestí, monte en BMW y salí a la calle. Había dado franco al personal de servicio y solo estaban los guardias de seguridad. Un de ellos me abrió el portón
Salí rápido y tome hacia cualquier lado, la cuestión era salir a despejarme y sacarme la bronca de encima. Ni se cuantos kilómetros abre hecho, cuando pare en una estación de servicio e hice cargar el tanque de nafta y revisar el agua y aceite.
Mientras, me metí en el barcito de la estación a tomar un café doble y un vaso de soda con una aspirina. No tiene vergüenza el maldito, llamar a mí casa después de lo que hizo.
Subí al coche de vuelta y volví a mi casa. Pensaba que mañana cuando fuera a la oficina tenia que saber que paso con los teléfonos que no funcionaron y si había alguna anomalía de mi gente, cortaría cabeza con gusto.
Estaba tan ofuscada que ya planificaba lo que iba a hacer el día siguiente, cosa que nunca hago. Solo pensaba en futuro para la empresa y recordé que tenía que terminar los nuevos contratos que se interrumpieron con la llegada de ese hijo de puta.
A medida que me acercaba a casa más rabiosa me ponía y maldecía a ese negro. Entre al garaje y baje del coche, cuando vi una figura que baja de mi BMW. Ni tiempo a gritar tuve, era él, el hijo de puta que agarro de un brazo torciéndome al tiempo que tapaba mi mano con su enorme mano. como había entrado a mi coche? Si, debe haber sido en la estación mientras tomaba café, se escabullo dentro sin que lo vieran y ahora estaba ahí sujetándome.
ANIBAL: quieta no grites, camina hacia la casa.
Juro que por primera vez en mi vida tuve miedo por lo pudiera pasar. Abrí la puerta siempre agarrada por él y su mano en mi boca. Después de entrar me soltó empujando que caí al piso. Me levante rápidamente e insultándolo me lance sobre él para agredirlo con mis uñas afiladas. Con sus potentes mano tomo la mías reduciéndome fácilmente y tirándome al suelo nuevamente.
Quise gritar a que me escucharan los de vigilancia y lo impidió de una bofetada, luego me tomo de mis cabellos y me arrastro por el living hasta el sillón grande, adonde me arrojo sin miramientos, como si fuera una bolsa de papas. Trate de recomponerme y tenia su cuerpo casi encima mirándome a la cara. Me quede quieta esperando. Tomo mi celular, me lo mostro y lo encendió para grabar.
DIANA: que quieres, que te hecho yo para que persigas así?
Como no contesto yo seguí hablando
DIANA: contesta que quieres de mi? que te hice? Nunca fuiste empleado mío.
Me miro y sin decir nada saco de su bolsillo del saco un paquetito y lo puso sobre la mesa ratona del living.
ANIBAL: vamos a aclarar las cosas. Me gustas y te voy a domar para que sea una esclava perfecta. Mi esclava personal.
Todo me lo decía cara a cara, yo tirada sobre el sofá y él cerrando mi paso.
No podía escuchar lo que oía. Me pellizque para ver si era real y si estaba ahí. Decía que me haría esclava, pero este no sabe quien soy y como soy. Nuca fui una sumisa, ni con mis padres y menos con mi marido, al contario él seria sumiso mío. Indudablemente estaría loco y era peligroso en ese estado.
DIANA: yo tu esclava? No me hagas reír. Te aseguro que con mi carácter puedo si ser tu ama, pero esclava.
ANIBAL: conocí muchas como tú que al final terminaban llorando en los rincones, pidiendo piedad
DIANA: eso de mi no lo lograras.
ANIBAL: desnúdate!
DIANA: es inútil, no lo hare
Me puso de pie
ANIBAL: por última vez DESNUDATE!
Me quede inmóvil, mirándolo a la cara, desafiante. Esperaba, seguro, un golpe que no llego.
Tiro de ropa hasta, hasta romperla, como la vez anterior. Me dejo con el sostén y mi tanga. Mire mi blusa recién comprada y estrenada hoy, hecha jirones en el piso. Me dio vuelta y me sentó en una silla del comedor, atando mis manos a ella. Inmovilizada, solo lo miraba desafiante. Fue a mi habitación y por los ruidos la revolvió toda, buscando no se que. Volvió
DIANA: que buscas mi plata, mis joyas? Suéltame y te doy a cambio que te vayas.
ANIBAL: no he venido para eso, sabes que vine por ti
Puso en mi boca una cinta adhesiva que me impidió contestarle. Se movió por todo el comedor y el living, no se buscando que. Con sus fuertes brazos me alzo así con silla y todo. Era una bestia la fuerza que tenia ese condenado. Me llevo al baño principal y me sentó frente al espejo. Tomo del botiquín del baño una tijera y me di cuenta que era lo que estuvo buscando. Corto mi tanga a ambos costado y tiro sacándola, tirándola al cesto de basura que había ahí. Luego corto mi sostén quedando otra vez toda desnuda delante de él. Corto el sostén que tenia en sus manos en varios pedazos y los tiros al cesto. Luego con una sonrisa maligna se ubico detrás de mi y presentí lo pero. Agarro mi larga cabellera y comenzó a cortarla, ante mi desesperación. En el espejo reflejaba mi cara de desesperación y su sonrisa burlona. A media que cortaba lo tiraba al cesto. Llore pensando el tiempo que llevaba el pelo así y como lo tenia bien cuidado. Corto hasta donde empezaba la nuca. Ya mi cabellera era un desastre, por lo mal cortada.
Cuando creí que había terminado su trabajo de peluquería, no fue así. Tomo mechones de mi pelo y los corto lo mas a ras posible, ante mi desesperación. Dejo mi cabeza casi al ras. Luego trajo el paquete que había traído y saco una maquina de cortar pelo al ras.
Lo mire con mis ojos casi fuera de orbita y el solo reía. No podía moverme y paso la maquina por toda mi cabeza que quedo rapada completamente. Ante mi desesperación me desato de la silla, pero mis manos seguían atadas atrás. Me llevo de nuevo al living y tiro sobre el sillón grande, boca abajo. Saco del paquete una tira de bolas chinas. Era cinco de diversos tamaños. Ato mis pies y fue introduciendo en mi culo una a una todas la bolas. Las tres últimas, fueron dolorosas. Me dejo ahí tirada inmóvil y con 5 bolas en mi culo y subió la escalera. Entro en mi dormitorio.
No salía de él y yo desesperada, atada y con eso adentro me preguntaba que estaría haciendo adentro de mi habitación. A las tres horas más o menos, cuando estaba al límite de mi resistencia, salió de mi habitación con algo envuelto en una blusa mía de seda.
ANIBAL: tienes un excelente colchón y aproveche a dormirme unas horitas.
Me sentó en el sofá y las bolas china molestaban más. Lo hizo para que viera bien el contenido voluminoso que llevaba en dentro de la blusa. Era toda mi lencería.
Fue agarrando de a uno mis sostenes, tangas, bombachas de seda con encaje, medias de nylon y hasta mis saltos de cama. Una a una fue tijereteando hasta reducirlas a tiras de distinto género. Había invertido mucho en mi lencería para que un hijo de puta la destrozase así. Con mi boca tapada y todo habrá entendido mis insultos por ello. El solo reía. Me saco una a una las bolas de mi culo me cargo sobre sus hombros como un fardo y me llevo a mi habitación, tirándome sobre la cama, así como estaba atada. Abrió mi armario de ropa y no quería yo ni siquiera pensar lo que haría. Saco las más finas prendas y las fue desgarrando con sus brutas manos, tirando al suelo cuando estaban completamente rotas.
ANIBAL: esto es por dos cosas. Una por desobediencia y la segunda es porque una esclava no puede usar ropa tan fina y menos la interior.
Aflojo el nudo de mis manos y se marcho. Tire y tire hasta lograr desatarme las manos y luego mis piernas. Cuando tire de la tira adhesiva si hubiera tenido bigote me lo hubiera depilado seguro.
Corrí a la ventana y no lo vi. Fui al teléfono a hablar con el guardia.
DIANA: hola, salió alguien por ahí
GUARDIA: no Sra., nadie
Corte. Como puede ser?
Llame al otro guardia que estaba con los monitores
DIANA: hola, vio algún movimiento de personas en los monitores en la última hora.
GUARDIA: nada Sra., pregunto en la entrada
DIANA: si esta bien, gracias.
Por donde escapo, adonde se metió. Habrá saltado la tapia, mañana hare verificar toda la tapia y las cámaras puesta ahí. Desnuda como estaba volví a mi cuarto, pensando en no ir a trabajar hoy por el pelo como lo tenia, debía comprar alguna peluca para disimular mi pelada cabeza.
Entre a mi cuarto furiosa y al ver mi ropa fina rota en el suelo mas furiosa me puse. Me di vuelta hacia la puerta, la abrí y ahí estaba él, en la entrada de mi habitación. Pegue un grito del susto, amortiguado al poner él su mano en mi boca. Trate de agredirlo y me empujo sobre la cama.
ANIBAL: me quedo algo sin hacer de la lección de hoy.
Se tiro sobre mi saco su pija y la introdujo a la fuerza en mi concha. Yo trataba de gritar pero puso su manopla en mi boca impidiéndolo, mientras mordía mis pezones con fuerza, produciéndome dolores. Como estaba sin lubricar ya, me dolió su penetración y su entrar y salir. Solo deseaba que acabara y se fuera. Pero el parecía manejar sus tiempos y seguía cogiéndome. Me dio chupones en mi cuello y tetas que seguro dejarían marcas por unos días. Por fin estallo dentro de mí y la saco chorreante aun.
DIANA: hijo de puta me violaste hijo de puta, cerdo inundo, mereces que te la corten, violador de mujeres.
Me llamo a silencio con un tremenda trompada que nublo mi vista y mis ojos. Aprovecho para irse, esta vez en serio. Ni me preocupe saber por donde escapo, porque ya dudaba si había salido o estaba escondido dentro de la casa como antes. Fui a la toilette, me lave bien en el bidet mi concha irritada.