La dura Señora Leclerc 16ª y final
Si bien los capitulos anteriores era de dominación, este es 100% zoofilia
LA DURA SEÑORA LECLERC
16ª PARTE Y FINAL
La llegada del nuevo macho se estaba demorando demasiado y Patricia no hacia ningún comentario más sobre su llegada o no. Solo incentivaba su morbo por mi relación con Atila. Cada vez que Atila me cogía y yo respondía realmente a esa relación con verdaderos orgasmos, veía en la cara de Patricia el goce de verme humillada ante ella y refregaba sus manos. Con el paso de los días aprendí de ir a buscarlo yo tirándome entre sus patas delanteras y traseras, besando o chupando su miembro para incitarlo a cogerme. Esas cosas eran para mis increíbles momentos de goce. Patricia no se perdía ningún momento de mi vida, tanto dentro de la casilla como afuera en el jardín.
Las vacunas tanto humanas como animales que recibí no habían echo mella en mi. Incluso hasta las había olvidado. El cabello me había vuelto a crecer y deseaba otras vez cortarme pero al ras. Estaba muy metida en mi nueva vida de perra. Estaba adaptada completamente a ser perra, tanto que me acostumbre a caminar en 4 patas, comer y beber en los recipientes sin usar las manos. Y hacer mis necesidades como ellas. Lo que mas me costo fue defecar y con mis manos hacer el pozo para enterrar la mierda. Siempre bajo la atenta y satisfactoria mirada de Patricia. Los viernes, sábados y domingos eran los días con más invitados a la a jugar cartas, tomar, comer y mirar a los perros. Patricia estaba exultante esos días. Con Atila éramos como una pareja de enamorados, siempre juntos. Si el iba a la cucha o a andar por la tierra yo siempre detrás de él. Un día apareció Patricia a la mañana temprano en el comedor, vestida solamente con una salida de baño y se puso a mirar nuestros movimientos. Al verla me acerque al vidrio, frente a ella y trate de atraer a Atila. Al no conseguirlo lo fui a buscar. Estaba quieto olfateando no se que cosa. Me acerque y metí mi cabeza debajo suyo, tomando con mi boca su increíble pija y la chupe un poco. Enseguida reacciono y trato de montarme. Yo riéndome de él escape y puse frente a Patricia, detrás del vidrio. Esta vio como Atila llegaba rápido hacia mí, levantaba sus dos patas delanteras y apoyándolas en mi espalda, busco y yo le facilite que me penetrara en el culo. La cara de Patricia estaba transfigurada. Abrió su bata y llevo su mano a su concha para masturbarse. En tanto Atila arremetía dentro de mí, logrando el doble gozo de sentirlo dentro de mí y ver a Patricia masturbándose mirándome coger. Incorpore mi torso y apoye mis manos en e vidrio a la altura de su concha, sin dejar de responder a Atila. Saque mi lengua y lamí en el vidrio haciendo como que la lamia a ella, su concha. Ella se puso como loca y no le alcanzaba una mano que empezó a jugar con la otra. Al final acabamos los tres juntos. Atila y yo realmente y ella arreglándose sola. La mire con una sonrisa y mirada burlonas y ella estaba enfurecida por su falta de dominio. El sábado amaneció lloviendo y con Atila estábamos dentro de la cucha. Aparecieron cuatro tipos con espesas capotas y cuerdas en las manos y pese a sus esfuerzos, Atila, fue sujetado con una cuerda en el cogote. Yo no opuse resistencia y nos llevaron a la veterinaria. Alcance a decirle al doctor me cortara el pelo bien corto. Nos dieron una inyección a cada uno y nos quedamos quietitos, mareados sin fuerzas.
Hubo una revisación minuciosa a cada uno, incluido los genitales. Atila de tanto en tanto gruñía mostrando su enojo. El doctor me corto el cabello como yo pedí aunque realmente lo debe haber hecho ordenado por Patricia.
Luego a Atila le pusieron un collar azul y a mi uno rosa. Nos trasladaron nuevamente al patio y nos soltaron. Estábamos flojos aun para caminar y nos quedamos tirados juntos en el suelo. Volvió a llover y como pudimos nos dirigimos a la cucha. No salimos más debido a la lluvia, pero aprovechamos los momentos para satisfacer nuestros instintos.
Me sentí feliz con el corte de cabello nuevo que tenia, ya que no engancharía mi pelo con las patas de Atila ni se enredaría en alguna planta.
La mañana del domingo entro una camioneta con ladridos de perros. Pensé deben ser nuevos perros para mi, era un solo ejemplar. Lo pusieron en la jaula de al lado y cuando vi que era una perra y de la misma raza de Atila, me agarro un ataque de celos, como nunca lo había sufrido como humana. Trate de llevar a Atila al otro lado del patio y era inútil. Su olfato delataba la presencia de otra hembra. Yo loca de celos no me reconocía a mi misma por la reacción. Vinieron dos guardias y lo sacaron de la jaula, sin que Atila ofreciese resistencia, distraído en la nueva perra. Lo metieron con ella en la otra jaula y quede sola. Era la venganza de Patricia seguramente. Yo andaba de un lado a otro nerviosamente observando a Atila. Este intento dos o tres veces montarse a la perra y esta lo esquivaba, hasta que al final la penetro, ante los gritos de ella.
Yo estaba gritando agarrada de la reja, me moría los labios de bronca haciéndolos sangrar. No me reconocía estaba nerviosa y celosa de una perra, claro si yo era otra.
Loca me metí en la cucha tapándome los oídos, no quería ni escuchar ni ver lo que hacia. Pero mi curiosidad era superior y de ves en cuando asomaba mi cabeza, viéndolos coger a lo loco.
No salí más en todo el día y noche, ni siquiera a comer. Estaba destruida, orgullo por el suelo. Una vez más habían logrado humillarme. Ya las tantas humillaciones no me interesaban ni me afectaban pero ahora habían dado en el clavo. Celos de perra
Pasaron dos días y yo no quería salir de la cucha. No quería ver a Atila y menos con esa perra. Al tercer se escucho una camioneta entrar y espié desde la cucha a ver que era. Dejaron la camioneta y entraron en la casa. Atila estaba muy entretenido, el hijo de puta, cogiendo a la perra nueva. De mi parece no se acordaba mas. Volvieron los tipos abrieron la parte trasera de la camioneta cerrada y bajaron dos perros. Por lo que se, ningún de ellos eran de raza, eran callejeros y parecían machos. Eso me animo un poco, que fueran machos, pero había que ver si eran para mí. Necesitaba coger, volver a renacer cogiendo. Ya no me importaba nada, ni Patricia, ni mi venganza, ni mi libertad y menos volver a ser la que fui. Solo me interesaba se una perra, vivir como ella y tener a mi lado un perro o una jauría para mi.
Con felicidad vi que eran dos machos y me acerque a la entrada. Cuando vi los metían en mi jaula sonreí. Entraron y empezaron a olfatear el lugar, orinando aquí y allá, marcando el lugar. Yo sabia iba a tener la dura tarea que me reconocieran como su perra y fuera de ellos. Uno era marrón y el otro blanco, aunque los dos estaban tan sucios que parecían negros. Apareció Patricia
PATRICIA: hola perrita, no llores mas ahora tienes dos para vos. No son de raza, son de la calle, mestizos, aunque para vos son demasiado. Viste que buena soy, te traje dos. Pero a vos mestizos o de raza te da igual, solo te interesa coger.
Sabes hace mucho no escucho tu vos, salvo cuando gozas cogiendo. Creo dos meses ya. No?
Cierto desde que ingrese a la perrera nunca mas, salvo cuando pedí corte de pelo, hable con alguien.
PATRICIA; antes que aprendas a ladrar y por última vez quiero que hables dándome las gracias por este regalo. A ver como se te escucha. Diana era no? Ahora eres perra.
Cierto, con todo esto, hasta olvide mi nombre “diana” Que tremendo cambio tuvo mi vida. De esa Sra. soberbia a esta vulgar perra. Me interrumpió Patricia en mis pensamientos.
PATRICIA: estoy esperando
Perra: agradezco el regalo de esta nueva vida a la Sra. Patricia.
PATRICIA: bien, esperaba más. A partir de ahora no quiero que hables más en tu vida, con nadie. El otro día le pediste algo al veterinario, según me dijo, y yo autorice.
perra: lo último Sra. que pido, puede ser?
PATRICIA: ufa, esta bien a ver con que te vienes?
perra: quería pedirle mantener el pelo así de corto. Sacarme el pelo axilar y el vello de mi concha, crece mucho. No le digo todos los meses pero cuando están crecidos, lastiman, por favor Sra.
PATRICIA: axila y concha denegadas. Estos si te molestan no cojas. El cabello de la cabeza porque?
perra: crece y se enreda en plantas y patas del macho.
PATRICIA: todo denegado, yo determinare cuando cortar tu cabello.
Se dio media vuelta y salió. En la puerta le pregunto al capataz
PATRICIA: a dos nuevos perros los desinfectaron, bañaron y vacunaron?
CAPATAZ: no Sra. están tal cual los cazaron en la calle. El veterinario hasta dentro de diez no viene por vacaciones. Si Ud. Lo dispone llamamos a otro.
PATRICIA: no, esta bien así. Pasado mañana báñenlos como Uds. saben. La perra tiene el mismo régimen que ellos.
CAPATAZ: si Sra.
Ambos se marcharon y quede sola con los dos perros. Ni se los nombres. Le pondré los nombres de su pelaje marrón y blanco.
Me acerque a blanco tratando de hacer buenas migas, hacernos amigos y me tiro un tarascón. Fui a marrón y parecía mas tranquilo, se dejo acariciar. Me puse a su lado y lo seguí acariciando tratando ganar su confianza. Se aparto y lo seguí tratando ganar su confianza. Entro a correr y lo deje. El blanco era mas arisco y no me acerque. Un peón nos tiro la comida. Cuando me acerque recibí gruñidos de los dos que me hicieron desistir acercarme. El peón trajo otro comedero y lo lleno, ya por lo menos había una para cada uno. Comimos unos fideos que parecían engrudados, pero había que comer y comí. Tome agua y me coloque al lado de marrón, esperando terminara de comer. Luego fue a un árbol y levantado la pata orino. Yo solo miraba para ver como podía ganar su confianza. Ladre y me miro. Seguí ladrando y se acerco un poco. Envalentonada seguí ladrando cuando siento que blanco olfateaba mi culo. Eso me dio mas fuerzas. Seguí ladrando y moviéndole la cola a blanco para que me monte. Este estaba entusiasmado lengüeteando mi cola. Golpee mis muslos y mis nalgas para llamar su atención, pero él se dio vuelta y marcho saboreando lo obtenido. Sentí su lengua en mi culo y mi concha y no pude hacerme montar. Iba a ser difícil tener sexo con ellos en el corto plazo. Se acerco marrón y me tire boca arriba. Se paro mirándome y tome su pija en mi mano y la sacudí repetidas veces. Cuando que se erguía me puse en cuatro delante de él, abriendo bien mis piernas y golpeando mis nalgas. Pero nada. Ya estaba desesperada y no lograba ningún avance. Me quede mirando hacia la otra jaula y Atila estaba montando su perra. Me dieron unos celos enormes. Me fui a la cucha y me acosté llorando en silencio. A la mañana parece seguían explorando el patio y no habían ido a la cucha. Los mire, me acerque, ladre llamándole la atención. Me miraron pero no me reconocían como perra, como las que conocieron ellos. Con mi mano tome su pija estiletada y la pajie un poco. Marrón me miraba como diciendo que hacia. Le dio un besos en el hocico frio y abrió la boca. Me dio miedo meter mi lengua en ella. Entonces me puse delante de él nuevamente y trate me montara. Me dejo parada y dio una vuelta a mi alrededor. Cuando llego a mi trasero intento montarme y fallo. Soy una estúpida tenia que bajar más mi cola. Así lo hice. Dio otra vuelta y puso sus patas delanteras sobre mi espalda. Sus pezuñas estaban a ambos lados de mi cintura. Abrí bien mis piernas y sentí su pija en la puerta de mi concha. Me corrí suavemente hacia atrás ayudándolo y el me penetro entero de un golpe.
Se movía con furia entrando y saliendo y yo hacia lo mismo. Tuve tal orgasmo que entre a moverme como loca y el término acabando también. La saco. Yo estaba feliz, me tire de costado a descansar y el vino me orino en la cara. Unos peones rieron por esa orinada y escuche algo que no sabia y me puso contenta que con eso marcaba su propiedad, también sobre su perra.
El blanco se acerco y husmeo en mi entrepierna, pasando su lengua. Me puse en 4 y me monto también. Me sentí la perra más feliz del mundo. Por la noche dormimos los tres juntos en la cucha. Casi a la mañana salí y marrón me siguió quería montarme y me hizo el culo, quedando mas de 15 minutos abotonada con él, cuando la saco vino blanco e hicimos los mismo. Ya era su perra.
Al rato empecé a sentir picazón en todas partes de mi cuerpo, eran pulgas que habían traído en su pelaje. Para colmo no podía hablar con nadie y tuve que aguantar las pulgas hasta quisieran bañarnos. Dos días después llena de ronchas nos bañaron.
A partir de ese momento, mi vida de perra, transcurrió cogiendo con mis dos machos. Con esta vida de perra soy más feliz que la humana.
No quiero volver a esa otra vida, llena de envidias y traiciones. Mi venganza ahora es ser la feliz hembra de dos perros.