La dura señora Leclerc 14ª parte

Con zoofilia. Comienza la fiesta de Patricia con una protagonista principal: YO

LA DURA SEÑORA LECLERC

14º PARTE

Cuando vi que Atila se levantaba y sacudía su cabeza, un sudor frio corría por mi cuerpo. No tardaría mucho tiempo en darse cuenta que no había puerta ya y que podía pasar a mi lugar, y tomarme. Mire con espanto hacia el comedor y vi a Patricia con una perversa sonrisa, teniendo en su mano un control remoto como de TV, pero era el control de abrir la puerta de reja. Acentuando su sonrisa mas ampliamente me mostro el teclado y apretó un botón que hizo que el resto del enrejado comenzara a desplazarse hacia los costado, dejando la habitación sin división. Alzo una copa de champaña como brindando, mirándome sonriente y tirando un beso con la otra mano, como deseándome suerte. Acciono otro botón y espantada mire hacia todos lados para ver que nueva situación se veía en la habitación y no vi nada.

Ella sonriente acerco el control remoto a su boca y hablo. Escuche su risa primero y luego su voz por micrófono. Yo miraba a un lado a ver donde estaba Atila y hacia el otro a Patricia, como pidiéndole se apiadara de mi. Eso parecía complacerla más y se relamía en su asiento.

PATRICIA: bien sucia perra, ahí tienes a tu macho a  disposición. Ahora va a saber realmente lo que es sentirse humillada, perdida a merced de otro. Tú que humillaste y maltrataste a todo aquel que se cruzaba ante ti, ahora vas a probar todo el mal que has hecho, en carne propia.  Con el tiempo dejaras de pensar en revanchas y te transformaras en una autentica perra. Pensaras, actuaras, vivirás, comerás y cogerás como perra. Y más adelante ni siquiera pensaras.

Incluso buscaras a Atila para que te coja a cada momento. Ahora comienza para ti una nueva vida y te volverás más dócil.

Disfruta de Atila!

Yo estaba horrorizada por todo lo que dijo, no podía creerlo. Me parecía que tenia un mal sueño, pero no, era para mi una tremenda realidad y para ella y los demás, amen de conseguir su venganza era un placer inigualable el ver transformarse a una odiada mujer en una vulgar perra. Vi que Patricia volvia accionar otro botón y pensé y ahora que. Mire hacia arriba y una reja simulando un techo entro a bajar. Llego un momento que tuve que ponerme en cuatro patas para no ser aplastada por la reja.

PATRICIA: ese techo de rejas es hasta que te acostumbre a estar siempre en 4 patas para ser servida por tu macho. ja, ja, ja. ( Su risa fue acompañada por los demás). La distancia de esa reja al piso era menos de un metro.

Pese a haber cámaras de TV en toda la habitación, la mayoría saco filmadoras y cámaras de fotos, para registrar todo.

La reja se detuvo y yo temblando mire adonde andaba Atila. Pensaba que era inútil resistirse a él, pero con la poca dignidad que me quedaba iba a luchar. Además no quería rendirme ante Patricia y sus amigos y tampoco ser una perra

Atila en esos momentos estaba recorriendo la jaula, olfateando y orinando como marcando terreno. Se paraba en un rincón olfateaba, con sus patas delanteras escarbaba la tierra mas que la arena y orinaba.

De pronto pareció reparar en mi, como viendo que no estaba solo. No se si se acordaba que me había violado. Yo rezaba se alejara de mi, pero era inútil. Comenzó a caminar hacia yo estaba olfateando el camino. Trate de ponerme contra una pared cubriendo mi concha y mi culo, para que no, solamente me olfateara, sino que me violara nuevamente. Era de pelaje muy corto, color beige y calculo media 75/80 cms, que equivalía a que parado en dos patas era de mi altura. Calculo pesaba unos 70/75 kilos. Era tremendamente grande con orejas bien paradas, como en estado de alerta constante. Se acerco más, llegando a estar a 50 cms de mí. Yo estaba aterrada, encima me gruñía y ladraba, como llamándome, mientras sacaba su larga lengua. Yo me quede inmóvil, como pretendiendo pasar desapercibida. Se acerco mas que parecía sentir a mi lado su respiración agitada. Se elevo un poco y vi sus genitales. Era grande su pija. Deje de mirar y él iba de la pared detrás mío, pasaba por mi costado hasta el otro lado de la pared. No podía dar vuelta a mí alrededor porque estaba apoyada en la pared. Fue hacia mi trasero y al ver que no estaba libre de obstáculos (apoyada en la pared), se acerco a mi cabeza y ladro que me aturdió la cabeza. Yo me mantenía en mi posición y él empezaba a desesperarse, empujando con su cabeza mi cuerpo para que me alejara de la pared. Tenía una fuerza descomunal y cada vez empujaba más fuerte. Volvió a mi cabeza, yo había puesto mi cara de costado mirando la pared y cubriéndome con mis manos. Se puso a mi costado y puso sus dos patas delanteras sobre mi espalda, al tiempo que ladraba. Bajo y se acerco a mi cabeza siempre gruñendo y me orino. Alcance a ver sus genitales y habían crecido mucho su punta enrojecida. No vi la famosa bola de la que tanto se habla, pero su estilete era grande. Iba de un lado a otro y yo tenia a la vista su tremenda pija que le colgaba. Sentí el dolor de sus uñas clavadas en mi espalda y grite.

El siguió tratando de desplazarme, hasta que al final lo logro de un tremendo empellón. Quise volver a la pared y el había copado el lugar. El trataba de montarme y me movía haciendo fallar. Intento varias veces, incluso a veces fallaba solo. Era una lucha entre él y yo, él quería y yo ladeaba mi trasero. Eso parecía ponerlo mas loco. Se paro hasta donde pudo y vi su bola creciendo y entre en pánico. Trate de seguir luchando, en cuatro patas como pude trate de llegar a la otra pared y él en el camino trato de montarme. Con sus patas en mi cintura me desvió hacia la reja que daba al comedor. Entre mi escapar y su seguimiento me acerque peligrosamente a la reja. Extendí mis brazos y mis manos se aferraron a los barrotes, ante el temor de golpear mi cara u hombros contra ellos.

Entre mi frenar y el acometimiento de él, sentí en el agujero de mi culo la punta. El ante mis gritos que parecieron incentivarlo dio un nuevo empujón y sentí como entraba, ante mis gritos, su tremenda punta hasta el tope, ante una embestida mas creí me desgarraba toda al sentir entrar su enorme bola. Grite, llore, maldije. Mi cara debía ser una muestra de terror, porque vi a Patricia, principalmente, mirándome a la cara. Mientras en la mía había desesperación y terror, en la de ella gozo, alegría y un placer tremendo, de verme asi humillada y sodomizada por un perro.

Tenía a la pija y la bola de Atila dentro de mí sintiendo todo su pesado cuerpo sobre mi espalda y su baba caía sobre nuca y rodaba por mi cuello. Encima sus patas delanteras se enredaban con mi pelo haciéndome doler aun más todo. Se movió dentro mío en un frenético entrar y salir hasta donde podía. De pronto eyaculo dentro mío, yo estaba desesperada y solo lloraba y me quejaba a los gritos del dolor.

Después sentí que quedo inmóvil sobre mi, sin sacarla, mientras seguía babeando fuertemente que caían por mi cuello y rodaba hasta mis tetas, que la sentí mojadas por la misma.

Intento sacarla y fue inútil, cada movimiento de él era dolor y gritos de mi parte. No se el tiempo, calculo 15 minutos con sus setenta y pico de pesos sobre mi espalda y sus polla y bola adentro. Sentí que de mi culo se escurría, pese a tenerla adentro, su semen hacia fuera y corría por mis piernas.  Por fin pudo sacarla y yo me caí al sentirme libre, dándome vuelta mirando hacia el falso techo. El se acerco y me orino la cara y las tetas, con total tranquilidad. Me levante como pude en cuatro patas y asi camine a un rincón mientras él se dirigía a la cucha que constaba de tres bloques de cemento dos, uno a cada costado y el tercero de techo. La pared oficiaba de bloque trasero. La entrada a la cucha era sin ninguna traba y el lugar era espacioso para más de 2 perros. Yo ni me acerque al verlo adentro, pese al frio y empezaba a lloviznar. Luego de un rato entro a llover mas fuerte y el agua fría caía sobre mí. Trate de acurrucarme lo más posible. Luego de una hora de lluvia el lugar era cubierto algunos lugares con agua caída y por barro en las partes blandas de la tierra. Estaba empapada y tiritaba de frio. Mi pelo esta completamente caído mojado en mi espalda. El tirado dentro de la cucha miraba indiferente mis movimientos dentro de la jaula. Al rato salió y fue a orinar y defecar. Luego dio vuelta por ahí, en la parte donde había un poco de césped. Yo me quede quieta en mi lugar pese a los charcos de agua, en que estaba metida y el barro.