La dura señora Leclerc 11ª parte

Fiesta en la mansión a expensas mías

LA DURA SEÑORA LECLERC

11ª PARTE

Después de usarme para el trió de los dos tipos y Patricia, me llevaron a mi casilla de perra en el jardín, había comenzado a llover y hacia muchos frio. Me ataron a la cadena larga y me metí en la casilla. Justo en ese momento arreciaba la lluvia y el viento. Por la puerta de la casilla entraba agua de lluvia helada. De pronto dejo de llover y mire afuera y era tremendo el lodazal y charcos de agua que se habían formado afuera. Hacia mucho frio y yo sentí deseos de orinar por ello. No podía salir y opte por orinar adentro.

De pronto granizo fuertemente y sentía los golpes en el techo de la casilla. Se cortó la luz y enseguida pusieron en marcha los generadores que yo había puesto para casos de emergencia. En todo el jardín no había luz, solo en la mansión, el garaje y la oficina de guardia, por lo que yo carecía de luz. Vi que el agua penetraba en la casilla y con mis manos trataba de sacarla, inútilmente, afuera. A los pocos minutos estaba completamente empapada. Ceso el granizo pero el agua seguía cayendo tupidamente. Adentro de la casilla no tenia forma de cobijarme.

En la mansión Patricia había puesto música a todo volumen, con canciones de diversos grupos roqueros.

Por fin dejo de llover, el frio había aumentado.

A la mañana siguiente vino Aníbal a buscarme con botas de goma. Me saco y tuve que caminar en 4 patas por el barro y agua. Me llevo hasta la puerta de a mansión, donde apareció Patricia.

PATRICIA: bien Aníbal, llévala a bañar y luego enséñenle cosas para la fiesta del sábado. A propósito ya mandaron los mail, para los invitados.

ANIBAL: si Ama, mandamos 70 mail, para la fiesta

PATRICIA: perfecto. Que tu hermano traiga acá el coche que voy a encargar las cosas para el sábado

ANIBAL: bien Ama

En el camino al garaje le dijo a Carlo del encargo de Patricia. Este partió raudamente a buscarla.

ANIBAL: y perra ex diana como pasaste la noche

diana: seguro mejor que vos y tu conciencia.

ANIBAL: mi única conciencia son los billetes verdes.

Entramos al garaje y me llevo a un rincón donde me ubico. Abrió la manguera de agua fría y me baño, ante las puteadas mías.

ANIBAL: veo que aun te falta algo de educación, sigues puteando.

ANIBAL: (tomando con sus manos mis tetas y pezones para pellizcarlos fuertemente.) siempre me gustaron tus tetas de puta sargenta. Pero ahora no eres sargenta eres una perra puta. Y puedo tocarte, no eres inalcanzable como antes, que vos solo elegías a tu antojo, ahora no, debes rogar que cualquiera te elija.

Ahora, hasta Aníbal se daba el lujo de humillarme. Antes Aníbal era alguien que ni siquiera merecía ser mirado por mí y hoy, por placer de Patricia, estaba en sus manos.

ANIBAL: quieres un poco de placer perra? Debes pedirlo, rogarlo, no ordenarlo como antes

Yo estaba inmutable. Estaba caliente desde anoche cuando me hizo entrar en calor a ella y los dos tipos, para luego hacerme mirar como los dos se la cogían a ella.

Anibal estaba llegando lejos y yo no quería claudicar. Puso sus dedos en la entrada de mi concha. Y comenzó a  manosearme, pellizcar mis labios vaginales y buscar mi clítoris. No contento con eso puso su otra mano en mi ano y comenzó a entrar y salir con dos dedos. Yo trataba de resistirme a esos toques, pero mi cuerpo era un fuego. Si el día anterior me hicieron chupar, tocar y ver y resistí ahora debe hacerlo igual. De pronto empecé a orinarme encima. Aníbal saco sus manos puteando y yo me sonreí para mis adentros.

ANIBAL: puta, me measte encima, i no fuera por la fiesta del sábado te arrancaba la piel a latigazos.

Me saco de ahí, completamente enojado y me llevo a la casilla. Me ato a la cadena grande y antes de irse me pego una patada violenta en mis tetas, que nublo mí vista de lágrimas.

El jueves y viernes, parecía se habían olvidado de mi. Sola tirada en la casilla veía el movimiento de gente que entraba y salía de la mansión.

Yo no salía de la casilla y miraba todo. Me avergonzaba que gente a quien no había visto en mi vida me pudiera ver en una casilla, encadenada con collar de perra.

Ese viernes vino un camión del que entraron a bajar mesas y sillas en cantidad. Luego vino otro descargando manteles, platos copas etc. Yo observaba todo en silencio. Los dos días fue un trajín bárbaro y por la noche acomodaron las mesas y sillas.

El sábado por la mañana entraron a llegar camiones de la confitería, bajando bandejas y bandejas de comidas, incluida una pavita. Tuve la mala suerte que uno de los tipos del camión, como debía esperar que descargaran la mercadería, camino por los jardines y me vio en la casilla. Su primera reacción fue llamar a su compañero y reírse. Cuando el compañero llego, no podía creer que una mujer estuviera desnuda y atada de una gruesa cadena, dentro de una casilla de perro.

Yo trate de acurrucarme y ellos tomaron la cadena y tiraron hacia fuera. Al final me sacaron. Parada ante los dos, desnuda comenzaron a tocarme y uno de ellos me penetro por atrás, mientras el otro introducía su pija en mi boca. Yo que venia caliente acabe como una verdadera perra, llena de semen atrás y en mi cara, ante la absorta mirada de los tipos. Luego se fueron y me metí en la casilla de nuevo.

Pensé, pobres tipos, quien les iba a creer que había una perra-mujer en una casilla de perra y se la cogieron. Los iban a tomar por locos o imaginarios y se burlarían de ellos. Según escuche la fiesta empezaría cerca de la media noche. A las 19 hs aprox. Me llevaron al quincho y había dos mujeres, que apenas me vieron se rieron entre ellas. Me hicieron bañar para sacarme no solo el barro del jardín, sino también los olores que mi cuerpo emanaba. Después me depilaron por completo y me dejaron atada con la traílla a una ventana. Por lo visto seria yo, el centro de las miradas de la mansión.

Cerca de las doce de la noche ya había comenzado la fiesta. Muchos habían faltado y habría unas 50 personas. Volvieron las dos mujeres con ropa blanca en mano.  Me pusieron un moño blanco en cabeza y una súper mini pollerita de apenas 30 cm, también blanco,  que no cubría nada de mi sexo. Era más que nada un vestido simbólico. Llegada la hora de salir me pusieron un velo de novia blanca que tapaba mi cara. Vino Patricia tomo la traílla e indico a las dos mujeres que bajaran. Ella levanto mi velo y pinto mis ojos y cejas. Luego con una lapiza labial rojo intenso pinto mis labios. Ella con un vestido largo negro, con la espalda descubierta, tomo mi traílla y tiro de ella indicando la salida. En el piso no quedaba nadie. Llegamos a lo alto de la escalera y se escucho una música que en enseguida se apago, a un gesto Patricia.

PATRICIA: hola amigos, hoy los he reunido en esta fiesta en honor a la perra diana, esa reprochable e inmunda que se llevaba por delante a cualquiera y hoy es una simple perra. Pero vayamos a la acción. La pondremos en el centro del salón para que todo aquel que quiera la use.

Me ubicaron en el centro y llevo el primero

HOMBRE: hola diana, recuerdas cuando me humillabas delante de mi personal, con tu soberbia. Veo que ahora no la tienes y te voy a coger ese culo con infinito placer.

Y lo hizo en medio de los gritos de los demás alentándolo, luego fueron pasando otros sin darme descanso para nada, en tanto las mujeres metían sus dedos y pellizcaban adonde podían. Dos horas, una vez que todos se vengaron de los agravios míos dejaron de usarme

PATRICIA: bien, una vez satisfechas las demandas, cruzaremos a la perra con….

Y señalo una puerta, donde aparecieron Aníbal y Carlo tirando de la cadena a un enorme gran danes.

PATRICIA: aca esta el nuevo macho de la perra diana.

Un oh! Invadió la sala y luego gritos y aplausos, en tanto que yo repetía una y mil veces.

diana: no te atrevas a hacerme eso Patricia

PATRICIA: jajajaja