La dura señora Leclerc 10ª parte

Me llevaron a mi propia casa, para hacer de la perra de la fiesta

LA DURA SEÑORA LECLERC

10ª PARTE

Sentí que el camión se detenía y luego siguió avanzando lentamente. Calcule habíamos pasado la vigilancia de algún lugar. Al poco detuvo su marcha y bajaron los dos que me traían.

Me prometí a mi misma no despertar sospechas y callar pese a que este Aníbal o su hermano Carlo.

Al abrirse el portón del camión, tuve mi primera sorpresa. La mansión de donde surgía la música y la bulla de la gente era mi propia casa, si mi casa.

El que me recibió, no lo conocía, le puso la traílla a mi collar y me llevo por la puerta de servicio en 4 patas. Camino hacia ella, vi el garaje y mis coches intactos y tuve un momentos de debilidad, casi se me caen unas lagrimas, pero repuse rápidamente y seguí adelante. Debía estar imperturbable. Por el ruido de la fiesta calculo habría unas doscientas personas, que supongo bailarían y reirían. Entre por la cocina y no conocía a nadie. Habían cambiado todo el personal, seguro también la vigilancia. Me llevaron a la parte de las habitaciones  de servicio, donde me sacaron la manta y me bañaron. Si me bañaron, dos desconocidas con jabón de lavar la ropa y una gruesa esponjas. Por supuesto pusieron mucho empeño en mis agujeros. Una vez bañada me pusieron una manta limpia y un ridículo moño rosa en mi cabeza.

Luego rociaron mi cuerpo con un perfume de cuarta con un antibacterial. Una vez estuve lista me llevaron a una habitación vacía al lado del salón principal.

Ahora vendría lo peor, mi presentación en “sociedad” y ante mi nuevo dueño. Debía presentar dureza y no reaccionar ante las burlas de gente que seguramente había conocido antes.

Quede esperando para entrar. La música aturdía el lugar. De pronto el silencio. Escuche la voz de un hombre por micrófono, pero no pude determinar quien era.

LOCUTOR: ahora vamos a presentar a la nueva perra guardiana de la mansión. Muchos de Uds. la reconocerán, pero de otra forma. Con Uds. la perra diana.

Sonó una música con trompetas y se abrió la puerta adonde estaba yo. Con una pequeña fusta, el que me traía golpeo mis nalgas para que avanzara.

Entre al salón en 4 patas, por entre medio de un camino dejado por la gente que al verme rieron y cientos de flashes de los celulares registraban mi entrada perra a mi propia casa. Muchos a mi paso salivaban mi cara y mi cuerpo. Conocía a casi la totalidad de la gente, algunos los creía amigos y otros clientes. Llegue a dos metros del pie de la escalera y me detuvo el que me llevaba.

Mire a mi alrededor y vi a Aníbal y hermano Carlo. Del otro lado estaba el escribano López que me saco todo y el abogado Otero también culpable de mi situación. Los cuatro reían al verme y se tapaban la boca para hacerlo. El locutor me interrumpió en mis silenciosas maldiciones

LOCUTOR: y ahora presentaron a nuestra Domina mayor, la mentora de todo, dueña. Ama y Sra. no solo de esta perra, sino también de esta mansión.

Mientras el locutor seguía su arenga, mi pensamiento a sus palabras anteriores “Domina”. Quiere decir que mi dueña era una mujer, quien seria. Que insólito, yo esclava de una mujer.

Volvieron a sonar las trompetas y en lo alto de la escalera apareció la esbelta figura de una mujer con un vestido largo y escotado rojo y comenzó a bajar las escaleras. Aníbal, solicito, dubio y extendió su mano para guiarla al bajar. Cuando la vi me quería morir, mi sangre caliente bullía, mi cerebro parecía estallar.

Trate de serenarme. Vi que la famosa Domina, dueña de mi  y todas mis cosas era Patricia, mi amiga. Si, esa que llamaba a su agencia de citas pidiéndole hombres para cogerme. Esa traidora, la única persona que conocía ese secreto mío era ahora una Dominatrix. No sabía si llorar o gritar, pero me mantuve imperturbable.

PATRICIA: (ignorándome) hola a todos, gracias por venir a la presentación de mi nueva esclava perra. Casi todos la deben conocer no es así?

TODOS: si Patricia

PATRICIA: también deben tener cuenta pendientes con ella, por su egoísmo, su voracidad comercial y desprecio por la gente, incluida la que trabajaba para ella.

TODOS: si, es una hija de puta y hay que escarmentarla Domina

PATRICIA: de eso no se preocupen, estuvo casi 4 meses en un campo de entrenamiento de esclavas, con un máximo rigor. Tuvo que hacer y soportar trabajos humillantes, como de pony por ejemplo. Soportar ser cogida por cualquiera. Ahora la venganza es de Uds. y yo les propongo, llevarla al centro del salón y usarla, escupirla y mofarse de ella por todos Uds. es la mejor venganza y por supuesto podrán sacar las fotos y filmar lo que quiera. Que les parece?

TODOS: si, viva Patricia

Antes de llevarme, Patricia se a mi y mirándome a la cara

PATRICIA: hola, perra. Volvemos a encontrarnos, pero en distintas circunstancias. Como pasaste las vacaciones en el internado de perras. Porque ahora empezaras a sentir el verdadero rigor.

Hizo una señal para que me lleven, al tiempo que lanzaba un escupitajo en mi cara.

Me llevaron al centro del salón donde serian ultrajada y humillada, por un camino angosto formado por a gente. A medida que avanzaba recibía patadas, escupitajos, golpes, tirones de pelo, juntamente con palabras como puta, perra, malparida, bruja y otros epítetos similares. Soportando todo, midiendo mis labios llegue al centro del salón, donde cuatro fornidos esclavos sostuvieron las cuerdas atadas a mis brazos y piernas, manteniéndome abierta, mientras algunos me penetraban sin miramientos por detrás, tanto a mi concha como mi culo. Otros golpeaban con su pija mi boca, a fin de que la abriera y chupara sus erectos penes. Las mujeres, en especial, tironeaban fuertemente de mi cabello, pellizcaban mis tetas y otras partes del cuerpo, siendo salivada constantemente. Otros optaban por masturbarse delante de mí y regar mi cara y mi pecho con su semen

Yo aguantaba sin gestos ni palabras todo lo que hacían. Después de dos largas horas pararon las agresiones. Estaba enchastrada por todos lados. De mis agujeros salía semen. Mi cara y mi pelo pegoteados de semen y escupidas. Me dolían mis pechos por la saña con que los pellizcaron.  Agache la cabeza, aguante sin llorar ni esgrimir una palabra. Mi furia iba por dentro, el odio a Patricia era total. Los invitados que antes me trataban con respeto y miedo ahora eran mis verdugos.

Vino Aníbal, riéndose y con su hermano Carlo me llevaron al jardín, así como estaba, sucia.

En una parte del jardín, más, hacia un rincón, cerca de la casa había una casilla de perro. Riéndose Aníbal saco la traílla que estaba en mi collar y puso en su lugar una cadena más gruesa y más larga.

ANIBAL: bueno perra, esta es tu casa, aprovecha a dormir un rato, mientras puedas, antes que te vengan a buscar para la segunda parte.

Sola me metí en la casilla, en la cual entraba en cuatro patas y encogida dormite un rato. Era la madrugada y hacia frio. Para colmo me habían sacado la manta. El roció comenzaba a caer y mas frio tenia. Dentro de la casa, seguían las carcajadas, la música, los gritos de la gente, todo bien regado con alcohol y abundante comida. Eso me hizo recordar que tenía muchas horas sin comer. Y mire afuera haber si había algo. Si había uno de agua y otro de comida. Un trozo de carne bastante exiguo y con hueso. Lo tome y comí igualmente como si fuera un banquete.

Me volví a tirar dentro de la casilla a tratar de dormir. Pude dormitar un rato hasta que vino Carlo. Me puso la traílla y me llevo diciendo

CARLO: los hijos de los invitados, más remisos a dormir ya están aburridos de los jueguitos de los animadores y te llevo a ellos para entretenerlos.

Me subían a un chico a horcajadas mía y tenia que pasearlo por la habitación. Algunos era chicos pero otros ya mas grandecitos y conocedores de andar a caballo, golpeaban mis costados con los tacos de los zapatos, incluyendo mis tetas. Luego de dos horas estaban aburridos de mí y Carlo, me llevo, nuevamente al salón principal de la fiesta, pasando por la cocina. Tomo dos sándwiches de miga y empezó a deglutirlos, mientras tomaba una zanahoria aun con sus ramas y coloco la raíz en mi culo, dejando colgada como si tuviera cola. Así entre al salón, ante la risa de los pocos que quedaban en pie, debido a las borracheras. Desde el centro del salón y esperando que me harían a mi, vi que Patricia, hizo una seña a dos mozalbetes y le indico que fueran con ella. Del brazo de ellos desaparecieron escaleras arriba.

A los dos minutos me llevaron a mí al mismo lugar. Era mi propio dormitorio, lugar de mil batallas. Entre y nada había cambiado desde que me llevaron. Tirados en la cama boca arriba estaban Patricia y los dos jóvenes, uno a cada lado de ella.

Me subieron a la cama, sacándome la zanahoria y me hicieron chupar la concha de Patricia, alternando con la pija de uno de ellos. Cuando ambas estaban bien calientes el joven se monto a Patricia y la cogió en medio de los gemidos y gritos de placer de ella. Luego hice lo mismo con ella y el otro joven, llegando a lo mismo. Me habían utilizado para calentarse.