La dura novia de mi amigo
Fuí a visitar a cuatro amigas a las que me quería follar, pero fueron ellas quienes me la metieron.
La dura novia de mi amigo
Esta es una historia de esas que da vergüenza contar y que sólo sabemos Belén y yo. Bueno, en realidad lo saben todas sus amigas, cosa que me da más vergüenza aún. Belén era la novia de mi amigo Carlos y, la verdad, no es que esté muy buena, pero el hecho de saber que se folla a Carlos como, cuando y donde quiere me pone bastante cachondo, ya que da sensación de dominio y control sobre una situación tan sensible como es el sexo.
Últimamente me había acercado más a Belén y al resto de sus amigas que ya conocía, supongo que por aquella época me sentía más femenino, no sé, me gustaba saber cómo pensaban las chicas y, sobre todo, sus secretos. Poco a poco fui enterándome de qué les gustaba hacer cuando follaban y sus fantasías sexuales. Me integré tanto en su grupo que ya quedaba con ellas para tomar café, para ver revistas de chicas y las acompañaba cuando iban a hacerse la manicura o a cortarse el pelo.
Belén juega en un equipo de voleibol, así que ya podéis imaginaros como es: alta, delgada, con unas piernas estiradísimas que acaban en un culo duro donde se podrían partir nueces. Además, es una de esas chicas que te sonríen siempre y de las que piensas que son muy buenas, pero que por lo que oyes son unas fieras en la cama, cosa que te pone aún más cachondo. Como Belén hay otras compañeras de equipo que están muy buenas: Ruth es de piel muy morena, parece india, y de un fuerte carácter; Sonia tiene unas tetas impresionantes y siempre lleva tanga debajo de las mallas con las que entrena; y Leticia tiene un cuerpo espectacular, es increíble cuando pone el culo en pompa para recibir un saque.
Con el tiempo iba a verlas entrenar y me esperaba a que la última saliera de la ducha para entrar en el vestuario y ver si se habían olvidado alguna cosa (mejor ropa interior) para quedármela, aunque nunca tenía suerte. Tanta importancia le di a la ropa interior femenina que llegué a comprarme unas braguitas y unas medias para masturbarme con ellas. Pensaba que era un hombre acosado por una tía buena y eso me ayudaba a meterme en el papel. La verdad es que la dominación femenina siempre ha sido mi debilidad en cuanto a fantasías sexuales.
Sin embargo, un día bajé y vi el tanga de Sonia, me entró un escalofrío increíble. No dudé en olerlo y disfrutar del aroma de Sonia. Rápidamente lo guardé en mi bolsillo y salí de allí. A partir de entonces siempre me lo ponía cuando quedaba con ellas, era aproximarme más a las chicas que me ponían cachondo, me sentía tan vulnerables como ellas ante el sexo puesto que un tanga no cubre ni un poco las nalgas y era más incómodo que las braguitas. No obstante, cada vez que pensaba que lo llevaba puesto mi polla reaccionaba con un espasmo.
Un día subí a casa de Belén y me encontré a Ruth pintándose las uñas:
-¿Te gusta este color, Luis?-me dijo con voz muy suave
-Sí, te pega con la camisa.-llevaba un top ajustadísimo que evité mirar para que no se pensara que sé lo buenísima que está.
-Es un top, tonto, mucho más estrecho que una camiseta.-y en ese momento se acercó con su silla de ruedas hacia donde yo estaba y estiró del escote para que yo viese lo elástico que era. Me cambió la cara al ver sus enormes pechos y seguramente ella lo notó.
Me fui con Belén, que estaba eligiendo en su armario qué ponerse esa noche para ir a cenar con Carlos. Me pidió que le ayudara a elegirlo, ya que era muy importante ir muy guapa a su aniversario. Como si fuéramos amigos de toda la vida, Belén se quedó en sujetador y bragas delante de mí mientras se iba probando uno a uno sus modelitos. Yo me quedé de piedra aunque intenté que no se notara actuando como si eso lo hiciera todos los días.
Al rato subieron Leticia y Sonia, cosa que me hizo recordar que llevaba su tanga puesto, ¡por si fuera poco lo excitado que estaba! Decidí salir de la habitación, me fui al baño y me relajé, pero cuando salí oí lo siguiente:
-¿Alguna cogió mi tanga rojo el jueves? Creo que me lo dejé en el vestuario.-las palabras de Sonia me hicieron estremecer un segundo, pero aquello me ponía más cachondo aún. Nadie lo había visto y Sonia se lamentó porque era su preferido.
Mientras Sonia y Leticia vestían a Belén, yo me fui con Ruth a que me pintara las uñas:
-¿Me pintas una?.-le dije mostrándole mi mano.
-¿Quieres que te pinte una uña?
-Sí, será divertido, a ver que tal me queda.- no me podía creer lo que estaba haciendo, pero ese ambiente femenino me impulsaba a hacer lo que ellas hacían. No tardé en pedirle a Ruth que me pintara todas las uñas de manos y pies.
-Eres como la hermana pequeña que nunca tuve, o como una prima de mi edad. La verdad es que nunca he podido hacer esto más que con las compañeras de equipo, y menos con un chico. ¿Te pinto los labios?
-Sí.-contesté enseguida y sin dudar. Estaba dispuesto a soportar todas las cosas que me pusiera encima, si me hubiera enseñado su sujetador me lo habría puesto en un segundo.
Cuando Ruth acabó conmigo me llevó ante el espejo y como tengo cara de niña me colocó una peluca rubia. Con los coloretes, las pinturas y los gestos que me hizo hacer ante el espejo parecía una auténtica putita pija. Acto seguido me llevó ante las demás a pesar de que yo no quería y que así le demostré:
-Vamos a que te vean las demás.
-No, no, no, que me da mucha vergüenza. Contigo vale porque tengo confianza pero Belén se reiría de mí y se lo diría a Carlos.
-Te sorprendería lo que hace Carlos.- dejó caer eso como diciendo que Carlos también había estado en mi situación y sí aceptó.- Además, reconoce que te está gustando, te gusta verte vestido de mujer, a que sí.- Ruth puso cara de estar muy segura y aplastó sus tetas contra mi brazo ante lo que yo sólo pude contestar que sí.
Andaba por el pasillo maquillado pero con la ropa que había traído, algo que ellas no iban a dejar estar. Ruth abrió la puerta del dormitorio de Belén y yo me quedé detrás de ella sin que me vieran.
-Mirad lo que os he traído. Ya puedes entrar, Luis.
Asomé mi cabeza con la peluca, parecía Nicole Kidman. Sonia se echó a reír mientras que Belén, muy seria, decía a Ruth "bien hecho, uno más" y Leticia se frotaba las manos. Me hicieron entrar y me sentaron en la cama. Empezó Leticia:
-Así que te gusta vestirte de mujer, eh Luis. Por eso nos acompañabas siempre a hacer cosas de chicas.
-En realidad sólo sentía curiosidad por el maquillaje, no quiero vestirme como una tía.-usaba un vocabulario machista pero mentía, deseaba que empezaran a sacar ropa de chica y que me vistieran. Ruth se quitó su top y me lo lanzó:
-Vamos, póntelo. No te quedes pasmado mirándome.- tenía razón, pero es que no podía evitar fijarme en esos pechos tan morenos y bien puestos. Me puse esa especie de chaleco de licra que marcaba mis pectorales y mis abdominales, casi no cabía en él.
-Me gusta como queda, vamos a sacarle ropa ajustada.-dijo Sonia mientras me quitaba el top de Ruth.- ¿qué es esto, calzoncillos rojos?.-yo me quedé pensando cuando me di cuenta de que el pantalón me estaba ancho y dejaba ver un poco mi / su tanga. Me subí rápidamente los pantalones, pero Sonia me agarró fuertemente y me dijo:
-Venga, enséñanoslos, seguro que son muy bonitos.-dijo inclinándose hacia mí para que viera sus pechos.
Yo no quería hacerlo, pero esa voz tan dulce y esa posición felina me hicieron cambiar de opinión. Me bajé los pantalones de un tirón y descubrí el tanga ante el asombro de todas mis amigas.
-¡Qué ajustados te quedan, Luis! ¿Vas marcando paquete por ahí o qué?-dijo Leticia ingenuamente.
Me di la vuelta y dejé ver el tanga al completo, con mis nalgas al aire y las florecitas de adorno.
-Pero si es mi tanga. Tú fuiste el cerdo que me lo cogió cuando se me olvidó en la ducha.
-Lo siento mucho, Sonia, pero...-intentaba balbucear algo y ella me cortó enseguida.
-¿Te gusta llevar tanga, eh? ¿Te sientes como una mujer?.-intentaba que no se notara mucho pero mi pene desmentía mis palabras.
-Sólo quería probar si era cómodo, nada más.
-Eso es lo que tú te crees, pero la verdad es que te gustamos tanto que quieres sentirte como nosotras, eres una putita pija.-dijo Leticia con toda razón. Se desmanteló todo y me sentí humillado. Agaché la cabeza mientras Belén salía de la habitación. Probablemente todo el mundo se enterara de aquello y eso me daba miedo, pero ese rato con ellas fue lo mejor del mundo.
Cuando iba a subirme los pantalones para irme al aseo a cambiarme y darle el tanga a Sonia, entró Belén con una bolsa en la mano diciendo:
-Si te sientes como una mujer, te gustará follar como una mujer, ¿verdad?
-A las putitas les gusta que les den por el culo.-dijo Ruth con tono maléfico.
-Y les gusta comer rabos. Les gusta exhibirse delante de machos con pollas enormes y ser penetradas por ellos.-añadió Leticia.
Todo esto no era más que un juego para excitarme más y para que yo reconociera que aquella situación me gustaba. Así que decidí cortar por lo sano:
-Bueno, tengo que irme.-aquello fue lo peor que pude decir ya que todas se abalanzaron sobre mí y me tiraron sobre la cama mientras Belén decía:
-¿Te vas? ¿Y desperdiciar una erección como esa?.- tenía razón, estaba totalmente empalmado. El estar sujetado por mujeres atractivas en situación de inferioridad me hacía sentirme bien, en peligro sexual. Y Belén añadió:
-¿No quieres ser una putita? Para eso debes follar como una putita y sentir lo que siente una putita cuando es follada. Para las mujeres el sexo es muy difícil, nos duele mucho cuando nos penetran y tú no sabes lo que es eso. ¿Quieres saberlo?
-No, grité yo asustado.
-Lo siento zorra, no te oigo. Ahora vas a ver lo que es ser una mujer follada.
Sacó de la bolsa muchos instrumentos sadomasoquistas aunque, por fortuna, eran para asustarme ya que sólo utilizó uno, el peor. Se quitó el vestido que se había puesto para cenar con Carlos y se quedó en ropa interior apareciendo ante mí como una diosa y se ató a su cintura un pene de goma de unos quince centímetros. Yo supliqué que aquello no, que de verdad lo sentía, que no quería ofenderles. Parece que esto le hizo pensar y se lo quitó, para mi alivio. Las demás me levantaron y me quitaron la ropa. En su lugar me pusieron unas medias que llegan hasta las rodillas y se enganchan en el tanga de Sonia, que aún llevaba puesto, me colocaron un sujetador de Belén y me colocaron unos zapatos de tacón en los que apenas me cabían los pies.
Allí estaba yo con mi peluca y la lencería femenina, otra vez me empalmé, incluso salió un poco de semen que manchó el tanga.
-Ahora sí que no me engañas, cerdo, cogedle.-Belén ordenó a las demás que me agarraron de pies y manos sin poner yo oposición alguna. Me lanzaron a la cama boca abajo y me ataron a la cabecera y a los pies. Me colocaron a cuatro patas con el culo en pompa. Belén se puso de nuevo el pene de goma mientras Sonia apartaba el tanga de la raja de mi culo. Mi polla salía completamente erecta por un lado. Sentía unas ganas enormes de pajearme, pero no podía:
-Hacedme una paja, por favor os lo pido, voy a estallar.
-Cállate zorra.- dijo Ruth mientras me azotó tres veces las nalgas con su firme mano.
-Las putas no se corren, sólo sirven para que los otros se diviertan.-me susurró Belén al oído.
De pronto, lo que me temía, mientras Leticia se desnudaba exhibiendo su poderosísimo cuerpo ante mí para que mi excitación no cayera, Ruth me acariciaba los huevos y tocaba de vez en cuando mi polla y Sonia abría mis nalgas para dejar mi ano descubierto y me azotaba con su mano, Belén me enculaba sin que yo pudiera hacer nada. Aquel pene entró en mí muy fuerte y me hizo daño, aunque ya no distinguía entre el placer y el dolor. Todo aquello me encantaba hasta tal punto que cuando Belén sacó la polla de goma de mi culo:
-No, no, no pares, por favor, sigue, no lo dejas a medias.-no podía creer lo que decía.
-Tranquila zorrita, tranquila, que la enculada te la llevas seguro.- ese vocabulario tan impropio de ella me hacía excitarme más, ya no cabía en mí.
Belén volvió a encularme, esta vez más fuerte, metiendo y sacando su polla artificial a gran velocidad y con gran dureza. Estaba prácticamente molido cuando de pronto me soltaron las cuerdas y me desengancharon de la cama. Me colocaron boca arriba, todo esto con el pene dentro de mí, y Belén siguió castigándome física y psicológicamente:
-¿Qué pasa, te duele? No eres una buena putita. Eres una putita mimada que no aguanta ni una enculada, pensaba que ibas a aguantar más que Carlos.-¡de modo que era verdad! Carlos pasó por mi situación Dios sabe cuantas veces.
Me abrieron de patas mientras seguían masturbándome y enculándome. Belén se cogió a mis caderas para poder follarme mejor. Ahora la velocidad y dureza de la enculada era enorme. El clímax llegó cuando con su polla dentro de mi ano aún, Belén se inclinó hacia mí y pegó su cara contra la mía diciéndome:
-¿Por qué no te resistes? No estás atado, podrías empujarme y salir corriendo, ¿por qué no lo haces? Ah, ya sé-.dijo de forma ingenua pero sabiendo muy bien lo que hacía-. ¿Será porque estás disfrutando de la enculada, Luis? ¿Te gusta ser una putita? Venga, di que sí, sabemos que te está gustando.-yo no quise contestar.
-Si dices que sí te dejaré correrte, zorrita.
-Claro que sí, me encanta.- eso contesté ante la exhibición de poderío y control sobre mí que ejercieron esas cuatro mujeres y, en especial, Belén.
-Muy bien, putita.-dijo Belén pasándome la lengua por la cara y jugando con mi peluca en sus dedos.- creo que me has satisfecho bastante, córrete. Córrete, zorra, a ver cómo disfrutas.
Acto seguido mi cuerpo comenzó a dar espasmos con su pene aún dentro de mi culo y empecé a echar chorros de semen por todo mi pecho.
-Vamos, no quiero que dejes ni una sola gota, quiero todo tu semen
No hizo falta que lo dijera porque me corrí más a gusto que en toda mi vida, mis huevos quedaron reducidos al máximo mientras un gran charco de semen aparecía en mi pecho. Al momento, Belén me susurró al oído:
-Lo has hecho muy bien putita, me has satisfecho más de lo que esperaba. Has superdado con creces a Carlos. ¿Sabes qué? Voy a cortar con Carlos esta misma noche porque te quiero a ti como putita, ¿aceptas?.- sin pensarlo dos veces y después de tan increíble follada:
-Sí.- un sí rotundo que se oyó en toda la habitación.
A partir de ese momento, iba a ser el muñeco sexual de Belén, de Leticia, de Ruth y de Sonia que, por cierto, me regaló su tanga. Tenía pensado follármelas una a una y al final fueron ellas quienes me follaron a mí de una en una.