La dulce profesora

Desde que fui su alumno que quería que esto pasara.

LA DULCE PROFESORA

Hace poco terminé mis estudios en una escuela para adultos.

Me llamo Fernando, tengo 25 años, y por esas cosas de la vida no pude terminar mis estudios secundarios a la edad que hubiera correspondido.

Una de mis profesoras, Marina, enseñaba historia, tenía unos 35 años, y era particularmente atractiva. No que fuera una belleza de revista, pero era dulce, tenía un rostro aniñado, cabello rubio, un par de tetas rotundo, y un buen trasero, redondo y duro.

Casada, con un hijo, era sumamente recatada y vestía como si tuviera 20 años mas.

Era la imagen de una profesora hecha y derecha.

Al poco tiempo de terminar la escuela, me enteré que se había separado de su esposo, debido a problemas de infidelidad de él.

En una ciudad chica, todo se sabe, y se comentaba que su esposo se aburrió, ante la falta de interés de Marina por el sexo, y fue a buscarlo con otras mujeres.

Unos meses después, mientras concurría a un espectáculo musical, la encontré sentada unas filas más adelante.

En una pausa aproveché para acercarme a saludarla.

 Profesora, como esta Ud.

Me miró y sonrió con un dejo de tristeza.

 Fernando, que gusto volver a verlos

Me acerqué y la besé en la mejilla.

-¿ Cómo sigue la escuela?, pregunté

 Como siempre. Los alumnos cada vez quieren aprender menos.

 Es que no todos pueden ser aplicados como yo, bromee.

Seguimos conversando un rato, y mientras hablábamos, tuve una idea brillante.

 La invito a tomar un café cuando termine el show, dije

 Me gustaría aceptar, pero es una ciudad chica y no quisiera que surgieran comentarios. No se si estás enterado que estoy en medio de un juicio de divorcio, dijo con un hilo de voz.

 Nada más lejos de mi que perjudicarla profesora. Conozco un lugar donde ningún conocido nos vería y nadie podría comentar nada.

 No creo que exista ese lugar, pero si es cierto, acepto tu café.

En ese momento, comenzó la última parte del espectáculo y volvimos a nuestros lugares.

Al terminar el show, la esperé a la salida.

 Tenemos que ir en mi auto, dije

 No puedo subir aquí a tu auto, me dijo, todos nos verías.

 Perfecto, camina dos cuadras hacia el sur y nos veremos en la esquina.

Fui a buscar el auto, recorrí el camino acordado, haciendo tiempo para que llegara, y al encontrarnos, se acercó, abrió la puerta y entro rápidamente.

 Vamos antes que me vean, dijo, sonriendo por la aventura infantil que imaginaba estar haciendo. En realidad la ví con un brillo en los ojos que nunca había observado. Parecía hasta más joven que la edad que tenía, al contrario de la imagen que tenía habitualmente.

Arranqué con el auto, y ella comenzó a contarme cosas de su trabajo, de la escuela, y de nuestros conocidos comunes en mi paso por ella.

Mientras tanto, llegué hasta la esquina de mi casa, y con el control remoto abrí la puerta del garaje, y cuando llegué hasta la entrada, doble, ingresé con el auto, y cerré la puerta con el mismo control.

Marina venía conversando y sin prestar atención al camino. La maniobra le sorprendió, pero cuando reaccionó ya habíamos entrado y el motor del auto estaba apagado.

 ¿ Qué haces, dijo sorprendida

 Te dije que conocía un lugar donde nadie nos vería, y que te evitaría los problemas. Esta es mi casa y nadie nos vio entrar. Ahora podemos tomar un café y charlar tranquilos.

Me miró seria como para decir algo, pero mi cara de inocencia, fue mas fuerte y encogiéndose de hombros tomó su cartera y descendió del auto.

 Creo que has tenido una buena idea, dijo mientras de planchaba su falda con las manos, eliminando las arrugas producidas por estar tanto tiempo sentada.

 Es que tuve buenas profesoras, dije sonriendo. Abrí la puerta que comunica el garaje con la casa, encendí la luz, y la dejé entrar.

Pasó a mi lado. Su perfume me excitó y mis ojos se fueron detrás de su trasero que se balanceaba cadenciosamente mientras caminaba.

La conduje hasta el living, y le indiqué que se pusiera cómoda en el sofá.

 Café o té?, pregunté

 Necesito un café, dijo, esta noche he tomado más riesgos que en toda mi vida, mientras se aflojaba en su asiento.

 Quítate el abrigo y lo cuelgo, dije.

Se levantó, desabrochó su sacón y me lo entregó. Tenía puesto un vestido bordó oscuro, abotonado hasta el cuello y con la falda a las rodillas. Me imaginé como le quedaría ese mismo vestido con tres o cuatro botones sin prender, y la falda en los muslos, y no pude menos que excitarme. Para evitar que notara mi bulto, me tapé con su abrigo haciendo que lo llevaba y me fui hasta mi dormitorio, dejándolo sobre una silla.

 Te agradezco la invitación. Hacía tiempo que no tenía con quien hablar de cosas que no fueran del trabajo, dijo, con una voz distendida, y juguetona, que me empalmó aún mas.

 Ya llevo el café, dije desde la cocina.

 ¿ Puedo descalzarme? dijo. Estos zapatos nuevos son muy molestos.

 Por supuesto, estás en tu casa, contesté. Frente a ti hay un equipo de música, por lo que te guste.

Espié por la rendija de la puerta como se levantó, y con un andar suave se dirigió al equipo de sonido, y comenzó a elegir cds.

Al minuto comencé a escuchar una música suave, tomé una bandeja, serví dos cafés y dos copas de whisky bien llenas y fui hacia el living.

 Aquí tienes, dije.

 Gracias, pero no acostumbro beber alcohol

 Pero esta es una ocasión especial.

 No tengo resistencia al alcohol, lo siento.

Dejé la bandeja en la mesa y seguimos charlando. Me senté a su lado y ella estaba con las piernas recogidas sobre el asiento y descalza. Las lineas de sus muslos se marcaban a través del vestido.

Seguimos conversando, haciendo chistes, y riéndonos, y terminado el café, ella comenzó sin darse cuenta a tomar su whisky.

El alcohol la fue soltando y comenzamos a hablar de cosas más íntimas, llegando a sus problemas conyugales.

 Esa bestia me engañaba con cualquier mujer que se le cruzaba, dijo con furia en sus ojos. Lo último fue cuando se acostó con una de mis alumnas, y la muy perra me lo refregó en la cara cuando la aplacé en un examen "vos me podrás aplazar en el aula, pero yo te aplacé en la cama con tu maridito" , me dijo riéndose

 ¿ Como eran tus relaciones con él?

 Normales, teníamos relaciones una o dos veces a la semana

 No te pregunté por la cantidad, sino por la calidad

 ¿ A que te referís?

 Discúlpame, no quiero ser indiscreto y si no quieres no me cuentes, pero que hacían?

 Bueno, tu pregunta es muy chocante, dijo mirándome seria. Su mirada sin embargo se aflojó.- Nos besábamos, nos acariciabamos y lo hacíamos, el encima y a veces yo encima de él.

 ¿ Sexo oral?, pregunté mientras sentía como mi verga comenzaba a latir nuevamente

 ¡ No!, nunca me gustó, dijo espantada

 Lamento decirte que es una de las cosas que a los hombres más nos gusta

 Nunca aprendí, y siempre tuve vergüenza de hacerlo. He sabido que da mucho placer, pero a mi me da un no se qué. De cualquier modo, mi marido intentó varias veces que lo hiciéramos, pero al final se conformó.

 Se conformó con vos, pero lo hacía con otras mujeres, dije

Su rostró se tensó, apuró lo que quedaba de whisky en su vaso y me miró.

 Eres muy cruel, me dijo, mientras sus ojos se pusieron brillosos y una lágrima comenzó a formarse.

Me acerqué y tome su rostro con mis manos.

 Discúlpame, no quería hacerte daño, dije

Ella cerró los ojos y en ese momento acerqué mis labios y la besé.

Primero apoyé mis labios en los suyos y sentí como se puso tensa y su cuerpo tembló como si se resistiera. Mantuve mi presión y despacio abrí mis labios y jugué con mi lengua hasta conseguir que ella también entreabriera los suyos y pude penetrarla.

Comenzó a jugar con su lengua en la mía, y yo bajé mis manos de su cara , le acaricié el cuello, y baje hasta sus hombros. Seguí por sus brazos y tomé su mano izquierda obligándole a pasarla alrededor de mi cuello, y su mano derecha la dirigí hacia mi paquete que estaba duro como una piedra.

En ese momento abrió los ojos, y se separó.

 Esperá, te equivocás conmigo, dijo mirándome a los ojos con una mirada asustada, tal vez de la lujuria que ya no podía ocultar.

 No creo que me equivoque. Sos muy atractiva y sensual y creo que solo te falta soltarte un poco. Dejame que te demuestre de lo que sos capaz.

 No, la gente se va a enterar.

 Mirá, nadie te vio entrar y nadie te verá salir. Además vos estás sintiendo como estoy. De acá no te vas a ir sin que te coja, dije en forma dominante, jugándome a que ella se sentía mas cómoda como sometida.

Se quedó callada. Solté su mano que estaba sobre mi bragueta y comencé a desabotonar su vestido.

 Desabrochame el pantalón, le ordené, y ella en forma sumisa comenzó a desatar mi cinto y desabotonar mi bragueta.

Desabotoné uno, dos, tres, cuatro botones y comencé a ver el valle entre sus pechos, cuando terminé con el resto de los botones, fue su boca la que buscó la mía, con una avidez y hambre inimaginable en alguien como ella.

 Nunca había hecho esto, dijo, solo tuve relaciones con mi esposo.

 Bueno, entonces vas a perder también esa virginidad, le dije, y tomando el vestido desde sus hombros, se lo abrí y lo bajé desnudándolo hasta la cintura, y sacándo sus brazos de él. Deslicé mis manos a su espalda, y desabroché su corpiño, y lo saqué. Dos tetas turgentes se balancearon y quedaron ante mis ojos, con dos hermosos pezones grandes y oscuros.

 ¿Cómo no mostrás este par de tetas?, suspiré

Mis manos se fueron solas sobre ellas, las acariciaron, las estrujaron, y mi boca las atacó con todo el placer.

Ella estaba quieta con los ojos abiertos como platos y sin saber que hacer.

La miré, me paré, quedando ella a la altura de mi cadera, me saqué los zapatos, el pantalón que ella había desabotonado, y mis boxer, los que al bajar hicieron saltar mi verga como si fuera un resorte, y quedó balanceándose frente a su cara, y sus ojos se agrandaron mas aún si esto era posible.

Me senté despacio para que me viera bien, volví sobre sus tetas y tomando sus manos las llevé hasta mi pija diciéndole " Acariciame".

Sus manos estaban tensas y frías y contrastaban con el calor de mi verga. Despacio, muy despacio, comenzó a recorrerla, a acariciarme y a pajearme primero lento y luego más rapido.

 ¿ Te gusta? le dije, entre chupada y chupada de teta.

 Si,dijo, en medio de suspiros.

 ¿ Querés aprender como satisfacer un macho?

 No se si podré, dijo cerrando sus ojos

 Si que vas a poder, simplemente obedeceme, dije

Tomé su cara.

 Abrí los ojos, le ordené que me mirara, y cuando lo hizo, completé: " Chupamela"

 no, dijo, pero ya no tenía escapatoria.

Bajé su cara hasta mi entrepierna y sentí como mi pija se frotaba en su cara.

 Dale, comela y vas a tener los hombres que quiera, le dije

Se la froté en los labios y conseguí que los entreabriera. Sentí como su lengua frotaba la punta de mi verga, y haciendo un poco de fuerza le introduje la cabeza en su boca. Al principio se limitó a rodearme con su boca, pero enseguida comenzó a introducírsela y a pasarme la lengua cuando la tenía dentro de la boca.

Mis manos acariciaban su espalda y sus hombros, y despacio fui bajando hasta su trasero, pasando mis manos bajo el vestido que aún tenía puesto, apreté sus nalgas las acaricié y de a poco llevé mis manos hacia su entrepierna, colocando uno de mis dedos entre los labios de su vagina.

Su respuesta la sentí en mi pija. Comenzó a chupar como si estuviera poseída, y temí que me llevara al orgasmo, pero pude controlarme y seguí jugando con su vagina, que se lubricó, y en ese momento deslicé mi dedo medio dentro de su cuerpo.

 Por favor, no hagas eso, dijo sacándose mi lanza de su boca.

 Sos mía y me vas a obedecer, así que seguí chupando, le dije dándole un sonoro chirlo en sus nalgas.

Volvió a llenar su boca con mi miembro y yo volví a meter mi dedo y recorrer el interior de su vagina.

Cuando sentí que estaba totalmente entregada, salí de su concha , me dirigí a su ano, y luego de acariciarlo comencé a introducir también un dedo lo que le provocó espasmos que la hicieron temblar.

-¿ Que estás haciendo? dijo dejando el chupetín

La tome del cabello y obligándola a levantarse la besé y le metí la lengua hasta la garganta, hasta dejarla sin aire.

Cuando me separé, sentí como respiraba agitada. Me levanté y terminé de desnudarla. La hice poner en cuatro patas sobre el sillón y colocándome detrás de ella, comencé a lamerle su culo y su concha.

 ¡ Pará por favor! ¡ Es demasiado!, gritaba y trataba de cerrar sus piernas, pero cuando mi lengua se introdujo en su concha, agachó su cabeza hasta apoyarla en el sillón y se quedó allí simplemente sintiendo lo que yo le hacía.

Seguí lamiendo, chupando y penetrando, y jugando con mi lengua dentro de su cuerpo, hasta que sentí que se había entregado totalmente.

En ese momento, dejé de lamerla, me arrodillé sobre el sillón detrás de ella y acerqué mi lanza a su vagina.

Me recosté sobre ella y la tomé del cabello, obligándola a apoyarse en sus manos.

 ¿ Estás caliente?, le dije al oído.

 No me hables así, y por favor, dejemos las cosas como están, dijo dando vuelta su cara y mirándome a los ojos.

Mantuve su mirada, pasé una mano por su cabeza, tomé su cabello afirmándome, y lentamente empujé hacia adelante introduciendo mi verga hasta el fondo.

Sus ojos se cerraron, su boca se abrió como si le faltara el aire, y contuvo la respiración.

 Ya la tenés adentro, le susurré al oído. Bien hasta el fondo, tocá para convencerte.

Lentamente una de sus manos pasó debajo de su cuerpo, y llegó hasta la conjunción de nuestros cuerpos, encontrándose con mis dos huevos pegados a su cuerpo.

 Movete, dijo

Y yo, despacio, comencé a salir y entrar de su cuerpo. Salía hasta el comienzo de la cabeza de mi verga y entraba hasta los huevos. una, dos, tres, varias veces.

En ese momento, sentí latir su vagina, apretar mi lanza como si fuera una mano y la sentí irse mientras suspiraba y gritaba " No, no no".

Cuando terminó de acabar se dejó caer.

 Lindo orgasmo nena, le dije

 Nunca sentí algo así, dijo en un susurro.

 Bueno, vamos al dormitorio que no terminé contigo.

La ayudé a levantarse y nos dirigimos a mi habitación. Iba delante mío, y al llegar al cuarto, la dí vuelta, la besé y la arrojé sobre la cama.

Se acomodó de costado y yo me acosté a su lado y me coloqué entre sus piernas y desde esa posición, la besé con furia y la volví a clavar hasta el fondo reiniciando mi pistoneo. La sacudía como si fuera una muñeca inflable.

 Por favor no me acabes adentro, dijo

 No te preocupes no lo voy a hacer, y seguí clavándola con toda mi fuerza.

Cuando no aguanté mas salí de dentro suyo, me arrastŕe por la cama hasta llegar con mi verga hasta su cara.

 Ahora chupala, dije

 No, por favor no me acabes en la boca, sollozó.

 Nena, en la boca o en tu concha, vos elegís, le dije mientras sostenía mi pedazo con la mano.

Me miró suplicando, y ante lo inevitable, se pasó una mano por la boca y se tragó mi pedazo. Allí mismo comencé a vaciar mis huevos.

Chorro tras chorro de semen estallaban en su boca y yo veía como tragaba y bajaban por su garganta. Por un momento temí que se ahogara ante la cantidad de semen que estaba soltando pero, ella consiguió sorprenderme Se tragó todo sin chistar. y me limpió bien la verga.

Llegado a ese punto quiso soltarla, pero no la dejé. Le pedí que siguiera chupando, y con sorpresa notó como de a poco volvía a endurecerse.

Cuando estuvo de nuevo como una piedra la saqué de su boca.

 Mi marido nunca pudo hacerlo de nuevo.

 A tu marido nunca se la chupaste como hiciste conmigo, le conteste, y seguramente tampoco le ofreciste tu culo como lo vas a hacer conmigo.

 No, de ninguna manera, dijo, pero ya estaba detrás suyo y frotándole la verga entre sus piernas.

 Por favor, me va a doler

 Quedate tranquila y vas a ver que no.

Abrí el cajón de la mesa de luz y tomé un pote de vaselina que guardo para estas ocasiones especiales, y tomando un buen puñado le frote su ano, introduciéndole un dedo, primero y dos después, a la vez que embadurnaba mi aparato con bastante crema.

Llegado a este punto comencé a acercarle mi verga y a empujar suave, hasta que conseguí que la cabeza empezara a entrar

 me duele por favor no sigas, pedía mi dulce profesora.

 Espera un poco y no te dolerá, le contesté mientras seguía empujando y conseguí meter la cabeza.

 No, duele mucho, por favor, sollozaba, pero yo no estaba dispuesto a perder esta oportunidad. Un culito virgen no se encuentra todos los días.

 Desde que te veía en clase tenía ganas de hacerte esto, dije introduciendo unos centímetros mas de mi pija dentro suyo.

 No, basta, basta suplicó.

Pero ya era tarde, con un último empujón mi verga se perdió dentro de su ano y mis huevos chocaban con su vagina.

 Ahora quedate quieta, le dije.

 duele, duele, decía

Allí me quedé un rato hasta que sentí que su culo se ponía caliente y se relajaba y entonces comencé a bombearla.

Ella sollozaba, pedía por favor, me rogaba que la dejara, pero al mismo tiempo tiraba su culo para atrás para que la empalara con todo. Yo, sin escucharla le seguía dando sin miramientos.

En ese momento se transformó

 Dámela toda animal, decía enfurecida, mientras sacaba su culo hacia atrás para que la penetración fuera más completa.

 No tengo más perra, mis huevos se estrellan contra tu concha, contesté sin dejar de bombear.

En algún momento volvió a acabar, con gritos y hasta lágrimas, pero yo seguí mi perforación, hasta que no aguanté mas. Tomé su cabello, la tiré hacia atrás, me metí hasta el fondo y allí dejé lo que quedaba en mis huevos.

Luego de este final, nos quedamos abrazados.

 Nunca me sentí así, dijo

 Eres muy sensual si solo dejas tus prejuicios, contesté besándola.

 ¿ No crees que soy una puta por haberte chupado la pija?

 Creo que sos toda una mujer capaz de satisfacer los deseos de cualquier hombre, le dije

Nos bañamos aprovechando para acariciarnos y besarnos, subimos al auto, la llevé hasta un lugar donde nadie nos veía, y la dejé allí.

Se comentó en la escuela el cambio de la profesora de historia, que a partir del siguiente día de clases dejó sus vestidos de vieja y comenzó a lucir ropa más ajustada y hasta vaqueros donde su culo estaba para el infarto, y remeras donde sus tetas retozaban, evidentemente sin corpiño.

Nos cruzamos un par de veces y nos saludamos como si nada hubiera pasado.

Hace un rato recibí un sms que decía " a las 8 abrí el garaje". Y aquí estoy, con el control remoto en la mano esperando que su auto entre, para cerrar la puerta y gozar de mi dulce profesora, aunque con temor de saber si podré satisfacer a la perra en la que se convirtió.