La ducha
Me pediste que me duchara contigo, y... aquí estoy.
La ducha
Me pediste que me duchara contigo, y... aquí estoy. Estábamos completamene desnudos en la bañera de un hotel de París, lujoso, con sales de baño, perfumes, por la ventana se podian contemplar los Champs Elisees... Empecé a enjabonarte la espalda, los pechos, los hombros, mientras fluía el agua tibia, con movimientos lentos, armónicos, sensuales, despacio, sintiendo cada milímetro de tu piel en las yemas de los dedos, me besuqueabas, me querías poner caliente, yo estaba nervioso porqué era la primera vez que estaba contigo y quería hacerlo bien, entonces dejaste caer la pastilla de jabón en el fondo de la ducha. Me ordenaste que la recogiera, me fui agachando lentamente, mientras con los dedos recorría tus brazos y al llegar a la altura del ombligo, aproveché para darte un beso. Seguí bajando, cuando de repente me agarraste de la cabeza, entrelazando tus dedos y haciendo mucha fuerza contra ti, lo acercaste a la zona más caliente de tu cuerpo. Seguidamente, y con voz autoritaria, me ordenaste que te lamiera todo el coño, que te metiera la lengua, que te comiera todo lo que viera. Fui ordenando el vello púbico con la lengua, hasta dejar el clítoris al descubierto, las labios menores y los mayores. Me sujetabas con firmeza la cabeza, no me dejabas retroceder. Puse mi lengua sobre el clítoris, y empecé a lamer hasta sentirte ligeramente húmeda, la cual me invitó a meterte el dedo para hacerte gritar más intensamente.
Empezaste a gemir, cada vez más profundamente, el agua iba fluyendo por encima de nuestros húmedos cuerpos. Y tu cada vez estabas más mojada, tus músculos pélvicos se iban contrayendo, entonques un liquido caliente invadió mi rostro, me duchaste con una abundante lluvia dorada, caliente y muy sensual, todavía ahora recuerdo la sensación. Todo gracias al placer descubierto con mi lengua. Me dejaste levantar la cabeza, nos miramos intensamente a los ojos, estabas extasiada de placer, los ojos medio cerrados dejaban entrever que estabas a punto de llegar al orgasmo, te cogí en brazos y te llevé a la habitación sobre la cama, te pusiste a cuatro patas, seguí lamiéndote más intensamente que antes, cada vez estabas más mojada y me dejaste penetrarte, apoyaste las palmas de las manos en la pared, en el cabezal de la cama, tenias la cabeza levantada y medio girada me pedías más caña, quería retrasarme todo lo posible, quería hacerte llegar al orgasmo justo cuando te penetrara. Estabas muy mojada, entró sola con un simple golpe de culo.
Gemiste, me dijiste que parara, que la querías sentir toda dentro, sentir todo mi miembro bien erecto, largo y duro, recto, sentir mis huevos rebotar contra tu cuerpo húmedo, intentaste cogermela, me la querías chupar pero no te dejé, allí mandaba yo, esto te puso más caliente y nerviosa, poco a poco empecé a bombearte, cada vez gemías más y más fuerte, me pedías que no parara, que fuera más fuerte, tus pezones estaban cada vez más duros, tus grandes pechos se movían con mucha intensidad, tu lengua me mojaba los dedos, te metí un dedo por el culo. Dios mío, que estrechito, me comentaste que eras virgen por allí, fui muy delicado, primero un dedo, luego dos. Un poco de lengua, un poco de crema y cuando ya lo tenías a punto retiré el pene de tu húmedo y estrecho coño y lo apoyé por encima del agujero de tu culo. Ya estoy lista, me dijiste... entonces lentamente fuí introduciéndotela.... uffffffff que placer, que pasada, la clavé hasta el fondo, no te podías mover, la tenías toda dentro tuyo.
Seguía con los dedos acariciándote el clítores, no quería abandonarlo, quería que te corrieras de gusto, bien cavalgada, por delante y por detrás, volví a metértela en la vagina y después de diversos bombeos muy intensos empezaste a gritar, a gemir de placer, a decirme que no parara, tus músculos pélvicos me atraparon como una ventosa, ya no podía aguantar más, necesitaba correrme dentro tuyo, no llevaba condón, no me dejaste ponérmelo, querías sentir mi carne en tu interior, sin plásticos de por medio, entonces me corrí, soltando toda mi leche dentro tuyo, salió con mucha presión, notaste cómo entraba en tu interior, cómo te inundaba de líquido, experimenté el orgasmo más brutal de mi vida, me dejaste seco, gritabas y gritabas y tu cuerpo no paraba de convulsionarse, tenias diversos orgasmos consecutivos, no podía salir de ti... entonces llegó la calma después de una fuerte tempestad, derrotados sobre la cama, extasiados de placer, placer mutuo. Rehaciendo las fuerzas para seguir antes de ir a cenar a la habitación contigua, la cual tenía la cena encargada a la cocina del hotel.
Al cabo de una hora el yacuzzi estaba a punto, el champán y los bombones. Las burbujitas de la bañera te despertaron, te di un intenso beso con mucha lengua y te invité a que me acompañaras. Allí nos besamos, te lamí los pechos mientras te fregaba nuevamente el clítoris con los dedos.