La Dra y el Señor 1

Mis fantasías desde adolescente, habían girado en torno al sexo anal y el masoquismo. Con estos relatos contaré como he ido cumpliendo mis deseos

Soy Mariana, tengo 38 años y vivo en Buenos Aires. Soy morena, de caderas grandes, 164 de estatura y más bien gordita, pero con unas curvas muy prominentes.

Muy en la adolescencia, pensaba que mis inclinaciones, necesidades y fantasías rayaban con lo inmoral y aunque mi familia no es religiosa y mucho menos conservadora, mis amigas y amigos si, y al compararme con ellos, sentía que el demonio mismo era el que ponía esos deseos ardientes e incontrolables en mi y me dedique con toda la fuerza del mundo, a acallarlos y suprimirlos.

En mi juventud, evite esos pensamientos e incluso censure hombres que se acercaban mucho a lo que deseaba, pues creí que al aceptar o decir qué si quería, que lo necesitaba y deseaba, iba a ser juzgada como libertina y hasta mala mujer.

Con mis 31 años llego a mi vida una horda de libertad y renuncia a estereotipos y censuras, decidí ya cansada de la monotonía y la rutina, empezar a disfrutar lo que quería, a exigir placer a mi manera y a “comerme lo que quisiera” por así decirlo, deje atrás los compromisos y noviazgos, y pase a tener aventuras de una o dos noches, llenas de vigor, mucho placer y dominación, con hombres jóvenes, manipulables y obedientes a los que podía dominar a mis anchas en la cama, disfrutar de su vigorosidad y de sus ganas de mostrar que ya saben.

Me encargo de que aprendan, sientan, exploren, fantaseen y hagan realidad sus sueños conmigo, a la vez que yo hago realidad los míos, sin tapujos ni límites.

Mis fantasías desde adolescente habían girado en torno al sexo anal y el masoquismo, pero incluso en la actualidad cuando lo pido, solo obtengo su ejercicio de forma cautelosa y controlada, los chicos jóvenes se asustan, no quieren hacerme daño y dentro de sus imaginarios también esta que es una conducta reprochable, así que se limitan a hacer una u otra cosa como parte del juego y ya. Aún es frustrante, aunque disfruto cada segundo con ellos.

Hoy, que es mi primera vez escribiendo, les quiero relatar una de mis experiencias, deliciosamente anal.

Había un chico que me llamaba la atención hacia muchos años, era de esos como que dices, algún día no podrá resistirse y será mío. Lo veía poco, no compartía los espacios que acostumbro frecuentar y por eso, las pocas veces que lo veía, encendía toda clase de fuego en mí.

Alex, de 28 años, no era completamente extraño para mí, pues mi barrio es pequeño y somos casi vecinos. A pesar del poco nivel de confianza que existía entre nosotros, en tantos años ya habíamos tenido la oportunidad de intercambiar algunas palabras, cafés, cervezas e incluso bailar, razón por la que esa noche del 28 de diciembre del 2019, cuando me vio después de un largo tiempo, le quedo fácil adularme por cómo me veía y coquetearme de tal forma, que estuve segura que me deseaba y que podía llevarlo a mi cama, aunque no sabía cuándo ni cómo y me propuse generar los espacios para coincidir.

Para sorpresa mía y ya con algunos rones en la cabeza, horas mas tarde, en la madrugada del 29 de diciembre para ser exactos, vuelvo a encontrarlo en una fiesta. Llena de éxtasis, hago lo posible por acercarme, hablarle, alejarlo de los demás y hacer que me bese, fue tan fácil y glorioso, que mi vagina palpitaba por su proximidad.

Empezamos hablando de cualquier cosa que no recuerdo y terminó mostrándome el interior de un carro, yo estaba en la silla del conductor y el se acercaba desde afuera rozando mi cuerpo con el suyo, respirando muy cerca e hipnotizándome con su voz, hasta que fue inevitable juntar nuestros labios, nos dimos un par de besos, y la energía que sentí fue igual a la que siente un adolescente: un corrientazo.

Lo esquive para que nadie más nos viera, pues soy una señora en mi comunidad y no permito que me vean con nadie en asuntos comprometedores, evito hacer cualquier demostración de interés o deseo en público, me muestro amable, pero todos saben que deben guardar distancia; volví rápidamente a la reunión con los demás, pero mi deseo era tanto, que ya no los oía o veía, solo necesitaba urgentemente planear el resto de la madrugada.

Primero debía quedarme sola en mi apartamento, así que convencí a una amiga con la que estaba, que se quedara a dormir en el lugar de la fiesta y ella accedió porque estaba muy cansada. Luego debía terminar la fiesta, si, así de sencillo, porque mientras estuviéramos allí reunidos Alex no tendría excusa alguna para salir de ahí y menos conmigo, también se logró al empezar a decir que estaba cansada y encontrar eco en la mayoría de asistentes.

Seguía lo mas difícil, hacer que llegara a mi casa, empecé entonces a caminar sola y muy caballeroso se ofreció a llevarme en el carro, acepte. Al bajarme, deje mi bolso dentro, o eso creí y planeé, así que espere un poco y le escribí por whatsapp para que por favor me lo devolviera, indicándole que no podía entrar a la casa porque ahí estaban mis llaves. Pero él me dijo que no estaba y yo descubrí a mis pies el bolso, que había caído detrás de mí al bajarme y no me había dado cuenta.

Pensé que hasta ahí llegaba el asunto y el plan, hasta que el me contesto que ojalá se hubiera quedado en el carro para tener que regresar, entonces con la franqueza que me caracteriza ahora y el deseo incontrolable que tenía, le dije que viniera igual, le di el numero del apartamento y que lo estaba esperando. ¿una propuesta indecente? Me colocó en el texto, le respondí que sí y me preparé para recibirlo.

Toda mi piel estaba erizada, las ansias debían olerse a kilómetros, pensaba en que 5 horas después de haber decidido conseguir que Alex entrara a mi cama, lo había conseguido y eso me excitaba y llenaba de  deseo.

Apenas tocó la puerta y abrí, retomamos los besos y empezamos a desvestirnos y tocarnos, apretaba con fuerza mis nalgas, que es la parte favorita de mis amantes por el tamaño, se mordía los labios mientras me miraba, pasaba a apretar mis tetas y metía con destreza sus dedos en mi vagina. Yo gemía y disfrutaba.

Empezamos a caminar hacia la habitación sin dejar de tocarnos y apretarnos, me senté en el borde de la cama y me dispuse a hacerle una buena mamada, lo miraba y el tomaba mi cabeza con timidez, para guiarme y marcar el ritmo, me fascina mamar vergas, cada que entraba a mi boca, sentía como que estuviese entrando a mi vagina, estaba super mojada. Después de un buen rato, Alex empezó a hacerme un oral delicioso, mientras saboreaba mi clítoris, con sus dedos masajeaba mi punto G, manteniéndome en un orgasmo eterno y delicioso.

Cuando ya no aguantamos más, empezó a penetrar mi vagina… era la gloria, cada embestida hacía que gimiera y su energía recorría todo mi cuerpo. Lo hicimos en la cama en varias posiciones, entre un orgasmo y otro, mientras me penetraba la vagina en cuatro, con sus dedos empezaba a tocar y acariciar mi ano, todo mi cuerpo se estremecía urgido por la penetración, mi fantasía, no creía que podía ser cierto, mi mente explotaba a la espera.

Mi vagina palpitaba tanto ante esa proximidad de la penetración anal, que rápidamente duplico sus fluidos, y él aprovecho para lubricar con ellos de forma perfecta mi ano y sin avisar, sin preguntar, sin pedir permiso, me penetró con todas sus fuerzas haciéndome tocar el cielo del placer.

Yo solo quería que no parara, que me diera por el culo el resto del día, que me hiciera venir una y otra vez, porque mi orgasmo favorito es el que consigo mientras me están dando por el culo.

Yo no recuerdo si gritaba o no, ni que tan duros eran mis gemidos, los vecinos podrán dar fe de este asunto, yo solo quería eternizar ese momento; el mete y saca era tan placentero que mi mente se desconectó en medio del orgasmo y él a su vez termino con una maravillosa venida dentro de mí, que tome como el mayor de mis trofeos.

Dormimos un poco ya que ya había amanecido y antes de despedirse, volvimos a coger de forma magistral, dejándome extasiada y con una sonrisa en la cara que duró al menos el resto del año y la semana. Fue mi mejor cierre de año.