La doncella de la marquesa

Una bajita y bella hondureña, me pregunta por una manguera especial que le había encargado la marquesa…, finalmente le doy otro tipo de manguera, aunque después de una increíble confesión

Era la hora de la comida.

Los trabajadores y alumnos se habían ido a comer.

En aquella solitaria oficina de aquel almacén de materiales, en el polígono industrial de Collado Villalba, cerca de Galapagar, corregía los ejercicios terminados de aquel curso formativo…

-       ¿Hay alguien por aquí…?

Me asomé a la escalera.

Una mujer preciosa de pelo rizado, de escasa altura preguntaba dónde podía comprar unos metros de manguera que no se hiciese dobleces, pues a su señora le sentaba muy mal que tuviésemos que desliar continuamente aquella manguera de la parte norte del jardín.

Su señora, la marquesa de Galaparina, según entendí, la mandaba a buscarla y comprarla.

La miré. Me miró.

Sonrió. Sonreí.

-       ¿Cómo te llamas?

-       Karla Patricia.

-       ¿Usted?

-       José Miguel.

De inmediato conectamos.

Era una persona extrovertida con una sonrisa permanente en su cara.

Hablamos en aquella hora que restaba del descanso de cientos de cosas. Prácticamente me contó su vida, desde que había llegado a trabajar con su esposo a España para ganarse la vida.

Como sabría después, sólo me había contado parte de su vida…

El encargado entró por la puerta y enseguida a mi petición le atendió vendiéndole la manguera que necesitaba.

Al ver mi interés por ella, el encargado no quiso cobrarle el importe de la manguera.

Estaba agradecida por el detalle.

Se despedía de nosotros. Su mirada me indicaba una cierta tristeza de quizás no volver a verme jamás.

La acompañé hasta la puerta del almacén.

Me lo agradecía con la mirada.

Cuando nos dábamos un suave beso en la mejilla como despedida, giró lentamente su cara buscando mis labios.

Fue un instante mágico y chispeante...

-       Esta tarde libro. ¿Querría pasar la tarde conmigo?

-       Será un verdadero placer. (Le dije sinceramente).

Me dio las indicaciones precisas para recogerla.

A las cinco en punto la estaba recogiendo donde me había dicho. Se había arreglado y estaba preciosa.

El tiempo era idóneo para pasear, e incluso para hacer un maravilloso sexo en cualquier lugar de la naturaleza.

Terminaba la primavera en breves días y hacía un maravilloso tiempo para disfrutar de una agradable compañía, especialmente si como suponía iba a hacer sexo con aquella preciosidad.

Le pedí opinión.

Nos fuimos a tomar algo a su petición. Tenía muchas ganas de estar conmigo, pero le faltaba algo de valor según me confesó. Sería la primera vez que traicionaba la confianza de su marido.

Estaba dolorida con él, a pesar de que lo amaba a su manera.

Nos fuimos a un hotel de las afueras de la ciudad.

Con parsimonia y deseo me desnudó. Yo hice lo propio.

Era una preciosidad de mujer…

Nos tumbamos en la enorme cama de matrimonio y una vez puesto el aire acondicionado, nos tumbamos abrazados sin pensar de momento en nada mas…, disfrutando de cada segundo.

Se acercó levemente a besarme la boca.

Sus besos eran tiernos y sabrosos.

No hablaba, parecía en una nube.

La noté ausente.

Allí desnudos, abrazados y con nuestras miradas fijas a escasos unos centímetros, empezó a llorar tierna y desconsoladamente.

No estaba sorprendido, realmente esperaba algo así. Su mirada aunque tierna delataba algún problema en casa…

Me empezaría a contar una horripilante historia de dominación no consentida.

Ella acababa de llegar a España hacia apenas dos meses.

Su marido Carlos Roberto había venido dos años atrás y después de dar todo tipo de vueltas entró al servicio de los marqueses de Galaparin dado que tenía especiales cualidades…, a través de un oscuro contacto de la noche madrileña…

Al decirme esto último, Karla Patricia, me miró como queriendo hacerme comprender algo más…

Su marido había progresado con aquella familia de alta alcurnia al parecer aristocrática, a base de ser un servidor muy sumiso y una polla enorme…

Aunque no pregunté en aquel momento, después descubriría que aquel título nobiliario no existía.

Carlos Roberto hacia todo tipo de servicios de sumisión…, además de sexuales…,  a los marqueses.

Al discutir los marqueses sobre la utilidad sexual de un solo siervo, creyeron más adecuado traer una sumisa que acompañase a Carlos Roberto y así poder jugar al mismo tiempo, los dos marqueses, con un siervo cada uno.

Carlos Roberto enseguida pensó en su esposa y aunque el servicio era extremadamente duro, los ingresos eran muy cuantiosos.

Karla Patricia me decía que su marido no le había dicho toda la verdad.

Después de los primeros momentos de euforia, el viaje y una recepción anodina e insulsa por parte de los marqueses, enseguida descubrió la verdad.

Carlos Roberto finalmente le confesó a su esposa que estaban en mano de aquellos sádicos y que si no accedían a sus caprichos, los expulsarían a ambos de España, pues los marqueses tenían mucha mano en las altas esferas políticas.

Como siempre ocurre, ya habían dado una entrada para la construcción de un pequeño hotelito cerca de la playa de la Ceiba, una localidad con muchas posibilidades turísticas en la costa norte del país hondureño, y no seguir cobrando sus notables sueldos, los arruinarían definitivamente.

Su esfuerzo hubiese resultado inútil. Sus hijos, tres de los abuelos, una hermana de Karla Patricia en silla de ruedas, y su futuro económico dependían de su trabajo.

Además de llorar desconsoladamente todas las noches, Karla Patricia, no tuvo más remedio que seguir adelante. Su marido no lo llevaba mal, pero a ella le costaba hacer aquellas “cosas”…

Al mirarla algo incrédulamente, me contó algunos de los escabrosos detalles que obligaban los “marqueses” a hacer a aquella pareja…

Desde ir atados desnudos y a gatas con collares, a limpiar con un trapo en la boca, los restos superficiales en los inodoros…

Comer en recipientes de animales, gruñir, y competir con los perros de los marqueses en las  muestras de cariño hacia los dueños.

En cuanto al sexo, tenían que practicar ambos, sexo oral a ambos marqueses indistintamente.

Karla Patricia llevaba a duras penas todos los servicios, no solo los sexuales.

La polla del marqués aunque pequeña era una polla, y eso a una mujer siempre le es menos desagradable…

Karla Patricia se confesaba una mujer relativamente caliente y siempre heterosexual.

Me contaba Karla Patricia que llevaba peor lo de comerle el coño a la marquesa, pues además de no lavárselo a menudo y olerle francamente mal, lo tenía descuidado y con mucho pelo, lo que lo hacía incomible…, mucho más después de ser lamido por varios de los perros de la casa, que lo lamian todas las noches después de untarse en el coño un poco de mermelada…

Tuvo que soportar Karla Patricia estoicamente ser penetrada con consoladores enormes, no solo su coño sino su culo.

El marqués no la había penetrado aún, y creía que jamás la penetraría, pues resultaba más bien homosexual pasivo que otra cosa…, y solo deseaba ser penetrado por la enorme polla de Carlos Roberto su marido.

Prácticamente a diario, todas las noches, Carlos Roberto tenía que empotrar al marqués pues así se relajaba de la tensión de la que venía de su trabajo, que no quiso decirme, cual era…

Tenía el marqués, según me dijo Karla Patricia,  gusto por la coprofagia y después de ser enculado lamia y limpiaba hasta la saciedad la polla de Carlos Roberto, que sacaba mayoritariamente manchada de mierda.

Esa asquerosa visión a la que obligaban a mirar a Karla Patricia, más el desagradable olor le había hecho vomitar en varias ocasiones al principio.

Si vomitaba o hacia ascos, la azotaban en la espalda y el culo.

Poco a poco fue adquiriendo trucos como ponerse alguna pequeñísima porción de ungüento de mentol como Vicks Vaporub en las fosas nasales y así conseguir no vomitar ante aquel desagradable espectáculo diario.

Karla Patricia dejó de llorar, mientras me contaba esas horrendas experiencias en casa de los viciosos marqueses.

La miré entristecido y le besé los ojos aun húmedos.

Quería amar a aquella mujer de tal manera que pudiese olvidar por unas pocas horas aquellas desagradables experiencias.

Besé su boca. Me devolvió un beso voluptuoso y envolvente…

Besé su cuello. Dobló ligeramente su cuello para seguir recibiendo besos de pasión precopular.

Sus pechos esperaban su turno. Eran esplendidos, sin ser demasiado grandes, tenían una proporción adecuada a aquel maravilloso cuerpo de una mujer relativamente joven, a pesar de haber tenido ya tres hijos, según me había confesado por la mañana.

Sus pezones eran excepcionalmente oscuros, grandes, alargados y durísimos.

Cuando se los lamia, besaba y estrujaba con mis labios por turnos, tuvo un primer orgasmo, según dijo, que solo pude apreciar por una mueca de su boca y un sobrecogimiento de sus caderas, junto a un doblez característico de los dedos de sus pies.

Pude a lo largo de las horas siguientes, ver doblar aquellos dedos una docena de veces por lo menos…

Cuando después de besar su precioso y terso vientre, entreteniéndome en su apenas pequeño y sensual ombligo, llegué a su sexo…, éste estaba ávido y hambriento de placer.

Su segundo orgasmo llego solo un segundo después de empezar a lamer su duro e hinchado clítoris…, sin duda el cuerpo de Karla Patricia estaba sediento de placer sexual normal…

No pude dejar de comerme aquel maravilloso sexo durante muchísimos minutos. Era una locura de placer para mí…

Estaba excitadísimo…

Mi polla quería entrar en aquel cuerpo, pero aun necesitaba saciar mi boca y mi lengua con aquel sexo caliente, húmedo y chorreante de fluidos que seguía corriéndose una y otra vez…

Cuando necesitó mi polla la buscó desesperadamente…

Me hizo cambiar de posición y ella se puso encima…

Me besó todo el cuerpo, desde mi cabeza a los pies…

Luego se centró en mi polla…, lamiéndola sugerentemente con los ojos cerrados y cayéndosele algunos hilos finísimos de saliva, algunos entrelazados en dobles y triples hilillos haciendo figuras sinuosas por sus comisuras de la boca que caían a veces en mi polla y otras veces en mi pubis…

Cuando menos me lo esperaba y mientras había cerrado un momento los ojos para disfrutar de aquella agradable sesión oral, que hacía mucho no me hacia una desconocida tan bella, se subió encima de mí a cabalgarme…

De un sopetón se metió mi enorme polla…

Su coño húmedo de sobra y tremendamente elástico la admitió sin reparos ni contemplaciones…

Empezó a moverse…

Lo hacía en diferentes secuencias de velocidad…

Sin duda su cuerpo había nacido para dar placer, además de recibirlo.

Buscó mis manos a modo de sujeciones y se balanceaba arqueando sus caderas hacia un lado y hacia el otro en sinuosos movimientos semicirculares…

A veces subía su cuerpo…, y muy despacio iba sacando su coño poco a poco…, poniendo al descubierto mi enorme polla dura y venosa a punto de reventar…

Cuando estaba a punto de perder el control y que pudiera salirse de ella…, volvía a bajar muy despacio…, haciéndose con ella nuevamente.

Una y otra vez…, muy…, muy despacio. Notaba las sensaciones de su coño en cada uno de los milímetros cuadrados de mi polla extasiante.

De nuevo volvía a cabalgar como una amazona poseída por un deseo infinito o en un celo extraordinario después de mucho tiempo sin follar a gusto…

Observaba las muecas de su cara y como doblaba los dedos de los pies…, volvía a correrse.

Cuando se corría paraba unas décimas de segundo…

De nuevo volvía a ponerse en movimiento…

Sabía que iba a correrme de un momento a otro y también sabía que no acabaría aún aquella maravillosa sesión de sexo.

Tal como intuía, y así se lo hice notar a Karla Patricia, iba a correrme y le dije que estuviese quieta un momento y que sólo hiciese presiones vaginales contra mi polla…

Ésta es una manera de correrse lenta pero muy satisfactoria, pues sientes llegar el orgasmo y disfrutas de él visualizando esa polla que escupe leche…, pero absolutamente comprimida por una vagina elástica que ejerce presión sobre ese prisionero placentero…

Estuve corriéndome durante un minuto aproximadamente, disfrutando segundo a segundo de aquellas cinco o seis salidas progresivas de leche caliente, que se almacenaba a duras penas entre mi polla y su vagina comprimida.

Me preguntó si me dejaba descansar…

Le dije que solo necesitaba su coño en mi boca y que cuando terminase de lamer todo aquel preciado líquido caliente lechoso y sabroso quería que me volviese a follar cabalgando si lo deseaba de la misma forma…

Dicho y hecho.

Cuando con mi mirada le marqué la salida…, de un certero movimiento sacó su coño de mi polla y lo llevó a mi boca.

Lamí durante minutos aquel agradecido y caliente sexo…

Mientras se corría nuevamente yo hacía descansos con mi lengua para tragar y tragar pequeñas cantidades de leche y fluidos que caían sin prisa pero sin pausa cuando mi lengua se lo permitía.

Aquel cuerpo no dejaba de balancear el ritmo de más orgasmos, sucesivos y consecutivos…

Cuando guturalmente le hice la señal, volvió a colocarse en la línea de salida.

Mi polla seguía igual de dura y aceptó aquel segundo asalto sin reparos…

Durante muchos minutos volvió a bailar los compases del baile del orgasmo, no de uno…, sino de varios tipos distintos en intensidad y duración…

En un momento su teléfono sonó…

Lo tenía en la mesita de noche de mi derecha y se lo pasé. Le dije que hablase, que estaría callado absolutamente…

Me encanta estar follando cuando la mujer habla por teléfono como si cualquier cosa…, especialmente si es su novio o marido…

Recuerden que soy un puto depravado.

Era su marido…

-       Aló, Carlos Roberto.

-       Cocinando con la sobrina de Rigoberto.

-       Bueno…, cuando llegue, a las diez.

-       Enseguida.

-       Chao.

Mientras hablaba…, su cuerpo se movía milimétricamente y yo solo hacia contraer mi polla en su coño, para “incomodarla” en la conversación…

Mientras hablaba esas pocas palabras…, me miraba maliciosamente.

Finalmente colgó.

No tenía que explicarme nada, de sus parcas palabras en la conversación telefónica, supe sin género de dudas que ya la llamaban para la sesión de sumisión nocturna…

No quería desconcentrarla con nada de aquel momento mágico que vivíamos en aquel momento.

Seguimos con lo nuestro…

Su mirada sensual, lasciva y provocadora me anunciaba todavía mucho sexo.

Seguía cabalgándome con autentica lujuria…

Pasado un buen rato mi polla volvió a querer inundar su coño de nuevos fluidos que deseaban salir a acrecentar el calor de aquel glamoroso y eficaz coño que me sacaba leche de manera espectacular…

Me corrí nuevamente por segunda vez…, con incluso mucho más placer que en la ocasión anterior.

Karla Patricia era lista de sobra…, y no tuve que decirle lo que hacer a continuación…

Volvió a colocar después de correrme como un loco…, aquel sublime coño en mi boca y nuevamente disfrute de otra generosa ración de leche y fluidos libidinosos hondureños, mientras volvía a hacer correrse con mi eficaz lengua, aquel coño hambriento de sexo febril y necesario.

Necesitaba abrazarme y me abrazó.

Sus besos cálidos me agradecían sin palabras aquella tarde de sexo gratificante que aún no terminaría...

Volvimos a follar dos veces más en diferentes posiciones, yo me corrí otras dos veces ms  y ella bastantes más veces.

Finalmente, me confesaría que había sido la tarde más feliz de toda su vida, que su coño iba algo irritado, de tanto sexo, pero que había quedado absolutamente plena y satisfecha.

También me confesó que aquella mañana al verme tuvo la intuición de que podríamos pasarlo genial en una cama…

Le pregunté finalmente, si podía hacer algo por ayudarla en su situación laboral, pero me dijo que prefería padecer aquellos abusos, y que solo necesitaban unos dos años más,  como mucho para conseguir su objetivo económico.

Pensaba,  me dijo,  que aquellos momentos desagradables que aún tendría que pasar antes de disfrutar de aquel ilusionante pequeño hotelito en La Ceiba, lo serian menos, solo con recordarme y recordar esta tarde de sexo tan gratificante y tan especial…

Nos vestimos y la acompañe a donde me dijo.

Al despedirse, y después de beso de película…, me dijo que jamás me olvidaría y que siempre recordaría aquella tarde del 17.03.2020…

Yo le dije…, que tampoco…

Espero amigos que les haya gustado el relato del que guardo un especial recuerdo no solo por haber rememorado algo que pasó hace apenas unos días,  sino por la increíble sensualidad y capacidad sexual de aquella bella hondureña de nombre tan especial…

Por supuesto  pueden preguntarme si lo desean, cualquier detalle al respecto de lo acontecido, a través del correo electrónico.

Hasta muy pronto…