La Dominación de Selene
Sus padres fallecieron en un trágico accidente de coche, y sus tíos, su única familia, la tomaron a su cuidado. Pero ellos siempre estaban de viajes de negocios, y con la joven Selena, huérfana de padres, sólo quedaba su primo Devon, siempre serio y distante. Intentó gustarle. Hizo las tareas del hogar con diligencia, cualquier recado que necesitara, cualquier capricho que pudiera cumplirle... Hasta que de alguna manera...Se convirtió en su esclava.
No necesitó ni un gesto para comunicárselo. Selene lo supo cuando sus miradas se cruzaron. Quizá fue, si lo pensaba, el modo en que inclinó la cabeza, sin dejar de mirarla, y después lentamente se levantó de su pupitre, se colgó la mochila y salió del aula.
La joven suspiró y se frotó las sienes.
- Selene, ¿quieres venir hoy a tomar algo? Preguntó una de sus compañeras.
- No, lo siento. Se obligó a sonreírle a modo de disculpa. Tengo que hacer la cena.
- Chica, vale que Devon sea muy guapo y todo eso, pero te tiene como si fueras su criada
Tras una breve despedida con las demás, Selene se colgó la mochila y salió.
Se metió, empero, en el cuarto de baño. Nadie iba a aquellas horas: todos estaban desesperados por salir del instituto, fumarse un pitillo y prepararse para salir de juerga esa noche de viernes.
Pero ella tenía que ir. Se lo habían ordenado.
Suspiró, y simplemente esperó.
En seguida alguien entró y no era una chica.
Devon le lanzó una mirada intensa que la hizo estremecer. Tenía ese efecto sobre ella y él lo sabía.
Con firmeza el joven le quitó la mochila y la dejó en el suelo. Luego la agarró del brazo y la puso de espaldas, contra la pared.
- E-espera - Musitó ella.
- Sssshh
Devon le levantó la falda del uniforme y le bajó las bragas. Sin titubear metió las manos entre las piernas de Selena, arrancándole un quejido.
Se arqueó sobre la espalda de la chica y le suspiró en el cuello.
- Mírate. Susurró en su oído, provocándole intensos escalofríos. Estás mojada.
- No es verdad. Musitó ella, aunque la evidencia era más que elocuente.
Oyó el sonido de una cremallera y cerró con fuerza los ojos, sabiendo lo que venía ahora.
Devon la penetró de un solo golpe, robándole el aliento. El miembro del chico se deslizó fácilmente en su interior. Ella se obligaba a pensar que era porque estaba demasiado acostumbrada ya.
Comenzó a moverse con fuerza, entrando cada vez más adentro, con más violencia. Selene jadeaba contra la pared, conteniendo leves quejidos. Cualquiera podría oírlos. Cualquiera podría
Las manos de Devon se metieron bajo la fina camisa de la chica y encontraron sus senos.
- Buena chica. Dijo en voz baja, sin parar sus embestidas. No llevas sujetador, como te dije.
Ella gimió, ruborizada y temblando. Los dedos del joven magrearon sus pechos y comenzaron a pellizcar sus pezones cada vez más fuerte.
- A-ay - Se quejó Selene. Me estás haciendo daño.
- Pero si los tienes duros como piedras, pequeña putita.
Una mano se alejó de su pecho pero sólo para lanzarle un golpe a las nalgas.
La chica contuvo un gemido tapándose la boca.
Volvió a retorcerle los pezones, mientras su entrepierna era la víctima de las bestiales atenciones del miembro viril que penetraba violentamente, más y más deprisa.
La respiración de Devon comenzó a acelerarse. La de Selene también. Él comenzó a lamer y besar su cuello, apretándole con fuerza los senos entre sus dedos, embistiendo sin parar
La chica sintió cómo él se derramaba en su interior, y no pudo contener un jadeo de desilusión. Aunque jamás lo admitiría quería más, y más.
Pero Devon, satisfecha ya su lujuria, se apartó de ella sin mayor parsimonia, y ella, temblorosa, se dejó caer hasta arrodillarse en el suelo, jadeando. Sentía la humedad corriéndole entre las piernas, la respiración descontrolada, el corazón desbocada y todo su cuerpo hipersensible, esperando más caricias que no llegarían. Le dolían los pezones, pero también ansiaban más.
- Volveré un poco tarde. Advirtió Devon a su espalda. Me voy con los chicos a los recreativos. Limpia mi cuarto y prepara la cena.
Selene no respondió. Lo oyó alejarse pero aún le dijo algo más:
- Y Selene
Esperó. Ella se obligó a ladear la cabeza y mirarlo por encima del hombro.
Devon dejó escapar una indolente media sonrisa que encendió el deseo y la ira en el pecho de la muchacha.
- Puedes masturbarte. Le permitió.
Y se fue.
Selene, atónita, boqueó.
Notó que las lágrimas le llenaban los ojos.
<¡Bastardo!> Pensó. <¡Cómo se atreve ! ¡Monstruo!>
Pero sus manos, más allá de su consciencia, ya bajaban a su entrepierna, buscando el cáliz de los placeres. Comenzó a masturbarse con violencia.
- Hijo de puta - Musitó, cerrando fuertemente los ojos. - ¡Cabrón !
Se recostó contra la pared, acariciando y pellizcando el delicado botón. Se mordió los labios para no gemir.
Finalmente estalló en un intenso pero vacío orgasmo, y, una vez recuperada, muerta de vergüenza de adecentó y salió del baño del instituto, corriendo de camino a casa.