La dominación de Isabel. 28

Claudia, su padre....y Mariola embarazada.

La noche del día en que JM ordenó a Claudia desnudarse delante de su padre y chuparle la polla, éste se levantó con sigilo de la cama, no queriendo despertar a su mujer, aunque ella ya había sentido que se levantaba, y estaba segura de dónde se dirigía. Sigilosamente cerró la puerta tras él y entró en la habitación de su hija. Lo que le había dicho el compañero de su hija estaba muy claro, podía gozar de ella siempre que quisiera y sin problemas, ella le recibiría siempre; lo que no alcanzaba a entender es cómo había conseguido una obediencia por su parte tan ciega, pero le daba igual el cómo, sólo le importaba que podía seguir follándosela. Pero las palabras de a JM habían sido que si quería “algo especial o diferente”, antes tendría que hablar con él; ¿qué podría ser algo especial o diferente ? La duda y la intriga casi no le dejaban concentrarse.

Claudia ya se imaginaba que su padre vendría esa noche a hacerle una visita, así que le esperaba desnuda en la cama. Sentía el mismo asco y la misma repugnancia por lo que le hacía, pero al ser su amo quien se lo ordenaba, la cosa cambiaba. Su padre se quitó el pijama y se echó sobre ella. No era un hombre imaginativo follando, más bien tosco y vulgar. La folló tumbado sobre ella, con todo su peso sobre ella, su aliento en la cara, su sudor cayendo sobre su cara; la folló con urgencia, con prisa, no era follar, era sólo una forma rápida de sacar el semen de su cuerpo y dejárselo en el coño. Mientras empujaba le susurraba guarrerías, insultos, promesas de todo lo que pensaba hacerle en los días por venir. En minutos Claudia quedó mojada de sudor por fuera y de semen por dentro. Su padre se levantó satisfecho y jadeante y volvió a su habitación.

Lo que no vio cuando cerró la puerta de su dormitorio, es que su hijo, el hermano mayor de Claudia, había salido a beber agua y había visto cómo su padre salía sigilosamente de la habitación de su hermana. Durante mucho tiempo había sospechado lo que pasaba entre ellos, pero sin pruebas, creía que sus sospechas tenían más de fantasía calenturienta que de realidad. Pero por qué si no su padre entraría sigilosamente en la habitación de su hija por la noche para salir un buen rato después y volver a su dormitorio de la misma forma sigilosa. Sólo había una forma de descubrir la verdad.

Abrió la puerta de la habitación de su hermana y entró, cerrando tras él. La oscuridad inicial se fue aclarando lentamente, hasta que pudo distinguir el contorno de los muebles. En la cama distinguía a su hermana tumbada. Después de follarla su padre, se había quedado tumbada como estaba, desnuda, encima de las sábanas, acariciándose suavemente, pensando en cómo había llegado a esa situación, en su odio hacia su padre y su amor infinito hacia su amo.

No se dio cuenta de la presencia de su hermano hasta que éste se sentó en el borde de la cama. Su hermano contempló extasiado y con creciente deseo el cuerpo de Sandra. A la luz de la luna que entraba por la ventana su piel brillaba, como las gotas de sudor y semen de su coño. Extendió la mano y la  acarició un muslo. Su hermana no reaccionó, sólo le miró, pero no hubo rechazo. Todo quedó claro en un instante, lo que su padre y ella hacían todas esas noches. Y si su padre podía, él también. Se levantó y se desnudó, y se acostó al lado de su hermana, recorriendo con las manos y la lengua todo su cuerpo.

Claudia se dejó follar, como si fuera su padre, como si se lo hubiera ordenado su amo, odiando a su hermano tanto como odiaba a su padre. Su hermano la penetró por delante y por detrás, acabando en su coño, mezclando su semen con el de su padre. Cuando por fin se quedó sola, se durmió como si nada hubiera pasado.

Al día siguiente el padre de Claudia acompañó a su hija al trabajo pues quería hablar con JM, al que aún seguía sin saber cómo clasificar. Desde que se despidió de él el día anterior, flotaba en su mente su enigmática pregunta al marcharse: ¿te gustan las mujeres embarazadas? Necesitaba saber a qué se refería con eso.

JM estaba en su puesto y al verle entrar, no se sorprendió en absoluto de su presencia allí. Le había dejado claro que era un cabrón degenerado, y estaba seguro de que la mención de una mujer embarazada le picaría la curiosidad. Y así fue, se reunieron en la sala de café y cuando se quedaron solos el padre de Claudia le preguntó qué era aquello de una mujer embarazada.

-Pues es muy fácil, si te da morbo follarte a una preciosidad embarazada, con un tripón enorme y llenarla de semen y hacer cualquier guarrada que se te ocurra, no tienes más que decírmelo y yo lo arreglaré.

El padre de Claudia no daba crédito a lo que oía. No había tenido nunca fantasías con embarazadas, de hecho, no le atraía gran cosa follar con una embarazada, recordaba a su mujer cuando lo estuvo de sus dos hijos, y no era nada excitante precisamente. Pero cómo lo pintaba aquel hombre sonaba muy excitante y perverso y morboso, y si era verdad que podía hacer todo tipo de guarrerías con ella, valía la pena probar.

-¿Es una amiga tuya o algo así?

-Sí, algo así. Eso no debe preocuparte.

-Sí, me gustaría.

-Estupendo, pues ven esta tarde a la dirección que te pasaré después. Y, por cierto, ¿qué tal con tu hija?, ¿es complaciente?

-Sí…mucho…gracias.

Sin saber por qué, el padre de Claudia sentía que se veía en la obligación de contarle todo lo relacionado con su hija, como si ésta le perteneciera a él, como si JM fuera su amo o algo así, sin importar que él fuera su propio padre. Por tanto, le confesó lo que su hija le había contado viniendo a su trabajo, que su hermano se la había follado la pasada noche. JM asintió, le agradeció que se lo contara, y le dijo que las reglas para su hijo eran las mismas que para él. Follar estaba permitido, pero cualquier cosa que se saliera de un simple polvo, estaba prohibido, antes debían consultarlo con él. El padre de Claudia aceptó.

Esa tarde el padre de Claudia se presentó a la hora fijada en la dirección que JM le había proporcionado, el piso donde Isabel hacía de puta para satisfacer todas las perversiones de los clientes que su amo acordaba. JM e Isabel  estaban en el piso e Isabel ya sabía que a quien esperaban era al padre de Claudia, lo que fue toda una sorpresa para ella. Se había vestido para la ocasión con lencería negra de encaje, un vestido rojo de tirantes, medias negras y zapatos abiertos rojos de plataforma.

Cuando llegó el padre de Claudia al piso, Isabel le abrió y le hizo pasar al salón, con él tras sus tacones, mirando con deseo el culo de la mujer embarazada que le guiaba. Ya en el salón JM y el padre de Claudia hablaron un rato, con Isabel sentada provocativamente en un sillón. JM le explicaba al padre de su esclava todo lo que podría hacer con Isabel, no simplemente echar un polvo, pues estaba seguro de que había alguna fantasía oculta que estaba deseando realizar; mientras, éste miraba de reojo a Isabel relamiéndose los labios y preguntándose si no había visto antes a aquella mujer, quizá incluso como una de las amigas o compañeras de su hija.

Sin poder aguantar más, cogió de la mano a Isabel y se fue al dormitorio, donde lo primero que hizo fue desnudarse mientras Isabel le esperaba tumbada en la cama. Se unió a Isabel y le subió el vestido para dejar al descubierto la tripa, la acarició, sin poder evitar pensar cómo se vería su hija Claudia con una tripa de embarazo así, con los pechos hinchados y llenos de leche. En segundos tuvo una erección y cogiendo a Isabel por los tobillos, la penetró el coño para follarla mientras contemplaba su tripa, sus tetas y su cara. Isabel sintió cierto placer morboso y malvado sabiendo que era el padre de su odiada Claudia el que la follaba, como si ahora tuviera el conocimiento de un secreto familiar que la afectaba.

Estaba a punto de correrse cuando entró en la habitación JM, pero el padre de Claudia no se sintió violento, era una cosa normal entre hombres verse follar cuando estaban con putas. JM se sacó la polla y se subió a la cama para acercársela al cuerpo a Isabel. Cogiéndosela con la mano, le golpeó con ella la tripa, luego sus tetas y por fin su cara, dejando al final que se la chupara. Todo esto excitó aún más al padre de Claudia, que arremetió con más fuerza contra Isabel.

-¿No te gustaría tener a tu hija aquí ahora mismo?

Sin dejar de follar, el padre de su esclava le respondió a JM que le daría un morbo increíble, y que incluso se la había imaginado con el mismo embarazo que el de esa puta.

-Eso siempre se puede arreglar, ¿no crees?......las dos cosas.

Totalmente excitado ante las perspectivas que se abrían ante él gracias a aquel enigmático personaje y su poder sobre las mujeres, el padre de Claudia se corrió en el coño de Isabel, y aún con la polla dentro, se quedó contemplando cómo JM acababa en la boca de aquella puta embarazada.

-¿Mi hija y ésta….hacen todo lo que quieres?

JM le miró sonriendo perverso y lentamente dijo:

-Todo.

Al día siguiente el padre de Claudia pudo ir de nuevo al piso para follar con Isabel, sólo que esa vez le esperaba la sorpresa prometida. Mientras follaban, esta vez la tenía a cuatro patas en la cama y la follaba desde detrás, su hija Claudia entró en la habitación completamente desnuda. Su padre la miró complacido y encantado y sin que ninguno dijera nada, Claudia se situó delante de Isabel y la besó en la boca.

Isabel sintió la lengua y el calor de los labios de Claudia en su boca y un placer infinito la traspasó todo el cuerpo, pero al mismo tiempo sintió más odio por ella que nunca. Se sentía humillada por ella a cada momento, y el hecho de estar follando con su padre no atemperaba su odio; pero si Claudia y su padre acababan follando delante de ella, eso sí que sería realmente humillante para esa puta…o eso pensaba. Y mientras, sus lenguas recorrían la boca de la otra y sus salivas se mezclaban.

Ver a su hija morrearse con aquella puta embarazada fue más de lo que pudo aguantar y se corrió sin poder contenerse, quería haber aguantado más, pero le fue imposible. Se salió del coño de Isabel dejando caer gotas de semen sobre la sábana, y llevó la polla aún goteante a la cara de las dos mujeres, para que se la chuparan a medias. Nunca habría imaginado que su hija pudiera darse a esas perversiones, pero ahora, viéndola besarse con Isabel, chupando y compartiendo los restos de semen de su polla, comprendía que ese misterioso JM la había convertido en una sumisa y obediente esclava sexual, igual que la zorra embarazada que se acababa de follar. Aquello abría unas perspectivas de perversión impresionantes, pero sabía que sin el visto bueno de JM, no podría hacer nada. Se dio cuenta de que ese hombre era el amo de las dos chicas. Y mientras el padre de Claudia pensaba en estas cosas y disfrutaba de las dos mujeres lamiendo su polla, JM lo contemplaba todo de pie a un lado de la cama, complacido por la obediencia de sus esclavas y satisfecho al ver que el padre de Claudia comprendía la situación y quién tenía realmente el poder allí.