La dominación de Isabel. 21
Cena familiar.
JM tenía ganas de humillar a su esclava en público, ver de qué era capaz de hacer o mejor dicho de dejarse hacer por su amo. Y cuando pensaba en su esclava, pensaba en Isabel, no en Claudia.
Todo había empezado con Isabel y era a ella a quien consideraba su auténtica esclava. Aún tenía que ver dónde situaba a Claudia con respecto a su esclava original. ¿La convertiría en ama de Isabel pero esclava de él mismo? ¿o la igualaría a Isabel en cuanto a dependencia y sumisión? Aún no lo tenía claro.
Pero mientras se decidía y continuaba con la dominación de Claudia por parte de Isabel y de él mismo, especialmente ahora que ya había salido de entre las sombras y Claudia ya sabía quién había manejado los hilos desde el principio, le apetecía volver a su esclava, a Isabel, a quien le daba la impresión de que la tenía un poco desatendida desde que empezaran a someter a Claudia. Tenía en mente una idea desde hacía algún tiempo, pero no se había atrevido a ponerla en práctica hasta ahora. Y eso que Isabel ya había pasado por pruebas de fuego como follar con los mendigos o con su perro Max, que habían puesto a prueba su sumisión. Y las había pasado todas.
La idea que tenía en mente no suponía una prueba para su esclava, estaba seguro de que no tendría ningún problema en obedecerle. Más bien parecía una prueba para él mismo.
Había organizado una cena familiar para el día siguiente, viernes, a la que estaban invitados sus padres, sus hermanos, y por supuesto, su esclava Isabel. La idea era humillar a Isabel delante de toda su familia, hacerla comportarse solícita y sumisa hacia él sin importar quién estuviera delante.
Todo estaba organizado. La comida, que parte de ella la había encargado, pues era demasiada gente y no le apetecía pasarse todo el día metido en la cocina. Y los invitados, de los que no faltaría ninguno: sus padres, venerables jefes del clan, ya jubilados y dedicados principalmente a sus nietos; sus dos hermanos, uno de los cuales estaba soltero pero vendría con su última novia, y el otro, casado y con dos hijos adolescentes, todos asistirían a la cena; y por último su hermana pequeña, que había asegurado que iría, aún vivía con sus padres, y no sabía si vendría acompañada o no.
Cuando acabó de repasar la lista, 9 ó 10 personas, empezó a ponerse nervioso. ¿Se atrevería a hacer lo que tenía pensado? Le daba miedo cómo pudiera reaccionar su familia, sus padres o sus hermanos, pero le producía tantísimo morbo y excitación todo aquello, que se resistía a cancelar la cena. Estaba decidido, hasta las últimas consecuencias. Además, ya había avisado a su esclava Isabel, o mejor dicho, ordenado que se presentara al día siguiente en su casa y que avisara a su marido que pasaría la noche en su casa.
Al día siguiente, el día de la cena, Isabel llegó a casa de su amo a la hora ordenada, a las 7 de la tarde. No iba vestida de forma especial, su amo había sido claro en eso, no lo necesitaba, él tenía todo lo que necesitaba. No sabía si su amo le tenía preparada alguna sorpresa o simplemente la sometería y torturaría como tantas otras veces.
Echaba de menos ser usada por su amo. Desde que habían empezado a someter a Claudia entre los dos, ya casi nunca habían estado solos. Sentía celos y odio hacia Claudia porque sentía que le estaba robando a su amo. Sentía celos por lo mucho que su amo la adoraba, a pesar de querer someterla como a ella misma. Y no es que no estuviera disfrutando la propia Isabel de Claudia, pero una cosa no quitaba la otra. Y aunque follara con ella y tuviera orgasmos con ella, no podía dejar de pensar que era su rival por los afectos de su amo.
Su amo le abrió la puerta y la guió al salón, donde ya estaba preparada la ropa que quería que ella llevara. JM se sentó en el sofá, contemplando cómo su esclava se desnudaba y se ponía lo que a él le excitaba. Isabel se desnudó despacio, como sabía que le gustaba a su amo. Estaba allí sentado, fumando y tomando una copa, mientras ella se quitaba prenda tras prenda, no como lo haría una stripper, sino como lo hace una esclava, una sumisa fiel y obediente.
Se quitó la camiseta y los pantalones. Llevaba ropa interior, incluido sujetador; sólo la había permitido su amo no llevarlo para seducir a Claudia, pero no el resto del tiempo. JM quería una esclava, no una puta, a menos que lo pidiera expresamente. Se quitó las sandalias y la ropa interior y quedó desnuda frente a él. Una de las mayores muestras de sumisión y obediencia: desnudarse delante de su amo.
JM la observaba encantado. Y excitado. Señaló la ropa que había preparado y con un gesto la ordenó ponérsela. Un vestido corto de tirantes de color negro. No había ropa interior. El vestido era muy provocativo al ser fino y tan corto. Los zapatos, de tacón alto, también negros.
-Te he vestido así porque esta noche quiero que te muestres tal cómo eres, una guarra y asquerosa puta. Porque eso es lo que eres, ¿verdad, zorra?
-Sí, mi amo.
JM escupía la palabra puta con un desprecio enorme, haciendo a Isabel sentirse vejada, inferior, despreciada. Lo que mejor se le daba a JM, encontrar las palabras justas para humillar a su esclava.
-Esta noche vendrán a cenar varias personas. Será una cena familiar; relajada, tranquila, agradable. Una zorra asquerosa y repugnante como tú, así vestida, será la nota discordante de la cena. Quiero que te muestres muy solícita y complaciente conmigo a lo largo de la cena. Quiero que todos vean lo bajo que puedes llegar a caer, todo lo que puedes llegar a rebajarte. Quiero que sientan asco y vergüenza por ti. Pero también quiero que los excites a todos y a todas, por eso vistes así. Y harás todo lo posible para conseguirlo. Durante la cena te iré dando diversas órdenes que irás cumpliendo sin rechistar. Y ahora retírate a un rincón, babosa de mierda, no quiero ni sentirte hasta que llegue el primer invitado.
JM se retiró a terminar los preparativos de la cena, mientras Isabel se quedaba quieta en un rincón esperando que le dieran permiso para moverse.
Media hora más tarde llegó el primer invitado, el hermano mayor de JM, acompañado de su mujer y sus dos hijos, una niña de 12 años y un niño de 14. JM les abrió la puerta y les llevó al salón, donde esperaba Isabel en el centro de la habitación para ser presentada. Todos se quedaron sorprendidos al verla, primero porque JM no les había contado que tuviera novia y además porque no esperaban que fuera tan llamativa y vistiera tan provocativa.
Isabel había sido aleccionada por su amo en cuanto al comportamiento con sus familiares. Debía ser melosa tanto con hombres como con mujeres. Al ser presentada, debía dar los dos besos de rigor, tanto a los hombres como a las mujeres, muy cerca de los labios, incluso a los hijos de su hermano, pero era el único gesto que tendría con todos ellos, en seguida se retiraría para seguir comportándose solícitamente con JM.
Y es lo que hizo con los primeros invitados. El hermano de JM le dio dos besos y se puso muy nervioso al notar los labios de Isabel tan cerca de su boca. También tuvo problemas para reprimirse y no mirarle las tetas a la novia de su hermano, lo que era bastante difícil teniendo en cuenta el escote tan pronunciado y la evidente falta de sujetador. Su mujer también recibió dos besos muy cerca de la boca, pero su reacción fue completamente diferente a la de su marido, no se excitó, al contrario, se sintió enormemente desagradada por la novia de su cuñado. Nada más verla la había considerado una chica vulgar y descarada por su forma de vestir, pero ahora además le parecía provocativa la forma de besar. Sus hijos recibieron los mismos besos, y las respuestas fueron muy parecidas a las de sus padres: la niña se sintió un poco repelida por las exhibiciones de la desconocida, aunque no pudo evitar sentir cierta envidia por el cuerpo de Isabel; su hermano por su parte quedó totalmente embobado, sin conseguir articular una sola frase coherente y mirando constantemente de reojo el cuerpo de Isabel.
JM lo observaba todo complacido, tanto las reacciones de sus familiares como la actuación de su esclava. Le resultaba tan deliciosa la humillación que sentía Isabel que no podía esperar a que todo el mundo llegara y empezara la cena. Se sentó en un sillón e Isabel se sentó junto a él, en el brazo del sillón, el vestido tan subido por la posición, que dejaba casi al aire el culo y el coño. El hermano de JM y su mujer se sirvieron una copa y se sentaron en el sofá, en frente de donde estaba sentado JM. Ambos pudieron comprobar que la novia de JM no llevaba bragas, algo que ya habían intuido los dos al ser presentados pero que ahora constataban completamente.
Charlaban todos animadamente, pero el ambiente era extraño, Isabel no hablaba, no participaba de la conversación, sólo se dedicaba a acariciar y besar a JM, mientras que por su parte, el hermano de JM no podía apartar la vista del cuerpo de Isabel y a su mujer le resultaba enormemente desagradable aquella escena y aquellas muestras de cariño, más cercano al sexo indecoroso que al simple amor.
Los niños habían salido al jardín para jugar con Max, pero el chico se acercaba de vez en cuando a la puerta que conectaba el salón con el jardín para discretamente echarle miradas a Isabel, la cual le tenía realmente impresionado por su sexualidad. Tanto JM como Isabel habían notado las miradas cargadas de curiosidad y deseo del chico, e Isabel le guiñaba un ojo sutilmente, lo que calentaba hasta el extremo al pobre chaval.
Poco después llegaron más invitados, en este caso los padres de JM junto con su hermana pequeña, una joven de 24 años, que había roto con su novio hacía poco y por tanto iba sola. Isabel los saludó a todos de la misma manera que había hecho antes, mostrándose provocativa y dando besos a todos muy cerca de sus bocas. Todos quedaron sorprendidos, la madre de JM escandalizada y el padre y la hermana simplemente alucinados.
Más tarde llegó el último invitado, el hermano pequeño de JM con su novia y ambos sufrieron el mismo shock al ser presentados a la novia de JM y ser besados por ella. Toda la familia se acomodó en el salón, con Isabel acariciando de forma bastante lasciva a JM, y el resto de miembros de la familia intentando no ver lo que pasaba, disimulando todos mientras Isabel colmaba de atenciones a su amo, besos en el cuello, la oreja, y su manos le acariciaban sin llegar a la obscenidad de llegar a su entrepierna, pero casi.
JM susurró algo al oído de su esclava y momentos después se levantaron todos para ir a la gran mesa del comedor para cenar. Isabel se levantó al igual que todos los demás, dejando que todos salieran primero del salón.
El hermano pequeño de JM se había quedado rezagado y se acercó sin hacerse notar hasta quedar junto a Isabel. Mientras los demás se dirigían al comedor, incluida su novia, disimuladamente puso una mano sobre una de las nalgas de Isabel y la acarició. JM había sido muy claro con su esclava, si cualquier miembro de su familia se propasaba con ella, debía dejarse hacer. Era lo que él quería, que se sintiera humillada y vejada al ser tratada como un mero objeto sexual. Y así se sentía mientras la mano del hermano de JM recorría sus nalgas cada vez con menos descaro al no encontrar ninguna oposición por parte de Isabel.
Apretó las nalgas y le levantó ligeramente el vestido, tan corto, que con sólo un poco dejó al descubierto su culo. Ya había comprobado un rato antes que no llevaba bragas, en realidad lo había comprobado toda la familia. Ni bragas ni sujetador. Algunos se sintieron escandalizados y otros excitados. Pero nadie dijo nada. Los dedos se metieron entre las nalgas y hurgaron su raja, buscando el orificio de su ano. Cuando lo encontraron, un dedo forzó la entrada y se deslizó dentro. Isabel no protestaba, no decía nada, sólo gemía suavemente. Tras varias embestidas con el dedo corazón dentro del ano, el hermano de JM lo sacó y se lo dio a chupar a Isabel, lo cual hizo sin problemas y sin dudar. El hermano se dirigió apresurado al comedor donde su novia ya se preguntaba dónde estaría.
La cena fue deliciosa, pero el ambiente extraño, como todo lo que rodeó la velada. JM se encontraba de un humor espléndido, habida cuenta de lo que había organizado, mientras que el resto de invitados intentaba compartir y participar de esa alegría, pero sin poder evitar sentirse incómodos ante las cada vez más notorias y descaradas muestras de cariño que su novia Isabel le profesaba. Isabel, por otro lado, era la que más incómoda se sentía, aparte de humillada, pues era incapaz de abstraerse de las miradas y comentarios sobre ella mientras seguía mostrándose delante de todos ellos más como una puta que como una novia.
Durante la cena, Isabel estuvo sentada entre el padre de JM y el propio JM y justo enfrente de su hermano menor. Su escote escandalizaba a unos y volvía locos a otros, tanto o más que el exagerado y provocativo contacto físico con JM. Le acariciaba la cara, el cuerpo y bajaba la mano hasta su entrepierna, quedando tapada por la mesa y el mantel; le acariciaba la polla por fuera, luego metía la mano bajo la servilleta y se la acariciaba por debajo. JM la tenía durísima y se habría follado a su esclava allí mismo si no lo considerara excesivo.
Los padres de JM y las mujeres veían todo esto y despreciaban a Isabel, considerándola poco menos que una puta, y no entendían cómo JM permitía esas exhibiciones. Los hombres, en cambio, aunque sentían repulsa por el espectáculo que estaban montando JM y su novia, no podían evitar mirar con deseo a Isabel. Los pezones, duros y marcándose escandalosamente bajo el vestido, provocaba a unos y otros, y los labios, rojo intenso, invitaban a ser besados.
Tras la cena, y como en las antiguas mansiones de otros tiempos, los hombres se retiraron a una de las habitaciones para tomar unos licores y fumar puros, mientras las mujeres se quedaban en el comedor. Algunas de las mujeres también fumaban y se sirvieron licores, pero era una forma de pasar un tiempo los hombres por un lado, hablando de sus cosas, y las mujeres por otro. Isabel sirvió bebidas y café a las mujeres, mostrando su escote con cada invitación, hasta que todas las mujeres estuvieron suficientemente indignadas, y entonces se fue a la sala donde estaban los hombres, incluido el sobrino adolescente de JM.
Cuando Isabel entró en la habitación con una bandeja llena de licores, todos los hombres hicieron esfuerzos para mirarla educadamente o ignorarla con buenos modales, intentando que no se les notara lo muy excitados que se sentían en su presencia y lo mucho que les gustaría recorrer su cuerpo con la mirada sin cortarse. JM contemplaba satisfecho y complacido el efecto que su esclava provocaba en todo el mundo, pero especialmente en el miembro más joven de entre los machos de su familia. Su sobrino sudaba al verla, se la comía con los ojos, pero como un virgen miraría una mujer como Isabel, no como la miraban el resto de sus parientes. Se acercó a él, que estaba solo en un extremo de la sala y se puso a charlar con él. Tras unos minutos de charla casual e intrascendente, le llevó al terreno que él quería.
-Es atractiva mi novia, ¿verdad?
Su sobrino balbució una afirmación, sin atreverse a decir claramente lo que pensaba de la novia de su tío.
-No seas tan educado, chaval, me he fijado en cómo la miras, y te la comes con los ojos.
Su sobrino estaba rojo, pero se daba cuenta de que su tío JM no estaba ofendido, al contrario, parecía como si quisiera que hablaran en ese tono de su novia.
-¿Ya has follado?
La pregunta le sorprendió tanto que se atragantó con la coca-cola que estaba bebiendo y no supo mentir cuando con un susurro le reconoció que todavía no lo había hecho. Le habría gustado contarle a su tío que por supuesto que no era virgen y que lo había hecho con montones de chicas, pero no pudo mentir. Su tío no se rió de él, que era lo que esperaba, sino que le miró muy serio y bajando la voz le preguntó si le gustaría estrenarse con su novia.
Creía que había oído mal. Pero su tío le miraba muy serio y seguro de lo que le decía. No tenía palabras, pero el color de su cara, el sudor y la media sonrisa fueron suficientes. JM le dijo que le acompañara y los dos salieron de la habitación. Antes de salir le hizo un gesto casi imperceptible a su esclava para que los siguiera.
Se dirigieron los tres a uno de los dormitorios de invitados, entraron y JM cerró la puerta.
-Quítate la ropa, mi sobrino va a follarte.
El tono de voz le sorprendió al sobrino de JM, que no esperaba que la tratara con tanta dureza, pero más sorprendido quedó cuando vio que Isabel, sin titubear, se bajaba los tirantes del vestido y lo dejaba caer al suelo. Sin decir ni una palabra, se arrodilló delante de él y abriéndole el pantalón y sacándole la polla, que ya estaba grande y dura, la empezó a chupar.
Ya había salido con alguna chica, pero aparte de algún toqueteo inocente, no había pasado nada más. Era la primera vez que una mujer le tocaba y le chupaba de esa manera. Y qué mujer, además. Casi sin darse cuenta y sin poder evitarlo, se corrió, llenando la boca de Isabel de semen, que tragó con deleite. Sintió vergüenza por haberse corrido tan pronto, pero JM le dijo que no se preocupara, que cuando una puta como su novia chupaba una polla, esas cosas pasaban. Le explicó que de todas maneras, el haberse corrido en su boca no significaba que ya hubiera dejado de ser virgen, que para eso tenía que meterla en un coño, así que debía relajarse y dejar que su novia le pusiera a tono otra vez para follar.
Su sobrino se dejó hacer, viendo con placer cómo la novia de su tío le acariciaba y besaba la polla hasta poco a poco ponerla dura de nuevo. Mientras hacía esto, JM salió de la habitación para dirigirse a donde se encontraban las mujeres de la familia, que para entonces ya se habían juntado con los hombres y se hallaban en pequeños corrillos charlando animadamente. Localizó a su sobrina fuera, en el jardín jugando con su perro Max. Era perfecto para sus planes que estuviera sola y alejada de oídos indiscretos para lo que tenía que hablar con ella.
La polla del sobrino de JM había alcanzado las proporciones adecuadas para follar, Isabel se levantó y le dio la espalda apoyando las manos en la cama, inclinando el tronco y mostrándole su culo y la entrada del coño. No hubo necesidad de explicaciones, Isabel sólo dijo una palabra “fóllame”. El sobrino de JM apoyó las manos en las suaves caderas de Isabel y dirigió la polla a su coño. En segundos la penetró hasta el fondo y siguiendo sus instrucciones, se puso a follarla.
JM hablaba con su sobrina, una dulce y atractiva muchachita de 12 años en pleno proceso de desarrollo físico y psicológico. Sólo había que hablar con ella un momento para darse cuenta de que todavía era virgen, pero que ya empezaba a sentir curiosidad por el sexo y por los chicos. Pero a él le interesaba más que sintiera curiosidad por las mujeres. La conversación que tenía con ella, y que empezó como algo casual e inocente, preguntas sobre sus estudios, sus aficiones, cosas así, fue poco a poco derivando hacia temas más privados e íntimos. Para satisfacción de JM, su sobrina parecía muy receptiva a esos temas, y no parecía tener ningún problema en hablar libremente con él de temas sexuales, quizá porque se sentía más liberada con él que con sus propios padres.
Hasta que llegó el momento de jugárselo el todo por el todo. JM le preguntó si aparte de sus fantasías con chicos, alguna vez había fantaseado con chicas. La pregunta le sorprendió y dijo que nunca se le había ocurrido. Pero JM le preguntó si no sentía curiosidad por qué se sentiría acariciando y besando a otra chica. Su sobrina se sonrojó, pero reconoció que sería muy raro, pero a lo mejor divertido. JM le dijo que le acompañara, que quería enseñarle algo.
Para entonces su sobrino había follado tanto el coño como el culo de Isabel, para acabar corriéndose en su coño. Poco antes de hacerlo le había preguntado si lo hacía dentro o se salía, porque lo estaba haciendo sin condón e Isabel, entre jadeos, le dijo que se corriera dentro de ella. Tras llenarle el coño de semen y limpiarse, se vistió apresurada y atropelladamente y salió de la habitación; necesitaba tranquilizarse y beber algo.
Isabel se quedó tumbada en la cama, acariciándose el coño, desnuda, pensando en que se había convertido en la puta de su amo, ni más ni menos. En ese momento se abrió la puerta y apareció JM acompañado de su sobrina, una niña, muy guapa y atractiva, pero aún una niña.
JM observó la reacción de su sobrina, que se había quedado con la boca abierta al ver a la novia de su tío tumbada en la cama, desnuda, con las piernas separadas mostrando el coño abierto y acariciándoselo. Isabel tampoco se lo esperaba, pero no creía que su amo la hubiera llevado allí para ver cómo se tapaba rápidamente, así que siguió en la misma postura, mirando a los ojos a la chica. JM se acercó a su sobrina y le susurró al oído.
-¿Nunca has soñado con tener a alguien a tu servicio, que obedeciera todas tus órdenes? Mi novia es como una perrita bien entrenada y sumisa, no tienes más que darle una orden y la obedecerá igual que lo haría Max.
Su sobrina no se creía lo que estaba viendo ni oyendo. Pero muy dentro de ella, las posibilidades de que una persona la obedeciera en todo, eran demasiado alucinantes para dejarlo pasar.
-Perra, arrodíllate ante mi sobrina, que vea lo sumisa que eres.
Isabel se levantó de la cama y se puso a cuatro patas en el suelo, agachando la cabeza hasta tocar con los labios las zapatillas de la chica. Se había quitado los zapatos para estar más cómoda, y estaba totalmente desnuda ante su amo y su sobrina. La chica, casi sin pensar lo que hacía, alargó la mano y le acarició el pelo como si de verdad fuera un perrito. Isabel agachó de nuevo la cabeza y lamió las zapatillas, luego se irguió y olió y lamió el pantalón vaquero de la sobrina de su amo a la altura de la entrepierna.
-¿Quieres que te dé placer, cariño? Desnúdate y verás lo bien que lo pasas.Nadie os molestará aquí durante bastante rato.
JM salió de la habitación para no coartar a su sobrina, pero no cerró del todo la puerta, quería ver lo que pasaba. Isabel se levantó, y sonriendo dulcemente, sin hablar, desnudó lentamente a la chica. La tumbó con delicadeza en la cama y se arrodilló entre sus piernas para lamer su virginal coño. La chica empezó a gemir ante la explosión de placer que sintió al sentir la lengua y los dedos de la novia de su tío en su vagina. JM, desde la entrada de la habitación, lo veía todo, empalmado y excitado.
Cuando su sobrina estaba al borde del orgasmo, JM entró en la habitación, cerró la puerta tras él, y se sentó en la cama junto a su sobrina. La acarició el pelo mientras su esclava seguía lamiéndole el coño.
-A mi novia le gusta que la traten como una perrita, ¿sabes? A veces, incluso que la traten mal. ¿Te sabes algún insulto, preciosa?
Su sobrina le dijo, entre jadeos, los insultos que conocía, que eran bastantes, y algunos muy vulgares. Su tío le dijo que se los podía dirigir a su novia, que no pasaba nada. Lo hizo, al principio tímidamente, no segura de cómo reaccionaría, pero Isabel sólo la sonrió, y los insultos fueron aumentando de grado y tono.
El siguiente paso, con su sobrina totalmente cachonda por el buen hacer de la lengua de Isabel, fue decirle que pellizcara los pezones de su perrita; JM ni una sola vez nombró a Isabel por su nombre delante de su sobrina. Isabel dejó el coño de la chica y acercó su busto para que la pudiera pellizcar. JM le dijo que podía seguir insultándola todo lo que quisiera y que apretara lo más fuerte que pudiese. En pocos minutos Isabel estaba tumbada boca arriba en la cama, con la sobrina de JM a su lado, insultándola y pellizcándola con furia los pezones, mientras su tío se desnudaba lentamente y le susurraba al oído qué más hacer con ella.
-¡Golpea sus tetas!
Su sobrina obedecía encantada todo lo que le decía su tío, era como tener su propia muñeca viviente para jugar con ella, mucho más que un perro o un cachorro, no se quejaba, aceptaba todo lo que le hacía y le llamaba. Y cada vez le apetecía más hacerle cosas. Pero también le atraía su cuerpo, lo envidiaba, ella aún era muy joven y sus tetas no estaban totalmente desarrolladas, ni sus piernas eran tan largas, y todo eso provocaba que admirara su cuerpo, pero al mismo tiempo sintiera celos y odio. Tocó con los dedos su coño, estaba mojado y caliente. Acercó la cara y lo chupó y le hizo lo mismo que ella había hecho antes con ella. Tenía un sabor extraño, desagradable, sin sospechar que estaba lamiendo los restos del semen de su propio hermano.
JM no pudo resistirlo más, y ya desnudo, se pegó a su sobrina por detrás para penetrarla. Su sobrina sintió la polla de su tío entrar en su coño, sabiendo perfectamente lo que estaba pasando, pero sin poder ni querer detenerle, metida de lleno en aquella locura de juego salvaje y prohibido. Sus manos se cogieron de las tetas de Isabel y apretaron con todas sus fuerzas, causándole un dolor horrible a la esclava de JM, que veía hipnotizada y algo escandalizada cómo su amo follaba y desvirgaba a su propia sobrina. La chica sintió dolor, pero pasó rápido y le encantó lo que sintió después. Sabía que la estaba desvirgando su tío, pero en ese momento le daba igual quién fuera, sólo quería seguir gozando.
Los dos, tío y sobrina, insultaban a Isabel, mientras follaban, gemían, jadeaban y las uñas de la chica se clavaban sin conciencia del dolor que infringían en los pechos de Isabel, que más que nunca se sintió un objeto, ni siquiera era la protagonista de aquel acto. JM no tuvo miramientos en correrse dentro de su sobrina, no le importaban las consecuencias. Cuando por fin se salió de ella, su sobrina sólo había derramado unas pocas gotas de sangre, y pese a que le había dolido al principio, en seguida pasó y cuando JM se apartó de ella, aún siguió gimiendo de placer.
JM ordenó a su esclava limpiarle la polla y luego el coño de su sobrina. Al final, se vistieron los dos y salieron para reunirse con los demás, dejando a Isabel sola en el dormitorio. Se puso el vestido y los zapatos, pero no se lavó, se lo había prohibido su amo. Entró en el salón donde todos la miraron con más o menos disimulo y descaro, y se preguntó si notarían que la habían follado y que su boca apestaba a semen y coño.
Poco después la velada se acabó y los invitados se fueron yendo uno tras otro, hasta que JM y su esclava quedaron solos.
-Esta tarde te han follado dos adolescentes, que han comprobado lo puta y degradada que puedes llegar a ser. Espero que estés satisfecha.
Y sin esperar una respuesta, la ordenó desnudarse y la llevó a rastras hasta “la habitación del placer y el dolor”, donde la ató de muñecas y tobillos, la metió un vibrador en el coño y la dejó allí para pasar la noche. Se preguntó cómo se la encontraría por la mañana. JM se fue a dormir complacido a su cama.